Milagros Rubio, Jesús Urra
La formación del gobierno de Navarra
(Berrituz, junio de 2015).

- El principal dato de la realidad de Navarra lo constituyen los tres grandes bloques político-electorales existentes en función de su adscripción nacional-identitaria o de sus sentimientos de pertenencia. Bajo este punto de vista, cuyo peso en la vida pública y en la política navarra es innegable, nos encontramos con esta realidad: El centro-derecha navarro-español (UPN, PP, Ciudadanos): 114.235 votos, un 34,15% y 17 parlamentarios. Las izquierdas no-nacionalistas vascas (Podemos, PSN, Izquierda-Ezkerra, Equo): 105.273 votos (31,35%) y 16 parlamentarios. El voto nacionalista-vasco (G-Bai, Bildu, Ln): 101.745 votos (30,35%) y 17 parlamentarios. Esta descripción de Navarra refleja una parte sustancial de la realidad político-electoral que se “olvida” conscientemente, mientras se transmite el mensaje de que el bloque nacionalista-vasco ha ganado las elecciones y, en consecuencia, es lógico que presida las dos instituciones más significativas de Navarra: gobierno y ayuntamiento de Pamplona.

   No obstante, para constituir el gobierno de Navarra se ha elegido la vía de formar una alternativa con 26 parlamentarios, que le otorgaría mayoría absoluta en el parlamento. Y esto se alcanza mediante la suma de G-Bai, Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra. [En el ayuntamiento de Iruña/Pamplona la suma de dichas fuerzas daría la mayoría absoluta con14 concejales]. Esta vía responde a los intereses o afinidades (junto a notables diferencias) así considerados por parte de las fuerzas políticas citadas.

- A nuestro juicio, el cambio debe tener unos apoyos sociales (no solo parlamentarios) sólidos. Y para ello debe descansar en una alianza entre el bloque de las izquierdas no-nacionalistas vascas y el bloque nacionalista-vasco. Esta es la clave para que tenga un respaldo parlamentario (33 parlamentarios) y social muy amplio; un apoyo que debería ser sentido como propio por dos de las tres partes en las que se escinde la Navarra actual (izquierdas no-nacionalistas y nacionalistas-vascos). Máxime si ambas instituciones van a estar presididas por personas de corte nacionalista-vasco. Con todos los “matices” legítimamente diferenciadores que le pongamos, la conjunción de estos dos tercios de la realidad político-electoral de nuestra sociedad constituye la piedra angular para conferir estabilidad y legitimidad a las instituciones navarras y para abrir un nuevo futuro de convivencia.

- Sin embargo, para llevar a la práctica esta propuesta nos encontramos con serias dificultades.

   En primer lugar, nos topamos con la posición del nacionalismo-vasco. Ninguna de las dos fuerzas nacionalistas-vascas esta dispuesta a renunciar a presidir el gobierno o el ayuntamiento en favor de una persona del bloque de izquierdas no-nacionalistas. Y esto es así a pesar de que sería conveniente, si miramos la realidad electoral y política. Y a pesar de que su primacía legal descansa en una ligera ventaja sobre la representación de cada una de las izquierdas no-nacionalistas que aparece más fragmentada que el bloque nacionalista-vasco; aunque éste reúna menos votos y 1 parlamentario más.

   En segundo lugar, está la negativa del PSN a un pacto de envergadura con Bildu. El PSN esgrime dos razones más o menos explícitas. Una, por la posición de Bildu ante ETA a raíz de la vinculación política de la izquierda abertzale con ETA y porque considera que el papel de la izquierda abertzale en Bildu es determinante. Y dos, por las repercusiones electorales tan negativas que tendría una alianza del PSN con Bildu para los socialistas en el conjunto hispánico de cara a las inminentes elecciones generales.

   En tercer lugar, el enigma de Podemos. ¿Qué línea de actuación y de acuerdos establecerá la nueva fuerza emergente? ¿Se verá condicionada también por la alianza con Bildu en las elecciones generales? Está por ver qué importancia se cobra en las próximas elecciones generales. Hasta la fecha, nos encontramos con declaraciones contradictorias de P. Iglesias sobre ETA y sobre la “utilización” de las víctimas, dice, por parte de UPN justificando su voto en compañía de Bildu. Las últimas declaraciones denotan una falta de sensibilidad humana elemental y un desconocimiento de la realidad navarra o quizás el típico cálculo político para futuros asuntos, que se contradice con un planteamiento ético sobre la muerte del otro en democracia practicado por ETA. Y es preferible y más honesto asumirlo así, como una contradicción entre dos bienes (la condena de ETA y el hartazgo con la derecha) que echar exabruptos.

   En cuarto lugar, en las fuerzas políticas nos encontramos con una minusvaloración de la conciencia sobre la necesidad de establecer un liderazgo compartido. Esta deficiencia afecta de igual forma a la sociedad. Se ha obviado esta cuestión que considero central de forma interesada. Al debilitamiento de la posición de las izquierdas no-nacionalistas ha contribuido sobre todo el PSN, a quien se le hace responsable de que no se haya producido antes el cambio en Navarra; es cierta en buena medida esta imputación, aunque descansa en una visión reduccionista y unilateral del problema, pues oculta la responsabilidad de ETA. E, igualmente, se ha establecido como doctrina infalible y absoluta que echando a UPN (cosa necesaria) se arreglaban todos los problemas. El problema del liderazgo compartido es una cuestión primordial que procede de la realidad plural de Navarra, no de los intereses o de la actuación mejor o peor de tal o cual partido.

