| Manuel-Reyes Mate
 Medianoche  en la Historia.
 Actualidad de Walter Benjamin
 (Entrevista realizada por Chema  Castiello)
 (Página Abierta, 179, marzo de 2007)
 
 Manuel-Reyes Mate Rupérez  entró en contacto con la obra de Walter  Benjamin en los años sesenta, cuando se trasladó a Münster in Westfallen  (Alemania) para estudiar filosofía. En un ambiente intelectual dominado por los  autores de la Escuela de Francfort, M. Horkheimer, T.  W. Adorno y H. Marcuse, se iba abriendo paso, poco a poco, la  figura de Walter Benjamín, cuyas obras comenzaban a ser objeto de culto. El  impacto fue tan poderoso que durante varias décadas Manuel-Reyes Mate vivió el  influjo de este pensador singular y poderoso. Aquel deslumbramiento se traduce  ahora en Medianoche en la Historia (Trotta),  un trabajo documentado y lúcido cuyo centro de atención son las Tesis sobre el concepto de Historia,  obra inacabada de Walter Benjamin (*).
 Medianoche en la Historia nos da la posibilidad de entender a Walter Benjamin, adentrándose  en un pensamiento que, dada su concisión, sus referencias y su lenguaje,  resulta en ocasiones inaccesible. El libro, que recoge las versiones francesa y  alemana de las Tesis, ofrece una explicitación de cada una de ellas y se  complementa con un sugerente apartado denominado sentido y actualidad en el que se abordan algunos de los temas  centrales de nuestra época: el examen de la ciencia y de la técnica, la  complicidad entre progreso y barbarie, los usos de la Historia y el papel de la  memoria, la religión y el marxismo, el derecho a la justicia de los vencidos...  Un balance, en gran medida, de los caminos por los que ha transitado el mundo  heredado de la Ilustración.
 Con ocasión de la presentación de  su libro, tuvimos la oportunidad de hablar con Manuel-Reyes Mate.
 
 – La obra de Walter Benjamin concita un  interés creciente desde los años cincuenta del pasado siglo. Tal interés no ha  dejado de aumentar desde entonces, y se han publicado reediciones de sus obras  y estudios sobre su significación. ¿Qué hace de Walter Benjamin una figura tan  central en el pensamiento europeo de este tiempo?
 
 – Walter  Benjamin se ha convertido en autoridad. No fue siempre así. En su tiempo  brillaba la estrella de Horkheimer. Benjamin gozaba, efectivamente, de gran  prestigio entre quienes le frecuentaban, pero públicamente era un perdedor.  Puede que su trágica muerte haya dotado a sus escritos de una cierta aura,  aunque tardó en llegar. La primera publicación de las Tesis, modestamente ciclostiladas en 1942, pasó inadvertida; lo mismo la de 1950 en una publicación alemana.  Hubo que esperar a 1965 para que se empezara a hablar de Benjamin, siempre por  detrás de los Horkheimer, Marcuse y Adorno. Luego vino el ciclón Habermas, que  también sepultó a Benjamin, pese a que Habermas decía tenerlo por libro de  cabecera (habría que decir mejor de “almohada”). Pero desde los noventa la  estrella de Benjamin brilla cada vez más.
 ¿Las  causas? Las hay internas y externas. Las internas: su propia calidad. Sus  análisis sobre las formas culturales son obligados. Por ahí vino su  relanzamiento. Luego estaban sus análisis políticos, mucho más difíciles de  digerir, sobre todo en sociedades opulentas. Se van haciendo camino porque la  bonanza de las grandes cifras económicas en este mundo globalizado, lejos de  solucionar viejos problemas materiales los está acrecentando. Con esto ya estoy  aludiendo a las causas externas del interés contemporáneo por Benjamin: a la  vista de la magnitud de los problemas, se va acabando el crédito para  pensamientos débiles o políticamente correctos.
 
 – Para algunos se trata de un crítico  literario, otros lo significan como el principal crítico cultural del siglo XX.  Hay quien lo considera un filósofo interesado en conciliar teología y  materialismo. Sin embargo, usted ve a Walter Benjamin como un pensador  profundamente político. ¿Cómo justifica este punto de vista?
 
