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CAPÍTULO VII

“Y PANCHO VILLA NO FUE TESTIGO”  

- Que no me vengan a mí con esa mamada de que la globalización es la modernidá –. El Ruso no está enojado, así habla. Y, sin dejar de hablar, sigue preparando tortas.

- Cuál modernidá, a ver, dígame usted. Eso viene de mucho antes. A nosotros ya noshan tratado de globalizar desde hace 500 años. Primero los pinches españolistas, másluego los pinches gringos, más después los pinches franceses. Y ahora se juntan todos enbola para echarnos montón, junto con los japoneses–

El Ruso es indígena purépecha, pero vaya usted a saber por qué salió güero y alto. Pero güero de veras, no “güero oxigenado”. Aunque es originario de Michoacán, el Ruso tiene un puesto de tortas “salvadas” en Guadalajara, por el rumbo de la catedral cuya figura es símbolo de “la Perla de Occidente”. Para entender lo de “tortas salvadas”, hay que ver el puesto y a quien lo atiende. El ruso despacha con un delantal que dice “Salvavidas”, tiene un póster gigante de Pamela Anderson en “Guardianes de la Bahía” y un letrero grande en el que se lee “Nuestras tortas no están ahogadas, las salvamos a tiempo. Diga NO al FastFood”. Más abajo otro letrero advierte “Este puesto es chiva, no se acepta propaganda del América, ni de otras religiones”. Además de por güero, al Ruso le dicen el Ruso porque en el 68 fue a la Villa Olímpica, en la Ciudad de México, a buscar a la delegación deportiva de la URSS para pedirle apoyo para los presos políticos del movimiento estudiantil. Lo mandaron por un tubo y él empezó a gritar que todos eran unos pinches agentes de la CIA y que él, el Ruso, era más soviético que todos ellos porque él, el Ruso, un día le vendió tacos a León Trotski en Coyoacán. El Ruso estuvo preso 3 días en Lecumberri, “por faltas al espíritu olímpico y a la hermandad de los pueblos”, según dijo el juez.

Lo metieron por revoltoso y por revoltoso lo sacaron. No lo aguantaron. En esos días en la cárcel, el Ruso conoció al chino Feng Chu en una discusión política. Porque el Ruso será muy ruso pero es maoísta, y el Chino será muy chino pero es trotskista. Se pasaron dos días con sus noches discutiendo la naturaleza de la revolución mexicana, porque serían muy ruso el uno y muy chino el otro pero los dos eran mexicanos. Acabaron de muy cuates porque entró a mediar Adolfo Gilly, que estaba preso en Lecumberri desde 1966, con una exposición que después sería parte de su libro “La Revolución Interrumpida”. Al Ruso lo sacaron de la cárcel porque le dio una golpiza a un celador. Se necesitaron 6 custodios para controlarlo. Lecumberri no tenía mucho personal, así que era más fácil soltarlo que cuidarlo. El Ruso y el Chino se volvieron a ver en la Convención Nacional Democrática celebrada en agosto de 1994 en tierras zapatistas. Esa vez, después del aguacero, volvieron a discutir: el Ruso decía que los zapatistas eran maoístas y el Chino decía que eran trostskistas. La noche del 10 de agosto de 1994 hablaron con el Mayor Insurgente Moisés y con el Comandante Tacho y se hicieron simpatizantes del zapatismo. Han vuelto a coincidir en las distintas iniciativas zapatistas. Los dos trabajan en Guadalajara, Jalisco, en el occidente de la República Mexicana.

Frente al Ruso está ahora Elías Contreras, comisión de investigación del EZLN. Elías no habla, sólo come una torta. 

- Pinches gringos, nos robaron la mitad del país con una guerra, luego lo persiguieron a Pancho Villa pero se la pelaron, pero ahora se están robando la otra mitad de México con puras pinches hamburguesas transgénicas y hot dogs con residuos nucleares –.

El Ruso sigue preparando tortas y Elías comiendo de la suya.

- Y piches franceses que lo corretearon al Don Juarito Juárez que sí era un chingón, no como el charrito mocho ése que ahora se retrata con la foto de Don Juarito atrás. Pero Don Juarito se fue a la resistencia y los chingó a los franchutes.

Y luego los pinches japoneses con sus cacahuates, sus takechi y koyi, y su comida dulce –.

Un mordisco de Elías a su torta. 

- No, mi buen. ¿Cómo dijo que se llama en esta misión? Bueno pues, Elías, Elías Contreras. Seguro que el Sup le puso ese apellido. Yo conocí a un Contreras por allá de 1969, muy culero él porque hacía trampa en el dominó, llevaba un plumón y le hacía puntitos a las fichas y era un desmadre porque luego salían dos o tres mulas, sin agraviar.

La torta de Elías recibe otra mordida. 

- No, el Chino se fue para el DF. Creo que se le murió un pariente o un amigo, no lo sé. Pinches chinos. Primero nos chingaron con las películas de Bruce Lee, y luego con su comida rara, y ahora con esos pinches desarmadores que se rompen al primer apretón.

Elías da la penúltima mordida a su torta.

Ora que si quiere, espérese. Al rato llega la Chechenia porque le va a llevar estas tortas a los jóvenes altermundistas presos. A esos chavos los quieren quebrar y que se hagan mochos y se entren en el YUNQUE, pero con estas tortas que les mando con hartas vitaminas, hidrocarburos y minerales se van a resistir y ni madres que los quiebran. Ahí viene la Chechenia. ¡Qué pues mi Chechenia! Aquí el señor don Elías lo anda buscando al pinche Chino, quesque le trae un mensaje del Sup. Ya le dije que el Chino no está...

La muchacha, a la que el Ruso llama “Chechenia”, dirigiéndose a Elías:

-  No le crea al pinche ruso purépecha, yo me llamo Azucena. Me dice “Chechenia” porque quiere conmigo y alega coincidencias geográficas, pero no se le va a hacer. El Chino acaba de regresar del defectuoso, ahorita voy a verlo, si quiere le doy un aventón.

La torta desaparece en la boca de Elías. La servilleta es ya nostalgia mantecosa. El Ruso dirigiéndose a Elías:

 - Lo que pasa es que la Chechenia quiere con un intelectual y yo ya le dije que yo mero soy su intelectual orgánico y no transgénico –.

Azucena: – Nomás no te pierdas otra vez en la Glorieta de Minerva... ¡y no te acabes las tortas ni le vayas a dar ni una al pinche Chino!–

El Ruso, dirigiéndose a Elías: – Si lo ve al Sup, dígale que ya se deje de mamadas de cuentos y novelas, que ya nos diga qué sigue...–

La Azucena, con un altero de tortas “salvadas” y Elías Contreras, se pierde en la Glorieta de Minerva. ¡No manches!, dice la Chechenia quejándose de su extravío. Con disimulo, Elías se mira las manos y se las limpia en el pantalón. Después de 1 hora logran salir. Se estacionan a dos cuadras de “La Mutualista”. “Por si traemos cola”, dice Azucena. “Voy a entrar primero”, vuelve a decir Chechenia. Elías Contreras queda esperando en el carro. Al rato regresa Azucena. “Ahí está. Que lo espera en los lockers”. Elías no sabe qué cosa es “lockers”. Azucena explica: “son como unas cajas de fierro color gris con candado, hay un chingo en varias hileras, ahí va a estar el Chino”. Se despiden.

Elías entra a los baños públicos. En una banca, frente a varias “cajas de fierro color gris con candado”, está el chino Feng Chu. Elías y el Chino se saludan. El Chino pregunta cómo están todos. Elías dice que bien, que anda de comisión de investigación, y le entrega un sobre. El Chino lo abre y ve los documentos y una foto.