   Está el asunto de cómo se cierra el capítulo de ETA. Desde hace años venimos repitiendo que este obstáculo es menor entre las grandes preocupaciones de la sociedad. Sin embargo, interfiere de lleno a la hora de forjar una alianza entre las izquierdas. Y aquí la principal responsabilidad recae en la izquierda abertzale, que no tiene una posición nítida y sin matices sobre la ilegitimidad de ETA: la absoluta ilegitimidad de matar al otro en una democracia con el fin de obtener beneficios políticos. Máxime cuando la intención de ETA era beneficiar políticamente a la izquierda abertzale y de modo más contradictorio al conjunto del nacionalismo-vasco. Los errores del PP en política penitenciaria no pueden justificar la posición de Bildu. Y en esto G-Bai no puede navegar con ambigüedades o con falta de claridad. La posición del pacto de gobierno, a nuestro juicio, debe ser clara: el rechazo y la condena de ETA sin paliativos y la máxima claridad sobre la ilegitimidad de ETA en democracia debe figurar en el acuerdo de gobierno; y que sea Bildu quien defina su posición al respecto.

   [La misma claridad y coherencia debemos tener desde Izquierda-Ezkerra en Iruña/Pamplona. Aquí nos movemos en una contradicción insalvable: entre votar a Bildu para que no continúe UPN con sus políticas antisociales que han ocasionado un hartazgo enorme en nuestro electorado y votarle a Bildu que no se ha movido ni un ápice en su posición política de fondo sobre la ilegitimidad y falta de sentido por parte de ETA en democracia, ya que ETA carecía de la más mínima justificación ética por razones de principio al vulnerar los derechos fundamentales de sus víctimas, al vulnerar el derecho a la vida de modo irreversible e irreparable. Esta es nuestra contradicción. Por esto, defendemos el voto a favor de Bildu y la máxima claridad en contra de las posiciones de Bildu sobre la cuestión de ETA. Y es una pena que Izquierda-Ezkerra se haya quedado sola defendiendo esta parte en las negociaciones habidas para el pacto de investidura en el ayuntamiento de Pamplona.]

Están, en fin, las posibles diferencias sobre las políticas sociales, sobre las políticas públicas en la economía productiva, sobre las desprivatizaciones de cuantos servicios públicos sean convenientes y posiblemente sobre la política para con la economía social y cooperativa entre las fuerzas que se comprometen con el cambio.

Y fruto de estos problemas se produce la mutua exclusión entre PSN y Bildu, que constituye una distorsión considerable para que sea un cambio de izquierdas e inter-identitario con todos sus componentes. 

- Caben dos posibles alianzas. Una con G-Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, con PSN y sin Bildu. Las ventajas de esta opción serían: alcanzar un mejor equilibrio entre los dos bloques nacionalistas-vascos e izquierdas no-nacionalistas; estar sometidos a una tensión menor ante los poderes fácticos navarro-españoles; lograr una adecuación mejor para la pluralidad de Navarra; conseguir un acomodo mejor para las izquierdas no-nacionalistas ante las elecciones generales en el resto del Estado español; no cargar con el problema de ETA por la vinculación política de la izquierda abertzale con ésta.

   Sin embargo, las desventajas son asimismo evidentes: le otorgarían un apoyo insuficiente de 25 parlamentarios; sería problemático por el desprestigio del PSN en el bloque nacionalista-vasco y en la izquierda radical; la exclusión de Bildu sin un debate a fondo que la justifique por sus diferencias con el resto de fuerzas, propiciaría su victimismo, no favorecería el necesario debate sobre la violencia de ETA; probablemente provocaría mayor confrontación social para un gobierno que ya cuenta con muchos problemas; y, quizás, hasta incluso podría debilitar las políticas sociales de izquierdas.

   Otra alianza es la que se está impulsando con G-Bai,  Podemos e Izquierda-Ezkerra, y con Bildu y sin PSN. Las pegas son muy claras: el lastre que supone el legado de ETA; la falta de equilibrio entre los dos bloques nacional-identitarios; mayores dificultades para las fuerzas de izquierdas no-nacionalistas; los tics revanchistas, sectarios que pueden darse con un peso excesivo de uno de los bloques; la tentación de una asimilación silenciosa desde las instituciones públicas comunes por parte del nacionalismo-vasco. Las ventajas son obvias: la mayoría absoluta que le otorga el apoyo de 26 parlamentarios; unas condiciones más favorables para la evolución democrática de Bildu en un marco de no-exclusión, con la condición de que se mantenga la presión sobre la ilegitimidad de ETA en democracia; una mayor presión por la izquierda en varios temas…

Nuestra posición ante el gobierno del cambio

- Facilitar el cambio. Hay un sentir ampliamente mayoritario a favor del cambio, que está plenamente justificado tras más dos décadas de gobierno de la derecha y por las políticas antisociales que ha impuesto a las mayorías sociales y sobre todo a los sectores más desfavorecidos. El hartazgo es muy grande. Por estas razones, nuestra línea no puede ser otra que la de facilitarlo e intentar que salga bien, que no sea un fracaso ni una fuente de frustraciones. Ahora bien, esta constatación no desmiente el hecho de que no está exento de contradicciones. Si preguntáramos a ese 70% que se suele invocar como defensor del cambio en qué debería consistir éste, nos encontraríamos con respuestas diferentes e incluso opuestas. Por ello,  es completamente necesario detectar con honestidad los problemas e intentar resolverlos. 