 – Benjamin  es un autor desconcertante. Quiere pensar su tiempo de una forma radical, para  que no sea más de lo mismo, y se empeña en hacerlo desde la memoria; es un  pensador del futuro y ataca a fondo el progreso; se apega  a muchos ideales ilustrados pero somete la  Ilustración a una crítica radical... Digamos que es un “dialéctico de la  Ilustración”, es decir, alguien fundamentalmente ilustrado pero consciente de  las insuficiencias de la Ilustración clásica, de ahí esa relación crítica con  ella. Eso queda muy patente en la primera de las Tesis, que es programática. Para repensar la Ilustración hay que  revisar el punto de partida, a saber, la relación entre razón y religión. Asume  el fondo de la crítica ilustrada de la religión (la autonomía de la razón, de  la política y de la moral), pero no se desentiende del mesianismo. Entiende que  la modernidad es una emancipación o liberación de la razón respecto a pasadas  tutelas religiosas, pero añade enseguida que la política de liberación es  también un mesianismo secularizado. Y eso hay que hacerlo explícito para  aprovechar esa reserva de sentido crítico. Benjamin, no lo olvidemos, es un  filósofo que visita constantemente sus fuentes judías.
 Ése es el  punto de partida. Luego se enfrentará a las teorías “progresistas” de  izquierda, entregadas al conformismo o que han traicionado a los oprimidos,  para rebatir sus mitos, recordarles sus intereses y abrirles los ojos. Sus  tesis resuenan como una voz de bronce: “para los oprimidos el estado de  excepción es la norma”; “el nuevo nombre de revolución ya no es aceleración  sino tirar del freno de urgencia”; “nada ha favorecido más al fascismo que  considerarle lo opuesto al progreso”; “no hay documento de cultura que no lo  sea también de barbarie”, etc.
 
 – Su libro Medianoche en la Historia es un estudio detallado de las Tesis sobre el concepto de Historia con  que, desgraciadamente, cierra su producción Walter Benjamin. Pese al título, la  singularidad de las Tesis es la  reivindicación de la memoria de los vencidos como principio de esperanza. ¿Es  posible que la memoria sea algo más que subjetividad y emotividad?
 
 – En  España hay una ofensiva, propiciada sobre todo por  historiadores y también por políticos, contra la memoria. Se dice  de ella que es peligrosa, incontrolable. Algo que puede valer en el ámbito  privado y moralizante, pero que no puede tener impacto político ni es capaz de  proporcionar conocimiento riguroso alguno. Todo lo contrario es lo que nos  ofrece Benjamin en estas Tesis “sobre  el concepto de Historia”, aunque de lo que realmente habla es de la memoria. La  memoria ni es añoranza del pasado, ni es asunto privado, ni es incapaz de  proporcionar conocimiento.
 Es, en  primer lugar, capacidad hermenéutica: gracias a la memoria se hace visible lo  que siempre estuvo allí pero que ni la Historia, ni la razón, ni la moral  dieron importancia. Me refiero a las víctimas. La visibilidad de las víctimas,  de la que tanto ahora hablamos, ha sido el primer éxito de la memoria  benjaminiana.
 En segundo  lugar, es un asunto público. Todo intento de construir una política sobre el  olvido está llamada al fracaso. Que ahora se hable más que nunca de la Guerra  Civil española y que tanto se cuestione la transición política tiene que ver  con el olvido. Da lo mismo si se olvidó, o se echó al olvido, o se supo  olvidar. No se quiso que el pasado tuviera significado, y eso es lo que ahora  nos convoca una y otra vez.
 Finalmente,  la memoria proporciona conocimiento. Benjamin tenía sus tesis en una carpeta  cuyo título era “Teoría del conocimiento”. Lo que late en el fondo de esa  afirmación es que no tenemos que confundir, como hace la ciencia, realidad con  facticidad. De la realidad también forma parte lo que pudo ser y quedó  arrumbado en la cuneta de la Historia. Los sueños de felicidad dormidos en esos  fracasos es un material precioso para pensar el futuro.
 
 – Menos novedosa, pero no menos actual, es la  crítica radical al progreso como proceso de deshumanización. ¿Es posible tirar  del freno de emergencia o está la humanidad condenada a adentrarse en el  abismo?
 
