Manuel Llusia
Los resultados del 25-N y sus consecuencias
(Página Abierta, 223, noviembre-diciembre de 2012).

La valoración de las elecciones catalanas del 25 noviembre debe atender a las características de esta convocatoria, su sentido y los objetivos buscados por sus promotores, y a lo que dictan en concreto los resultados.

Respecto de lo primero, parece claro que Mas se equivoca al buscar con estas elecciones una primera consulta a la población catalana sobre su proyecto de liderar un proceso de autodeterminación. El resultado le deja en peor situación de la que estaba para seguir adelante con los pasos anunciados. El plebiscito sobre su persona y partido se convierte, en parte, en un castigo, seguramente por su labor de gobierno con los recortes (*), y en una advertencia.

El impulso nacionalista de la Diada y a favor de una consulta sobre el futuro de la autonomía de Cataluña es recogido electoralmente por ERC y otras fuerzas políticas. CiU se ve, en cierta forma, con las manos atadas al depender de otros partidos para seguir adelante con el proyecto de Mas y para la acción de gobierno de la Generalitat. La pretensión de que sea ERC la que le resuelva la doble papeleta no parece fácil de lograr. Y de igual manera, buscar interlocutores distintos para lo uno y lo otro. El tiempo lo dirá. De lo que no cabe ninguna duda es de que el cambio en la “cuestión catalana” que plasmaba la pasada Diada sigue ahí. Lo muestran también los resultados electorales.

En relación con los resultados concretos, en primer lugar destaca la participación, muy próxima al 70%; la más alta de todas las autonómicas celebradas, 10 puntos por encima de las anteriores (2010) y 5 más de la más alta (1984). Otro dato a resaltar es la poca incidencia de los votos blancos y nulos.
En cuanto a los datos de cada fuerza, cabe señalar lo que a continuación se detalla. Para ello escogemos el orden por número de escaños de las elecciones de este año. En ello ha de tenerse en cuenta lo dicho antes: el incremento del número de votantes.

CiU pierde unos 100.000 votos (casi 8 puntos) y 12 escaños. Muy lejos de lo esperado y, desde ese ángulo, un fracaso. Aun así es la primera fuerza, con diferencia, en relación con la segunda (ERC), a la que saca 29 escaños.  CiU ha sido siempre la primera fuerza en escaños y en número de votos en las diez convocatorias habidas. Y ha estado al frente de la Generalitat, salvo en los periodos 2003-2006 y 2006-2010, en los que gobernaba el PSC en alianza con ERC e ICV. Entre los tres partidos sumaron 74 y 72 escaños, mientras que CiU solo alcanzaba 46 y 48. CiU consiguió la mayoría absoluta en tres ocasiones (1984, 1988 y 1992).  

ERC gana unos 270.000 votos (más de 6 puntos) y 11 escaños. Se convierte en la segunda fuerza desbancando al PSC-PSOE. Vuelve al salto espectacular, sin alcanzarlo del todo, que dio en 2003 (cuando duplicó su número de votos y casi de escaños). Algo que en parte podía preverse pero no tanto.

PSC-PSOE pierde unos 50.000 votos (unos 4 puntos) y 8 escaños. Pasa del segundo al tercer puesto, con un escaño menos que ERC, que tiene 25.000 votos menos. Son los peores resultados de su historia autonómica. Forma parte del progresivo descenso desde 2003. Un gran golpe aunque suponga un alivio no haber descendido más tal y como vaticinaban algunas encuestas, y por seguir por encima del PP. “Un alivio amargo” valdría como título.

PP gana 80.000 votos (un poco más de medio punto) y 1 escaño. Pasa a ser la cuarta fuerza, pero se acerca mucho al PSC, del que le separan solo dos puntos y un diputado. No solo mantiene su electorado, arriba-abajo, entre el 9 y el 13%, sino que consigue el segundo mejor resultado en porcentaje de estos 32 años pasados, pero con dos escaños más que el de 1995. Aunque mucho tienen que cambiar las cosas para que pueda jugar a corto plazo un papel en la formación de mayorías parlamentarias. Gran partido estatal, sin embargo, sigue mostrando su debilidad en Cataluña.

ICV-EUiA gana cerca de 130.000 votos (2 puntos y medio) y 3 escaños. Un buen resultado, achacable a la pérdida socialista y a la mayor participación. La afirmación catalanista y la crítica a las medidas del Gobierno de CiU asientan su electorado en el gran Barcelona. Este es su segundo mejor resultado desde 1988, cuando como tal empieza a presentarse. La curva de su trayectoria electoral es sinuosa, muestra altos y bajos muy pronunciados.

Ciutadans gana 168.000 votos (algo más de 4 puntos) y 6 escaños. La otra gran sorpresa, con el fracaso de CiU y la aparición de la CUP. La adaptación de su marca electoral a las demandas de una parte de la ciudadanía moderada no nacionalista crítica con la política de las fuerzas mayoritarias y el debate soberanista, indignada por la corrupción y el despilfarro, reflejada en su trabajo parlamentario en estos dos años, pueden explicar quizá este impulso electoral.

Por último, aparece por primera vez en el Parlament un fuerza, la CUP, Candidatura d’Unitat Popular-Alternativa d’Esquerres, ya presente en el ámbito municipal: el año pasado pasó de 20 a 101 concejales. Obtiene más de 120.000 votos (un 3,48% de los votos) y 3 diputados. Se sitúa sobre todo en Barcelona provincia, en donde consigue los tres escaños. Una fuerza cuyos lemas principales son el socialismo y la independencia de los Països Catalans: «de Salses a Guardamar y de Fraga a Maó» (el Rosellón francés, Andorra, Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares).

Desaparece SI (Solidaridat Catalana per la Independència, el partido de Laporta) del Parlament. Pierde 60.000 votos y los 4 diputados que tenía.

Un apunte final. La respuesta electoral muestra una vez más la interesante diversidad político-social, en constante movimiento, de Cataluña. Característica que no se da de igual manera en el resto de España. Fracasa el llamado voto útil y se mantiene la fragmentación parlamentaria ante unas elecciones excepcionales.
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(*) Y también por la parte de responsabilidad que le corresponde en la tensión desatada en estos meses.

 

 

Hay que destacar que en las elecciones del 25-N, los resultados de las cuatro formaciones nacionalistas que se presentaban se quedan por debajo de la mitad de los votos emitidos (el 48,63%), un punto menos que en las de 2010. Por otro lado, los votos obtenidos (1.781.460) representan solo algo más del 33% de los electores censados (4,7 puntos más que en 2010). Todo ello teniendo en cuenta que la participación se aproximó al 70%, la más alta de las diez convocatorias electorales registradas hasta la fecha. Por su parte, las formaciones que no se declaran nacionalistas y que logran diputados en estas elecciones (PSC, PP, ICV-EUiA y C’s) suman 1.628.312 votos (el 44,45% de los emitidos y casi el 31% del censo), 329.000 votos más que en las de 2010 y también un 3,27 más en porcentaje.