- Así que ustedes también están buscando al tal Morales... Parece epidemia. Allá en el monstruo me encontré a un dizque detective independiente que también lo anda buscando. A mí me mandó un fax un compa que ya está muerto. Yo conocí a un tal Morales cuando estuve en la cárcel. Un ojete. Pero no se parece al de la foto. Orita te escribo todo –.

Mientras el Chino escribe, Elías camina por las hileras de “lockers” como buscando algo. En uno de ellos, detrás de un cartel viejo que anuncia un acto en honor a Manuel Vázquez Montalbán en la Feria Internacional del Libro, despega un papelito. Elías lo lee y enciende un cigarro. Regresa a donde el Chino ha terminado de escribir. El Chino le entrega a Elías los papeles y la foto, le da la mano despidiéndose y le dice:

- Ahí lo saludas al Moy. Y si ves al Sup dile que ya se deje de mamadas de cuentos y novelas, que ya nos diga qué sigue.. .–

UNA HACKER EN LA UNIÓN AMERICANA

Paris, Texas, USA, Diciembre del 2004. Natalia Reyes Colás, 100% indígena ñahñú, siendo casi una niña se fue de mojada al otro lado en el 44, por ahí de la segunda guerra mundial, y se casó con un “bolillo” a los 20, al que mandó a la fregada porque le pegaba. Ahora acaba de cumplir 75 años y lleva 15 en eso del internet y la radiotransmisión. Leyendo y practicando se ha convertido en una Hacker respetada en la red, en la que usa el “nickname” de NatKingCole. Radio aficionada y experta en sistemas cibernéticos, esa madrugada de diciembre interfiere una señal del sistema de espía electrónica satelital llamada “Echelon”, al que lleva años siguiendo. NatKingCole “baja” la transmisión y la decodifica. Escucha y piensa: “Cabrones zapaistas, no se están quietos. Vamos a darles una ayudadita y que se chinguen los Halcones y Palomas”. Teclea con rapidez, cifra y añade un “atachment”, vuelve a teclear y la transmisión de Echelon se modifica. En el Centro de Escucha de Medina Annex reciben algo incomprensible: “Allá en la fuente había un chorrito, se hacía grandote, se hacía chiquito”. El operador, desconcertado, repite una y otra vez la cinta. Lentamente, el virus que será conocido posteriormente como “Pozol Agrio” invade el sistema operativo y se disemina por toda la red Echelon. Los técnicos tardan tres semanas en “limpiar” el sistema de las obras completas de Francisco Gabilondo Soler, alias Cri-Cri, cuya pertenencia ideológica no está en los archivos de la Agencia Central de Inteligencia. El “accidente” provoca que Bush reorganice sus servicios de inteligencia y el Departamento de Estado saca un boletín de prensa donde acusa a Al Qaeda y a Osama Bin Laden de “terrorismo cibernético”.

NatKingCole, conocida entre los exbraceros de Tlaxcala como doña Natalia, apaga la computadora, acaricia su gato Eulalio y le pregunta “¿Crees que nos hemos ganado unas cookies con leche tibia?”. Eulalio maulla. “Yo también”, añade Natalia Reyes Colás, neozapatista en Paris, Texas, USA, mientras abre la puerta del refrigerador.

LA MAGDALENA

A veces como que también el Dios se equivoca. El otro día andaba yo vuelteando por el Monumento a la Revolución, que sea que estaba reconociendo el terreno. Que sea para saber pá donde correr, que sea por si se ponía brava la cosa o el caso, según. Bueno, pues andaba yo por esos rumbos y había estado un buen de tiempo en un parquecito que se llama San Fernando, que está ahí nomacito de un cementerio. Y tardé frente a la estatua de mi General Vicente Guerrero, ésa donde viene escrito en piedra el lema del EZLN que es “Vivir por la Patria o Morir por la Libertad”. Y entonces se me hizo tarde y ya era noche ya. Y entonces me fui caminando por esa calle que se llama “Puente de Alvarado” y ahí nomás me paró la justicia, que sea los judiciales. Y entonces que me dicen que quién soy, que qué ando haciendo, que me caiga con lo que traigo y otras cosas que no muy entendí porque hablan muy otro esos judiciales. Y entonces ya me querían subir a la patrulla, pero que se acerca una muchacha con una falda bien rabona y una blusita, que sea que estaba bien encuerada y hacía mucho frío. Y entonces la muchacha los habló a los judiciales y ya me dejaron ir ya. Y entonces la muchacha se me acercó y se puso a platicar conmigo y me dijo que se llama Magdalena. Y entonces me preguntó que de ónde era yo porque hablaba muy otro. Y entonces yo, como vi que es buena gente porque me espantó a los judiciales, le dije que de Chiapas. Y entonces ella me preguntó si era yo zapatista. Y entonces yo le dije que no conozco qué cosa es zapatista. Y entonces ella dijo que claro se veía que yo sí era zapatista porque los zapatistas no andan diciendo que son zapatistas. Y entonces ella me dijo que ella había estado en el Frente Zapatista de Liberación Nacional, que sea el FZLN, pero que no muy le daba tiempo de ir a las reuniones. Y entonces ella me dijo que no es una ella sino un él. Y entonces, como muy no le entendí, ella se levantó la falta y ahí se miró su ése-cómo-se-llama haciendo bulto en su calzón. Y entonces yo le pregunté qué cómo era que es un él y se viste como una ella. Y entonces ella o él me contó que es mujer pero tiene cuerpo de hombre. Y entonces me invitó a su cuartito, que porque no había clientes, dijo. Y entonces en su cuartito me contó todo y que ella o sea él quiere ahorrar su dinerito para operarse el cuerpo de hombre y hacerlo cuerpo de mujer y que por eso estaba taloneando. Y entonces yo no muy entendí qué cosa es “taloneando” y ya me explicó. Y entonces se quedó dormida. Y entonces yo me acomodé en un rincón con mi chamarra y una su cobija de la Magdalena que me emprestó. Y no dormí porque estuve pensando que a veces el Dios también se equivoca, porque a la Magdalena, que es mujer, la puso en cuerpo de hombre. Y entonces al otro día tomamos cafecito ya tarde porque la Magdalena no se alevantó luego. Y entonces yo le platiqué de la lucha zapatista y de cómo estamos organizados los pueblos en resistencia y ella estaba muy contenta escuchando. Y entonces yo no le dije que andaba de comisión de investigación y ella no preguntó qué ando haciendo en el monstruo, que sea en la Ciudad de México. Y entonces yo lo miré que es buena compañera porque es discreta y no pregunta qué ando haciendo. Y entonces ella me dijo que si me hacía falta podía quedarme en su cuartito el tiempo que quisiera. Y entonces yo le di gracias y aluego salí y le compré un su ramo de rosas rojas y se le di y le dije que cuando gánemos la guerra íbamos a poner un hospital para enderezar todo lo que le había salido chueco al Dios. Y entonces ella se puso a chillar, que sea porque nunca le habían dado flores, creo. Y entonces un buen rato estuvo chillando. Y entonces ya luego se fue a talonear. Y entonces yo me fui a buscar su trabajadero del Belascoarán.

FRAGMENTOS DE LA CARTA DE ALVARO DELGADO, PERIODISTA DE LA REVISTA MEXICANA “PROCESO”, AL SUBMARCOS (fecha: finales del 2004)

“Es indudable que hay una liga entre el YUNQUE en México y cuando menos una organización de corte fascista en España, llamada “Ciudad Católica”. Esta última se mantiene aún fiel al franquismo y es detractora rotunda de la democracia.

El fundador del YUNQUE, Ramón Plata Moreno, (fue asesinado en 1979, supuestamente a raíz de una delación interna) tenía como héroe a José Antonio Primo de Rivera, jefe falangista español. Además de en España, el YUNQUE mantiene también relaciones con organizaciones de ultraderecha en Francia, Argentina, Brasil y Perú. Todo lo referente al YUNQUE tiene un tufillo al oscurantismo de la Edad Media y a la persecución de las ideas”.