- Hay que intentar que el cambio descanse en un pacto entre dos de los tres bloques en que se divide el escenario político-electoral de Navarra: el nacionalista-vasco con un 30,35% de los votos y las izquierdas no-nacionalistas con otro 31,35% de los votos. No ver esta necesidad con los datos electorales existentes,  con el arraigo social de cada bloque en las diferentes zonas de Navarra, con la representación sindical que ostenta cada bloque (UGT y CCOO 51%, ELA-LAB 33%, sindicatos corporativos y minoritarios 16%), con la pluralidad de sentimientos de pertenencia existente en Navarra, con el clima de desconfianza mutua existente… Repito no ver esto y realizar declaraciones de que “tal fuerza conviene que pase a la oposición” es una irresponsabilidad manifiesta. Por estas razones tan poderosas tenemos que dejar muy claro cuál es nuestra posición y batallar para sacarla adelante.

   Sin embargo, hoy no es posible llevar adelante este proyecto mediante la agrupación de todas las fuerzas con representación parlamentaria de ambos bloques. Y  no es posible alcanzarlo al completo por la ausencia del PSN, cuyas razones ya hemos apuntado.

   A pesar de esto, el proyecto de cambio debe continuar adelante con toda firmeza y ha de hacerlo, a nuestro juicio, bajo un doble prisma: ha de ser un cambio de izquierdas, esto es, con fuerte impronta social y ha de abarcar a los dos bloques que le otorgan una amplia mayoría social y transversal. Para ello, si no es posible contar con el PSN, hemos de subsanar esa deficiencia. Y lo hemos de hacer mirando a la sociedad. No será igual que si estuviera el PSN. Pero esa ausencia la hemos de suplir con una actuación consecuente y reconocible para ambos bloques y especialmente para el bloque de las izquierdas no-nacionalistas; y en algunos temas básicos de convivencia pactando también con el centro-derecha navarro-español; y, si tampoco es posible, se ha de actuar teniendo en cuenta a sus bases sociales. Esta línea básica, central (la principal) se ha de plasmar en diversos aspectos, posiciones o declaraciones.

   El pacto por el cambio ha de tener un liderazgo compartido. La presidencia del gobierno o la alcaldía de Iruña/Pamplona, de corte nacionalista-vasco, ha de ser consciente de que no representa a la otra parte; de que no es reconocida como tal por ella; de que no hay la suficiente confianza, antes al contrario, que según cómo actúe puede ser percibida como impositora de la otra identidad. Por estas razones, dejando a un lado la que sería solución ideal (un equilibrio más acorde con su peso electoral entre nacionalistas-vascos e izquierdas no-nacionalistas), nos parece necesario que si la presidenta es de corte nacionalista-vasco ha de haber una vicepresidencia política y referencial, de prestigio entre las izquierdas no-nacionalistas y en general en la Navarra no-nacionalista, que sea reconocida por ella. Ha de ser una figura central entre los cargos del cambio. E, igualmente, la composición del próximo gobierno ha de ser paritaria entre nacionalistas-vascos e izquierdas no-nacionalistas. Ninguna de las dos grandes corrientes (por su identificación negativa o positiva hacia el nacionalismo-vasco) que son el sostén del cambio reconoce en estos momentos el liderazgo de la otra parte. Por eso, necesitamos un liderazgo compartido para lograr una confianza mutua. Necesitamos líderes de ambos bandos dispuestos a ir contracorriente ante su propio público en favor del bien común; líderes que, desde las instituciones comunes, sostengan criterios de justicia, equilibrio, neutralidad... Necesitamos espíritu de entendimiento, una mirada de futuro, más respetuosa… que es opuesta a cualquier intento de abertzalizar o españolizar Navarra desde las instituciones comunes.

   Por eso, han de establecerse unas reglas de comportamiento, unas políticas, que permitan no ya la integración que reclaman algunos (cosa que me parece plausible, pero imposible en estos momentos), sino la coexistencia y convivencia entre ambas identidades. Que la otra Navarra no perciba que el gobierno del cambio actúa como parte desde una institución que debiera ser común y neutral en aquellas áreas de diferencia entre los sectores navarro-españoles y los nacionalistas-vascos.

  Que la actuación de las instituciones comunes responda a criterios de neutralidad, justicia, igualdad y libertad en los asuntos nacional-identitarios. Mal iremos si el gobierno del cambio de forma sutil o burda actúa bajo criterios de parte (o bajo criterios supremacistas) en los temas nacional-identitarios. Y en esta cuestión el nacionalismo-vasco en Navarra tiene pendiente un reto que históricamente no lo ha sabido resolver bien: siempre ha aparecido ante la sociedad navarra como vector para un cambio de identidad que implicaba la pérdida de la propia identidad navarra (identidad que se basa principalmente en la tradición de vivir juntos durante muchos siglos, bajo el imperio de unas instituciones comunes, con una mejora de bienestar general, respetando su pluralidad y avalada por una amplia mayoría de la ciudadanía). Idéntica neutralidad e igualdad ha de arbitrarse y regularse desde las instituciones comunes para el litigio existente entre las corrientes sindicales.

   El gobierno del cambio ha de actuar e impulsar una cultura de derechos humanos. Pero esto no puede ser una proclamación abstracta. El lehendakari Urkullu, alejado de mis posiciones políticas en múltiples asuntos, al menos en esta ocasión ha tenido un gesto fundamental hacia las víctimas de ETA al pedir perdón y al hacerse una autocrítica por el comportamiento tenido con ellas en el pasado. Ese es el camino. No ha de haber ambigüedades sobre ETA desde el pacto del gobierno; como tampoco las ha de haber sobre el GAL, o sobre las actuaciones injustas de los cuerpos policiales. Ha de quedar claro que en democracia no se puede matar a las personas de la otra identidad para obtener beneficios políticos para su proyecto nacionalista-vasco. Y en esto ha consistido la acción de ETA, cuando además el 90% de los asesinatos de ETA han sido perpetrados durante el periodo democrático. Este principio del cambio ha de ser percibido como tal por el conjunto de la ciudadanía navarro-española que representa al 70% de nuestra población. Y a día de hoy ésta es una asignatura pendiente.

