Mariana Pozzoni
Una mirada sobre la militancia en los primeros
años ’70 a través de la revista Envido (1970- 1973)

(Nuevo Mundo Mundos Nuevos, 30 de enero de 2012).

Resumen

Entre julio de 1970 y noviembre de 1973 se publicó la revista Envido, dirigida por Arturo Armada e integrada por un grupo heterogéneo de personas vinculadas con la Universidad de Buenos Aires. Identificada con el peronismo revolucionario, pretendía aportar herramientas teóricas para el análisis de la realidad nacional. En este sentido, partía de la idea de que la dependencia era el principal problema de los países del Tercer Mundo y que la “liberación nacional” era un imperativo político fundamental.

El objetivo de este artículo es recuperar esta experiencia editorial que defendía el proyecto de “socialismo nacional” desde una posición “movimientista”. Detenernos en su estudio contribuye a echar luz sobre aspectos de los primeros años de la década de 1970 que todavía no han sido analizados en profundidad y que complejizan las lecturas realizadas sobre aquellos años. Partimos del supuesto que desde este ámbito se generaron espacios de discusión a partir de los cuales se contribuyó a generar un pensamiento que, en poco tiempo, condujo a la mayoría de sus miembros a la disidencia que tuvo lugar en la Tendencia Revolucionaria y que llevó a la conformación de la Juventud Peronista Lealtad entre fines de 1973 y principios de 1974.

Plano

Introducción
El campo intelectual y la reinterpretación del peronismo
El proyecto editorial de Envido
Peronismo, “Socialismo Nacional” y formación técnico- profesional
El posicionamiento frente al peronismo y su líder
Hacia una definición del “Socialismo Nacional”
Técnicos y profesionales: hacia la construcción del “Socialismo Nacional”
Consideraciones finales: el ocaso de Envido
Inicio de página

Nota de la autora

Una versión preliminar del trabajo fue presentada en las XIII Jornadas Interescuelas. Departamentos de Historia, UNCa, Catamarca, 2011. Agradezco los comentarios de Darío Macor que me resultaron enriquecedores y útiles para repensar algunas cuestiones.

Introducción

Entre julio de 1970 y noviembre de 1973 se desarrolló un proyecto editorial, dirigido por Arturo Armada, e integrado por un grupo heterogéneo de intelectuales vinculados con la Universidad de Buenos Aires (UBA): la revista Envido. Identificada con el peronismo revolucionario, se presentaba como una publicación de política y ciencias sociales que pretendía aportar herramientas teóricas para el análisis de la realidad nacional. El objetivo del presente trabajo es recuperar esta experiencia editorial y militante porque creemos que detenernos en su estudio contribuye a elucidar aspectos de los primeros años de la década de 1970 que todavía no han sido analizados en profundidad y que complejizan las lecturas realizadas sobre aquellos años. En general, las investigaciones se han centrado en el papel de los actores juveniles preferentemente a partir de su participación en acciones directas y en la lucha armada.1 Partiendo del reconocimiento del valor que estos trabajos han tenido al dotar de sentido a nuestro pasado cercano, el presente se ubica entre aquellos que aportan a la comprensión de que las juventudes peronistas de izquierda no eran un todo homogéneo, y que no todas adhirieron a la vía armada con la misma intensidad, sino que también desarrollaron otras formas de participación para llevar a cabo un cambio social y político revolucionario, tales como la discusión teórica y la elaboración de proyectos sobre política universitaria, economía y vivienda, entre otras. Las tensiones originadas en su seno confluyeron en procesos de disidencia que fueron a priori gestados como una opción racional y no a posteriori como defección a Montoneros.

En este sentido, se parte del supuesto que en el ámbito de la revista se generaron espacios de discusión y sociabilidad que fomentaron un pensamiento que, en pocos años, condujo a muchos de sus miembros a alejarse paulatinamente de la Tendencia Revolucionaria e incorporarse a la Juventud Peronista Lealtad entre fines de 1973 y principios de 1974.

La denominación “Tendencia Revolucionaria” (TR) apareció en enero de 1972 en el Consejo Provisorio de la JP en el cual se distinguieron dos líneas: una que apoyaba la vía armada (TR) y otra que la rechazaba (Comando de Organización y Guardia de Hierro)2. Hacia 1973 aquélla estaba compuesta por Montoneros y sus organizaciones de superficie: la Juventud Peronista Regionales (JPR), el Movimiento Villero Peronista (MVP), la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y el Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP); junto con otras agrupaciones como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), las Fuerzas Armadas Peronistas 17 de Octubre (FAP-17) – escindidas de la organización que planteaba una salida independiente y sostenía posturas más cercanas al clasismo – y el Peronismo de Base afín a las mismas. La evolución que las distintas organizaciones experimentaron entre 1971 y 1973 determinó que la TR fuera identificada con Montoneros, la organización que logró hegemonizarla. En efecto, la fusión de las distintas organizaciones con Montoneros fue paulatina hasta que ésta se convirtió en la mayor organización armada del país. A comienzos de 1971 se les incorporó un sector de las FAP que rechazó el acercamiento al marxismo por parte sus compañeros (los primeros fueron conocidos como “obscuros”, los segundos como “iluminados”); a fines de 1972 se unió Descamisados; el 12 de octubre de 1973 se firmó el acta de unidad con las FAR y, finalmente, se sumó en junio de 1974 el sector de las FAP – 17 liderado por Carlos Caride3. Con respecto a la Juventud Peronista Lealtad, la misma tuvo su origen luego del asesinato de José Ignacio Rucci a dos días del triunfo de la fórmula Perón- Perón en septiembre de 1973. Este hecho fue determinante para algunos sectores militantes que decidieron abandonar la Tendencia Revolucionaria, dando comienzo a un proceso paulatino que se extendió hasta mediados de 1974. El sector disidente más importante fue el que creó la JP Lealtad, cuyo peso radica en que parece haber sido la que arrastró el mayor porcentaje de disidentes y, además, se conformó en torno a varios cuadros que tenían una militancia de larga trayectoria4.

La perspectiva elegida para realizar el análisis busca superar el clásico problema historiográfico que plantea la indagación de ese pasado desde dos perspectivas polarizadas: la teleológica, que emite juicios a la luz del resultado del hecho estudiado y corre el peligro de caer en el anacronismo; y la contextualista, que intenta comprender la época sin partir de categorías y valoraciones del presente pero que amenaza con bloquear toda posibilidad de pronunciamiento valorativo sobre el pasado5.

Recientemente, M. Teresa Brachetta ha realizado un abordaje inicial sobre la publicación, orientado a restituir esta experiencia intelectual y militante que se postulaba como vocera del “Socialismo Nacional”, lo cual le ha permitido presentar un recorte de la batalla político-ideológica encarnada por el peronismo6.En este trabajo, se llevará adelante un recorrido por la totalidad de los números de la revista poniendo un énfasis especial en aquellos que se publicaron entre marzo y noviembre de 1973 (8, 9 y 10) para ver el rol que adquiere la publicación en el marco del triunfo electoral del peronismo y el ascenso del nuevo gobierno al poder.

Asimismo, se reparará en los cambios y continuidades operados en el décimo número – posterior al acercamiento entre los miembros del Consejo de Redacción y ciertos representantes de Montoneros – que permiten percibir las tensiones que preanunciaron el alejamiento de las posiciones cercanas a la Tendencia Revolucionaria y el pasaje hacia la JP Lealtad de la mayoría de los escritores y colaboradores de la revista.

El trabajo se organiza en cuatro apartados. En el primero sitúa a la revista en el contexto intelectual del período. Luego, se realiza una caracterización general de sus contenidos y del staff de colaboradores que permite elaborar un perfil de la publicación. En el tercer apartado, más extenso, se plantea un recorrido posible de Envido a partir del abordaje de tres ejes temáticos seleccionados – en función de los intereses expresados al inicio – que contemplan cuestiones tales como la posición adoptada frente al peronismo y su conductor; la definición de lo que desde la revista se entiende por “Socialismo Nacional”; y la importancia otorgada a la formación de técnicos y profesionales capacitados para desempeñarse en la transición al socialismo, así como también a la exposición de proyectos de acción específica en diferentes áreas como la universidad, las finanzas externas y la vivienda.Por último, se realizan algunas consideraciones finales.

El campo intelectual y la reinterpretación del peronismo

Luego del derrocamiento de Juan D. Perón en 1955, y con mayor fuerza a partir de que la llamada “traición Frondizi” se hizo evidente, ciertos sectores de la intelectualidad argentina comenzaron a transitar un proceso de revisión del fenómeno peronista y experimentaron una “autoculpabilización” como consecuencia de haber rechazado y desconocido el anclaje que este movimiento tenía en la clase obrera que la izquierda tradicional de los partidos Socialista y Comunista pretendía representar7.