 “En el gabinete foxista abundan miembros del YUNQUE. Algunos ejemplos: Emilio Goicochea Luna (alias Jenofonte), secretario particular de Fox (además es jefe nacional de los boy scouts); Guillermo Velasco Arzac, ideólogo de Fox y de Marta Sahagún; Ramón Muñoz Gutiérrez (alias Julio Vértiz), jefe de la Oficina de la Presidencia para la Innovación Gubernamental y, junto con Marta Sahagún, el poder tras el trono; Enrique Aranda Pedrosa, director de Notimex; Martín Huerta, secretario de seguridad pública federal; Alfredo Ling Altamirano (alias Daniel Agustín) en el Instituto de Acceso a la Información; Luis Pazos, director general de Banobras y famoso por haber desviado fondos federales a PROVIDA de Jorge Serrano Limón. En el PAN, Luis Felipe Bravo Mena (presidente nacional), Jorge Adame (senador), Manuel Espino Barrientos (secretario general); Juan Romero Hicks (alias Agustín de Iturbide) actual gobernador de Guanajuato, entre otros”.

“No sólo el MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación) es una careta del YUNQUE, también lo son las organizaciones Vanguardia Integradora Nacionalista (VIN), Frente Universitario Anticomunista (FUA), Movimiento Cristianismo Sí, Consejo Nacional de Estudiantes (CNE), Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC), Asociación Nacional Cívica Femenina (ANCIFEM), Comité Nacional Provida, Movimiento Testimonio y Esperanza, Comisión Mexicana de Derechos Humanos, Alianza Nacional para la Moral, A Favor de lo Mejor, Coordinadora Ciudadana, Guardia Unificadora Iberoamericana (GUIA), por mencionar algunas. Los Legionarios de Cristo del Padre Maciel surgen en forma casi paralela, así que es probable que tengan qué ver entre sí”.

“Aunque, como en lo que se refiere a la izquierda, la derecha no es una, única e indivisible (existen diferencias e, incluso, confrontaciones), la ultraderecha en México tiene poder real y actúa para expandirse en todos los ámbitos políticos, sociales y culturales”.

“Ignoro si hay un tal Morales en su estructura, pero es claro que el YUNQUE, también llamado “el ejército de Dios”, tiene una estructura paramilitar y sus reuniones de adoctrinamiento tienen disciplina militar. Una de sus ramas se llama “Cruzados de Cristo Rey”. El YUNQUE se ha esforzado por ligarse al ejército, pero no tengo todavía datos que lo vinculen a la formación de grupos paramilitares”.

“Le mando mi libro “El Ejército de Dios. Nuevas revelaciones sobre la extrema derecha en México” de Editorial Plaza y Janés. En él encontrará más datos escalofriantes”.

COSA FACIL

“No se puede vivir / con una muerte dentro / hay que elegir / entre arrojarla lejos / como fruto podrido / o al contagio / dejarse morir”.

Así empezaba el comunicado de la finada Digna Ochoa y el finado Pável González. Es parte de una poema de una señora que estaba con los jodidos y que se llamaba Alaide Foppa. La poema se llama “La Sin Ventura”. Del comunicado ése yo sabía que iba a salir el día 6 de enero. Porque arresulta que un día lo vi al compañero Alakazam, que es un mago, que sea uno que aparece y desaparece cosas y adivina el pensamiento. Y entonces el Alakazam me dio un mensaje de que ya fuera a buscar al Chino onde ya sabía yo, dijo, y me entregó unos papeles para que se los mostrara al Chino y que él me dijera su pensamiento, que sea que el Chino me dijera su pensamiento. Y entonces me fui para Guadalajara pero no llegué directo onde el Chino, sino que primero lo busqué al Ruso. Y entonces estaba comiendo tortas con el Ruso y se llegó una ciudadana, que sea una compañera de Guadalajara, que se llama Azucena y ella me llevó con el Chino. Y entonces lo hablé al Chino y le di a mostrar los papeles y una foto que me había mandado el Sup con Alakazam. Y entonces, mientras el Chino escribía su pensamiento, yo me di una vuelta y busqué algo que tuviera qué ver con Don Manolo, que sea con Manuel Vázquez Montalbán. Y entonces encontré un cartel que decía su nombre de Don Manolo. Y entonces, detrás del cartel encontré un papelito que decía “Lo de los finados sale el día de reyes, cuando tengas los papeles velo al refesquero”. Yentonces yo entendía que mero ese día 6 de enero iba a saber ónde mero iba a encontrar los papeles para la investigación que íbamos a hacer con el Belascoarán, aunque entonces yo no sabía si el Belascoarán le iba a entrar o se iba a arrugar como saladito. Después de regresar de Guadalajara, fui a buscar su trabajadero, que sea su oficina del Belascoarán, asegún la tarjetita que me dio la Mamá Piedra, que sea Doña Rosario Ibarra de Piedra. Yo ya sabía más o menos cómo era el Belascoarán porque el Chino escribió en su pensamiento cómo era. Y entonces me fui para la calle ésa de Donato Guerra y me hice pato un buen tiempo para ver si había vigilancia y a ver si aparecía el Belascoarán. Y entonces, ya tarde, entró el Belascoarán a un edificio cargando unas coca colas. Y entonces yo claro supe que era el Belascoarán porque está choco, que sea que le falta un ojo. Además está renco, que sea que tiene una pata que no muy camina bien. Y entonces como quiera me esperé otro buen tanto de rato porque qué tal que hay varios chocos y rencos en la calle de Donato Guerra casi esquina con Bucareli, allá en el monstruo. Y entonces lo miré que no hay otro. Y entonces pensé que ése era el Belascoarán porque estaba choco y renco, como me escribió el Chino. Y cargaba coca colas, así que tras que por eso el Sup le decía “el refresquero”. Y entonces les cuento que el Belascoarán es como de mi vuelo, que sea como de mi vuelo cuando yo todavía no estaba finado. Que sea que debe andar por entre 50 años entrados en 60. Y entonces yo lo pensé que así como está, choco y renco, pues rápido lo iban a mirar. Y entonces pensé que lo tenía que ver en un lugar con harta gente, porque así entre la plebe pues no lo iban a mirar mucho. Y entonces yo creo que ahí duerme el Belascoarán, que se en su trabajadero, porque yo me fui ya tarde y nomás no salió. Y entonces al otro día lo estuve pastoreando desde temprano. Y entonces como al mediodía se salió y yo rápido me metí al edificio. Y entonces la subí la escalera y lo busqué su trabajadero. Y entonces encontré una puerta que tenía un letrero que decía “Héctor Belascoarán Shayne, Detective; Gilberto Gómez Letras, Plomero; Carlos Vargas, Tapicero; Javier Villarreal, Ingeniero no sé qué”.

