Pedro Brieger

Las asambleas en la Argentina
(Hika, nº 147, septiembre de 2003)

El surgimiento de las Asambleas formadas por vecinos autoconvocados después de la insurrección del 19 y 20 de diciembre de 2001 representa uno de los fenómenos más novedosos e interesantes de la política argentina contemporánea. Sin que existiera una convocatoria, ni se registraran antecedentes de fuste -salvo algunas experiencias aisladas- el pueblo argentino encontró una nueva forma de organización que ni siquiera representa la elaboración teórico-histórica de prácticas similares en procesos revolucionarios tales como la Comuna de París de 1871, los soviets de 1905 y 1917, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) de Cuba o los Comités de Defensa Sandinista (CDS) de Nicaragua.

Lo novedoso del fenómeno -en especial si toman en cuenta las experiencias del siglo XX-- es que las Asambleas no surgieron por iniciativa de ningún partido político que hubiera diseñado esta forma de organización democrática de las masas como base de una movilización que tuviera como objetivo la toma del poder político. La convocatoria a la formación de Asambleas en los diferentes barrios fue la iniciativa personal de individuos en su carácter de vecinos que, en muchos casos, no habían tenido actividad política de ningún tipo.

Dado que la mayoría de las Asambleas surgieron en el perímetro de la Capital Federal que tiene el PBI más alto del país1 y cuya población de clase media está concentrada en el corazón de la Argentina, existió una tendencia a analizar el surgimiento de las Asambleas como una reacción de los sectores medios a la confiscación de sus ahorros realizado por el ministro de economía Domingo Cavallo en diciembre de 2001. Sin embargo, consideramos que este análisis es una simplificación que no toma en cuenta la profunda transformación que ha vivido la Argentina en la década del noventa producto de las reformas neoliberales implementadas por el gobierno de Carlos Menem y que llevó al empobrecimiento de amplios sectores de la clase media. Como bien señala Ana María Fernández en un trabajo de investigación de la Universidad de Buenos Aires "La opinión de los medios, de dirigentes políticos y de intelectuales de diversas orientaciones políticas y/o ideológicas que consideraron en un primer momento que se trataba de una protesta de la clase media por la recuperación de sus ahorros parecía quedar estrecha para dar cuenta de este fenómeno".2

Además, si bien hasta la reelección de Menem en 1995 existió un cierto encandilamiento por las reformas neoliberales, también es cierto que las luchas sociales no cesaron y que son un antecedente de la insurrección que derrocó al gobierno de Fernando de La Rúa el 20 de diciembre de 2001.

LA DECADA DEL NOVENTA. La Argentina, junto con México y Perú, fue uno de los países tomado como modelo por los organismos financieros internacionales respecto de las reformas neoliberales que se implementaron desde finales de la década del ochenta en América Latina.3 Como casi en ningún otro país, en la Argentina se impuso la idea generalizada de que todo lo público era ineficiente y que había que achicar el Estado, que la única manera para que las empresas de servicios funcionaran era privatizándolas, que así se reducirían gastos y se eliminaría la corrupción. Bajar el gasto público, abrir los mercados, flexibilizar y modernizar los mercados laborales, quebrar el poder de los sindicatos y reducir los gastos sociales, entre tantos otros postulados, se repetían incansablemente en los medios de comunicación. Sin embargo, en vez de arribar al Primer Mundo como prometía el presidente Menem, la brecha en la distribución de la riqueza se incrementó de forma considerable así como la pobreza de extensos segmentos de la población.

Según datos del Instituto Nacional De Estadísticas y Censos (INDEC) para la Capital Federal y Gran Buenos Aires, donde se concentra casi la mitad de la población, en 2002 el 10% más rico de la población recibió el 38,8% de los ingresos totales, mientras que al 10% más pobre le correspondió apenas el 1,3%. La brecha que separa los ingresos de los más ricos de los más pobres se amplió a 29,8 veces siendo que en 1974, cuando el INDEC comenzó con este relevamiento, era de apenas 12,3 veces.4

Para la socióloga Susana Torrado, en la Argentina el modelo impuesto en los noventa produjo pobreza sin inflación ya que en 1991 había un 21,5% que vivía debajo de la línea de pobreza y después de una curva ascendente con inflación nula desde 1994 llegó al 26% en 1998.5 Un mes antes de la caída de Fernando De la Rúa, un estudio de la consultora Equis, dirigida por el sociólogo Artemio López, consignaba que 40% de los argentinos vivía por debajo de la línea de la pobreza, sumando 14 millones de personas, y que durante el 2001 730 mil personas habían cruzado esa línea.6 Respecto de los niveles de ocupación, en 1990 los desocupados y subocupados sumaban 18%, pero habían trepado al 28,1 % en 1999.7

Estos datos son los que permiten entender la aparición de tres nuevos fenómenos de la política argentina, (a) los piqueteros; (b) las experiencias de autogestión en las fábricas gestionadas por los trabajadores; y (c) las asambleas.