La coyuntura, atravesada en el plano internacional por el impacto de la Revolución Cubana y las críticas al socialismo stalinista -entre otras cuestiones-, propició una renovación de las vanguardias políticas y se fue configurando el escenario para el nacimiento de una “Nueva Izquierda” nacional. De contornos imprecisos, la misma comprendía a un grupo heterogéneo de fuerzas sociales y políticas que le dio el marco necesario al intenso proceso de protesta social y radicalización política que tuvo lugar desde fines de la década de 1960. A pesar de las diferencias, un lenguaje y un estilo político comunes dotaron de cierta unidad “de hecho” a grupos que provenían del peronismo, de la izquierda, del nacionalismo y de los sectores católicos ligados a la teología de la liberación, y convergían en su oposición al régimen dictatorial de la Revolución Argentina8.

Desde una postura “denuncialista” que enfatizaba en el anticolonialismo y descalificaba el europeísmo, los intelectuales que confluyeron en la “Nueva Izquierda” incitaron a la “socialización” y a la “nacionalización” de las preocupaciones, generando un contexto favorable para la reinterpretación del peronismo. De este modo, abandonaron la percepción del mismo como fascismo y empezaron a ver las potencialidades que tenía como un movimiento de liberación nacional. Esta renovación de las ideas, estuvo marcada también por la radicalización de la intelectualidad de procedencia católica, heredera de los postulados del Concilio Vaticano II (1962-1965), que propició el diálogo entre marxismo y cristianismo. En la UBA se materializó en los postulados del profesor de filosofía Conrado Eggers Lan quien estableció una compatibilidad teórico-práctica entre ambos9.

La tendencia a la confluencia de estas tres tradiciones: peronismo, marxismo y cristianismo, entre algunos sectores universitarios se fortaleció con la llegada de las Cátedras Nacionales a la Carrera de Sociología de aquella casa de altos estudios. Desarrolladas entre 1968 y 1972 aproximadamente, su origen estuvo ligado al golpe de Estado de 1966 que elevó al General Juan Carlos Onganía a la presidencia de facto de la nación. En el contexto de intervenciones a las universidades que llevó a cabo la dictadura y el correlato de la cesantía y renuncia masiva de profesores, arribaron a la UBA dos docentes vinculados con el mundo católico, Justino O’ Farrell y Gonzalo Cárdenas, quienes contribuyeron en la evolución del humanismo renovador hacia el nacionalismo de izquierda y tuvieron un rol importante en la gestación de un proyecto de universidad “nacional y popular”10.

A partir de la experiencia de las Cátedras Nacionales, se desarrolló un debate intenso acerca del rol que el docente debía desempeñar en la comunidad académica de un país del Tercer Mundo. También se dio una profunda reflexión acerca del grado de vinculación que los docentes tenían con las actividades políticas protagonizadas por el “pueblo argentino”. Se inició entonces, a partir de estos planteos, un proceso de nacionalización de algunos docentes de la UBA que tendieron puentes con los sectores juveniles que demandaban una formación profesional diferente de la que se había abierto luego de la Revolución Libertadora. Sus líneas ideológicas generales estuvieron orientadas a recuperar el “pensamiento nacional”, a releer a los intelectuales extranjeros en óptica nacional y a establecer lazos entre la formación teórica y la práctica política. Otro rasgo central fue, como ya hemos mencionado, el diálogo de importantes sectores provenientes del peronismo con el marxismo y viceversa. Estas líneas de pensamiento encontraron sus vías de expresión en dos publicaciones universitarias: Antropología 3er Mundo (ATM)y Envido.

La primera, dirigida por el antropólogo Guillermo Gutiérrez, alcanzó doce números que fueron editados entre noviembre de 1968 y febrero-marzo de 1973. Sus páginas reflejaron la tensión entre la construcción de una ciencia social interesada en el desarrollo de categorías teóricas originales y críticas con respecto a lo que consideraban la ciencia oficial, y la necesidad de acompañar el movimiento social y político antidictatorial. En este sentido, a través de los sucesivos números se puede observar un proceso de transformación en el que la revista se alejó paulatinamente de su objetivo inicial como publicación eminentemente vinculada a los intereses universitarios y se subordinó cada vez más a las exigencias de “la primacía política”.11 En este proceso comenzaron a aparecer divergencias internas respecto de la definición del peronismo y del papel político que este grupo de intelectuales debía adoptar en la coyuntura nacional, entre los “movimientistas” (que confiaban en que el peronismo era revolucionario en su conjunto y relegaban, por lo tanto, a un segundo plano las diferencias dentro del movimiento), y los “basistas” (a favor de la organización de la clase obrera, desde las bases y para la construcción de un ejército revolucionario). Ésta última postura es la que parece haber triunfado en el proyecto editorial que fue abandonado cuando la mayoría de sus integrantes se inclinó por el trabajo político y decidió pasar a la acción revolucionaria.

Con respecto a Envido, se trató de una revista orientada a la lucha cultural y política a partir de la formulación teórica y la adopción de un discurso denuncialista respecto de la dependencia argentina, expresada en diferentes planos como el político, el económico, el cultural y el tecnológico. Optamos por abocarnos a estudiar esta publicación porque, a diferencia de ATM, la mayoría de sus colaboradores adoptaron preferentemente una posición “movimientista” en la interna política respecto del peronismo y formaron parte, posteriormente, de la experiencia de la JP Lealtad.

El proyecto editorial de Envido

Envido, “Revista de política y ciencias sociales” fue publicada por un conjunto heterogéneo de jóvenes, algunos de ellos docentes de la UBA, entre julio de 1970 y noviembre de 1973. Durante este período se publicaron diez números, siendo el último redactado bajo la influencia de Montoneros.La revista adoptaba el formato de libro –con un promedio de noventa páginas por edición- y estaba dirigida por Arturo Armada, quien provenía del campo de la filosofía y tenía, por aquella época, poco más de veinte años.Llegó a tirar 6.000 ejemplares –de acuerdo con la cifra que figura en el décimo número, único que incluye esa información- y circulaba tanto en el ámbito universitariocomo en el de la militancia política en general12.La distribución se realizaba a través de las agrupaciones estudiantiles y gracias a cada uno de los miembros del consejo de Redacción que repartían los ejemplares en los kioscos. Además, dice su director, se enviaban ejemplares a las principales ciudades de todo el país y a centros universitarios como el Integralismo en Córdoba, el Ateneismo en Santa Fe, el peronismo universitario de Bahía Blanca y la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN) en La Plata13.

El proyecto nació vinculado a dos espacios de gestación: el Movimiento Humanista Renovador (MHR) de la FFyL de la UBA y el Centro Argentino de Economía Humana (CAEH). El primero, estaba caracterizado por la adopción de un cristianismo tercermundista y una posición dialoguista respecto del marxismo, reticente a aceptar el economicismo y el determinismo, crítico del vanguardismo del partido “proletario” y partidario de un pensamiento sin recetas universales. El segundo se postulaba también próximo a los militantes católicos y promovía acciones tendientes a la lucha por la justicia social14.

En la época existió un alto grado de circulación entre los intelectuales y docentes de la FFyL que participaron alternativa o incluso simultáneamente en diferentes ámbitos de discusión teórica en la universidad, ya sea en las agrupaciones recientemente nombradas, en las Cátedras Nacionales, en ATM y en la revista que nos ocupa en este trabajo. Entre los miembros del MHR que integraron el staff permanente o tuvieron alguna participación en Envido encontramos al propio director, Arturo Armada, a Miguel Hurst –numen de la revista y financista del primer número-, y a Carlos Gil. Con respecto al CAEH, podemos mencionar a Héctor Abrales, Jorge Luis Bernetti y Héctor Cordone. Por su parte, de las Cátedras Nacionales, encontramos a Justino O’ Farrell, Roberto Carri, Alcira Argumedo, Horacio González, Juan Pablo Franco, Fernando Álvarez y Ernesto Villanueva, todos los cuales –excepto Villanueva- escribieron también en ATM15. Además de estas personas, otros miembros o colaboradores del proyecto editorial que analizamos fueron José Pablo Feinmann, Rubén Dri, Horacio Fazio, Santiago González, Hernán Kesselman, Abel Posadas, Manuel Fernández López, entre otros16.

De acuerdo con declaraciones de Arturo Armada, cuando se llevó a cabo la iniciativa de la revista, se constituyeron un Consejo de Redacción (en el primer Nº estaba integrado por Armada, Domingo Bresci, Feinmann, Fernández López, Gil, S. González y Bruno Roura –este último profesor de filosofía-) y un “grupo promotor” encargado de conseguir el dinero para financiar la publicación, el cual se ocupaba también de la distribución del material en distintos centros universitarios del país (compuesto por Hurst, Bresci, Susana Sciannameo y Eduardo Clausen)17.