 – Dices  bien: “crítica radical al progreso”. Porque van menudeando las críticas al  progreso, pero sobreentendiéndose por ello “crítica a los efectos colaterales  del progreso”. Lo vemos ahora con las noticias sobre las consecuencias nefastas  que está teniendo el calentamiento del planeta por el efecto invernadero. Nos  preocupa el deterioro del medio ambiente, del agua, de la tierra y del aire,  pero pensamos que esto se arregla con una progresiva corrección de los  productos contaminantes, etc.
 Benjamin  lo ve de otra manera. El problema no es el mal uso del progreso sino su lógica.  El progreso piensa conquistar el futuro dando la espalda al pasado. Es incapaz,  por principio, de establecer una relación entre injusticias pasadas y justicia  presente, por eso puede plantearse la mejora del mundo sobre la producción  industrial de víctimas. Sabe que todo se le perdona, como en el fútbol, por los  buenos resultados. Los caídos serán lamentados pero “comprendidos”, como precio  obligado para que nuestros nietos vivan mejor o para que mejore una parte  importante de nuestra generación. Esa lógica es catastrófica por las siguientes  razones: a) ni disminuye sino que acrecienta el número de víctimas. Nunca, por  ejemplo, fue la humanidad más rica y nunca tantos muertos de hambre (18  millones de personas mueren anualmente por efecto de la globalización  económica, según un informe de la ONU); b) nos incapacita para formular una  teoría universal de la justicia: si la conquista de nuevos espacios justifica  la producción de víctimas, ¿qué impide su producción si al final todo se borra  con el balance de buenos resultados? La teoría del progreso supone la  invisibilización de las víctimas; c) supone una anulación del juicio.  Recordemos la tesis novena sobre el ángel de la Historia: lo que para él son  cadáveres y escombros es para nosotros progreso. Esa perversión de la mirada  supone un notable grado de degeneración intelectual.
 Por eso,  el nuevo nombre de revolución, entendiendo por ello el sueño de felicidad de  todos los hombres, también de los hasta ahora marginados de ella, no es  acelerar el ritmo de investigación, de innovación o de producción; no es  apresurarse a sustituir viejas estructuras por nuevas, sino tirar del freno de  emergencia y parar esta loca carrera hacia la nada.
 De  momento, la humanidad está dispuesta a ralentizar un poco el ritmo. Ya es algo.  Pero no hemos comprendido aún que no es el ritmo sino la lógica la que es perversa.  El progreso no es malo porque nos lleve a la catástrofe final, sino porque en  sí es catastrófico, pues sólo puede mantenerse destruyendo especies,  contaminando los mares, polucionando el aire y, sobre todo, produciendo  víctimas. Y eso ¿por qué? Porque lo que importa es la conquista de nuevas metas  y lo que no importa y carece de significación es el coste humano, social y  material de las conquistas. Hemos empezado a reaccionar por instinto de  conservación, pero estamos lejos de pensar que nuestra felicidad está  relacionada con el abandono de nuestra “cultura” del consumo. Nos ha costado  mucho llegar a pensar que somos lo que tenemos para que ahora vengan unos  exagerados, con su Benjamin bajo el brazo, diciéndonos que nuestra felicidad  tiene que ver con los que no tienen. De momento, la humanidad no está dispuesta  a dar ese salto mortal.
 
 __________
 Manuel-Reyes Mate es profesor del Instituto de Filosofía. Realizó sus  estudios en París, Roma, Münster in Westfallen y Madrid. Pertenece al Conseil Scientifique  del Collège International de Philosophie, de París. Es colaborador habitual en las páginas de opinión de El País y El Periódico de Cataluña. Su trabajo de investigador se mueve  fundamentalmente en dos campos: a) el estudio de la relación entre religión y  política; b) la preocupación por la relación entre verdad e historia del  sufrimiento. A las relaciones entre religión y política ha dedicado trabajos  como El ateísmo, un problema político (Editorial Sígueme, Salamanca, l972), Modernidad,  razón y religión (Editorial Antrhopos, Barcelona, 1986), Mística y política (Ed. Evd, Estella,  1990). A la memoria de los vencidos y al Holocausto ha dedicados trabajos como La razón de los vencidos (Anthropos,  Barcelona 1991), La filosofía después del  Holocausto (Ríopiedras, Barcelona, 2002), Memoria de Auschwitz. Actualidad moral y política (Editorial  Trotta, Madrid, 2003) y Por los campos de  exterminio (Anthropos, Barcelona, 2003). Son de un enorme interés, también,  sus trabajos sobre el pensamiento judío.
 __________
 (*) Walter Benjamín muere en Port-Bou (Francia) el 26 de agosto de 1940 cuando  se dirigía a Lisboa para embarcar rumbo a Estados Unidos huyendo de los nazis.  En Port-Bou se pierde el rastro de una cartera donde se cree que Walter  Benjamín portaba la última redacción de sus famosas Tesis.
 
