Paloma Uría
Francisco Giner de los Ríos (1839-1915).
Como se fue el maestro…

(Página Abierta, 237, marzo-abril de 2015).

                                            

 

Como se fue el maestro
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja.
¿Murió?... Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanza…

Escribía estos versos Antonio Machado en Baeza, el 23 de febrero de 1915. Unos días antes, el 18 de febrero, había muerto en Madrid don Francisco Giner de los Ríos, maestro de una brillante generación de intelectuales que intentaron renovar el pensamiento de una España anquilosada, anclada en un pasado retrógrado y clerical.

La trayectoria intelectual de Giner de los Ríos está vinculada al krausismo y a la Institución Libre de Enseñanza, su herencia más duradera. El krausismo (filosofía idealista poskantiana) había sido importado de Alemania por el filósofo Julián Sainz del Río, catedrático de Filosofía de la Universidad de Madrid desde 1824. Más que un sistema filosófico, lo que el krausismo aporta al pensamiento español es un impulso ético y una actitud intelectual basada en la confianza en la razón y en la ciencia, que choca frontalmente con el pensamiento escolástico aún dominante en la Universidad española. El magisterio de Sainz del Río es recogido, entre otros, por Gumersindo Azcárate, Fernández de Castro, Giner de los Ríos y Salmerón (que fue Jefe de Gobierno en la I República).

Francisco Giner de los Ríos nació en Ronda (Málaga) en 1839, estudió Leyes en Granada, Barcelona y Madrid, donde Sainz del Río fue su maestro, y obtuvo la cátedra de Filosofía del Derecho de la Universidad Central en 1866, que abandona al año siguiente como protesta por la expulsión de Sainz del Río de la Universidad. La revolución de 1868 repone en sus cátedras a todos los expulsados, pero los aires de libertad duran poco en la convulsa sociedad española, y con la caída de la República (1875) y la llegada de la Restauración canovista vuelve la represión de los intelectuales.

En 1876 se produce la llamada “cuestión universitaria”: el ministro Orovio envía una circular a los rectores universitarios para que vigilen que en las aulas no se enseñe «nada contrario al dogma católico ni a la sana moral… ni se explique nada que ataque, directa o indirectamente, a la monarquía constitucional ni al régimen político…» (1). Brillantes profesores de varias Universidades abandonan sus cátedras como protesta, entre ellos Giner de los Ríos, que declara que sólo someterá su enseñanza al criterio de su conciencia (abandonan, entre otros, Castelar, Azcárate, Salmerón, Cossío, Joaquín Costa…).

Giner, Azcárate y Salmerón deciden entonces la creación de una institución educativa privada que alcance a todos los niveles de la enseñanza, incluida la universitaria. Surge así la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 y de la que Giner de los Ríos será el mayor impulsor hasta su muerte. Cuando en 1881 ganan las elecciones los liberales, con Sagasta como Jefe de Gobierno, se acepta la libertad de cátedra y todos los profesores destituidos vuelven a sus puestos. La Institución Libre de Enseñanza deja entonces de impartir enseñanzas universitarias, considerando que ya pueden llevarse a cabo desde las instancias oficiales, y se centran en la enseñanza primaria y secundaria. Y es aquí donde el magisterio de Giner de los Ríos brilla en todo su esplendor.

Sus ideas pedagógicas parten de experiencias alemanas y británicas (como las de los pedagogos del método intuitivo Pestalozzi y Fröebel), que va ampliando y modificando. Las líneas maestras de sus métodos resultan harto revolucionarias en la pedagogía, por llamarla de alguna manera, de la escuela española. Giner defiende la coeducación como principio esencial del método escolar, tanto para formar el carácter de la juventud como para acabar con «la actual inferioridad positiva de la mujer, que no empezará a desaparecer hasta que aquélla se eduque, en cuanto a la cultura general, no sólo como, sino con el hombre».