No obstante la aclaración de que los artículos firmados no reflejaban necesariamente la opinión de la revista y que su responsabilidad corría por cuenta de los autores, se evidencia, a lo largo de los números de Envido, una línea editorial unificada18. De todos modos, es preciso realizar una distinción entre los colaboradores ocasionales y aquellos autores que participaron activamente de la misma. De las personas mencionadas hasta aquí, escribieron en sus páginas en cuatro o más oportunidades – sin contar el último número que se caracterizó por la aparición de los artículos sin firma – Horacio González, Abel Posadas, Arturo Armada, Santiago González, José Pablo Feinmann y Jorge Bernetti. Por otra parte, algunos integrantes del Consejo de Redacción o del “grupo promotor” nunca publicaron trabajos firmados en la revista.

Envido, cuyo nombre proviene de un juego de cartas popular argentino y que refiere al desafío, partía de la idea de que la dependencia era la característica más sobresaliente de los pueblos periféricos y que, por lo tanto, se constituía en el problema de estudio primordial y en instrumento teórico de análisis19. Se consideraba que esta categoría resultaba más abarcativa que aquellas parejas de conceptos de origen económico como desarrollados – subdesarrollados / centrales – periféricos. En efecto, se planteaba como objetivo principal – sostenido a lo largo de todos los números – conocer, pensar, denunciar y hacer visible la dependencia, como base de toda interpretación concreta del proceso latinoamericano en sus aspectos económico, político, cultural y tecnológico20.

El reconocimiento de que la contradicción principal era la existencia de una estructura dependiente planteaba el problema argentino en clave política (Nación vs. Imperialismo) y establecía una urgencia: la Liberación Nacional. El espacio de referencia para los análisis eran los países del Tercer Mundo, y se sostenía una identificación con el peronismo que, erigido en movimiento nacional de masas con trascendencia histórica continental, representaba un bastión en la lucha contra el imperialismo21. Dentro del movimiento, Envido se situaba próxima a su ala revolucionaria, ya que se postulaba como defensora de la construcción del “Socialismo Nacional”. Se intentaba abordar el problema de la dependencia no sólo desde un terreno político- conceptual, sino que se exponían, a través de diversos artículos y documentos, situaciones concretas de dependencia presentes en la realidad nacional en diferentes aspectos como el cultural, el económico, el tecnológico y el político.

Este tema central operó como eje a partir del cual se expusieron otra serie cuestiones y preocupaciones que recorrieron las páginas de la revista. Una de ellas estuvo vinculada a la necesidad de modificar el perfil técnico, profesional y científico de los egresados de la universidad para contribuir a la conformación de una “ciencia politizada y nacional” que hiciera frente a la dependencia cultural generada por el modelo desarrollista. En estrecha ligazón con la anterior, se sostuvo un continuo enfrentamiento con el cientificismo y con los esquemas de interpretación del peronismo de la sociología tradicional y del funcionalismo norteamericano22. Asimismo, un lugar destacado lo ocuparon los análisis en torno a los alcances del marxismo como herramienta teórica para explicar un fenómeno político de carácter nacional como el peronismo, la reivindicación de la acción del hombre frente al condicionamiento de las estructuras, y las definiciones sobre el tercermundismo, la Tercera Posición y el “Socialismo Nacional”. Una vez abierto el contexto electoral, y con mayor fuerza a partir del triunfo peronista en marzo de 1973, comenzaron a ser comunes las referencias a las contradicciones internas del frente electoral y las críticas al desarrollismo “frondi-frigerista” y al Pacto Social implementado por el equipo económico liderado por JoséBer Gelbard por defender un modelo de capitalismo autónomo en vez de la construcción del “Socialismo Nacional”23. Finalmente, la revista, tributaria del Humanismo cristiano, constituyó un medio de expresión del MSTM a través de las notas de Rubén Dri y la publicación de diferentes documentos donde esos sacerdotes exponían sus consideraciones con respecto a temas tales como el “Hombre Nuevo”, el “Socialismo Nacional”, la realidad de los oprimidos y la “Liberación Nacional”, la experiencia peronista del pueblo argentino, entre otros24.

Entre la publicación de los números 9 (mayo de 1973) y 10 (noviembre de 1973) transcurrieron seis meses, durante los cuales se sucedieron numerosos acontecimientos que, tal como lo planteó Envido, “cambiaron decisivamente las condiciones que hubieran posibilitado una cómoda continuidad de nuestra ‘revista de política y ciencias sociales’”, a saber: el retorno de Perón y los sucesos de Ezeiza, la “caída” de Héctor Cámpora y su reemplazo por Raúl Lastiri, el triunfo de Perón en las elecciones de septiembre, y la muerte de Rucci.25 Frente a esta situación, Envido inauguró lo que denominó una nueva etapa –así lo expresaba en la presentación de la edición- en la cual se propuso darle un marco comprometido con el tiempo social y ajustar las entregas a las condiciones reales del proceso político. En este sentido, propuso como ámbito de reflexión el de la organización política del pueblo, sin la cual consideraba ineficaz cualquier intento interpretativo, toda propuesta de enriquecimiento doctrinario o toda construcción teórica.

Una de las razones fundamentales de ese cambio se debió a los contactos que la revista estableció con Montoneros antes de la publicación del número 10. Según lo plantea su director, a principios de junio de 1973 existió una escisión en Envido, puesto que la mayoría de los miembros del Consejo de Redacción y del “grupo promotor” decidieron vincularse con la organización, mientras que sólo una minoría se opuso.

Ahora bien, a pesar de los cambios en el contexto y algunos evidenciados en la publicación, tales como la aparición de los artículos sin firma, todos destinados a analizar la actualidad política, y la desaparición de aquellas notas referidas a las novedades editoriales, la cultura, el cine y la literatura, notamos que algunos posicionamientos pervivieron entre los miembros de Envido.

Peronismo, “Socialismo Nacional” y formación técnico- profesional

El siguiente apartado se organiza a partir de tres ejes problemáticos. El primero, está relacionado con el posicionamiento que se observa con respecto al peronismo y al rol desempeñado por Perón; el segundo, aborda las definiciones que a lo largo del tiempo los integrantes del colectivo brindan acerca de lo que entienden por “Socialismo Nacional”, la adopción de un discurso humanista y el diálogo crítico que desde las páginas de la revista se mantiene con el marxismo; finalmente, el tercero, se centra en una preocupación constante de la publicación sobre el espacio que, a su entender, debía ocupar la formación técnica y profesional en el proceso de “liberación nacional”.

Desde que, a partir del décimo número, la publicación anunció el comienzo de una nueva etapa de fuerte compromiso político, nos preguntamos en qué medida los contactos que el Consejo de Redacción estableció con la organización político- militar Montoneros, introdujeron cambios en la publicación y cómo impactó en cada uno de los núcleos problemáticos referidos.

El posicionamiento frente al peronismo y su líder

En relación con el primer eje, uno de los escritores habituales y miembro del Consejo de Redacción de Envido ha sostenido que “fue una revista teórica (la única) de la izquierda peronista” y que trataba de expresar el fenómeno de superficie de la JP26. Podríamos discutir parte de la afirmación de Feinmann si consideramos que ATM también se planteó como objetivo, al menos en una primera etapa, introducir discusiones teóricas y redefinir el papel de las ciencias sociales desde una posición cercana al peronismo. En cambio, acordamos con el autor en cuanto a que dentro del universo del peronismo revolucionario, la revista se identificó principalmente con una posición “movimientista”, en tanto concebía al peronismo como revolucionario y relegaba a segundo plano las diferencias internas27.

Desde los primeros números, el Consejo de Redacción se alineó dentro del movimiento nacional de masas que, según concebía, encarnaba en la Argentina la lucha contra la dependencia y estableció críticas respecto de los esquemas interpretativos del peronismo, vigentes aún en ciertos espacios académicos28. Se cuestionaba, por un lado, el tradicional modelo germaniano – que interpretaba el apoyo popular al peronismo en el marco de un proceso de modernización, donde los migrantes rurales recién llegados a la ciudad eran considerados como “masas en disponibilidad” para ser cooptadas por un líder –, por su incapacidad para ver las potencialidades liberadoras del peronismo y por mostrar la imagen de un proletariado que aparecía como la clase utilizada, engañada demagógicamente y conducida a apoyar una política que no era la propia29. Por otro lado, discutía las explicaciones provenientes de la izquierda marxista, como las de Murmis y Portantiero, que delineaban la imagen de un Perón “gattopardista” siempre dispuesto a renunciar los intereses de los trabajadores en beneficio del sistema burgués. Frente a estas representaciones, se consideraba que sólo desde el peronismo era posible explicar el peronismo30.

Quienes escribían en la revista, veían en éste un movimiento que reflejaba la pugna entre un proyecto de desarrollo dependiente y un modelo de desarrollo autónomo y cuya característica principal era ser la expresión política de la clase trabajadora31. En este sentido, el peronismo representaba un momento fundamental de ruptura en la historia argentina porque había incorporado a las masas a la lucha por la independencia nacional, siendo la antinomia peronismo vs. desarrollismo la clave para entender la realidad de la Argentina contemporánea32.