(a) Los piqueteros son un producto directo del cierre masivo de industrias privatizadas que daban trabajo a decenas de miles de obreros y que una década después de su privatización dejó sin empleo al 80% de sus trabajadores8 lo que provocó que las viejas identidades vinculadas al trabajo y a las demandas sindicales se transformaran. No es casual que muchas organizaciones piqueteras adopten el nombre de Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD).9

En este sentido, el corte de ruta, que da origen al piquete, es una nueva forma de lucha que permite entrelazar ocupados en todas sus vertientes -y con diversas demandas- con los desocupados que han sido expulsados del mercado formal. Además, se suma a las diferentes huelgas generales realizadas por las diversas centrales sindicales y la revuelta del 16 y 17 de diciembre de 1993 en la Provincia de Santiago del Estero donde miles de personas destruyeron los símbolos del poder (poder ejecutivo, legislativo y judicial) y las propiedades de varios políticos.10

(b) Según la investigación de un grupo de sociólogos de la Universidad de Buenos Aires, el 18 de agosto de 2000 los obreros de la fábrica metalúrgica Gip Metal, en Avellaneda, que habían sido despedidos, decidieron ocupar la fábrica y comenzar a producir por cuenta propia. Desde ese momento comenzó en la Argentina un proceso inédito de recuperación de fábricas quebradas y abandonadas. Estas no son tomas motivadas por cuestiones ideológicas ya que el objetivo principal es la defensa del trabajo y la mayoría de los que impulsaron las tomas carecían de experiencia política o gremial. En poco más de dos años, más de 100 fábricas están siendo gestionadas por los trabajadores en diversas modalidades11 lo que dio pie al nacimiento del Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas.

(c) Si bien estos hechos marcan la protesta de varios sectores sociales en diferentes regiones del país, el fenómeno más importante para comprender el surgimiento de las Asambleas en las grandes ciudades es el empobrecimiento de las clases medias que dio origen a la for-mación de una nueva capa social muy heterogénea e híbrida denominada los nuevos pobres.

Esta categoría novedosa se caracteriza por lo heterogénea e híbrida. Pertenecen a esta capa social profesionales, empleados del sector público y privado que han caído de manera abrupta o escalonada; otros que han perdido su lugar de trabajo y no encuentran uno nuevo, han dejado de salir de vacaciones, no pueden pagar más las cuotas de un colegio privado ni de la medicina prepaga que adquirieron en los noventa, venden el coche, o comenzaron arreglos en sus casas que debieron abandonar a medio hacer. Están lo que decidieron aceptar los retiros voluntarios en los procesos de privatización y terminaron quebrando en los nuevos emprendimientos que iniciaron. Hay quienes tuvieron un trabajo estable y una buena posición durante varios años y ahora, en la curva de la madurez, se las arreglan como cuentapropistas sin ningún tipo de beneficios sociales ni perspectivas de un futuro mejor.

A diferencia de los pobres estructurales, que están concentrados en áreas geográficas delimitadas (por lo general villas miserias) la pobreza de las clases medias es difusa y dispersa en las grandes ciudades, e invisible o de puertas adentro porque cualquier edificio de clase media puede albergarlos.12 En el citado estudio de la Consultora Equis se consigna que en la Capital y el Gran Buenos Aires donde viven 4,5 millones de pobres, el 60% proviene de la clase media.

La descomposición social, la desocupación, y la estrepitosa caída de las clases medias son los elementos sociales que confluyeron en una bomba de tiempo que estalló el 19 y 20 de diciembre de 2001 y que derivó en el surgimiento de las Asambleas.

EL SURGIMIENTO DE LAS ASAMBLEAS. Una de las particularidades de la insurrección del 19 y 20 de diciembre generada por la salida a las calles de miles de personas golpeando sus cacerolas fue su carácter inusitadamente espontáneo13 sin banderas partidarias y sin que ninguna organización política pudiera reclamarla como propia.

A diferencia de las manifestaciones políticas tradicionales con los militantes encolumnados detrás de banderas partidarias, el 19 de diciembre, después de las diez de la noche, miles de familias recorrieron las calles de la ciudad de Buenos Aires (y otras provincias) con sus hijos pequeños sobre sus hombros e incluso llevando a sus perros en un clima totalmente festivo a pesar de que se movilizaban desafiando el estado de sitio. Mareas humanas surcaron las principales avenidas mientras desde los balcones miles de personas golpeaban sus cacerolas con alegría y bronca convirtiendo a la cacerola en un arma de resistencia. Y por primera vez en la historia argentina, un gobierno civil fue derrocado por una movilización popular sin que tomaran parte las Fuerzas Armadas.