Y entonces pegué la oreja. Y entonces escuché que alguien estaba cantando ésa que dice “de piedra ha de ser la cama, de piedra la cabecera, la mujer que a mí me quiera, me ha de querer de a de veras” y se le iba chueca la tonelada cuando cantaba el “ay, ay”. Y entonces toqué la puerta. Y entonces le dejé un recado al Belascoarán, se lo dejé con un señor que se llama Carlos Vargas que se dedica a despanzurrar sillas. Y entonces el recado estaba en un sobre y adentro le puse una mi tarjeta con estas palabras: “Lo espero en la tumba de Villa. El día de reyes. A las 2300 hora del frente de combate suroriental ”. Y entonces así hice porque en el Monumento a la Revolución había un chingo de gente que estaba paseando con la familia y comiendo “garnachas”, que sea que son como unas comidas con harta manteca que mucho les gustan a los ciudadanos y yo ya probé y sí están un poco sabrosas. Y entonces, entre la gente y las garnachas, pues no muy se iba a notar el Belascoarán choco y renco. Y entonces el día 6 de enero lo compré el periódico que se llama “La Jornada” y lo miré que no venía nada de comunicado. Y entonces los busqué al Andrés y a la Marta para ver si no sabían nada del comunicado. Y entonces ya estoy un poco bastante preocupado porque si no salía el comunicado entonces no iba a saber ónde mero recoger los papeles que eran para mostrar al Belascoarán y entonces yo iba a hacer un papelón si llegaba sin los papeles a verlo al Belascoarán. Y entonces el Andrés y la Marta se pusieron a picarlo a un aparato que se llama computadora. Y entonces, como a la 4 de la tarde hora de Fox, que sea como a las 5 de la tarde hora del frente de combate suroriental, el Andrés me dijo que en Alemaña ya habían recibido el comunicado. Y entonces yo pregunté ónde mero queda la Alemaña ésa. Y entonces la Marta me enseñó una mapa y lo miré que la Alemaña queda bien lejos. Y entonces pensé si a poco el Sup se fue para Alemaña. Y entonces el Andrés y la Marta me explicaron que no, que lo que pasa es que el comunicado lo mandan del Centro de Información Zapatista para todo el mundo y que seguro ya lo tienen en La Jornada pero que lo publican hasta el otro día. Y entonces yo pensé que ya me fregué. Y entonces el Andrés y la Marta lo picotean otra vuelta la computadora y dicen “ya lo tenemos”. Y entonces lo vuelven a picotear y ya se imprime el comunicado. Y entonces ya me puse un poco contento porque ya lo tengo el comunicado. Y entonces lo tengo que ver rápido ónde voy a recoger los papeles. Y entonces mi trabajo era leer con atención el comunicado porque que sea ahí el Sup me mandaba decir ónde mero tenía que recoger un mensaje. Entonces lo que hice fue que leí bien y entendí que tenía que ir a la biblioteca de la UNAM, que sea allá en la Ciudad Universitaria del monstruo y ahí buscar el libro de la señora Foppa y mero onde está la poema ése, entonces ahí iba a estar su mensaje del Sup. Y entonces lo que hice fue agarrarme un metro para irme rápido hasta la Ciudad Universitaria.

Que sea CU que le dicen. Pero arresulta que el metro no tedeja mero en CU sino que nomás te avienta en la orillada. Y entonces pues me fui preguntando y caminando un buen de tanto. Y entonces, aunque ya eran como las 6 de la tarde hora de Fox, onde quiera había jóvenes y jóvenas con libros y mochilas. Muy alegre la CU que le dicen. Por fin me llegué hasta onde mero está una casa que se llama “Filosofía y Letras” y onde haymucha plebe y venden muchas películas en cidi bien baratas. Pero no ahí es la biblioteca central, según me dijo una jóvena muy morena que estaba preguntando si tienen una película que se llama “Alicia en el Subterráneo” o algo así, y no la tenían la película. Y entonces la muchacha muy morena me señaló ónde mero queda la biblioteca, que sea ahí nomancito. Y entonces entré y pregunté si tienen libros de Alaide Foppa y me dieron uno que se llama “Poesía”. Y entonces lo busqué la poema que se llama “La Sin Ventura” que está un poco largo y que habla de una señora que estaba muy enamorrada y se le muere un su marido y ella queda triste porque mucho lo quería

Y entonces la poema ése empieza en la página 87 y cuando llegué a la página 110 encontré la parte que puso el Sup en el comunicado de los finados Digna y Pável. Y entonces en esa página estaba una llavecita y un papelito que sólo decía “Central de Autobuses del Norte”. Y entonces yo entendí clarito que tenía que irme para ese lugar a buscar los papeles que se necesitaban para mi trabajo de comisión de investigación. Y rápido me fui porque ya eran la 7 de la noche hora de Fox, que sea las 2000 hora del frente de combate suroriental. Y entonces estoy un poco bastante preocupado porque sólo me quedan 3 horas para verlo al Belascoarán. Y entonces me volví a agarrar el metro que iba bien lleno de gente y llegué a la Central de Autobuses del Norte como a las 2130 hora del frente de combate suroriental, que sea las 8:30 de la noche hora de Fox. Y entonces pensé que ónde mero voy a buscar. Y entonces me acordé de los cajones de fierro ésos que estaban onde trabaja el Chino. Y entonces pensé que la llavecita era para abrir uno de ésos. Y entonces ya los encontré los cajones de fierro. Y entonces lo miré que son muchos y ni modo de estar probando la llavecita en todos, que sea que tal que piensan que ando de robador. Y entonces me senté un rato a leer otra vuelta el comunicado. Y entonces me di cuenta que la poema que venía al principio tenía 7 líneas. Y entonces rápido lo supe que la llavecita era para abrir la caja de fierro que tuviera el número 7. Y entonces abrí y sí, ahí estaba un sobre un poco doble porque tenía hartos papeles. Y entonces ya me puse un poco bastante contento y me lancé en el metro hasta la estación que se llama “Hidalgo” para irlo a esperar al Belascoarán. Y entonces sí me llegué a tiempo para verlo al Belascoarán. Y entonces que sea que ésa fue un caso o cosa fácil, ¿qué no?

UN SOMBRERO

Me puse un sombrero. Pero no un sombrero como los que usamos acá, no. Este era un sombrero ciudadano, como rabón del ala y con una tela muy bonitilla, calientita. Me lo dio el Sup, me dijo que se lo había regalado su papá hace muchos años, cuando él todavía era ciudadano, que sea cuando el Sup era ciudadano. “Te va a servir”, me dijo el Sup y sí un poco me sirvió porque hacía frío en el monstruo, que sea en la Ciudad de México. Con el sombrero me fui para el Monumento a la Revolución. Había bastante gente, que sea familias, que estaban en la feria y tomándose fotos con los reyes magos. En medio de la bulla, lo seguí al Belascoarán, que se detuvo a encender un cigarro frente al hotel ése muy pupurufo que se llama Meliá. Se miró claro que él también estaba viendo a ver si traía cola, pero no traía. El Belascoarán se atoró con la plebe que estaba hecha bola frente a la casa del ISSSTE, así que yo me adelanté y lo esperé frente a la tumba de Pancho Villa. Cuando llegó, lo miré en su ojo choco y le dije nomás: encendí un mi cigarro de los que le decimos “alacranes”. El sacó un cigarro que clarito lo miré que es de los que se llaman “delicados”, lo prendió y dijo:

–No era bolo. Lo mataron porque staba con los jodidos–.

Nos quedamos un rato callados, nomás fumando, mirándonos. Me dio buen aire el Belascoarán ése, así que le di la mano y mi tarjeta diciéndole: Elías, Elías Contreras. Comisión de investigación –.

El me dio la mano y su tarjeta diciéndome: 

- Héctor Belascoarán Shayne, detective independiente –.

Después me estuvo platicando que el finado Pancho Villa no estaba enterrado onde estaba enterrado sino que el susodicho... Que sea que la palabra “susodicho” se dice cuando uno está hablando del alguien ya de antes y para no estar vuelteando con el nombre de alguien, que sea que en este caso o cosa el alguien es Pancho Villa y entonces cuando digo “el susodicho” estoy diciendo Pancho Villa, pero no siempre, que sea depende de cuándo se usa, que sea que está muy revuelto, pero como es una palabra nueva que aprendí pues la estoy usando pero no mucho porque de por sí tengo muy revuelto mi pensamiento. Y entonces pues que tras que el susodicho, que sea el Pancho Villa, estaba enterrado saber ónde y en su lugar estaba difunteada una señora. Y el Belascoarán me estaba contando eso del muerto susodicho que andaba por otro lado y no ónde todos creían que andaba. Y entonces, después de otro tanto hablando, yo le dije:

–Ando buscando al mal y al malo.