En el marco de apertura política, luego de que Agustín Lanusse lanzó el Gran Acuerdo Nacional numerosos artículos se encargaron de analizar –a lo largo del tiempo- el papel que el Movimiento, primero, y el Frente, después, ocupaban en el peronismo.En el número de septiembre de 1971, se reprodujo un discurso de Francisco Julián Licastro – nombrado dos meses más tarde junto con Rodolfo Galimberti como representante de la JP en el Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista (MNJ) – en el que se observa una opción por el “movimientismo”. En esa oportunidad, el futuro representante juvenil se preguntaba si era adecuado criticarle a Perón que hubiera reunido en una mesa opositora a la mayoría de la “partidocracia demo-liberal” – en clara alusión a la denominada “Hora del Pueblo”33. Su respuesta era negativa porque, sostenía, en toda alianza existían intereses que coincidían en puntos mínimos con relación a los objetivos propios de cada aliado. Si alguno de esos aliados tenía una estrategia revolucionaria para el futuro, y la alianza respetaba los intereses más vitales del mismo, era correcta porque favorecía el avance objetivo de la revolución. Lo que debía hacer la conducción revolucionaria, continuaba, era aclarar expresamente sus intereses generales y diferenciarlos de los que defendían sus aliados tácticos34.

En efecto, el MNJ comprendía dos grandes tipos de agrupaciones: por un lado las “formaciones tradicionales” – compuestas por las ramas sindical, política y femenina del Movimiento, a las que al poco tiempo se les sumará la rama juvenil –, conducidas por el Comando Táctico; y, por otro, las “formaciones especiales” – comprendidas por las agrupaciones del peronismo revolucionario como las Fuerzas Armadas Peronistas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Montoneros –, orientadas exclusivamente por la Conducción Estratégica. Seguidamente, Licastro expresaba que, por el desarrollo de las fuerzas geopolíticas y revolucionarias, la Argentina no estaba preparada para aplicar una estrategia foquista ni para conformar un ejército popular profesional. No había motivos para duplicar las estrategias sino que era necesario acomodar las distintas líneas tácticas dentro del marco general señalado por Perón. En una misma línea, rechazaba a las vanguardias y sostenía que si bien distintos sectores de la izquierda se habían nacionalizado y peronizado, no habían abandonado del todo sus hábitos paternalistas respecto del pueblo. A estos sectores los acusaba de carecer de una concepción política, más allá de la ideología socialista y de una metodología de acción, razón por la cual no terminaban de comprender al peronismo.

Podemos extraer dos ideas claras de este documento: la primera es que para Licastro la lucha revolucionaria debía realizarse partiendo del Movimiento; la segunda, es que la misma debía ser conducida por su líder indiscutido, el General J. D. Perón.
Más adelante, la constitución del Frente Cívico de Liberación Nacional (FRECILINA) planteó la necesidad de realizar algunas definiciones que se manifestaron en las páginas de Envido35. La presencia del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) en el frente cívico, los condujo a dirigir algunas críticas hacia el ex presidente Arturo Frondizi, cuyo proyecto calificaban como desarrollismo “frondi-frigerista” y al que consideraban que debían desenmascarar. Franco y Álvarez postulaban que, fiel a su táctica integracionista, este sector político buscaba demostrar una coincidencia absoluta con Perón pero que su planteo acerca de la posibilidad de un desarrollismo capitalista autónomo se contradecía con la única integración válida para el peronismo: aquella que contemplaba la de los pueblos del Tercer Mundo que transitaban las distintas vías nacionales en su construcción del socialismo. Criticaban además el aliento a las inversiones extranjeras impulsado por el modelo desarrollista, que conllevaba a la aceptación de determinados márgenes de dependencia necesaria que eran, para ellos, imposibles de avalar36.

A pesar de estos reparos los jóvenes apoyaron en general al FRECILINA porque lo consideraban un paso táctico para neutralizar a los “enemigos latentes” incluidos o excluidos del frente (MID, UCR, Democracia Cristiana),una maniobra de movilización popular en contra del GAN y un medio para ampliar el compromiso de la Hora del Pueblo y del Encuentro Nacional de los Argentinos.37

El 11 de marzo de 1973 el Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI), el nuevo frente electoral liderado por el peronismo – que fue el que finalmente se presentó a los comicios –, obtuvo un triunfo importante.38 El número 9, publicado en mayo, en coincidencia con la asunción de funciones por parte de las autoridades electas, incluía algunas consideraciones acerca del gobierno. En la nota de situación que inauguró el número, se sostenía que las elecciones habían sido ganadas por un “proyecto político revolucionario” gracias a la acción decidida de la militancia y que, por lo tanto, había que aceptar que esa militancia era la responsable de asegurar el signo revolucionario del futuro gobierno. Éste debía imponerse tanto desde adentro del gobierno elegido por el pueblo, como desde afuera, desde el Movimiento conducido por Perón, y aceptando que Cámpora era un “compañero” y, como tal, debía ser apoyado39.

A partir de la publicación del nº 10 es posible observar cambios respecto de la posición asumida ante el peronismo y su líder.Es evidente queeste númerose encuentra atravesado por ciertas tensiones planteadas por la vinculación con Montoneros, organización cada vez más inclinada a una postura alternativista –aunque no de forma explícita todavía-, en una revista que pretendía expresar, desde sus inicios, la opción por el “movimientismo” y que se mantuvo en esta línea a pesar de su acercamiento con la organización político-militar.

En efecto, más allá de la leyenda “Montoneros, soldados de Perón”40 que se expresa en una de las páginas y puede dar idea de una adhesión a este sector de la Tendencia Revolucionaria, otros planteos que se reflejan en el ejemplar, marcaron un alejamiento con respecto al pensamiento vigente en ese entonces en la conducción de la organización.

Un artículo titulado “Esbozos críticos sobre algunas concepciones en el seno del peronismo” (sin autoría explícita, pero redactado por Armada)41 resulta sumamente ilustrativo de esta situación y permite vislumbrar el desprendimiento de sectores militantes que se distanciaron de Montoneros y, paulatinamente, conformaron la JP Lealtad, agrupación a la que van a adherir en un futuro la mayoría de los miembros del staff de Envido. En dicho artículo, se introducen consideraciones con respecto a la lealtad como instrumento revolucionario del peronismo y como un principio de conducción en el plano doctrinario. Se establece, además, una distinción entre las ortodoxias, activa y pasiva, y la heterodoxia alternativista. Las dos primeras compartían la adhesión indiscutible hacia el conductor, pero mientras la primera era entendida como aquella que sugería, criticaba y recreaba la conducción en el nivel de las organizaciones y de los cuadros, la segunda, sostenía que no cabía tomar partido en la lucha interna porque el dispositivo de conjunto que era el Movimiento tenía su derecha, su centro y su izquierda. Dentro de esta posición ubicaban al que despectivamente denominaban licastrismo, y acusaban de pseudo- lealtad42. Mientras tanto, la heterodoxia alternativista, era criticada por dejar de lado herramientas doctrinarias forjadas en la historia del peronismo, al considerar que la organización del pueblo tenía leyes propias, al margen de la estructura organizativa del movimiento y de la conducción de Perón, a quien se le asignaba un rol poco relevante43. Si bien se reconocen puntos en común entre las distintas vertientes, es la ortodoxia activa la perspectiva adoptada por Envido, aunque al momento de considerar las definiciones de Perón en el nuevo contexto se advertía la necesidad de mantener un límite para la crítica: No se puede discutir cada definición de Perón que “disguste” a la concepción que se tiene acerca de lo que “es revolucionario” y correcto, simulando que se discute con los enemigos internos y aparentando creer que Perón es ajeno a sus propias decisiones y a lo que sucede en el Movimiento y en el gobierno. La maniobra consiste en planteos que implican un Perón manejado totalmente por los que lo rodean. La tesis del “cerco a Perón” participa en gran medida de la incorrección de estos planteos. Así se cae en suponer un Perón débil, totalmente engañado, pasivo44.

Aunque la advertencia aparenta estar dirigida a criticar explícitamente algunos planteos de Militancia - órgano de prensa del Peronismo de Base entre 1973 y 1974 al que se menciona en el texto- es claro que las críticas podían perfectamente ser aplicadas a la postura adoptada por Montoneros desde julio de 1973. En esa oportunidad, luego de los sucesos de Ezeiza y de que Cámpora renunciara a la presidencia y fuera reemplazo por Raúl Lastiri, El Descamisado – semanario emblemático de Montoneros – había introducido la idea del “cerco conspirativo” que, en la óptica de los jóvenes revolucionarios, había rodeado a Perón, impidiéndole acercarse con el pueblo45.

Por otro lado, se introducía una nueva crítica hacia una actitud muy recurrente en las filas de Montoneros al mencionar que: (…) no puede conformarnos la actitud de entresacar frases “piolas” de los discursos de Perón, leyéndolos selectivamente. Esto significa no analizar a fondo la situación y eludir la autocrítica. Lo mejor es comenzar por prestar atención, analizar y reconocer como reales (de hecho) las formulaciones de Perón, aunque no respondan a nuestras expectativas parciales. No sólo es una mínima exigencia de madurez para todo el que se precie de tener en cuenta realidades y no solamente deseos sino que significa cumplir con una previsión legítima: evitar el “descuelgue”46.