El carácter espontáneo de la masiva participación en el cacerolazo del 19 de diciembre y el efecto que tuvo -el derrocamiento de un presidente- no pudo ser canalizado por ningún partido político justamente por el descrédito hacia todas las fuerzas políticas, incluidas las opositoras de izquierda, aunque éstas no han tenido experiencia de gestión gubernamental. El 19 de diciembre la irrupción en las calles fue una reacción directa contra el decreto de estado de sitio del presidente De la Rúa y la forma de desafiar al poder esa noche permite aventurar que el ciclo iniciado el 24 de marzo de 1976 se cierra con la impertinente y masiva violación del decreto restrictivo de los derechos civiles.14

A poco más de un año de su creación creemos necesario diferenciar dos etapas de las Asambleas. La primera estuvo marcada por la necesidad de permanecer en las calles. La segunda, una vez consolidadas, por la búsqueda de legitimidad en su ámbito natural, el barrio.

1. LA REAPROPIACIÓN DE LAS CALLES. Después del cacerolazo del miércoles 19 de diciembre se realizaron tres cacerolazos más sin que mediara organización alguna. El viernes 28 de diciembre contra el presidente Rodríguez Saa -que había asumido el día 23- por el nombramiento de políticos conocidos y desprestigiados. El martes 1 de enero, otro, la misma noche que asumía como presidente Eduardo Duhalde- y el jueves 10, el cuarto. En todos, las características fueron las mismas: su inorganicidad, la falta de preparación, el desconocimiento de su realización hasta que aparecía el sonido de las cacerolas, la masiva participación de familias y de personas que nunca habían participado de manifestaciones callejeras, y una consigna única que se fue imponiendo: "Que se vayan todos". Recién el viernes 25 de enero, bajo una lluvia torrencial, se realizó el primer (quinto) cacerolazo planificado, esta vez organizado por decisión de las Asambleas barriales de reciente creación.

Lo que marcan los cacerolazos es la efervescencia política que se vivió en la Argentina después de la caída de De la Rúa; la necesidad de seguir manifestándose de manera espontánea, original, y por fuera de las estructuras partidarias, y la disposición de la gente a permanecer en las calles.

No es casual que el surgimiento de las Asambleas tampoco fuera el producto de la convocatoria de los partidos políticos, de centrales sindicales, ni siquiera de movimientos sociales. Las Asambleas son, en primer lugar, fruto de la movilización exitosa del 19 y 20 de diciembre que le permitió comprobar a la gente devenida en pueblo su fuerza al derrocar a un gobierno constitucional, hecho sin precedentes en la historia argentina y que en la década de¡ noventa en América Latina se repitió sólo en otros cinco países.15

La noche del 19 tuvo la dinámica típica de los momentos de efervescencia revolucionaria. Se salió a las calles contra el estado de sitio, se marchó sin que nadie diera la orden hacia la Plaza de Mayo que es el símbolo del poder político y hacia la casa del ministro de Economía, Domingo Cavallo, -considerado responsable de la crisis económico-financiera-- para repudiarlo in situ y exigir su inmediata dimisión. Cuando los medios de comunicación anunciaron la renuncia de Cavallo nadie quiso conformarse con ese hecho y abandonar las calles. Se redobló la apuesta pidiendo que se fueran todos, y en primer lugar el presidente de la nación. El retorno a los hogares después de las 2 de la mañana y la reaparición en la Plaza de Mayo al día siguiente resistiendo la represión policial forzaron la renuncia de De la Rúa y no hicieron más que reafirmar que no había que abandonar las calles.

Las asambleas son una consecuencia directa de la necesidad de permanecer en las calles, espacio público recuperado masivamente. Por eso no es casual que todas hubieran comenzado a reunirse en las esquinas o en plazas públicas como gesto de presencia en el lugar (re)apropiado durante el 19 de diciembre. "Nadie sabe quién citó ni para qué: ¿Reunión de vecinos, cacerolazo, asamblea? Apenas tímidos e ignotos cartelitos (...) En la esquina de la sombra, un grupito con cara de, mira a un grupito en la vereda del sol, y otro en la tercer esquina, y en la cuarta (...) alguien convocó pero nadie convocó (...) En medio de la calle, en medio de la nada, se confecciona el cartel: día, hora y lugar de la reunión. Se muestra a la gente. Se lee. En la plaza, se canta el himno. Acaba de nacer una Asamblea barrial".16

Las primeras reuniones de las Asambleas fueron de refundación (a) política, (b) cultural y (c) espacial. No es que no existieran asambleas en diversos ámbitos, pero éstas siempre se constituían para una actividad o conflicto, tanto en las fábricas como en la universidad, o incluso en un barrio por un reclamo puntual. Siempre eran convocadas por alguna organización política o social y desaparecían al poco tiempo. De hecho, al ser un fenómeno novedoso ni siquiera tenían un marco de referencia espacial.