Ahí lo ves si también le entras o según cómo es tu pensamiento–, y le pasé la carpeta con los documentos que me mandó el Sup. El Belascoarán los miró rápido, tiró el cigarro y dijo, muy claro: - Le entro –.

Y entonces yo me puse un poco contento porque qué tal que dice que no le entra y entonces de balde dí mi vuelta al monstruo, que sea a la Ciudad de México. Y entonces quedamos de vernos otro día, ya que él los hubiera visto despacio los papeles, para ponernos de acuerdo de trabajar coordinadamente que sea de acuerdo ambos dos, él y yo. Nos despedimos, pero antes de irse él me preguntó si no necesito algo. Yo le respondí:

- Si, no sé ónde mero se consigue pozol aquí en el monstruo, que sea en la Ciudad de México. Y también necesito un refresco que se llama “Chaparritas El Naranjo”, uno de sabor uva –. 

-Voy a ver, ahí te digo luego–, dijo el Belascoarán.

Nos fuimos. La bulla seguía. En su cuartito de la Magdalena le escribí un pequeño informe al Sup.En unos días me respondió:

- ”Enterado del encuentro con el refresquero. Hay que volver a verlo para ponerse de acuerdo en la investigación. Acá estamos un poco bien, riendo con las tarugadas que dijo el Fox en su visita acá. Por si no lo has escuchado en las noticias, dijo la misma burrada que dijeron Hernán Cortés, Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Maximiliano de Habsburgo, los gringos Polk, Taylor, Pershing y Eisenhower, Porfirio Díaz, Gustavo Díaz Ordaz, Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, o sea que dijo que prácticamente somos cosa del pasado. Luego, cuando acabe de reírme, te mando más información que me llegó. Un abrazo y feliz año nuevo.

Desde las montañas del Sureste Mexicano. Subcomandante Insurgente Marcos.

CAPÍTULO VIII

UNA NOCHE CON MORALES

 

Del encuentro con el investigador zapatista Elías Contreras, tres cosas se habrían de quedar en la memoria de Héctor Belascoarán Shayne: El súper desmadriento caos de aquel Monumento a una Revolución perdida controlado por Reyes Magos y fritangas, la cara del enviado Contreras cuando mencionó la virtud comparada de Pancho Villa y Emiliano Zapata y “los expedientes Morales” que los zapatistas le habían hecho llegar. Las tres cosas juntas se quedaron en su alma.  El Monumento a la Revolución de la ciudad de México nació como un monstruo para mayor gloria del poder pofiriano, la revolución de 1910 lo dejó a medias y así se quedó hasta el inicio de los años 30, cuando fue reciclado para ser un grandilocuente monumento a la fenecida lucha armada. En los pies de sus columnas se encuentran los restos de Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y supuestamente los de Pancho Villa, personajes que frecuentemente se encontraron en campos opuestos y que sólo la magia pragmática del PRI, con la cual la historia se volvía material de uso y legitimación de su poder, podía reunir en un mismo suelo. Habría que recordar que Villa combatió a Carranza, que Calles participó en el asesinato de ambos y que Cárdenas ordenó la expulsión de México de Calles. Aún así, todos juntitos. Los habitantes del DF atribuyen a estos entierros incómodos el exceso de temblores que sacuden la ciudad con excesiva y maligna frecuencia.  Esta vez estaba poseído por carruseles, caballitos, taquerías, juegos de bolitas, carreras de caballos de metal, puestos de artesanía y centenares de Reyes Magos, con tenderete y fotógrafo, la única forma de monarquía asumida popularmente por el México republicano. Y esas horas de la noche, cumbias, norteñazo balín y el chucachuca del tropical más pinchirriento, y a todo volumen, en medio del olor de las manzanas con caramelo y los algodones de azúcar.  El centro del monumento no estaba invadido por la fiesta de Día de Reyes y en la sombras Belascoarán avanzó hacia el personaje con sombrero gris que estaba al pie del mausoleo de Pancho Villa y con el que, curiosamente, habría de identificarse con un formal intercambio de tarjetas.

 

  - ¿Usted sabe que ahí donde dicen que está Pancho Villa no está Pancho Villa? –preguntó Belascoarán  señalando la muy oficial tumba.

 

  - ¿Y a quién pusieron en lugar del susodicho? –repreguntó Elías Contreras.

 

 - Verá, está medio complicado, pero está divertido. En noviembre de 1976 al presidente Echeverría se le ocurrió ponerse una pluma más en su sombrero y ordenó que se trajeran los restos de Villa de Parral para enterrarlos con honores militares en esta pata del monumento. Pero resulta que ya en 1926 habían violado la tumba de Villa para robarle la cabeza, que nunca apareció y una de las viudas...

  - ¿Tenía más de una?

 - Oficiales, tres, pero reales como 25... Pues una de las viudas, para que no fueran a seguirle robando cachos a los restos de mi general, lo había sacado de la tumba y lo había movido ciento veinte metros más para allá en el mismo cementerio de Parral, y fue unos años después que una señora que se iba a curar a Estados Unidos de cáncer murió en Parral y aprovecharon para enterrarla en la vieja tumba de Villa. Por eso, cuando abrieron la fosa en el 76, con un antropólogo presente, alguien le hizo la observación al ejército de que ese muerto tenía cabeza, y curva de pelvis femenina, pero los encargados lo mandaron al diablo, ellos tenían misión y a la chingada; si Villa tenía cabeza o no, y pelvis de mujer, valía madres. Y con honores militares, en un armón descubierto con alumnos del Colegio Militar en uniforme de gala, se lo trajeron para acá y aquí enterraron a la ñora y todos los años le hacen honores y le suenan la trompeta y el clarín. Que bien merecido lo tiene la señora por andarse yendo a morir a Parral.

 - ¿Y Villa?

 - No, pues Villa se les escapó de nuevo.  El sorprendente personaje, con un sombrero antediluviano arriba del pelo parado, se le quedó viendo a Belascoarán fijamente.

 - ¿Usted seguro ha de pensar que Emiliano Zapata era mucho más chingón que Pancho Villa? –preguntó Belascoarán para darle una medida de aceite al compañero zapatista. 

 

Elías Contreras no sólo lo pensaba, sino que no entendía como alguien inteligente podía tener alguna duda. Miró a Belascoarán preguntándose que clase de nauyaca lo había picado quitándole el seso.  Para impedir que le dijera que Villa era muchísimo mejor que Zapata, lo que daría por muerta la relación, porque el sup le había dicho que si el Belascoarán estaba medio pendejón, lo dejara tirado, Contreras le tendió el sobre.  Héctor tomó el paquete y vio en la carátula escrito en mayúsculas: “Morales”. Eran varios fólders, una serie de expedientes sobre un “tal Morales”. La sorpresa casi lo paraliza. No sabía si reírse o volverse budista. ¿A poco Juancho el Bin Laden iba a ser real? ¿Estaban también los zapatistas tras las huellas de “Morales”? ¿Cree usted en las coincidencias? “Es en lo único que no creo”. ¿Cree usted en la casualidad? “Nomás cuando no existe”. 

 

El zapatista Conteras, muy serio, le dijo entonces:

 

 - Ando buscando al mal y al malo. Ahí lo ves si también le entras o según como es tu pensamiento.

