Luis R. Aizpeolea
Carmen Gisasola: “Siento no poder reparar lo irreparable”
(El País, 2 de noviembre de 2015).

Carmen Gisasola, exmiembro de la cúpula de ETA, salió de prisión en 2014 tras cumplir 24 años de cárcel por cuatro asesinatos. En 1998, fue expulsada de la banda por cuestionar la actividad terrorista. Gisasola, una de las voces más críticas con ETA, explica en una entrevista con EL PAÍS su evolución desde la militancia a la disidencia y exige a la izquierda abertzale que asuma “la responsabilidad política que le corresponde”. “Conocí ETA por dentro y el mito se esfumó”, reconoce. “Tenemos que admitir que el sufrimiento que hemos generado fue injusto”, apostilla.

Javier Hernández. Carmen Gisasola, fotografiada en San Sebastián.

También tiene un mensaje para las víctimas de ese sufrimiento: “Lamento no poder volver atrás para que no hubiera sucedido. Siento no poder reparar lo irreparable”. Carmen Gisasola (Markina, Bizkaia, 1958) entró en ETA en su juventud. Pronto pasó a la clandestinidad y, según la policía, fue dirigente de la banda. Detenida en Francia en 1990, fue condenada por cuatro asesinatos. Fue expulsada de ETA en 1998 por cuestionar el terrorismo. Pionera de la vía Nanclares, salió de prisión en 2014, tras cumplir 24 años de cárcel. Guisasola narra a EL PAÍS su evolución y pide a la izquierda abertzale que asuma responsabilidades políticas.

Pregunta. ¿Cómo alguien como usted entró en ETA?

Respuesta. En mi juventud, en mi ambiente, era normal.

P. ¿Por qué?

R. Tras la Guerra Civil, el franquismo metió un miedo tremendo. ETA era la nueva resistencia y un reclamo para la juventud. Nos movíamos en un esquema simple, pensando que la revolución estaba al alcance.

P. Sí, pero de ahí a matar...

R. A escala mundial había un movimiento armado por la liberación de los pueblos bien considerado. Hoy, el respeto a los derechos humanos y a la vida son incuestionables. Ha habido un enorme cambio cultural.

P. ¿Cuándo decidió desmarcarse de ETA?

R. Me expulsaron en 1998 por escribir una carta con otros compañeros en una cárcel de Francia cuando las negociaciones con el Gobierno de Aznar.

P. ¿Qué decía la carta?

R. Que ETA no dialogaba con una reflexión seria, como en Irlanda, de dejar la lucha armada. La enviamos a la dirección y no nos respondió. La publicamos y nos expulsaron por indisciplina.

P. ¿Cómo llegó a ser crítica con ETA?

R. Fue un proceso lento. Empecé con la crítica política y luego con la ética. Dudé de la validez de la lucha armada. Vi que la democracia se asentaba. También percibí que gente significativa que animaba la lucha armada no se comprometía con ella.

P. ¿Cómo vivió ETA en la clandestinidad?

R. Conocí ETA por dentro y el mito se esfumó. La gente pensaba que ETA era algo grande y era lo contrario. El Estado era mucho más fuerte. El fracaso de las conversaciones de Argel fue un punto de inflexión. Gente de izquierda abertzale nos empezó a cerrar puertas y nos hizo más vulnerables para la policía. Hasta que me detuvieron.

P. ¿Cómo influyó la cárcel en su alejamiento de ETA?

R. Me encontré en la cárcel en Francia con una militante del IRA que cuestionaba la violencia. Con otra de las Brigadas Rojas confirmé lo que vi en ETA, que la disciplina era el valor absoluto. Allí seguí la catástrofe de la estrategia de socialización del sufrimiento de ETA. Abrió enormes brechas sociales. Empezaron las ilegalizaciones.

P. Dice que tras la reflexión política vino la ética...

R. Cuando hacíamos atentados sabíamos que hacíamos daño. Por eso los hacíamos. No quería pensar en las consecuencias, pero uno me afectó especialmente.

P. ¿Cuál?

R. El atentado contra Irene Villa. Estaba en la cárcel y una amiga madrileña me dijo que no entendía aquella barbaridad con una niña. Entonces leí que Malraux, combatiente por la República española, decía que ninguna idea valía más que la vida de una persona. Comprendí que gente de primera no se tomaba a la ligera el sufrimiento ajeno.

P. ¿Qué le diría a una víctima de ETA?

R. Que siento no poder reparar lo irreparable. Pero las generaciones jóvenes deben saber que los autores de auténticas burradas no éramos monstruos, sino gente normal, que estábamos en una vorágine loca, abducidos por la idea de que la revolución dependía de nosotros.

P. ¿Para qué sirvió la vía Nanclares?

R. Fue positiva por la reflexión crítica y los pasos en pro de la convivencia del grupo Presos Comprometidos con el Irreversible Proceso de Paz.

P. Ha pasado 24 años en la cárcel. Salió hace un año. ¿Qué cambios ha percibido?

R. La sociedad ha pasado página. Para los jóvenes de hoy, ETA representa lo que para mí la Guerra Civil. La juventud rechaza el uso de la violencia para fines políticos. Existe mayor sensibilidad hacia los derechos humanos.

P. ¿Se ha adaptado?

R. No tengo problemas con la gente. Mi vida ha ido empezando de cero. Me siento fuerte.

P. ¿Cómo le han acogido?

R. Bien. Los problemas los tuve en la cárcel al romper con ETA. Hicieron pintadas en mi pueblo.

P. En 2013, el colectivo de presos anunció que asumía la legalidad penitenciaria. No se ha hecho nada. ¿Quién es responsable?

R. Los presos esperan directrices de fuera. Es difícil interiorizar que tu salida va a ser por la vía legal cuando te han dicho que ibas a salir por una negociación. La izquierda abertzale tiene que coger las riendas por su responsabilidad política. Aceptaron la legalidad en sus estatutos para volver a las instituciones. Los presos también.

P. ¿La izquierda abertzale reconocerá su complicidad con el daño causado por ETA?

R. Tiene que admitir, con ETA, que el sufrimiento generado fue injusto. Y debe asumir responsabilidades políticas. No todo acaba con los autores materiales. Quien teorizó la lucha armada y está en puestos relevantes, ¿no es responsable? ¿Y el que pasó información?

P. ¿Y si no asumieran responsabilidades?

R. Las víctimas quedarían decepcionadas porque verán cómo salen los presos y son bien acogidos en sus pueblos. Y los familiares de los presos que siguen en prisión responsabilizarán a las víctimas...

P. ¿ETA tiene más responsabilidad que el GAL por el apoyo político que tuvo?

R. La violación de los derechos humanos es la misma, pero ETA ha creado mucho sufrimiento por el apoyo político de la izquierda abertzale. El PSOE tampoco tiene las manos limpias con el GAL. ETA ya no representa nada. Debería desaparecer; favorecería a los presos.

P. ¿Cómo se ve usted?

R. Reconozco que lo que hice estuvo mal. Esa mirada atrás no la tuve entonces. Desgraciadamente, pasó y no se puede cambiar. En unos años todos pensaremos, menos algún rezagado, que nunca debió existir violencia en Euskadi.