a) En lo político. Toda persona puede participar de las Asambleas sea cual fuere su origen político, militancia partidaria o ideología. No se pone ninguna condición para participar de las mismas. De hecho, es un lugar de encuentro de: personas que por primera vez salen a las calles a protestar sin ninguna experiencia política previa, militantes de partidos políticos y movimientos sociales (principalmente de izquierda), antiguos militantes de la década del setenta que después de muchos años encuentran un espacio ideológicamente amplio. Asimismo, es transversal en lo que respecta a la pertenencia de clase. Es más, incluso participaron desde el primer momento, en su carácter de vecinos, funcionarios de segunda línea del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en un intento de despegarse del régimen que venía de ser derrocado aunque esto provocara muchos roces dentro de las Asambleas.

b) En lo cultural. Uno de los primeros debates fue respecto de la denominación de las Asambleas: ¿vecinales? ¿Barriales? ¿Populares? Cada Asamblea decidió el nombre de manera autónoma según la mayor o menor influencia de los partidos de izquierda que presionaron por la definición de populares. En el barrio de San Telmo hubo un acalorado debate al respecto. "‘¿Por qué no votamos un nombre?’, insta un vecino, sentado en una tarima y después de varios intentos se llega a la votación. Empieza entonces la discusión sobre el nombre, si ‘Autoconvocados de San Telmo’, como propone uno; ‘y de Monserrat’, como agrega otro; ‘Asamblea Popular de San Telmo’, sostiene un tercero; ‘y de Monserrat’, agrega el otro; ‘Saquémosle Popular para no espantar a los vecinos que no tienen práctica de militancia’, reflexiona el actor; ‘Multisectorial Vecinos de San Telmo Carlos Almirón’, propone el docente; ‘y de Monserrat’, insiste el otro. Gran abucheo, aunque también hay aplausos y apoyos."17

c) Lo novedoso también es que son autoconvocadas, lo que permite que los vecinos la sientan como propia desde un primer momento. Todos son dueños de la Asamblea y nadie es su dueño. A diferencia de los partidos políticos donde uno se suma a una estructura existente y donde claramente están establecidas las jerarquías, en las Asambleas cualquiera se puede incorporar en todo momento en un plano de absoluta igualdad.

Por otra parte, como reacción a la política tradicional las Asambleas nacen con un rechazo a los liderazgos y de hecho, hasta el día de hoy, la búsqueda de una práctica horizontal es una de las inquietudes de todas las Asambleas. Por esta razón nadie puede determinar de qué se habla y de qué no y en un primer momento tuvieron una alta cuota de catarsis, de necesidad de descarga de la bronca, de manifiesto entusiasmo por demostrar solidaridad entre pares. Había quienes planteaban sus problemas laborales, los ruidos molestos provocados por otros vecinos, el aumento de los precios de los medicamentos, la confiscación de los ahorros, la corrupción, los efectos del neoliberalismo y cualquier otro tema que tuviera que ver con la vida política y cotidiana.

La mayoría de las Asambleas no tienen prefijado un orden del día. Una vez que están todos juntos -aunque uno llega y se va cuando quiere- cada vecino es libre de proponer cualquier tema para que el conjunto lo debata. Ante la imposibilidad de discutir todo y la necesidad de encontrar una vía organizativa para tareas puntuales surgieron las comisiones específicas donde se debaten más en profundidad los temas que 50 o 100 personas no pueden abarcar a lo largo de 3 o 4 horas.

A diferencia de las reuniones políticas tradicionales, la asamblea suele tener un clima barrial/familiar donde los vecinos incluso se acercan con sus propias sillas traídas de sus hogares o los perros que acompañan las reuniones y las marchas.

d) En lo espacial. La mayoría de las Asambleas se reúnen en las calles, se muestran, son visibles. Algunas adoptaron el nombre del cruce de calles donde se concentran (Corrientes y Juan B. Justo), de una plaza (Plaza Dorrego), o de un barrio (Liniers), refundando espacios y desconociendo las divisiones barriales existentes en la memoria colectiva o las instrumentadas por los organismos gubernamentales que han dividido la ciudad en 16 circunscripciones electorales.

Ignorando cualquier tipo de experiencia previa los vecinos deciden organizar la Asamblea sobre una base territorial, como una continuidad de la salida a las calles el 19 de diciembre que se hizo desde los barrios. Por la hora tardía del discurso del presidente De la Rúa, la mayoría de la población estaba en sus hogares al momento de que estallara su indignación personal por el estado de sitio, y lo trasladara a lo político cacerola en mano.