 

- Le entro –dijo Belascoarán sin dudarlo.  Héctor Belascoarán no creía en los complots, había vivido en demasiados de ellos para acabar de creérselos. Era un mexicano sujeto a la definición mexicana de paranoico: “un ciudadano con sentido común que dice que lo andan persiguiendo unos tipos que realmente lo andan persiguiendo”. Tampoco tenía una versión simplista del asunto. Su hermano Carlos, el militante eterno de la familia, decía que, paradójicamente, el marciano Héctor era un marxista existencial, de esos que piensan que el ser social acomoda la conciencia; que Alí Babá de tanto andar con los 40 ladrones de rola se había vuelto uno de ellos y priísta. Héctor pensaba en que a fuerza de ser silla termina gustándote que te pongan el culo encima. Tampoco creía en la maldad natural de los gobernantes. Pensaba que a fuerza de serlo terminas siendo un hijo de la chingada, y que la estancia en el poder crea la obsesión por la perpetuación del poder, y cuando el poder político se acaba, queda el poder del dinero y esa es la otra forma del poder, y que por eso había tantos cajones abiertos donde meter la mano, tantos abusos, y que para mantener en pie el país que les gustaba, los gobernantes de México de los años recientes habían establecido una especie de ley suprema de la nación que nunca se hizo pública, que estaba escondida en el supremo clóset del supremo jefe, y que decía cosas como “El único principio de subsistencia es el principio de autoridad” y “Una vez que tu moral se fue por el desagüe, lo mejor es ser rata” y “La revolución nos hará justicia” y “Uca, uca, el que se lo encuentre se lo emboruca”, y “Este es el año de Hidalgo, chingue su madre el que deje algo” y “Usted me rasca la espalda a mí y yo se la rasco a usted”. Héctor creía que México había sido en los años anteriores un país esencialmente injusto, dominado por el abuso del poder, la arbitrariedad, la violencia contra los desamparados, y últimamente por la mediocridad, la mochería, la maldad y el mal gusto. 

 

Pero cuando leyó por encima el “expediente Morales” estuvo a punto de que la boca no se le acabara de cerrar y que el cigarrillo que traía entre los dedos se los quemara. Aquello era demasiado. Aquello era el álbum Barbie y Ken del abuso del poder. Era la justificación de la idea de que el sistema le había pagado mordida al demonio.  El paquete contenía los papeles de Manuel Vázquez Montalbán, una foto enigmática, una hojita mecanografiada titulada “Los negocios del temblor”, el folleto negro de la brigada blanca, algunos comunicados de la comandancia de Ejército Zapatista, el resumen de una conversación entre Marcos (¿?) y alguien llamado “garganta profunda” y una escueta nota del subcomandante que decía: “Reciba el saludo de todos nosotros y el mío personal. Hace unas semanas llegaron hasta nuestras manos unas notas del escritor Manuel Vázquez Montalbán, encontradas por su hijo entre sus papeles tras su muerte, que nos llamaban poderosamente la atención sobre un personaje al que él llama “Morales”. Desconocemos cómo fue la investigación en Barcelona que generó esas notas. No sabemos si eran notas para una futura novela o algo muchísimo más serio, o ambas cosas. Dado que parece un rompecabezas detectivesco, se me ocurrió que quizá usted estuviera interesado en ayudarnos a desentrañarlo. Sobra decir que el personaje, si existe, puede ser extremadamente peligroso. Si usted acepta colaborar en la investigación, el compañero Elías Contreras será su enlace permanente con nosotros. En caso contrario le rogaríamos la máxima discreción. Un abrazo desde las montañas del sureste mexicano, Subcomandante Insurgente Marcos.” 

De todos los posible escenarios había elegido su oficina y la mitad de la noche, quizá porque para extender ante sí todos los papeles necesitaba de los escritorios del Gallo Villarreal, de la mesa de trabajo del plomero Gómez Letras y de los sillones desvencijados de Carlos Vargas. Trató de ordenar el material y sumarle los datos por él conocidos; poner todo en orden y perspectiva. Perspectiva, esa dama a la que le había perdido la costumbre. 

 

Hacia el final del 68 un ex guerrillero, de unos 25 años, traiciona a su gente, incluida su ex mujer y se vuelve ¿aliado, informante, agente? de los servicios secretos del gobierno mexicano (según el Muerto que Hablaba) Este hombre comparte celda en la cárcel con Jesús María Alvarado y con Fuang Chu Martínez tratando de sacarles información (según el chino). Se hace llamar “Morales”. Pero no existen huellas de su paso por la cárcel, a lo más una foto en la que se ve a un joven de nariz afilada, muy flaco y con lentes de miope. De unos 25 años máximo. Ese personaje asesina a Jesús María  Alvarado cuando éste sale de la cárcel en 1971 (dice el chino)  En años posteriores estará (¿puede estar?) relacionado con la Brigada Blanca (según los papeles de Vázquez Montalbán) en la etapa de la guerra sucia. En el cuadernillo titulado “el folleto negro de la brigada blanca”, un escrito anónimo, mecanografiado, de ocho paginitas, impreso en un arcaico mimeógrafo con una carátula azul pálido se registra un poderoso catálogo de horrores respecto a esta organización policiaco-militar nacida en el 74 siendo Luis Echeverría presidente de México. Una organización trans secretarial, entre el ejército y la Secretaría de Gobernación, dedicada a acabar como sea con las incipientes guerrillas urbanas. Y se valía todo, más allá de cualquier ley: secuestros, asesinatos, torturas. La dirige un tal Nazar Haro. Un brevísimo comentario en el folleto, que contaba varias operaciones de esta “Brigada Blanca” parecía dar cuenta de la presencia de Morales en ella, estaba subrayada con lápiz rojo una línea: “entre los torturadores se encontraban Morales, el agentes Urteaga y una madrina de apellido Canseco”, nada más  En los papeles de “garganta profunda”, una nueva mención: cuando se torturaba en la Brigada Blanca, “el tal Morales era de los que tomaban nota (...) cuando Nazar cae de la gracia de sus jefes, el tal Morales se esfuma, pero con una copia sin editar de los archivos de la Dirección Federal de Seguridad, Los archivos verdaderos, no los que hicieron públicos“.

 

Belascoarán escribió “1983” como la fecha probable del desvanecimiento de Morales. En su pasado la fecha estaba más o menos clara.  Luego existía un breve vacío y se podía meter después los datos de la hojita mecanografiada que parecía un fragmento de la transcripción de una grabación decía textualmente: “lo que me contó Gustavo Arce, que formaba parte de una de las brigadas que los estudiantes de antropología hicieron para pararlos a estos güeyes, porque después del temblor trataron, sobre todo en el centro, de aprovechar las grietas y los hundimientos, para derribar las casas y sacar a la gente a patadas para luego construir lo que les diera su chingada gana, y llegaban los granaderos con órdenes de desalojo dizque por seguridad de la misma gente, ¿no? Y ahí las brigadas de los estudiantes del INAH los pararon porque ponían sellos en los edificios que decían: edificio catalogado, ¿no? Como monumento histórico. No se puede derribar sin permiso del Instituto de Antropología. Y junto con los vecinos los paraban.  Era de la chingada, unos cabrones especulando con la desgracia de la gente, y el que coordinaba la operación con la policía y con los dueños de los edificios, era un tal Morales, el señor Morales. Gustavo, que habló muchas veces con él, se gritoneó con él, dice que era un sapo, un pinche cínico, como de 50 años, que cojeaba un poco y traía unos anillos con piedrota roja en el meñique y en el anular de la mano izquierda. A mí luego me dio curiosidad ese Morales, porque no era parte del gobierno del DF. Y luego que se asentó todo, ya no lo vieron en el Centro Histórico.