  Finalmente, el gobierno del cambio necesita un proyecto común y no proyectos yuxtapuestos de cada partido que lo apoya, pues el fracaso estaría garantizado. Y, además, ha de conseguir algo que es muy difícil de alcanzar, aunque fundamental: la hegemonía social.  Necesita el apoyo de una mayoría social activa, no sólo electoral. Es preciso convencer a una amplia mayoría de la ciudadanía de los objetivos básicos del cambio. Y precisamos un bloque transversal de las dos corrientes dominantes en las izquierdas navarras, pues necesitamos la implicación activa de la intelectualidad progresista, del mundo del trabajo, de la amplia red de organizaciones sindicales, sociales, culturales. En este sentido Izquierda-Ezkerra debe ser facilitador de un cambio profundamente social y puede desempeñar eficazmente ese papel, pues tiene lo que hay que tener: sensibilidad social y vocación de impulsar la acción social contra las desigualdades e injusticias, un proyecto de convivencia y una propuesta de integración para la pluralidad de Navarra, sencillez y austeridad ante el reto de los nuevos gobernantes, la defensa de los derechos humanos desde el poder público, una izquierda comprometida con la nueva lucha contra las desigualdades.

Como conclusión, diría que hay que desterrar todo lo que huela a revanchismo, a sectarismo, a gobierno para los míos. Y para ello es preciso superar el enfrentamiento enconado entre los dos bloques nacional-identitarios. Necesitamos adquirir algo que ahora no poseemos: un anhelo común de cambio para alumbrar una nueva Navarra. 

Cuestiones prioritarias para el cambio

- Conviene fijar las prioridades del pacto. No se trata aquí de diseñar los ejes programáticos que deberán salir de las negociaciones y que deberán ser lo más completos que sea posible. Se pretende simplemente señalar las prioridades, pendientes de ser desarrolladas a través de leyes y actuaciones concretas. 

Preferencia social: Atención mínima y digna para los sectores más desfavorecidos; recuperación y mejora del estado de bienestar para las mayorías sociales. En el seno de la alianza favorable al cambio habrá una pugna con los partidos más moderados entre los recursos limitados existentes y las cuestiones de preferencia social. Nuestra firme voluntad es que no se resuelva esto a costa de los sectores sociales más desfavorecidos ni de los servicios sociales ni de una sanidad o una educación de calidad ni del desarrollo tecnológico ni del impulso de una modernidad positiva… Y decimos esto porque queremos un estado de bienestar de calidad y eficiente. 

Economía: El gobierno del cambio debe poner en marcha un Plan de Empleo con especial incidencia en los desempleados de larga duración, jóvenes y mayores de 45 años. Debe oponerse a la reforma laboral y apostar por la recuperación del empleo público perdido. Debe tener una política presupuestaria prioritaria por la educación y sanidad públicas, desarrollar la ley de Dependencia en Navarra, poner en marcha un Plan ambicioso de lucha contra la pobreza y la exclusión social, recuperando la inversión en empleo social protegido, una ley a favor del derecho a una vivienda digna de manera garantizada, una nueva ley de renta mínima garantizada para vivir con dignidad. Una Reforma fiscal ambiciosa, justa y progresiva, contra el fraude fiscal y la economía sumergida. Debe recuperar una Banca Pública que facilite el crédito a la pequeña y mediana empresa, autónomos y familias. Una apuesta por la participación del sector público en la actividad económica propiamente dicha, especialmente en aquellos sectores destacados por el carácter social, la innovación y la sostenibilidad, para la creación de empleo, para la mejora de los ingresos públicos y para la dinamización económica. Un plan para revertir al sector público la gestión de los servicios públicos privatizados, especialmente en sanidad, en servicios sociales, garantizando una gestión eficaz y de calidad. Donde existan dificultades jurídicas, apostar por cláusulas sociales en la contratación pública, priorizando la gestión de servicios públicos externalizados por entidades de iniciativa social sin ánimo de lucro. Desechar la gestión de empresas privadas con ánimo de lucro en el ámbito de la gestión de servicios sociales públicos. Potenciar la economía social y cooperativa. 

Coexistencia y convivencia entre las diversas corrientes nacional-identitarias:

Queremos un cambio que impulse el respeto y el reconocimiento de la diversidad de Navarra, de su pluralidad de sentimiento nacional. Y para ello la orientación desde las instituciones comunes no puede ser ni abertzalizar Navarra ni españolizarla, sino actuar con criterios de justicia, equilibrio, neutralidad, realismo social, pactando las diferencias… Lo hemos hecho con la reforma para estudiar en euskera en la enseñanza pública y lo haremos con otros temas.