 
 Una cronología de su  vida
 
 1892. Nace en Berlín, el 15 de  julio.
 1905-1907. Permanencia en Haubinda,  donde conoce a Gustav Wyneken.
 1912. Acaba en Berlín el  bachillerato. Inicia estudios de filosofía en Friburgo. Comienza su amistad con  el poeta C. F. Heinle.
 1913. Primer viaje a París en las  vacaciones de Pentecostés.
 1914. Preside, en Berlín, la  Asociación Libre de Estudiantes.
 1914-15. Ensayo Dos poemas de Friedrich Hölderlin.
 1915. Conoce a Gerhard Scholem.
 1917. Se casa con Dora Sophie Pollak y se trasladan a Berna.
 1918. Nace su única hija, Stefan.  Conoce a Ernst Bloch.
 1919. Doctorado en Berna. Tesis El concepto de la crítica de arte en el  romanticismo alemán.
 1920. Regreso a Berlín.
 1921-22. Las afinidades electivas de Goethe.
 1923. Comienza a trabajar en su Origen de la tragedia alemana.
 1924. Capri, de mayo a octubre.  Conoce a Asja Lacis, que le inicia en el marxismo. Primera versión de Origen del drama alemán.
 1926. Mayo-octubre, en París.  Traducción de Proust con Franz Hessel. Comienza a escribir para Frankfurter Zeitung y Literarische Welt.
 1926-27. Diciembre-enero: visita  Moscú.
 1927. Comienza a trabajar en Passagenwerk.
 1928. Dirección única y El origen  del drama barroco alemán.
 1929. Primer encuentro con Bertolt  Brecht.
 1932. Abril a julio: primera  estancia en Ibiza.
 1933. Marzo: exilio en París. Abril  a septiembre: Ibiza.
 1934. Julio a octubre: con Brecht en  Dinamarca.
 1934-35. Octubre a febrero: San  Remo. Miembro del Instituto de Investigaciones Sociales. En la revista del  Instituto se publica La obra de arte en  la época de su reproductibilidad técnica.
 1936. Segunda visita a Brecht en  Dinamarca.
 1938. Última estancia en Dinamarca.
 1939. Internado en un campo de  trabajadores voluntarios entre septiembre y noviembre. Publica Sobre algunos temas en Baudelaire.
 1940. Sobre el concepto de la historia. Consigue visado para Estados  Unidos. En junio marcha de París a Lourdes. El 27 de septiembre se suicida en  Port-Bou. «El carácter destructivo no vive del sentimiento de que la vida es  valiosa, sino del sentimiento de que el suicidio no merece la pena» (El carácter destructivo, 1931).
 
 
 La obra de Walter Benjamin editada en España
 
 · Ángelus novus.
 · Sobre el programa de la filosofía  futura y otros ensayos.
 · El Berlín demónico.
 · El concepto de crítica del arte en el  romanticismo alemán.
 · Correspondencia 1933-1940.
 · Infancia en Berlín hacia 1900.
 · Tentativas sobre Brecht: (Iluminaciones  III).
 · Diario de Moscú.
 · Haschisch.
 · Para una crítica de la violencia y otros  ensayos: (Iluminaciones IV).
 · Discursos interrumpidos. T. 1.  Filosofía del arte y de la historia.
 · La metafísica de la juventud.
 · Sonetos.
 · Baudelaire: poesía y capitalismo  (Iluminaciones II).
 · Imaginación y sociedad: (Iluminaciones  I).
 · La metafísica de la juventud.
 · Personajes alemanes.
 · Dos ensayos sobre Goethe.
 · Escritos autobiográficos.
 · Historias y relatos.
 · Discursos interrumpidos.
 · Correspondencia (1928-1940).
 · Imaginación y sociedad.
 · El origen del drama barroco alemán.
 · Para una crítica de la violencia y  otros ensayos.
 · Poesía y capitalismo.
 · Tentativas sobre Brecht.
 · Dirección única.
 · Sobre la fotografía.
 · Libro de los pasajes.
 · Historias y relatos.
 · Obra completa.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 |  |