 

Yo pregunté por él y nadie me dio razón, pero mandaba en cuadrillas de la Secretaría de Obras Públicas del gobierno del DF, y en oficiales del cuerpo de granaderos como si fuera su meritito padre. Cuando yo quise escribir de esto, ya no andaba por ahí, aunque Laura, la de la Unión de Damnificados también me dijo del Morales éste, y se acordaba que tenía bigote y canas en las sienes. Poca cosa, ¿no? Bueno...”  Había pues que situar a Morales en septiembre de 1985 en la ciudad de México cuando el temblor de los 8.1 grados en la escala de Richter. Nomás que era un Morales de “como 50 años”, mientras que el Morales de Alvarado y la Brigada Blanca no tendría más de 35-38. ¿Era el mismo Morales avejentado? Quizá. Nadie era bueno para calcular edades. En esto de sacar la edad, como bien había demostrado María Félix, que cumplió 50 años tres veces, los mexicanos no eran muy hachas.  Y luego un salto mortal.  Un nuevo papel con una nota: Inicio del alzamiento zapatista en Chiapas. Enero del 94. Levantó el teléfono y marcó el número de Luis Hernández, un antropólogo y periodista que escribía sobre el zapatismo, tenía la única mochila en el mundo de la que salían cervezas frías y contestaba el teléfono a esa hora de la noche en el diario.  – Habla Belascoarán. ¿Te suena un Morales? 

 

- A estas horas de la noche me suena todo y no me suena nada. ¿Relacionado a qué, mi buen? 

 

- A los zapatistas, por ejemplo. 

 

- Pues sí, está el Morales que los traicionó. Un cuate que creo que se llamaba Daniel. Hay un artículo en internet de Gilberto López y Rivas. Es el tipo que le dio a Tello toda la información sobre el zapatismo para el libro de Las Cañadas.

 

-  Gracias, mano. 

 

-  ¿Y en qué andas? ¿Algo de lo que se pueda escribir?  Belascoarán hizo unos gruñidos en el teléfono que admitían múltiple interpretación. 

 

- Ah, ta´ bueno.  Marcó de nuevo, esta vez a su internauta Cristina Adler. No corría el riesgo de despertarla. Solía trabajar en las noches como traductora de novelas policíacas.

 

 -Oye, chaparrita, hay un artículo en quién sabe qué periódico en quién sabe qué año, de un tal López y Rivas sobre un tal Daniel. ¿Puedes decirme qué pedo con el Daniel ese? Sigo en la oficina.

 

- Menos mal que soy una tal genia. Te hablo al rato, Berlusquis.  Héctor aprovechó para salir al pasillo, llegar hasta el baño común del piso y mear largamente. Ni un refresco más, se dijo, pero lo primero que hizo al entrar al despacho fue saquear la caja fuerte y abrir una cocacola que milagrosamente estaba fría. Justo cuando el primer timbrazo del teléfono llegaba.

 

- Pues sí, hay un Morales, Salvador Morales Garibay, alias Daniel. A eso se debe la confusión de los nombres. “Comandante Daniel”. Era uno de los dirigentes militares del EZ, pero poco antes de la insurrección, en octubre del 93 salió de la selva con el pretexto de que haría contacto con un cargamento de armas proveniente de Centroamérica y nunca más volvió. Reapareció en la puerta del Estado Mayor Presidencial, allí en Molino del Rey, ofreciéndose como informador al ejército mexicano. Les dio datos sobre la dirección del EZ, los sacó del limbo, según este artículo.

 

-Y por qué desertó?  - Parece ser que estaba a cargo de un campamento que descubrió el ejército y que la cagó y que casi precipita el alzamiento de los zapatistas, y lo regañaron o algo así. Y se piró y terminó de oreja “con grado de capitán segundo de administración en intendencia y con funciones específicas en la fuerza de tarea de la sección segunda del Estado Mayor de la Defensa Nacional”, remató citando el artículo. 

 

- ¿Y dice cómo es? ¿Qué edad puede tener? 

 

-No, en ese artículo no, pero en otro sí. Me anticipo a tus peticiones Bascorancín. Cito textualísima: “de una estatura de un metro 70, de 42 años (45 hoy día, váyase a saber de que día habla, debe ser de hace a lo más un par de años) cabello negro con calvicie pronunciada, ojos café oscuro, labios delgados, piel blanca y complexión delgada, fue bautizado como El Dedo por los militares de bajo rango; otros le decían Chava”. 

 

- ¿Algo más, genia?

 

- Hay una entrevista con él de Maité Rico y de La Grange en Letras libres.

 

- Yo no leo Letras libres. 

 

-Pues te jodiste, porque yo tampoco, que servidora era la responsable de la célula Angela Davis de la JC en los años 80 y algo se le ha de haber quedado.  Héctor volvió a los papeles de los zapatistas. Afuera los ruidos de la noche se habían suavizado, tan sólo el leve rumor del tránsito. Encendió un cigarrillo sólo para descubrir que tenía otros dos encendidos en el cenicero.  Entre 1994 y 2000, según las notas de Manolo Vázquez Montalbán, Morales tiene acceso a la valija diplomática de la embajada de México en Madrid. ¿Para qué la usa? ¿Con quién contacta? ¿Qué negocios está haciendo en España? ¿Para quién negocia?  Pero también está trabajando como delator para el ejército, y también tiene los archivos de la Dirección Federal de  Seguridad y está conectado con el más grande fraude inquilinario de la historia de México después del temblor. Y tiene... Momento, se dijo Héctor, primero ordenar luego preguntar. Volvió a la secuencia cronológica y colocó un papelito que con letras mayúsculas decía Acteal.  11:20 horas del 22 de diciembre de 1997. Matanza de Acteal. Los papeles de Vazquez Montalbán vinculan a Morales con la matanza y se pregunta: “¿Cómo se relaciona con el general Renán Castillo?” Según un comunicado del EZLN: Un grupo paramilitar organizado por el PRI y financiado y armado por el ejército, había asesinado a 45 tzotziles que estaban rezando en una iglesia, un grupo perteneciente a una facción neutral, desvinculado del zapatismo. El comunicado era muy preciso: los paramilitares estaban “apoyados, entrenados y financiados por dependencias oficiales y elementos del Ejército Mexicano. Entre otros elementos castrenses intervinieron: el general de brigada retirado Julio César Santiago Díaz; Mariano Arias Pérez, soldado raso del 38 Batallón de Infantería; Pablo Hernández Pérez, ex militar que encabezó la masacre, y el sargento Mariano Pérez Ruiz”. En el informe no aparecía el nombre de Morales. ¿Había estado allí? ¿Era parte de la estrategia de formar grupos paramilitares?  Luego un salto hasta el 2002. En las notas de Vázquez Montalbán aparecía una geográfia urbana: Hotel Princesa Sofía, Plaza Pío XII, Centro Financiero (¿en el hotel?).

 

-  De nuevo yo, chaparrita. ¿Qué se puede saber de un hotel llamado Princesa Sofía, en Barcelona?

 

-¿Y que sigue después? ¿La cotización de la bolsa? ¿El precio del camote en el mercado de mayoreo? Espérate, Belisquín, ni cuelgues... –segundos tan solo, debería tener una máquina voladora, algún día Belascoarán entraría en el paraíso perdido de la red–. Lo tengo, ¡bingo! Trescientos noventa euros la noche, ciento treinta y cuatro con tarifa especial, con secador de pelo en la recámara, en avenida Diagonal, muy cerca del Museo de las Artes Decorativas, un hotelote, grandote, lujosote, en la plaza Pío XII...   

 

-       Se agradece –dijo Héctor.  ¿Qué pasaba allá? Manolo dixit: Morales vivía solo en una suite del reina Sofía. Iba al centro financiero. Entraba a las 21 y salía a las 22. Entraba al Metro María Cristina a las 22:30 y salía a las 23:00. Y de ahí al hotel. Según las notas del mismo Manolo el maletín que llevaba al Metro María Cristina estaba repleto de billetes, de euros.  Nuevo telefonazo.