Del texto anterior destacamos el peso de estas afirmaciones realizadas por un sector de la militancia que se animó a confrontar con las prácticas e ideas extendidas en la conducción de Montoneros, la organización que por entonces hegemonizaba la Tendencia Revolucionaria. También, la preocupación por mantenerse en el marco del Movimiento Peronista y bajo la conducción de su líder, deseo expresado en la frase “evitar el ‘descuelgue’”. Es importante tener presente que la organización no proporcionaba un marco propicio para la expresión de los desacuerdos y que Envido, con esta actitud desafiante, ya través de la circulación en diferentes ámbitos universitarios (en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Bahía Blanca y La Plata) contribuyó, seguramente, a instalar el debate en estos espacios y dar una base de sustento para la disidencia47.

Hacia una definición del “Socialismo Nacional”

Los primeros años de la década del ’70 estuvieron atravesados por el proyecto del “Socialismo Nacional”. En esa época los distintos sectores del peronismo se refirieron con frecuencia a este concepto, aunque el sentido que le otorgaron no fue para todos el mismo. Envido no fue ajena a la cuestión y en sus páginas es posible rastrear el modo en que lo concebían.

Muchos elementos se pueden reconstruir a partir de lo expresado en diferentes documentos del MSTM –reproducidos en la revista- y en especial de los artículos escritos por Rubén Dri, influidos por una perspectiva humanista. Dentro de un encuadramiento cristiano, para esos sacerdotes las formulaciones socialistas implicaban la construcción de una sociedad donde todos los hombres tuvieran acceso real a los bienes materiales y culturales, en la que la explotación del hombre por el hombre fuera considerada un delito y la persona constituyera la verdadera y prioritaria preocupación de la sociedad civil48.

El camino hacia la construcción del “Socialismo Nacional” era considerado una experiencia que el pueblo argentino debía transitar a partir de su propia realidad. En este sentido, el peronismo, un movimiento de masas que expresaba la antítesis clave –pueblo vs. antipueblo-, era un arma indispensable para llevar adelante las luchas de “liberación nacional”, cuya meta se lograría a partir del quiebre de la dependencia imperialista.49

En línea con lo anterior, el “Socialismo Nacional” representaba la evolución histórica de la Tercera Posición peronista, forjada ideológicamente como una vía intermedia entre capitalismo y socialismo. En la década de 1970 ya no bastaba con “humanizar el capital”, decía Dri, sino que era indispensable “socializarlo”, no en el sentido restringido de que cumpliera una función social, sino que se postulaba que de manos particulares pasara a su “legítimo dueño”, el pueblo.50 Políticamente, la Tercera Posición significaba que la Argentina debía transitar un camino que le era propio para su liberación, y esto tendría lugar a través del peronismo y la consolidación del “Socialismo Nacional”. Se establecían, entonces, diferencias con el marxismo porque expresaba las experiencias de lucha de pueblos pertenecientes a un contexto totalmente diferente al argentino.51

No sólo los sectores cristianos tercermundistas se pronunciaron acerca del “Socialismo Nacional” en Envido. Entre los escritores no vinculados directamente con el catolicismo, Horacio González establecía que debía dar respuesta a problemas tales como el control estatal- popular de los medios de producción y la expropiación de la propiedad privada. Por su parte, J.P Feinmann, en un planteo similar el de Dri, mencionaba que no constituía una concepción estratégica que Perón hubiese adosado a su doctrina para ponerla a tono con los tiempos que corrían, sino que se trataba de un proyecto vigente desde el 17 de octubre de 1945 y de un concepto llamado a convertirse en el horizonte estratégico de las luchas del presente, ya que representaba la necesaria actualización de las banderas de lucha del Movimiento Peronista52.

Como hemos mencionado, no todos los integrantes del Movimiento entendían de la misma manera el significado del “Socialismo Nacional”. Esto se puede apreciar en el diálogo que unos jóvenes integrantes del Movimiento Revolucionario Peronista de Rosario mantuvieron con Perón, reproducido en Envido. Allí, el líder adoptaba una posición ambigua muy característica de la época y postulaba que el socialismo era el justicialismo, definido en forma tan imprecisa como “realizar lo que el pueblo quiere”. Agregaba además, que no podía ser elaborado de arriba hacia abajo, que no era un programa de transformación económica más o menos revolucionario y que si bien era programático y doctrinario, era poder popular organizado53. Más allá de las imprecisiones, se trataba de una definición bien diferente a la postulada por los jóvenes representantes de la izquierda peronista. En efecto, en un documental realizado por el Grupo Cine Liberación en Madrid entre junio y octubre de 1971, se lo puede ver a Perón sosteniendo que la base socialista del Movimiento Peronista estaba ligada al énfasis que ponía en la justicia social –sin referirse en ningún momento a la abolición de la propiedad privada- y que la Tercera Posición justicialista era aquella que se situaba en una posición de equidistancia respecto de los dos imperialismos dominantes. Esta afirmación entraba en clara contradicción con lo planteado por los jóvenes que, como vimos, postulaban que el “Socialismo Nacional” suponía una superación de ese planteo54.

Finalmente, podemos ver que en este caso no se observan cambios de posición con la publicación del décimo número de la revista, sino que se sostuvieron las mismas definiciones con respecto al “Socialismo Nacional”. Ello se evidencia en un artículo centrado en criticar, por un lado, al Pacto Social implementado por el grupo económico dirigido por Gelbard desde el Ministerio de Economía y, por otro lado, a la Confederación General de Empresarios (CGE) por adoptar una estrategia de afianzamiento de su situación frente al imperialismo y defender un proyecto de capitalismo nacional55.

Técnicos y profesionales: hacia la construcción del “Socialismo Nacional”

La responsabilidad que cabía a los técnicos y profesionales en la transición hacia el socialismo no era una cuestión menor para Envido.La preocupación por el encuadramiento de los recursos humanos disponibles en un proyecto con perspectiva “nacional y popular” – fuesen planificadores, ingenieros, arquitectos o técnicos – fue constante a lo largo de los números de la revista. Este encuadramiento, junto con la inserción política personal del profesional en el campo popular, era considerado indispensable para la superación de la dependencia cultural y tecnológica propia de países periféricos como el nuestro. En el contexto eleccionario llegaron a reproducirse, incluso, algunos proyectos de trabajo y discusión que la JP entregó a Cámpora (ver en detalle más adelante).

El principal inconveniente para resolver este problema, según un artículo publicado en la revista, era que la mayoría de los científicos adherían a las tesis desarrollistas y estaban imbuidos por una “mentalidad neoliberal tecnocrática”56. Para revertir tal “colonización cultural”, era necesario construir una “ciencia rebelde”, nacional y autónoma que se preocupara por resolver las problemáticas propias de la realidad argentina en el contexto de un proyecto de liberación. En este sentido, el desarrollo de técnicas y del conocimiento científico sólo resultaba interesante en la medida en que sirviera como instrumento para dicho proceso liberador, y estuviera inscripta en el Movimiento Peronista.

Una política de desarrollo industrial y científico sólo tendrá un contenido liberador si se la plantea desde el movimiento nacional como instrumento al servicio del socialismo nacional. Los científicos y técnicos que se incorporan al movimiento peronista, tienen una concepción dualista: desean ponerse al servicio del movimiento pero ponen de manifiesto que su incorporación al movimiento nacional no implica ninguna alteración en su concepción científica o técnica. 57

Con el objetivo de instalar un debate sobre los contenidos que una universidad “nacional y popular” debía contemplar, a lo largo de los números se reprodujeron una serie de análisis sobre la situación de la ciencia en distintos campos como la arquitectura, la salud mental o la ingeniería, todos los cuales arribaban a un diagnóstico que compartía los supuestos mencionados anteriormente.

En el caso de la arquitectura, se consideraba que en la UBA, estaba orientada por una perspectiva esteticista y tecnicista que no representaba los intereses del pueblo. Además, se planteaba una discusión con la izquierda liberal porque criticaba los planes de estudio y la falta de planificación del país, pero carecía de una inserción real que la inducía a proyectar una sociedad socialista en abstracto, ajena también al pueblo que se identificaba con el peronismo58.

Por su parte, en el campo de la Salud Mental se expresaba la existencia de una penetración imperialista a partir de tres vías: la investigación, porque el soporte económico para la misma provenía de los centros externos de poder que orientaban los temas; a partir de la importación de teorías y técnicas de trabajo propias de la realidad de otros países; y finalmente, como consecuencia de las estructuras de poder generadas por las élites nativas que respondían a la presión ideológica dominante propia de la sociedad capitalista. Todas ellas confluían en una estructura de pensamiento dependiente que debía ser revertida59.