El lugar de expresión política fue la casa de cada uno, que cobró otra dimensión al encontrarse en la calle con conocidos y desconocidos que -unificados por la cacerola y sin necesidad de consignas políticas- ocuparon el barrio para protestar. Muchos comenzaron a marchar, pero muchos más se quedaron allí donde estaban, en las esquinas del barrio, golpeando sus cacerolas. La calle, convertida en terreno peligroso durante la dictadura militar por temor a la represión, y en democracia por la violencia delictiva, es buscada como objeto reapropiatorio que quiebre el individualismo y el encierro puertas adentro de décadas. "...estuvimos muchos años en el ‘no te metás’, la gente tenía mucho miedo. (...) la gente se manifiesta con dolor. Gente que nunca pudo gritar lo que pasaba".18

Por esta razón, y sumado al hecho que el clima del verano lo alentaba, las Asambleas comenzaron a reunirse en plena calle y desde la primera reunión se construyó una nueva identidad (Corrientes y Juan B. Justo) porque los asambleístas deciden en qué área -al margen de todo lo constituido- comenzarán a actuar.

2. LA CONSOLIDACIÓN Y LAS ACCIONES CONCRETAS EN LOS BARRIOS. El fenómeno de las Asambleas incluso fue visto positivamente -en un primer momento- -por los medios de comunicación ligados históricamente a la burguesía argentina ya que consideraban que éstas representaban una reacción positiva a los desprestigiados partidos políticos porque los asambleístas abiertamente los repudiaban. El primer artículo del diario La Nación que las analiza incluso considera que "las Asambleas vecinales (son), cuna de futuros líderes" (27 de enero, 2002). Sin embargo, dos semanas después un editorial del diario alertaba de que podían convertirse en soviets.19

La caracterización de revolucionaria de la situación vivida en la Argentina por algunos partidos de izquierda llevó a que éstos intentaran que las Asambleas -junto a otros sectores sociales- no abandonaran las calles y mantuvieran un grado de movilización permanente alrededor de todas las reivindicaciones sociales, algo que fue imposible de sostener salvo para aquellos militantes dispuestos a correr detrás de cuanta manifestación se organice. La movilización no se pudo sostener -en primer lugar- por la consolidación del gobierno de Eduardo Duhalde que tenía el apoyo del principal partido político, el peronismo, y había logrado llenar el vacío producido después de la caída de De la Rúa. Segundo, porque la consigna "que se vayan todos" no podía concretarse en la realidad por la falta de una alternativa real que pudiera hacerse cargo del vacío de poder que el peronismo sí había logrado llenar. La existencia de más de 100 asambleas en el centro neurálgico del país y unas 200 en todo el territorio nacional no las convertía per se en organismos de doble poder -en el sentido soviético del término- con capacidad de disputarle el poder político al gobierno.

Dado que las Asambleas no tienen antecedentes históricos ni espejos en los cuales mirarse, durante los primeros meses las reuniones se caracterizaron por la búsqueda de un camino que permitiera orientarlas políticamente. Como dice Pepa Vivanco, de la Asamblea de Scalabrini Ortiz y Córdoba, "tenemos la sensación de estar construyendo algo nuevo, pero no sabemos exactamente de que se trata".20

Los militantes de los partidos de izquierda, munidos de un saber histórico, intentaron imponer sus consignas revolucionarias aunque la realidad demostrara que decrecía la movilización general. Y también se enfrascaron en tediosos debates que los tenía como protagonistas antagónicos según su extracción partidaria y que estaban muy lejos de reflejar las necesidades concretas de los vecinos por reconstruir los tejidos sociales en el barrio.

"¿Cómo abortar un proceso asambleario? ¿Cómo reducir una asamblea de 400 personas a una de 75? (...) En nuestra asamblea existen varios grupos políticos identificados y semi-identificados y otros en proceso de identificación... digo esto porque al principio algunos que ni se saludaban, no decían nada sobre eso y a medida que nos fuimos conociendo, nos dimos cuenta que se conocían de antes de otro lado y que venían juntos... y hasta comenzaron a animarse a decir ‘soy del MST’, ‘soy del PTS’, ‘soy Militante de la no violencia activa’... (PH), (...) La intervención desesperada de los grupos políticos que a horas de definirse el sí o el no al congreso piquetero, fueron con refuerzos humanos votantes y esto fue notorio (...) ¿Y por qué se estaba yendo la gente? Porque se rompió el clima asambleario en base a acusaciones, insultos y mantos de sospecha por parte de los militantes de las corrientes a cuanto inexperto vecino se mandase un cagada (...) Las corrientes deberían tener otra conducta, están aparateando las asambleas... las quieren dirigir y nadie los llamó para eso... actuar así no es ser revolucionarios es estar en contra del proceso de organización más grande que viviera esta ciudad y este país en décadas... están abortándolo".21

En realidad, el problema mayor de la izquierda radica en que (a), no previeron el cacerolazo del 19 de diciembre y el efecto que éste tendría para derrocar a De la Rúa; y (b), no imaginaron ni tenía en su acervo ideológico la formación de las Asambleas. No obstante, hay que señalar que una de las contribuciones más importantes de los partidos de izquierda fue la de tratar de conectar a las Asambleas que iban surgiendo a través de una Asamblea de Asambleas que se reunía los domingos a la tarde en un parque público (Parque Centenario). Conocida como la Interbarrial, los domingos de enero y febrero de 2002 miles de personas concurrieron a discutir al aire libre en un clima festivo todos los temas que cada Asamblea planteaba.