 

-¿Cuando entra a circular en España el euro, m´hija?   -

 

-Sin necesidad de máquina, caballero. ¿Qué estás haciendo? ¿Crucigramas para tarados? Enero de 2002.  Traía materiales en el portafolio (¿cómo lo sabía Manolo?) (¿Qué materiales? Sobre Montes Azules) ¿Qué chingaos era Montes Azules?  De nuevo la Adler fue sacada de su retiro.  - Nomás porque estoy traduciendo una novela de terror bastante malita y estas exploraciones tuyas me tienen muy divertida. Un hotel en Barcelona, un misterioso traidor llamado Daniel, la entrada en circulación del euro, una reserva ecológica. ¿Te estás volviendo ecologista Belasquito?  

 

-       No, sigo pensando que a los delfines hay que taqueárselos. 

 

Diez minutos después sonaba el teléfono:  Ahí te va, Belascucho, pero la verdad es que tus intereses se están volviendo muy variados, pareces un detective del Siglo de las Luces: 16 grados 4 minutos a 16 grados 57 minutos latitud norte y 90 grados 45 a 91 grados 30 longitud oeste, en Chiapas, al este del estado. Municipios de Ocosingo y Las Margaritas. Charros, en la madre, eso es zona zapatista... La llaman una Reserva de la Biosfera y tiene 331 mil 200 hectáreas. El 8 de diciembre de 1977 fue decretada Reserva de la Biosfera; el decreto no fue publicado hasta el 12 de enero de 1978 en el Diario Oficial de la Federación. Eso, y ahí te va una perla, mira como lo fundamentan, mi estimado Belus: “Por otra parte, dadas las bellezas naturales de la zona, la reserva presenta un notable potencial turístico incrementado por la presencia de restos arqueológicos en su interior y en sus cercanías”. Se hicieron muchos “econegocios” al final de los años 90 en esa reserva. Que mariposas, que muestras de bacterias, que aves, yo que sé, no entiendo gran cosa del asunto. ¿Algo más, Belascas?  Héctor colgó mientras sumaba mentalmente: O sea que el gobierno federal activa el interés en una reserva ecológica durante el gobierno de Zedillo, en plena zona de conflicto, años después del alzamiento zapatista, en plena tensión militar. Una reserva ecológica, para cuidar a los zopilotes y que los nativos no se fueran a mear en las aguas, y que los turistas no dejaran botes de cocacola encima de una pirámide maya.  Alguien había estado fumando mota de mala calidad entre los federales.  Había una foto en los expedientes que le envíaron los zapatistas, a lápiz, en la parte de atrás una referencia críptica: “Morales, presidente, Legazpi, Ramos de Miguel, Hotel Reina Sofía, Barcelona, 2002”. El que es indicado como Morales parece un hombre de poco más de 50 años, calvicie prematura, mirada fuerte, con bigote; el que es identificado como “presidente” está de espaldas. ¿Presidente o ex presidente? Ernesto Zedillo. ¿Estaba en España?

 

Héctor no reconoció a los otros dos personajes en la foto.  ¿Qué seguía?  13 octubre 2004. Entre los papeles que envían los zapatistas estaba un comunicado de Marcos sobre las comunidades de Montes Azules: “Debido al hostigamiento de grupos paramilitares y a la intolerancia alentada en algunas comunidades por el Partido Revolucionario Institucional, decenas de familias indígenas zapatistas se vieron obligadas, hace tiempo, a desplazarse y formar pequeños núcleos de población en la llamada ‘biosfera de los Montes Azules’. Durante el tiempo en el que han estado en esta terrible situación, lejos de sus tierras originales, los zapatistas desplazados se han esforzado por cumplir nuestras leyes que mandatan el cuidado de los bosques. No obstante, el gobierno federal, de la mano de las trasnacionales que pretenden apoderarse de las riquezas de la selva lacandona, han amenazado, una y otra vez, con desalojar violentamente a todos los poblados de esa zona, incluyendo a los zapatistas. Los compañeros y compañeras de diversas comunidades amenazadas de desalojo decidieron resistir mientras el gobierno no cumpla con los llamados ‘acuerdos de San Andrés’. Su decisión es respetada y apoyada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. En su momento lo señalamos y ahora lo ratificamos: si alguna de nuestras comunidades es desalojada con violencia, responderemos, todos, en el mismo tenor.  “Zedillo, Carabias y Tello. Morales” dicen las notas de Manolo. Hay una referencia a una cena. Ok. Montes Azules, el ex presidente, la ex secretaria de Ecología, el escritor del libro sobre los zapatistas por encargo del propio Zedillo y con la colaboración del capitán Morales. ¿Un negocio? ¿Un gran negocio? ¿Un econegocio? Y eso lo llevaba al fin del 2004. A este personaje que según una adivinanza enviada por el Muerto que Habla: “Tiene pluma” (¿escribe?), es más rápido que “Speedy González”, “Vuelve después de muerto”, “Mata y muerde”. Hoy.  Y hoy también las relaciones con El Yunque. Esa sociedad secreta de ultraderecha que está enquistada dentro del gobierno de Vicente Fox. Y hoy también, según los llamados de El Muerto que Habla, Morales había secuestrado a un taquero de Ciudad Juárez llamado Juancho, que la CIA usaba como doble de Osama Bin Laden. 

 

Se asomó a la ventana para que le diera el aire.  Si Morales era esos Morales, había tenido una vida muy movida, pero algo no le cuadraba, a más de las diferencias de edad y contradicciones entre las dos fotos, que al fin y al acabo no eran importantes, porque en 30 años la gente cambia mucho. El asesino espía vuelto torturador, vuelto capitán traidor por segunda vez, vuelto financiero transa, vuelto operador de paramilitares, en Barcelona haciendo bisnes raros, vuelto resuperfinanciero transa, vuelto enlace con la ultraderecha, vuelto secuestrador de un taquero. ¿Habría tres Morales? ¿Uno mutante, cambiante? ¿Cinco? ¿Cincuenta? ¿Eran una familia? ¿Un trío? Los Morales, no esos eran otros. ¿Padre e hijo? ¿Cuál era el negocio de Montes Azules? ¿Y se había cerrado? ¿Quién era el que había tomado la voz de Alvarado para revivir esta historia? ¿Era todo el guión de una novela de Manuel Vázquez Montalbán con Carvalho en México? ¿Eso y un montón de casualidades?  Preparó un resumen de las grabaciones de El Muerto que Habla con una nota previa para Contreras. Se descubrió bostezando. Cerró la ventana para que el aire de la noche no le fuera a mover los papelitos que cubrían todo el cuarto. De repente se acordó de algo fundamental.

 

–      Cristina, necesito que averigües dónde venden Chaparritas El naranjo, de uva.

 

-¿En serio? No mames, son las tres de la madrugada. Sí, claro, es en serio. Estás como perro astronauta, Belascurris... Te llamo.  Unos minutos más tarde sonaba el teléfono. 

 

- Parece que en el DF ya no hay porque la página web de la compañía que la producía, una tal Alimentaria de refrescos, ya no se abre... Pero en Guadalajara sí hay, y en Tuxtla Gutiérrez las vendían a domicilio. “A la puerta de tu casa un paquete con 24 piezas de mandarina, piña y uva, a 65 pesos. Pero se me hace que eso era en el pasado, porque tampoco pude entrar en esa oferta para comprarte una... Dicen que se fusionó con la cocacola. Y un señor que tiene una página que llama piropos nacos incluye uno que dice: “Señor Naranjo, qué buenas están sus chaparritas” al lado de otro que dice: “Mamacita, dichoso el clavo que ponche esas llantitas...” ¿Le sigo?

 

-       No, ahí muere. 

 

Desde la ciudad de México.  Paco Ignacio Taibo II.  México, enero de 2005

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