Con respecto a los ingenieros, Varsavsky indicaba que su papel en una sociedad en transición hacia el “Socialismo Nacional” sería diferente al desempeñado en una sociedad capitalista. El foco de atención en el proceso de producción debía estar en el país y nunca en la empresa aislada. Asimismo el móvil que debía guiarlos tenía que ser el de cumplir metas integradas en un proyecto nacional como la independencia económica y cultural, y que favorecieran el consumo popular60.

Los proyectos que la JP elaboró a pedido de Cámpora desde mediados de enero de 1973, fueron reproducidos por Envido entre el triunfo electoral del FREJULI y el ascenso del peronismo al poder. Los dos primeros, sobre política universitaria e inversiones extranjeras, aparecieron en el nº 8, y el tercero, referido a la política de vivienda en el nº 9, bajo el nombre de Equipos Político- Técnicos de la JP (que ahora integraban el núcleo original de los EPT de JP, el Consejo Tecnológico y un aluvión de profesionales independientes politizados), que adquirieron a partir de su constitución pública en mayo de 1973. Su objetivo era el de “integrar la ciencia, el arte y la técnica como una herramienta más de la lucha política en todos los niveles”61.

El primero de los documentos coincide con varios de los problemas que la revista venía trabajando. El diagnóstico situaba a la universidad como un instrumento de colonización cultural al servicio de la oligarquía y del imperialismo, algo que para los jóvenes se hacía evidente en el carácter tecnocrático y cientificista adquirido por una enseñanza que transmitía contenidos alejados de las necesidades reales del país. Para cambiar esa situación proponían implementar, en el largo y corto plazo, la transformación de la estructura, los contenidos y los métodos de la enseñanza superior para que la comunidad universitaria se integrara en la tarea de Reconstrucción Nacional y la construcción del “Socialismo Nacional”. En este sentido, la formación debía incluir un área técnico- científica para romper con la dependencia cultural; un área productiva, para que el estudiante se incorporara al trabajo social; y un área político- doctrinaria, con el objeto de insertar al universitario en la actividad política del pueblo, promoviendo su concientización, movilización y organización. Otros aspectos de la propuesta eran el acceso libre del pueblo a los niveles de enseñanza superior, el control estatal de la enseñanza, la promoción de la dedicación exclusiva de los docentes, la integración del cuerpo no docente a todos los niveles de la actividad universitaria, y un presupuesto nacional que no contemplara la aceptación de subsidios de origen privado y/o extranjero62.

El esquema del documento sobre inversiones extranjeras, menos extenso que el anterior era similar. Presentaba un diagnóstico del problema principal, a saber, la falta de consideración de las necesidades del país receptor de las inversiones, y proponía, como solución, recuperar el control de la economía nacional perfeccionando la ley de inversiones extranjeras vigente hasta 1955, y renegociar la situación de las empresas extranjeras existentes en el país63.

Por último, el documento sobre vivienda, denunciaba la existencia de un déficit habitacional grave, originado en la falta de unidades, la obsolescencia de una gran parte de ellas y la carencia de servicios y/o equipamientos en la mayoría. Este panorama era empeorado por la ausencia de una política nacional de vivienda y de una legislación acorde a la defensa de las necesidades de la población, lo cual tenía su correlato en la existencia de las “villas miseria”.

Se consideraba, que el problema no había sido resuelto por la iniciativa privada ni por el régimen militar por cuestiones político – ideológicas, y no porque faltaran los recursos técnicos necesarios. La propuesta planteada por los EPT era, entonces, la de integrar la política de vivienda en el marco más general de un plan nacional de reconstrucción que convirtiera a la vivienda digna en un servicio más del Estado. Con este fin impulsaban la creación de una organización popular territorial, compuesta por todos los niveles de las organizaciones políticas de base (zonales, regionales, inter- regionales) para transferir el poder necesario a los vecinos y lograr que pudieran garantizar la cobertura de sus necesidades64.

Consideraciones finales: el ocaso de Envido

El recorrido realizado permite apreciar que, más allá de la participación de las juventudes de la izquierda peronista en la lucha armada, hubo un sector de las mismas que se preocupó por la discusión y elaboración de propuestas políticas que pudieran ser implementadas por el tercer gobierno peronista para dar respuesta a un conjunto de necesidades populares, en el camino hacia la construcción de una sociedad nueva. Creemos que ahondar en este tipo de participación desde las páginas de Envido es una manera de complejizar la mirada sobre la experiencia militante de los primeros años ’70, situándola en un espacio distinto tanto de la “leyenda heroica” como de la condena absoluta.

La publicación de Envido llegó a su fin en noviembre de 1973 por diferencias políticas insalvables entre todos los miembros del Consejo de Redacción –que adherían a lo que luego fue Lealtad- y Jorge Bernetti, el único integrante de ese mismo Consejo que operó como vocero oficial de Montoneros.65 La transformación operada desde un proyecto de docencia e investigación social “nacional y popular” hacia un proyecto político, no llevó a los miembros de su staff a dejar de publicar la revistapara pasar directamente a la acción revolucionaria, tal como lo han sostenido Barletta y Lenci para el caso de ATM66. Había diferencias entre ATM y Envido. Mientras el último número de ATM se publicó en febrero- marzo de 1973, cuando las elecciones aún no se habían concretado, Envido continuó publicándose hasta noviembre de 1973, varios meses después de que éstas se hubiesen realizado. En este sentido, consideramos que la revista era concebida también como un espacio desde el cual sus integrantes buscaban contribuir a la acción político- revolucionaria. Un ejemplo de ello es el espacio otorgado a la discusión en torno al papel que los profesionales y técnicos debían desempeñar en el nuevo gobierno para llevar a cabo la transición hacia el “Socialismo Nacional”, y el lugar que se brindó a la exposición de los proyectos elaborados por las distintas áreas de los EPT de la JP.

Sin dudas, el acercamiento a Montoneros contribuyó en gran medida al final de la revista ya que si bien este vínculo no se tradujo en una notable influencia en el contenido de la publicación, las tensiones internas que generó operaron como un catalizador para que algunos de sus miembros decidieran alejarse del proyecto editorial. En efecto, Armada sostuvo que luego de la ruptura producida en el seno del Consejo de Redacción, Hurst y Feinmann sacaron otra revista similar llamada Aluvión, – que contó con un solo ejemplar- no vinculada con Montoneros67.

La inclinación hacia el “movimientismo” expresada en líneas generales a lo largo de toda la revista – incluso en el último número – entraba en colisión con el “nuevo planteo” de la conducción de Montoneros hacia fines de 197368. Para entonces, los jefes de la organización mantenían una intensa disputa con el líder por la conducción del Movimiento Peronista y se militarizaban cada vez más en un proceso que los llevaba a automarginarse de la población. Para los miembros de Envido una postura semejante implicaba un claro retroceso a posiciones político- ideológicas previas a las discusiones y las elaboraciones que habían sostenido en la revista o en las Cátedras Nacionales de Sociología de la UBA. Armada supone que algo similar ocurrió a nivel de la militancia territorial, sindical y villera69.

Un punto de inflexión, en este sentido, lo había constituido el asesinato de J. I. Rucci, a dos días del triunfo electoral de septiembre. Este acontecimiento, que significó un claro desafío de los jóvenes revolucionarios hacia el líder, inició un proceso de disidencia a partir del cual muchos militantes constituyeron la Juventud Peronista Lealtad.Luego del ocaso de Envido, la mayoría de sus miembros se sumaron a esta experiencia que adoptó en buena medida los lineamientos sostenidos en la experiencia editorial analizada.

