nuevatribuna.es, 15 de febrero de 2021.
Las elecciones del 14-F no han tenido la capacidad de pasar página en el conflicto catalán.
El primer lugar alcanzado por el PSC, en votos (23,0%) y escaños (33), no le permiten ser
el vencedor de las elecciones ni debilitar la hegemonía independentista.
El efecto Illa ha sido más que notable, lo catapulta al liderazgo de la oposición, pero no le
va a convertir en president de la Generalitat ni merma el espacio independentista, que
mejora sus posiciones gracias al avance de la CUP. Se presente o no a la investidura, Illa no
será el nuevo president. Los números dan para imaginar la opción de una alternativa
progresista al independentismo (en su variante tripartita o en la de un acuerdo entre ERC y
Comunes, con el apoyo externo del PSC), pero por mucho que se empeñe Comunes es una
opción inviable: ERC no va a dar un paso que cortaría el cordón umbilical con el
movimiento independentista del que se ha convertido en el representante principal en votos
(21.3%) y escaños (33), ni el PSOE puede apoyar un gobierno encabezado por ERC,
porque ofrecería más munición contra su posición política en el resto de España y daría aire
a la incómoda competencia que práctica UP desde el Gobierno de España.