"La primera reunión Interbarrial -escribió Modesto Emilio Guerrero- se realizó el segundo domingo de enero, cuando ya funcionaban unas veintitrés asambleas vecinales. No todas asistieron, aún así se reunieron unas trescientas personas. Hasta su segunda reunión, funcionó mediante una lista de oradores y orden del día que se confeccionaba caóticamente, como todo hasta ese momento. Se debatía libremente, aunque predominaban los pronunciamientos y expresiones generales (...) Al segundo encuentro de barrios asistió casi el doble de vecinos. La tercera contó con casi dos mil personas; la cuarta con más de dos mil quinientas, y a la quinta asistieron casi tres mil miembros. Desde esta asamblea, la cantidad comenzó a mermar con la misma fuerza que ascendió. La última, del domingo 24 de febrero, contuvo unos dos mil setecientos asistentes".22

En vez de que la Interbarrial recogiera las inquietudes de cada Asamblea, la necesidad de los partidos de izquierda de imponer sus consignas llevó a que la Interbarrial se convirtiera en un ámbito de debate estéril entre partidos. Sergio, de la Asamblea de Liniers leyó un discurso en la misma Interbarrial criticando el accionar de esos grupos: "Quienes estamos participando sabemos que hoy las asambleas están pasando por un reflujo objetivo, pero parte de este reflujo es debido a las peleas de los aparatos de MST y PO fundamentalmente (pero tampoco escapan la mayoría de los demás partidos de izquierda) quienes en vez de ayudar al desarrollo de las asambleas han hecho de ellas un coto de caza o un trampolín para imponer sus propias tácticas. No solo han dividido el Acto del 1ro de mayo, sino que como todas saben hubieron en Parque Centenario dos brutales batallas campales para regocijo de la derecha y del gobierno".23

Vaciada de su contenido dinámico y de encuentro inicial, el enfrentamiento físico entre militantes terminó por destruirla.

Una vez que las movilizaciones fueron menguando y ante la llegada del frío invierno, las Asambleas se plantearon el abandono de las calles. Lentamente, de movimiento de protesta callejero las Asambleas pasaron a tener como objetivo la reconstrucción del entramado social. Como señalan Julieta Mira y Carlos Juárez Aldazábal, "ante el tejido social corroído durante décadas por las formas dictatoriales y democráticas del capitalismo neoliberal, desde el barrio se apostaba a una nueva construcción, un nuevo inicio de la Nación desde una nueva voluntad colectiva".24

Tomando en cuenta las diferencias y particularidades de cada barrio, las Asambleas fueron organizando compras comunitarias, ollas populares para los más necesitados, bolsas de trabajo para desocupados, encuentros culturales, comedores, marchas contra los aumentos de precios de las empresas de servicios privatizados o apoyando a los trabajadores que habían tomado fábricas.

En este sentido, La Trama, un encuentro entre la cultura y la política organizado por la Asamblea de Palermo Viejo el 25 y 26 de mayo de 2002, refleja esta intencionalidad de reconstruir el entramado social en el barrio. Palermo Viejo cambió su fisonomía en los últimos cinco años. De ser un barrio donde se concentraban bodegas y talleres de reparaciones de autos, pasó a convertirse en un barrio poblado por pequeños bares, restaurantes y teatros. Esta metamorfosis tuvo su origen en la instalación del diario El Cronista Comercial en el corazón del barrio y de varios canales de televisión, que atrajeron periodistas, actores y gente de la cultura.

La Trama permite entender cómo fue evolucionando el propio pensamiento de los asambleístas. La idea surgió porque en el barrio hay muchos teatros y porque, pero uno de los problemas de los vecinos del barrio que viven allí desde hace mucho tiempo es que no lo conocen, y éste en particular tiene características históricas interesantes. Una vez que alguien propuso la idea de hacer algo para conocer el barrio, surgió la idea de hacer una caminata. En la asamblea hay un joven que conoce muy bien el barrio por ser repartidor de diarios y, junto a unos arquitectos, organizó un recorrido. Salieron treinta y cinco miembros de la asamblea un sábado a la tarde, con perros y bicicletas a recorrer el barrio.