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Notas

1 Ver por ejemplo Amaral, Samuel. y Plotkin, Mariano (comps.), Perón: del exilio al poder, 1ª edición, Buenos Aires, Cántaro, 1993, 368 p. ISBN: 950-753-005-3; De Riz, Liliana. La política en suspenso, 1ª edición, Buenos Aires, Paidós, 2000, 203 p. ISBN: 978-950-12-7708-1; Calveiro, Pilar, Política y/ o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los ’70, 1ª edición, Buenos Aires, Norma, 2005, 190 p. ISBN: 987-545-334-X; Ollier, M. Matilde, Golpe o revolución. La violencia legitimada, Argentina 1966/1973, 1ª edición, Buenos Aires, EDUNTREF, 2005, 350 p. ISBN: 987-1172-08-7.
2 Ver Lenci, Laura, “Cámpora al gobierno, Perón al poder. La Tendencia Revolucionaria del Peronismo antes de las elecciones del 11 de marzo de 1973”, en Pucciarelli, Alfredo (edit), La primacía de la política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN, 1ª edición, Buenos Aires, Eudeba, 1999, p. 167-201, ISBN: 950-23-0834-4.
3 En Pozzoni M., La Tendencia Revolucionaria del peronismo en la apertura política. Provincia de Buenos Aires, 1971- 1974”, Estudios Sociales, Revista Universitaria Semestral, 2009, año XIX, nº 36, Santa Fe, Argentina, p. 173- 202.
4 Ver Peyrou A., “Lealtad”, en Lucha Armada, Año 5, Anuario, 2010, p. 44- 63.
5 Terán, O., “Pensar el pasado” en: Punto de vista, Nº 58, agosto de 1997, p. 1-2.
6 Brachetta, M. Teresa, “El peronismo como “Socialismo Nacional”. El programa de la revista Envido en la coyuntura del retorno del peronismo al poder”, en http://redesperonismo.com.ar/archivos/CD2/Brachetta.pdf
7 Una serie de medidas implementadas por Frondizi en su gobierno -como la privatización del Frigorífico Lisandro de la Torre y la aplicación del Plan CONINTES, la disputa por la educación “Laica o Libre”, la política de estímulo a las inversiones extranjeras que contradecía los postulados que en 1954 había publicado en su libro Petróleo y Política, entre otras- determinaron que ciertos sectores de la izquierda y de las clases medias se sintieran defraudados/ traicionados por el mandatario.
Sobre el concepto de “autoculpabilización” de los intelectuales ver Terán, Oscar, Nuestros años sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual en la Argentina, 1956- 1966, 1ª edición, Buenos Aires Puntosur, 1991, 193 p. ISBN: 9509889644.
8 Sobre la “Nueva Izquierda” ver Tortti, M. Cristina, “La nueva izquierda en la historia reciente de la Argentina”, en: Camou, Antonio, Tortti, M. Cristina. y Viguera, Aníbal, (coords.), La argentina democrática: los años y los libros, 1ª edición, La Plata, Prometeo, 2007, p. 114- 126, ISBN: 978-987-574-183-6, y “Protesta social y ‘Nueva Izquierda’ en la Argentina del ‘Gran Acuerdo Nacional’”, en: Pucciarelli, Alfredo (edit.). Op. cit. p. 205-234.
9 Ver Sarlo, Beatriz, La batalla de las ideas (1943-1973), 1º edición, Buenos Aires, Ariel, 2001, 468 p. ISBN: 950-9122-75-0.
10 Recalde, Aritz. e Iciar, Universidad y liberación nacional. Un estudio de la Universidad de Buenos Aires durante las tres gestiones peronistas: 1946- 1952, 1952- 1955 y 1973- 1975, Buenos Aires, Nuevos Tiempos, 2007, (en línea), puesto en línea el 5 de noviembre de 2008, p. 140- 173. URL: http://www.mediafire.com/?mnzjnz2zzqt.
11 Barletta, Ana y Lenci, M. Laura., “Politización de las Ciencias Sociales en la Argentina. Incidencia e la revista Antropología 3er Mundo, 1968- 1973”, en: Antropología 3er Mundo, Buenos Aires, FFyL (UBA), 2009, p. 17- 26.
12 Arturo Armada sostiene que en los números iniciales la tirada era de 3.000 ejemplares. Entrevista de la autora a Arturo Armada, CABA, 4/8/2011.
13 Se trataba de una distribución “muy a pulmón”. Así, Domingo Bresci fue muy importante para la llegada de la revista a núcleos de sacerdotes tercermundistas; Miguel Hurst colaboraba con la venta de ejemplares y de suscripciones desde la librería Cimarrón, cercana a la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA; José Pablo Feinmann, aprovechaba los viajes a distintas ciudades del interior en el marco de su empresa familiar para repartir ejemplares en Resistencia, Rosario y Tucumán; Horacio Fazio hacía lo propio en Bahía Blanca y junto con Armada, llevaban números a las librerías de calle Corrientes y a las estaciones de tren y de subte. Ídem.
14 Raffoul Norberto y Beltramini Rodolfo, “Orígenes y evolución de la Revista Envido en palabras de su director”, entrevista a Arturo Armada, 2008, URL: www.croquetadigital.com.ar.
15 Abrales era ingeniero e integró el Consejo Tecnológico junto a Enrique Martínez y Ricardo Ferraro, fue desaparecido en 1979 por la dictadura; Bernetti fue secretario de redacción de Cristianismo y Revolución y escribía en la revista con el seudónimo de Claudio Rodríguez porque paralelamente se desempeñaba como periodista en Análisis y luego en Panorama; Cordone era profesor de historia especializado en temas vinculados al movimiento obrero; Carri era sociólogo, ensayista social, profesor y periodista, y fue desaparecido por la dictadura en febrero de 1977; Argumedo y H. González, sociólogos y militantes peronistas; Franco era sociólogo y junto con Álvarez escribieron Peronismo: antecedentes y gobierno, editado por Cuadernos de Antropología del Tercer Mundo, un libro fundamental para los militantes, al que Feinmann ha denominado “el respondetodo de los peronistas”; Villanueva, sociólogo, entre octubre de 1973 y marzo de 1974 se desempeñó como Secretario General y, luego de la renuncia de Rodolfo Puigróss, como Rector Interventor de la UBA. La información fue reconstruida a partir de N. Raffoul y R. Beltrami, cit. y de J. P. Feinmann, Peronismo. Filosofía política de una obstinación argentina, Clase nº 77, Página 12, 2009, URL: http://www.pagina12.com.ar/especiales/archivo/peronismo_feinmann/CLASE77.pdf.
16 Feinmann, filósofo y empresario familiar PYME de conductores eléctricos; Dri, filósofo y teólogo, integrante del MSTM; Fazio, economista y docente de las Cátedras Nacionales en la UBA y en Mar del Plata, S. González y Posadas provenía del mundo de las Letras; Kesselman, médico psiquiatra proveniente de la Facultad de Medicina de la UBA; y Fernández López, licenciado en Economía Política. Ver N. Raffoul y R. Beltramini, .cit.
17 Ídem.
18 Más adelante se analizarán algunas particularidades del décimo número.
19 Entrevista de la autora a Arturo Armada, cit.
20 Nota del Consejo de Redacción, “La Contradicción principal en la estructura dependiente”, Envido, nº 1, p. 2- 5.
21 Con respecto a este punto, nos distanciamos del planteo de M. T. Brachetta, op. cit. p. 9, quien sostiene que los primeros números de Envido no acusan una intención explícita de manifestarse como peronista, aunque el vuelco al peronismo era un proceso que habían hecho la mayoría de quienes constituyeron su núcleo principal. Ya en el primer número, cuando se situaba la contradicción principal en la estructura dependiente, se establecía que la lucha para superar esa situación tenía a su servicio un movimiento político de masas, el peronismo. Ibídem, p. 4.
22 En el Nº 1 se publicó un comentario de Ariel Sibileau sobre el libro de Oscar Varsavsky Ciencia política y cientificismo, CEAL, Buenos Aires, 1969, que postulaba la oposición entre una “ciencia rebelde” y el cientificismo. En la óptica del autor, la primera debía considerar la necesidad de autonomía científica de los países dependientes como un arma de lucha contra el imperialismo y como herramienta a partir de la cual pensar la posibilidad de un cambio de sistema. Envido, Nº 1, p. 82-84. Sobre este tema nos detendremos en detalle en el próximo apartado.
23 Franco J. P. y Álvarez, F., “Peronismo o desarrollismo: liberación nacional o dependencia negociada”, Envido, nº 6, julio de 1972, p. 35-62. La expresión desarrollismo “frondi- frigerista” aludía a los principales representantes del MID –Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio- que integraban el frente. Más adelante volveremos sobre este punto.
24  El Humanismo cristiano constituyó una corriente de renovación católica ligada a las ideas de Jacques Maritain. Este filósofo francés oponía al humanismo “atropocéntrico” desarrollado a partir del Renacimiento, un “humanismo integral” o teocéntrico que reconocía a Dios como centro del hombre. Ver Maritain, Jacques, Humanismo Integral, 2ª edición, Buenos Aires, Palabra, 2001 (1936), 377 p. ISBN: 84-8239-361-8. Además de Dri, otro representante del MSTM que integraba el staff de Envido era el padre Domingo Bresci.
25 Los miembros de Envido utilizan el término “caída” para referirse a lo que fue, en realidad, la renuncia de Cámpora. Un hecho que ya se anticipaba en la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder” que caracterizó la campaña electoral de marzo de 1973.
26 Feinmann, J. P. “La historia con pasión”, cit.