Nuestra apuesta por la convivencia de identidades, se basa en varias líneas de actuación: Garantizar desde los poderes públicos el derecho a la pluralidad cultural, lingüística e identitaria. Construir una cultura pública común basada en la coexistencia y convivencia de todas las identidades, en la aceptación de la regla de la mayoría y simultáneamente en el reconocimiento de los derechos de las minorías, en el respeto mutuo, en el rechazo a la imposición de la supremacía de una parte, en un compromiso de mutuo reconocimiento y de mutuas concesiones. Mejorar el autogobierno y someter a refrendo popular su reforma. Alcanzar un Pacto Social por el Euskera que concilie la existencia de los dos idiomas propios de Navarra, que normalice su uso en el ámbito administrativo, que lleve a la práctica la reciente ley sobre el derecho voluntario a recibir la enseñanza en euskera en toda nuestra comunidad. Desarrollar una política de tolerancia e integración sobre los símbolos; es posible la convivencia y el respeto de los diversos símbolos con criterios de racionalidad, adecuación a las diversas circunstancias y consenso entre las diversas sensibilidades. Pactar un marco de cooperación permanente entre Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca. Defender la capacidad de decisión de Navarra para determinar su futuro manteniendo la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución, desarrollar el derecho de consulta dentro de nuestras competencias e incrementar la democracia directa que está bajo mínimos en nuestro actual modelo democrático. Dotar de un contenido social superior al autogobierno. Avanzar hacia un modelo federalizante; pero la unidad política debe basarse en la voluntariedad y no debe cerrarse el paso al ejercicio de la separación mediante cauces democráticos en el sentido expuesto por el Tribunal Supremo de Canadá: pregunta clara, mayoría clara, negociación y pacto de separación, garantía de los derechos de las minorías. En una democracia no puede obligarse a una comunidad a mantener un estatuto de integración política, si no lo desea. 

No a las políticas antisociales ni al despilfarro ni a las corruptelas. El gobierno del cambio, debe prevenir todo tipo de despilfarro, corrupción y clientelismo político, apostando por la transparencia, la participación ciudadana y una gestión eficiente. Para ello es fundamental completar, a través de la Cámara de Comptos, una auditoría completa del Plan Navarra 2012. Igualmente, vemos fundamental que se realicen estudios serios de viabilidad para analizar qué se puede hacer para que infraestructuras ruinosas (Reyno Arena, Circuito de Navarra, etc.), supongan el menor coste económico posible. Y por último, es preciso realizar un análisis jurídico riguroso para ver si es posible modificar contratos como el “peaje en la sombra” de la Autovía del Camino: evitar el sobrecoste estimado en 500 millones de euros por la Cámara de Comptos. Y también mostrar la voluntad inequívoca de esclarecer lo sucedido hasta sus últimas consecuencias con la CAN. 

Una cultura clara y defensa contundente de los derechos humanos: Tras décadas de terrorismo y también, aunque en menor medida, de vulneración de los derechos humanos por parte del Estado o de algunos de sus servidores, han quedado heridas y cicatrices que hay que sanarlas. Queremos impulsar un cambio en la convivencia de la sociedad navarra. Una convivencia que descanse en los derechos humanos, en la deslegitimación de ETA y falta de sentido por parte de ETA en democracia, en la autocrítica de la izquierda abertzale y de cuantos hemos mirado para otro lado, en la atención a todas las víctimas, en el rechazo firme de la vulneración de los derechos humanos por el Estado, en una nueva política penitenciaria, en la revisión de las leyes excepcionales… No puede haber un gobierno alternativo sin memoria y que mire para otro lado ante los asesinatos de ETA para obtener beneficios políticos o ante los asesinatos del GAL. Un gobierno democrático no puede mirar para otro lado ante tamañas barbaridades. Un gobierno del cambio ha de realizar gestos simbólicos en positivo y ha de desechar aquellos gestos y actitudes que supongan la complicidad y la exaltación de ETA o la de otras vulneraciones de los derechos humanos, así como la humillación de las víctimas. 

Forma de gobernar: Tras décadas de corrupción de la vida pública y de las instituciones públicas, queremos un cambio profundo en la forma de gobernar. Sin revanchismo, sin sectarismo, sin un gobierno para los míos, sin demagogia. Dando ejemplo de austeridad: suprimiendo ese 33% de subida de sueldo del gobierno, reduciendo los altos cargos de confianza. Abordando el problema de los lobbys. Sin caer en los defectos que suelen acompañar a los nuevos gobernantes: la subordinación al poder económico, su inclusión en la nueva élite. Tomando conciencia de estos problemas, practicando unos principios de comportamiento contrarios a estas servidumbres.

 Progresismo: Tras décadas de gobiernos de derechas que han sostenido políticas conservadoras, sectarias e impropias de una sociedad abierta, queremos un cambio que corrija esa orientación. El cambio está en sostener una cultura pública desde las instituciones que respete realmente la pluralidad. El cambio está en aplicar la ley del aborto en la sanidad pública, en la separación entre la iglesia y las instituciones públicas, en sostener la escuela pública y laica… 

Reformas democráticas: Participación, la posibilidad de decidir directamente por parte de la ciudadanía mediante referéndum, la información, las formas de control ciudadano sobre las personas elegidas, unos sistemas electorales más proporcionales y equitativos para las minorías, la regulación de los derechos democráticos de los inmigrantes para elegir y ser elegidos, la democratización de los aparatos policiales y el control de los mismos desde las instituciones democráticas, abrir el debate sobre la mayoría de edad a los 16 años, las mejoras de la ILP. En la segunda mitad del siglo pasado se produce un avance social y democrático muy importante para la ciudadanía en los países europeos occidentales con el estado de bienestar, una buena combinación entre libertades, derechos democráticos, autonomía individual, organización de la solidaridad a gran escala, bienes sociales. Se trata de defender, mejorar, corregir las insuficiencias de la democracia en representación, en transparencia, en honestidad pública frente a la corrupción, en garantías jurídicas dentro de la Constitución para hacer efectivos unos derechos sociales mínimos. Algunas materias se pueden impulsar desde Navarra; sobre otras únicamente se podrá urgir a las instituciones comunes españolas para que desarrollen las reformas correspondientes. 