Reconocieron las casas más antiguas, las bodegas que se usaron en algún momento, el problema del olor que existía sesenta o setenta años atrás y que hoy ya no existe. Al recorrerlo descubrieron una gran cantidad de teatros, bares y restaurantes, y que uno de los problemas que hay a nivel cultural es que si la gente quiere ir al teatro tiene que salir del barrio, va al centro de la ciudad. Siendo que Palermo Viejo tiene muchos lugares que están ligados a la cultura, centros culturales y demás, ¿por qué ir fuera del barrio si lo tienen dentro de él? Además, por qué no organizar una actividad en el barrio, para la gente del barrio y con acceso gratuito?

Los asambleístas, en vez de llevarle al barrio una propuesta armada y cerrada, lo recorrieron para que la gente se sumara a la propuesta y encontraron que muchos se querían sumar. Lo que comenzó con una idea de veinte actividades, terminó congregando unas doscientas. Los bares y restaurantes se ofrecieron para hacer menúes promocionales el fin de semana, para exponer cuadros y hacer muestras donde pudieran exponer pintores; los teatros ofrecieron hacer obras con entrada gratuita; muchos espacios culturales se ofrecieron para hacer mesas políticas. Tal vez uno de los hechos más novedoso fue que los bares y restaurantes abrieron sus puertas para que se realizaran debates políticos y que en un espacio cerrado se organizara una feria artesanal.

La Trama del 25 y 26 de mayo fue una muy modesta experiencia de autogestión, porque fue la Asamblea que articuló a los diferentes sectores sociales del barrio. Si bien es difícil calcular cuánta gente participó, Julieta Mira, integrante de la Asamblea estima "que más de 5.000 personas se acercaron al barrio a participar del encuentro".25

Una característica que han desarrollado las Asambleas es que combinan el reclamo al Estado y la organización al margen del Estado suplantándolo incluso donde se ha retirado como producto de los procesos de privatización de los servicios sociales. "(Comedores, merenderos) todo esto es parte de una economía de resistencia -dice Gustavo Vera de la Asamblea 20 de diciembre de Parque Avellaneda-. Desde marzo la agenda de las asambleas cambió, la devaluación atacó el bolsillo y ahora se enfatizan el hambre y la desocupación. Hay una metamorfosis social catastrófica. Sin comer no se puede dar batalla".26

El sociólogo peruano Aníbal Quijano considera que "los Estados en la periferia han comenzado a trabajar contra la mayoría de sus poblaciones, porque han sido reprivatizados. No existe la posibilidad de recapturar este Estado; pero al mismo tiempo hay otro proceso más extendido de lo que se sospecha. Hay un proceso de formación de nuevas formas de autoridad política cuya tendencia es comunal y el desarrollo de este proceso no puede hacerse sin la lucha contra el Estado". Tomando en cuenta la experiencia de Ecuador, y de las asambleas en la Argentina, Quijano se atreve a profetizar que "lo que viene es la emergencia de reconstitución de formas de autoridad pública que suponen un autogobierno donde los electores tienen la posibilidad de usar mecanismos M control inmediato de sus elegidos".27

Esto es justamente lo que sucede con muchas Asambleas, cuando algunas de sus iniciativas político-sociales reemplazan al Estado, y le dan a su accionar la característica de un doble poder de hecho. "Con resistencias en algunos, con la intuición de la necesidad en otros -los más vecinos, los más ligados al medio territorial-, las asambleas han ido de a poco asumiendo esta situación y el hecho de que deben encarar simultáneamente todas las tareas que antes cumplían los organismos que han desaparecido; más que querer ser todo los asambleístas sentían que debían serlo".28

Las tomas de espacios estatales (y otros privados) abandonados y recuperados por las Asambleas es uno de los hitos fundamentales de la experiencia asamblearia. Fruto de la necesidad de tener un espacio físico donde reunirse durante el invierno, lo que en muchos casos surgió como necesidad física terminó constituyendo experiencias autogestionarias. Las Asambleas tomaron terrenos baldíos, espacios de tierra a la vera del ferrocarril, clínicas abandonadas, bares y pizzerías cerrados o mercados municipales abandonados por años, siempre con el objetivo de darle un contenido comunitario.

Tal vez uno de los casos más interesantes de recuperación de predios haya sido el de la Clínica Portuguesa. En agosto de 2002 dos asambleas del barrio de Flores que necesitaban un espacio donde reunirse decidieron ingresar en el edificio abandonado hace seis años de lo que había sido una clínica y que estaba clausurada. Grande fue su sorpresa al encontrar en su interior cuatro pisos equipados con instrumental médico y las instalaciones en perfectas condiciones. Frente a la nueva situación, los asambleistas cambiaron sus planes y decidieron convocar médicos y enfermeros para reacondicionar la clínica y armar un proyecto de obra social que permitiera que los trabajadores de las fábricas tomadas que carecen de cobertura médica tuvieran acceso a la salud.

