Marginalidad y delincuencia

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Septiembre de 2022.

 

Antonio Bermejo Barrera fue un escritor, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1926, que antes de morir, en 1987, tuvo un duro aprendizaje de amargura y soledad. Conoció la miseria del alcohol en los bares del puente Zurita, la desolación en una cueva del barranco Santos, la depresión y el olvido en el manicomio. También alcanzó cierto éxito literario. En 1956, obtuvo el premio “Benito Pérez Armas” con La lluvia no dice nada. Pero la novela, como si fuera su propia vida, se perdió antes de ser publicada. Desde entonces, el silencio. Un silencio que, con el tiempo, Roberto Cabrera intentaría compensar con la edición de Historia de Café Pobre. En uno de cuyos textos Bermejo escribe: “Odias a aquellos que fueron como tú, que llevan corbata y huelen a jaboncillo. Si te preguntan el por qué, no sabes contestar, pero les odias. Más tarde das contestación a la pregunta. Son tus enemigos; como ellos viste el Juez, la Policía, y los empleados de la Prisión. Ellos son la Ley; tú, el Delito… Cambias. Hablas de otro modo, miras de otro modo, te mueves de otro modo. Los malos olores no los sientes; sientes los buenos y te repugnan”.

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