Memoria histórica. Es mucho lo que se ha avanzado en esta materia. Gracias a la labor de las asociaciones memorialistas en primer lugar y a la colaboración institucional se ha avanzado en el reconocimiento de las víctimas del 36, en la condena del Golpe Militar, en la retirada de símbolos fascistas, en las exhumaciones… Se trata ahora de aplicar las leyes aprobadas y de completar la acción en defensa de las libertades, en la exhumación de las víctimas, en la demolición el Monumento a los Caídos, etc. Y se trata de desarrollar el nuevo republicanismo, el referéndum entre República o Monarquía, en llevar a la practica los gestos republicanos que sean competencia de las instituciones navarras; por ejemplo, la propuesta de Izquierda-Ezkerra sobre cambiarle el nombre al premio de Navarra a la cultura.

 Administración pública.  Apuesta por lo público, por una administración y por unos servicios públicos y eficientes. Su carácter público y el criterio de eficacia han de resolverse bien para que la ciudadanía sea la auténtica beneficiaria. A costa de la sanidad, de la educación, de los servicios públicos… no queremos ni el beneficio capitalista ni tampoco una administración ineficaz. Hoy la amenaza principal nos viene de la privatización de los servicios públicos. Las instituciones del cambio han de mirar a fondo las posibles desprivatizaciones para conseguir su carácter público y universal. Pero conscientes de que lograr ambos objetivos beneficiaría a la ciudadanía.

 Conjugar valores y modernidad positiva. Sin valores pro-emancipadores, el desarrollo tecnológico puede ir por cualquier derrotero; lo vemos con la energía nuclear o con el injusto reparto del enorme incremento de la riqueza que ha habido en las últimas décadas. Sin modernidad positiva y avance tecnológico o económico, hoy los valores pro-liberadores son una entelequia retórica.  Debemos combinar la preferencia social con la modernidad, el desarrollo tecnológico, la educación de calidad, la ecología, la reformulación del estado de bienestar mejorándolo y adaptándolo a las nuevas realidades, el uso social de los avances técnicos, la exploración de nuevos avances en la solidaridad, la adaptación en un mundo cada vez más interdependiente, la calidad de vida (incluida la relación entre el tiempo de trabajo y el tiempo personal)

Un compromiso efectivo y prioritario con la igualdad entre hombres y mujeres y contra la violencia de género. Una de las prioridades del gobierno del cambio será desarrollar la ley foral contra la violencia hacia las mujeres, creando la cartera de servicios garantizados a las mujeres que son víctimas de la violencia. Desarrollar una política activa en favor de la igualdad entre hombres y mujeres cuando realizan el mismo trabajo. 

Participar o no en el gobierno 

- Después del acuerdo programático se impone el debate sobre participar o no en el gobierno. [Aunque también requiere una discusión y un acuerdo suficiente, creo que la participación o no en el ayuntamiento de Iruña es diferente. Ya que la posición de una hipotética alcaldía de Bildu, votada también por nosotros, es más frágil por todo tipo de razones]. 

- Es positivo tener una actitud de prevención. No dar por hecho que el destino inexorable sea la participación en cualquier gobierno, de cualquier forma o en cualquier condición. Por otro lado, hay diversas formas de apoyar el cambio y de implicarse en el mismo y deberemos escoger las más adecuadas en función de varios criterios.

  El principal criterio es que el pacto alcanzado sea mínimamente satisfactorio. Lo que venimos planteando sobre el pacto entre los dos bloques, las prioridades programáticas, el ambiente, la viabilidad del proyecto…

  Otro criterio será la disponibilidad de recursos humanos propios o políticamente cercanos para estos menesteres teniendo en cuenta todas las tareas de las fuerzas de Izquierda-Ezkerra.

  Otro, enfin, el juicio que nos merezcan experiencias propias o ajenas al respecto; ésta debe ser una fuente de enseñanzas muy apreciada.

  Está, cómo no, la fuerza parlamentaria con la que se cuenta, la afinidad con los aliados para el cambio… 

- A expensas del pacto resultante que se negocia, participar o no en el gobierno tiene ventajas y problemas.

Ventajas claras: poder llevar a la practica tus políticas; conocer directamente la compleja realidad de la gestión; sacar adelante proyectos sociales o determinadas materias de la coexistencia y convivencia inter-identitaria; no dejar el campo libre al nacionalismo-vasco y especialmente a sus sectores más tibios en inquietudes sociales, máxime cuando cuentan con una representación claramente minoritaria en la sociedad; activar al bloque de las izquierdas no-nacionalistas ante el nacionalismo-vasco, abrir una nueva etapa que refleje mejor su peso real en la sociedad y que abra al mismo tiempo un periodo de colaboración con el nacionalismo-vasco (en lugar de la política de alianzas desarrollada por el PSN con el centro-derecha navarro-español, con quienes en principio existen bastantes menos afinidades; es cierto que el pacto socialista con el centro-derecha estaba muy condicionado por ETA; por eso, se impone un giro que antes resultaba muy difícil); experimentar directamente en un campo en el que dada la fragmentación del escenario electoral navarro, nos vamos a ver más implicados que en otras latitudes [necesitamos experiencias prácticas, pues el debate sobre estar o no en los gobiernos para las izquierdas no-nacionalistas va a ser más frecuente en nuestra comunidad]; dado el enfrentamiento tan fuerte en estos momentos con la derecha navarro-española no ceder el monopolio de la (aparente) firmeza opositora ante ella al nacionalismo-vasco; habría que tener razones de peso para justificar la ausencia del gobierno por parte de Izquierda-Ezkerra y de las izquierdas no-nacionalistas ante sectores sociales no-nacionalistas o ante sectores indecisos, que basculan entre unos y otros; si hubiera un pacto satisfactorio entre los dos bloques, sería muy difícil nuestra retirada de la primera línea.