El laicismo es otro de sus principios irrenunciables, que choca abiertamente con la escuela obligatoriamente católica de la época, y así, en el artículo 15 de sus Estatutos, se dice: «Esta Institución es completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político, proclamando únicamente el principio de la libertad e inviolabilidad de la Ciencia y de la consiguiente independencia de su indagación y exposición respecto de cualquiera otra autoridad que no sea la de la conciencia».

La enseñanza nunca será memorística y no se confía ni en los exámenes ni en los libros de texto, sino en la autonomía del estudiante y el estudio directo de la realidad. La función del maestro ha de ser la de estimular al alumno, despertando su curiosidad y fomentando su capacidad de razonamiento. La relación entre maestro y discípulos no debe ser autoritaria, sino activa y de aprendizaje mutuo.

Eran frecuentes las clases al aire libre, las visitas a las fábricas, al Museo del Prado, las excursiones al campo y con frecuencia a la sierra de Guadarrama, para aprender en contacto con la naturaleza, con el trabajo o con las obras de arte: una enseñanza basada en la experiencia y no en la acumulación memorística. Fue memorable el viaje que Giner, junto con un grupo de profesores y alumnos, realizó en 1883 a Lisboa, recorriendo antes la sierra de Guadarrama, parte de la costa Cántabra, Asturias y León, Picos de Europa y La Coruña. También hubo viajes a Francia, Inglaterra y Países Bajos (2).

La labor de Giner, apoyada y continuada por el pedagogo M. B. Cossío, junto con otros institucionistas, se continuó con la creación de diversos organismos oficiales que buscaban el desarrollo científico y artístico capaz de incorporar la cultura española a la europea. De ahí surgieron centros como el Museo Pedagógico, la Junta para Ampliación de Estudios, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales y, finalmente, la Residencia de Estudiantes, fundada en 1910, que se convirtió en una rica experiencia de intercambio cultural con Europa y por donde pasaron a impartir cursos y conferencias figuras de la talla de Albert Einstein, Paul Valéry, Marie Curie, Igor Stravinsky, John M. Keynes, Alexander Calder, Walter Gropius, Henri Bergson y Le Corbusier.

Entre los ilustres intelectuales que se formaron en las aulas de la Institución Libre de Enseñanza figura Antonio Machado Ruiz, que ingresa a los ocho años, en septiembre de 1883, junto con dos de sus hermanos. De aquellos años conservó siempre el poeta un entrañable recuerdo, especialmente de su maestro Giner, con el que descubrió la sierra de Guadarrama; ambos, el maestro y el paisaje, permanecen fundidos en su recuerdo:

… Oh, sí, llevad, amigos, / su cuerpo a la montaña, / a los azules montes / del ancho Guadarrama. / Allí hay barrancos hondos / de pinos verdes donde el viento canta. / Su corazón repose / bajo una encina casta, / en tierra de tomillos, donde juegan / mariposas doradas… / Allí el maestro un día / soñaba un nuevo florecer de España.

Poco sospechaban ambos, en aquellos años de esfuerzos y esperanzas, que el amanecer iba a verse truncado, antes de florecer, por una noche oscura que habría de durar medio siglo.

Hoy, podemos pensar que la extensión de aquellas experiencias pedagógicas era, quizá, un tanto ingenua y que su realización implicaba un cierto carácter elitista, que se confirmaría en el desarrollo posterior del “institucionismo”. Sin embargo, muchos de sus principios siguen en pie, algunos se han puesto en práctica, otros todavía son promesas y otros se ven constantemente amenazados. Basta con leer el decreto recién publicado en el BOE con el currículo de la asignatura de religión, de oferta obligatoria en todos los centros públicos de enseñanza primaria y secundaria. ¿Será preciso, cien años después, reivindicar a don Francisco Giner de los Ríos y su escuela laica, igualitaria, abierta y no dogmática?
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(1) Manuel Tuñón de Lara, Medio siglo de cultura española, Madrid, Ed.Tecnos, 1971.
(2) http://www.uhu.es/cine.educacion/figuraspedagogia/0_ginerdelosrios.htm.