27 Una vez que la salida electoral se presentó en el horizonte de posibilidades, uno de los debates que atravesaron el seno de las agrupaciones peronistas de izquierda fue el que se manifestó en relación con la interpretación que cada una de las mismas hacía respecto del papel ocupado por el peronismo en el proceso revolucionario que defendían y que se resume en tres alternativas: a) “movimientista” (ya mencionada), b) “independiente” (mantenían la identidad peronista pero planteaban un camino alternativo al del Movimiento); c) “tendencistas” (reconocían la potencialidad revolucionaria del peronismo pero se erigían como su ala izquierda, diferenciándose de los otros sectores internos). La TR optó por esta última y se constituyó en el sector predominante de la JP, sin embargo las tensiones permanecieron latentes en su seno. Ver Lanusse, Lucas, Montoneros. El mito de los 12 fundadores, 1ª edición, Buenos Aires, Vergara, 2005. p. 255- 256, ISBN: ISBN 950-15-2359-4.
28 Consejo de Redacción, “La contradicción principal en la estructura dependiente”, Envido, nº 1, julio de 1970, p. 1- 5.
29 Feinmann, J. P., “Felipe Varela y la lógica de los hechos”, Envido, nº 2, noviembre de 1970, p. 26- 39. Sobre la interpretación del peronismo de Germani ver su obra Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas. Buenos Aires, Paidos, 1971.
30 Feinmann, J. P., “El peronismo y sus intérpretes”, Envido, nº 6, julio de 1972, p. 7-23.
31 Franco, J. P., “Notas para una historia del peronismo”, Envido, nº 3, abril de 1971, p. 3- 18.
32 Carri, R., “Imperialismo y coloniaje”, Envido, nº 3, abril de 1971, p. 26- 34.
33 La Hora del Pueblo fue un encuentro multipartidario que se conformó en noviembre de 1970 para exigir al gobierno la rehabilitación de la actividad política y la convocatoria a elecciones sin proscripciones.
34 Licastro, F., “Discurso pronunciado en el Instituto ‘Juan Manuel de Rosas’, de La Plata, el 30 de abril de 1971”, Envido, nº 4, septiembre de 1971, p. 64-72.
35 El lanzamiento del FRECILINA se produjo en febrero de 1972, por iniciativa de Perón y constituía un frente cívico amplio –paralelo a la Hora del Pueblo- que convocaba a todos los partidos políticos para obligar a la dictadura militar a normalizar la situación institucional del país. Las Bases, Buenos Aires, Año I, nº 7, 16/2/72. Ver también Bozza, J. Alberto, “Las artes del asedio y de la negociación. Perón y el lanzamiento del Frente Cívico de Liberación Nacional”. En Pucciarelli, A. Op cit. p. 117-166.
36 Franco J. P. y Álvarez, F., “Peronismo o desarrollismo: liberación nacional o dependencia negociada”, Op. cit.
37 “Documentos de agrupaciones universitarias peronistas. Primer Cabildo Abierto del peronismo universitario”; “El Frente de Liberación Nacional, comandos Estudiantiles Peronistas de Buenos Aires”; “El Frente de Liberación Nacional, Agrupación de Estudiantes Peronistas”, Envido, nº 6, julio de 1972, p. 74- 78).
38 En el orden nacional, FREJULI estaba integrado por el Justicialismo, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID; el Partido Conservador Popular; el Partido Popular; el Partido Socialista para la Liberación Nacional; un sector del Encuentro Nacional de los Argentinos; el Movimiento Nacional Yrigoyenista; el Movimiento de Acción Nacional, y el Movimiento de Acción. Frenkel, L. y Fernández Pardo, C. Perón. La unidad nacional entre el conflicto y la reconstrucción (1971- 1974). Ediciones del Copista, Córdoba, 2004. p. 115.
39 “Situación” (sin firma), Envido, Nº 9, mayo de 1973, p. 1- 5.
40 Envido, Nº 10, noviembre de 1973, p. 57.
41 Entrevista de la autora a Arturo Armada, cit. Sobre la aparición de los artículos sin firma, Armada sostiene que se trató de una propuesta impulsada por Horacio González, que respondía a un espíritu de la época en el que pesaba más la idea de un solo cuerpo editorial.
42 Se observa que Licastro es en este número criticado por los miembros de Envido, a pesar de que varias ediciones anteriores –en el Nº 4- habían publicado un discurso suyo por considerarlo afín con la línea de la revista. La razón se debe al descontento que generó su actitud de no repudio frente a los acontecimientos ocurridos en Ezeiza el 20 de junio de 1973.
43 “Esbozos críticos sobre algunas concepciones en el seno del peronismo”, Envido, nº 10, noviembre de 1973, p. 48-57.
44 Ídem, p. 55.
45 El Descamisado, Año I, Nº 9, 17/3/73, p. 10 y 11. Lastiri era yerno de José López Rega, quien se desempeñaba al frente del Ministerio de Bienestar Social y estaba vinculado con la ultraderecha del peronismo.
46 “Esbozos críticos sobre…”, Cit. p. 56. Una interpretación del enfrentamiento discursivo entre Montoneros y Perón en Sigal, Silvia y Verón, Eliseo, Perón o Muerte, 1ª edición, Buenos Aires, Hyspamérica, 1988, 243 p. ISBN: 9506147302.
47 Sobre el escaso margen otorgado a la crítica en Montoneros ver: Gaggero, Jorge, “Notas acerca de un extravío argentino”, Lucha Armada, Año 4, nº 11, 2009, p. 68-77.
48 “Carta abierta del Padre Carbone”, Envido, nº 2, noviembre de 1970, p. 84- 89.
49 Dri, R., “Pueblo y antipueblo”, Envido, Nº 3, abril de 1971, p. 19- 25.
50 Dri, R., “Tercera Posición, Marxismo y Tercer Mundo”, Envido, nº 4, septiembre de 1971, p. 3- 13.
51 Ídem.
52 Feinmann, J.P. “Peronismo y Fuerzas Armadas: del GOU a los cinco puntos”, Envido, nº 9, noviembre de 1973, p. 8- 27.
53 “Diálogo con Perón”, Envido, Nº 5, marzo de 1972, p. 59- 65.
54 Ver transcripción completa en Juan Domingo Perón, "Actualización Política y Doctrinaria para la toma del Poder", Primera Plana, Buenos Aires, 1972, nº 492, p. 29-40 y nº 493, p. 31-38. Los principales representantes de este grupo eran Osvaldo Getino y Pino Solanas.
55 “La política económica del actual pacto social o la corta marcha hacia la construcción del capitalismo nacional”, en Envido, nº 10, noviembre de 1973, p. 40- 42.
56 Abrales, Héctor, “La situación del investigador científico en la Argentina”, Envido, nº 2, noviembre de 1970. p. 3-11.
57 Abrales, H., “La transferencia de tecnología, arma del imperialismo”, Envido, nº 6, julio de 1972, p. 34.
58 “Arquitectura y dependencia”, Tendencia Universitaria Popular de Arquitectura y Urbanismo (TUPAU), Miembro de la Corriente Estudiantil Nacionalista y Popular, Envido, nº 2, noviembre de 1970, p. 70- 75.
59 Kesselman, H., “Salud Mental y neocolonialismo en la Argentina”, Envido, nº 5, marzo de 1972, p. 5-13, y “La penetración imperialista en el campo de la Salud Mental”, Envido, nº 7, octubre de 1972, p. 45-55.
60 Varsabsky, O., “El ingeniero en la transición al socialismo nacional”, Envido, Nº 5, marzo de 1972, p. 41-46.
61 González, S. “Crónica del triunfo popular”, Envido, Nº 9, mayo de 1973, p. 41.
62 “Documento sobre Política Universitaria”, firmado por la Agrupación Docente Universitaria Peronista (ADUP) de la UBA, Envido, Nº 8, marzo de 1973, p. 60-62.
63 “Documento sobre inversiones extranjeras”, firmado por los Economistas Peronistas, Envido, nº 8, marzo de 1973, p. 63-64.
64 “Equipos Político- Técnicos de la Juventud Peronista: La vivienda y la reconstrucción nacional”, firmado por el Equipo de vivienda- JP- Regional I, Envido, nº 9, mayo de 1973, p. 45-48.
65 Entrevista de la autora a Arturo Armada. Cit.
66 Barletta, A. y Lenci, M. L., Op. cit., p. 26.
67 Armada explica que tardaron en publicarla, y cuando lo hicieron fue a pocos días de la muerte de Perón, en julio de 1974, por lo que le agregaron una introducción de apoyo a Isabel. Como consecuencia, la teorización de Feinmann con respecto a la lealtad hacia Perón como valor político quedó transferida a su sucesora. Ver N. Raffoul y R. Beltramini, cit. También escribieron o colaboraron en Aluvión, Santiago González, Horacio González, Abel Posadas, Héctor Béjar, Héctor Abrales, Eduardo Clausen, Raquel Ferrario, Carlos E. Hurst, Enrique Martínez, Horacio Pericoli, y Eduardo romano, muchos de ellos igualmente integrantes o colaboradores de Envido. En: Aluvión. “Lealtad y participación popular”. Año I, nº 1, julio de 1974.
68 Sobre la readopción de la concepción de vanguardia por parte de Montoneros ver Salas, Ernesto, “El errático rumbo de la vanguardia montonera”, en http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/salas2.pdf.
69 N. Raffoul y R. Beltramini, cit.
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Para citar este artículo
Referencia electrónica
Mariana Pozzoni, « Una mirada sobre la militancia en los primeros años ’70 a través de la revista Envido (1970- 1973) », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Cuestiones del tiempo presente, Puesto en línea el 30 enero 2012, consultado el 25 octubre 2012. URL : http://nuevomundo.revues.org/62672 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.62672

Autora
Mariana Pozzoni
CONICET/ CEHis, UNMdP. marianapozzoni@gmail.com