- Ahora bien, también existen desventajas: tener un papel muy subordinado al nacionalismo-vasco o carecer de unos objetivos claros y de envergadura; reducir nuestro rol a ser la coartada del nacionalismo-vasco; que suponga una dedicación muy descompensada para nuestros escasos recursos; que nuestra mayor implicación gubernamental choque con políticas erróneas de envergadura; que no se vea clara su viabilidad, al contrario, que los riesgos de fracaso sean muy considerables.

Como vemos, tras este recorrido, concluimos en la suficiencia o no del pacto, en nuestros recursos, en tener o no proyectos de envergadura, en la viabilidad del gobierno, en la conveniencia o no en función de la competencia con otras fuerzas políticas…

Por ello, en función de estas variables habrá que determinar nuestra participación y nuestra implicación mayor o menor en el gobierno; en función de estos elementos habrá que estudiar otras posibles fórmulas de relación como es la de interlocución preferente con el nuevo gobierno, o simplemente la opción de votar a favor de la investidura exponiendo pública y claramente las razones de nuestra lejanía.

Es evidente que es fundamental abordar estas cuestiones de modo exquisito y buscando una buena empatía con IU.

- Los criterios generales aquí expuestos nos parecen perfectamente aplicables al Ayuntamiento de Iruña y también a otros ayuntamientos teniendo en cuenta, lógicamente, las realidades específicas de cada localidad. 

Nuevo escenario y nuevas perspectivas para Izquierda-Ezkerra, consulta a sus base 

- Los cambios que se han producido son considerables y debemos abrir una reflexión sobre las nuevas perspectivas para Izquierda-Ezkerra y para las izquierdas en general. Pero, a mi juicio, no es el momento de cerrar debates y extraer conclusiones definitivas, pues hay elementos decisivos de cara al futuro que no están despejados. Me refiero a la evolución que se producirá en Navarra y que analizaremos a continuación. Y sobre todo a las incógnitas procedentes de las Españas: la evolución que tenga IU-Federal, la evolución de Podemos, la evolución de las izquierdas nacionalistas, la evolución de las “Mareas” que han obtenido resultados muy brillantes en la mayoría de los casos y en algunas ciudades emblemáticas y que  ahora tienen el desafío de gestionar la vida municipal de su ciudad y la vida política interna de cada candidatura. Es razonable pensar que estas incógnitas no se despejarán como mínimo hasta que no concluya el ciclo electoral con las próximas elecciones generales; y seguramente hasta que no termine la crisis económica y social y no se asiente la nueva sociedad postcrisis en todas sus vertientes.

- En el contexto político de Navarra se van a producir cambios con una incidencia muy destacada: El gobierno y la alcaldía de Pamplona/Iruña presididas por fuerzas nacionalistas-vascas, aunque en el momento de escribir este texto todavía desconocemos las condiciones de los pactos, el peso de las izquierdas no-nacionalistas, las consecuencias de este evento. La irrupción de Podemos, cuyo impacto, orientación y papel desconocemos. Una reducción electoral del PSN y de su papel político notables; ignoramos cual será su orientación tras las elecciones generales hacia el nuevo gobierno y hacia el cambio, su política de alianzas… Se da una minorización de Izquierda-Ezkerra en el parlamento; si bien es contradictoria, pues pasa a tener un peso decisivo en la configuración del gobierno y del ayuntamiento de Pamplona, va contar con mayores posibilidades de gestión en bastantes lugares. Por todo esto, las ideas creativas que tenga cada cual, la capacidad para impulsar y desarrollar experiencias positivas le otorgarán una fuerza considerable en la nueva situación, que es mucho más abierta y estimulante para fuerzas como Izquierda-Ezkerra. 

- Un nuevo y estimulante escenario en el ámbito de las izquierdas no-nacionalistas para Izquierda-Ezkerra.

  Se abre un escenario distinto en la política navarra para Izquierda-Ezkerra. Las novedades principales son el desplazamiento del PSN y la constatación de un PSN minorizado, que deja un vacío nada desdeñable en el bloque de izquierdas no-nacionalistas. Y, por el contrario, la irrupción de Podemos y el ascenso de Bildu y de modo menos consistente de G-Bai.

  Este nos parece un hecho fundamental, pendiente de que sea confirmado por la experiencia, y que permite albergar esperanzas de que se abra un nuevo ciclo y la necesidad de proponer una nueva política de izquierdas por parte de Izquierda-Ezkerra:

  • Una política que establezca la línea ante el nuevo gobierno desde la ubicación en que finalmente se quede Izquierda-Ezkerra en el mismo.
  • Una política capaz de tejer una nueva alianza gubernamental con el nacionalismo-vasco en detrimento de la practicada por el PSN con el centro-derecha de corte navarro-español, que en parte estaba forzada por ETA.
  • Izquierda-Ezkerra deberá defender que esta alianza ha de regirse por el criterio de neutralidad, igualdad y libertad desde las instituciones comunes. Y habrá de oponerse, si se produce, a una política de asimilación por parte del nacionalismo-vasco desde dichas instituciones.
  • Al tiempo que deberá desempeñar un papel de puente, de integración entre ambas sensibilidades nacional-identitarias.
  • El cambio ha de ser particularmente exigente también para las políticas municipalistas. Es completamente necesaria una renovación a fondo del bagaje municipalista, que sirva de guía en la nueva situación, que enriquezca una gestión satisfactoria para la ciudadanía, que plantee y saque adelante un conjunto de reformas en diversas áreas, que desarrolle nuevas iniciativas sociales acordes con las demanda de la sociedad, que sean atractivas para incorporar nueva gente.
  • Y se hace necesaria, de igual forma, una adecuación de la acción social a la nueva situación de cambio y de modo especial a la nueva situación que va a dejar la crisis con cambios profundos en las estructuras sociales y en la juventud de las clases trabajadoras.
  • Izquierda-Ezkerra en la nueva alianza debe batallar para que haya una mano tendida hacia el PSN con el fin de que se incorpore a la misma.
  • Se abre también la oportunidad de desarrollar unas políticas sociales lo más avanzadas que sea posible como describimos en las prioridades. Este capitulo es central para atender las principales demandas de las izquierdas sociales de Navarra. Y, junto al apartado anterior, es capital para no ser colonizados por el nacionalismo-vasco.
  • Izquierda-Ezkerra deberá destacar más su singularidad, los perfiles propios: su carácter social, su vocación inter-identitaria, la primacía de los valores de izquierdas, la búsqueda de ideas y experiencias innovadoras sin ser esclavos del pasado. Y deberá exponerlos públicamente con la mayor claridad.

Por todo esto, se impone una reflexión profunda, un debate hondura en Izquierda-Ezkerra:

Batzarre apuesta por Izquierda-Ezkerra como instrumento preferente de estrecha colaboración entre las izquierdas; nuestro balance es netamente positivo; y al mismo tiempo, estamos abiertos a los cambios que depare el futuro.

Izquierda-Ezkerra debe adecuar su discurso, su orientación a los nuevos tiempos y a los nuevos problemas sociales que están emergiendo. Por ejemplo, la política de vivienda pública en alquiler tendrá que adquirir una envergadura bastante mayor, si se impone la precariedad salarial entre amplios sectores de la clase trabajadora.

Es necesario establecer y renovar un nuevo consenso entre sus socios.

La nueva situación, junto a la consolidación de la coalición, requiere cambios o reajustes en su construcción interna. Es necesario abrir nuevas vías en el funcionamiento de Izquierda-Ezkerra:

  • Abrir con más fuerza canales de comunicación, deliberación y decisión por los cauces tradicionales y por las redes sociales para los afiliados y simpatizantes desde Izquierda-Ezkerra.
  • Es necesario comunicarnos más y mejor con la sociedad y estudiar los medios para ello.
  • Es necesario intensificar la relación con las personas cercanas que desempeñan un papel relevante en diversos espacios en la vida política, cultural y social de Navarra.
  • Es necesario atender más y mejor a la juventud que ha sufrido la brutal crisis en primera línea y cuya expresión se percibe en el 15-M. 

- En este marco se sitúa la consulta que proponemos realizar a las gentes de Izquierda-Ezkerra. La consulta es un buen medio para resolver democráticamente las controvertidas cuestiones que venimos comentando. Y, además, pensamos que encaja perfectamente con el nuevo tiempo que se ha iniciado y que requiere abrir cauces más amplios de decisión, que reforzarán Izquierda-Ezkerra… En la experiencia de Batzarre las consultas amplias entre su cuerpo de afiliados y simpatizantes le ha permitido solventar bien problemas complicados, ha dejado un buen sabor de boca y en definitiva ha reforzado una buena unidad interna.

Planteamos que la consulta de Izquierda-Ezkerra sea con carácter vinculante y que cumpla varios requisitos: Ha de haber unas preguntas claras sobre el apoyo o no al gobierno, sobre nuestra participación o no en el mismo, sobre la forma de relacionarnos con él, sobre la necesidad o no de un pacto entre los nacionalista-vascos y las izquierdas no-nacionalistas. Se ha de constituir un censo reconocido y aceptado por las organizaciones locales de Izquierda-Ezkerra, formado por afiliados y simpatizantes que conformarán el cuerpo permanente de Izquierda-Ezkerra y con el que se establecerá una relación fluida mediante mecanismos de información, deliberación, decisión. Para que sea vinculante la consulta tendrá que participar más del 50% del censo. Se establecerá un reglamento concreto para cada consulta y serán determinantes las peculiaridades y los objetivos para cada una de ellas. En este sentido, cada consulta deberá ser acordada por las dos fuerzas coaligadas en Izquierda-Ezkerra y en cada caso se habilitará un modelo especifico de consulta conforme al tema de que se trate.

Y, obviamente, podrá haber consultas abiertas a toda la ciudadanía, cuando los temas en cuestión así lo aconsejen. Ahora bien, si deseamos conocer la opinión de las gentes de Izquierda-Ezkerra sobre apoyar o no al gobierno del cambio (y su opinión será decisiva), esa decisión no puede estar abierta a la ciudadanía del centro-derecha navarro-español que tiene intereses opuestos al mismo. Otro tanto podría suceder con el nacionalismo-vasco en este o en otros temas. Por eso, nos parece que cada tema a decidir requerirá un censo y un reglamento específicos que regularán su participación.

También nos parece de interés abrir foros de debate sobre los problemas del cambio con personas de todas las sensibilidades para romper el bloqueo actualmente existente especialmente entre la izquierda abertzale y el PSN. 

Posdata. Y para terminar, deberemos prestar la máxima atención a las posiciones o actitudes de los poderes fácticos económicos, mediáticos, culturales, religiosos, grupos de presión, etcétera de tipo navarro-español, así como a los poderes similares (aunque más débiles) de corte nacionalista-vasco. Deberemos observar su orientación, adaptación, presiones, condiciones que pregonan… y ver la reacción del nuevo gobierno ante ellos.