La Asamblea de Palermo Viejo recuperó las callecitas que rodean a un mercado municipal semiabandonado e impulsó allí un proyecto productivo para decenas de personas que a raíz de la falta de trabajo apelan a la fabricación de artesanías como método de subsistencia. Sugestivamente, los artesanos decidieron bautizar a la feria La Trama, por considerarla una continuación de aquella que había funcionado durante el evento La Trama que había organizado la Asamblea meses atrás.

Los lugares recuperados, que no le aportaban nada al barrio excepto mugre, peligro de contaminación y riesgo para la comunidad fueron transformados en espacios de participación colectiva. En vez de luchar solamente por la toma revolucionaria del poder, después de la cual todo cambiaría, muchas Asambleas han constituido formas embrionarias de poder alternativo que han sido legitimadas por los vecinos y por las autoridades locales.

CONCLUSION. Ha pasado un año desde la creación de las Asambleas que han realizado un cambio cualitativo desde su surgimiento. Pasaron por una etapa de movilizaciones (que tampoco han abandonado) para ir construyendo espacios de poder en base a la organización de los vecinos, algo que el Estado/gobierno está muy lejos de poder realizar.

Es imposible saber adónde van las asambleas. Todo es nuevo, como con las fábricas recuperadas y el movimiento piquetero. En la fábrica metalúrgica Gip Metal pasaron 48 horas entre los despidos y la ocupación; en ese momento, los obreros no sabían hasta dónde llegarían con la medida y que ésta se extendería. Los piqueteros tampoco podían prever en 1995-1996 cuando comenzaron a organizarse que la desocupación pasaría a ser un fenómeno estructural que se agravaría.

Pero la formación de las asambleas ha cambiado la realidad social de la Argentina en cuatro aspectos:

1. Ha contribuido a una revalorización de otros movimientos sociales, en especial de los piqueteros, habitualmente deslegitimados por los medios de comunicación debido a su persistencia en los cortes de rutas. Según Toty Flores, del MTD-La Matanza, la legitimidad de las Asambleas proviene de su origen de clase media y su relación con los piqueteros los fortaleció.29 Silvano Villagra, del movimiento piquetero Barrios de Pie, reconoce que la organización asamblearia de los vecinos también influyó en la práctica asamblearia de su movimiento.30

2. La clase media empobrecida, después de haber sufrido las consecuencias de las reformas estructurales sin articular una respuesta social, ahora ha encontrado espacios de organización para transformar su realidad.

3. Alrededor del barrio surge una nueva dimensión socio-política resignificativa que trasciende el mero lugar de hábitat y status. Esto es así también en el caso de los piqueteros que también remarcan lo territorial. Al haber sido expulsados del mercado formal -que por lo general mantiene separados a los trabajadores- su lugar de encuentro natural pasa a ser lo territorial. Se organizan como piqueteros allí donde viven, y realizan sus experiencias de lucha en las calles, comunitarias o de producción, también allí donde viven; esto es, en lo territorial. Lo que une a los vecinos de las Asambleas, en primer lugar, es lo espacial.

4. El tema del poder aparece con una nueva dimensión. ¿Se lo toma? ¿Es el poder la arquitectura del Estado? ¿Se construye poder a través de las experiencias de autogestión? ¿Se construye un contrapoder? "Yo defiendo que las asambleas deben ser órganos de contrapoder y autodeterminación del pueblo -dice Elbio de la Asamblea de Ciudadela Norte- y con cada paso que damos para poner en dudas la autoridad de los gobiernos nacional, provincial y municipal estamos construyendo ese contrapoder".31

Está claro que hay tareas que las Asambleas ya no esperan que las haga el Estado, toman la iniciativa y las hacen ellas mismas, como con la ocupación de predios abandonados. No se le plantea al gobierno que los arregle sino que las Asambleas los recuperan para la comunidad, también como muestra de poder. Es probable que estemos en la antesala de una nueva etapa, la de los proyectos productivos a largo plazo ligando diferentes experiencias sociales. Es imposible saber adónde van las Asambleas aunque sí es posible afirmar que como nueva forma de participación político/ciudadana han llegado para quedarse.

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1. El PBI de la Ciudad de Buenos Aires representa el 25% del PBI nacional; La Nación, 13.05.2002.
2. Ana María Fernández, "El mar en una botella"; publicado en la revista El campo grupal, Año 4, nº 32 - Marzo 2002, Buenos Aires.
3. Para ver un análisis minucioso respecto de la década en América Latina, ver Brieger, Pedro: "De la década perdida a la década del mito
neoliberal". En La globalización económico-financiera. Su impacto en América Latina (AAVV), Ed. CLACSO, Buenos Aires 2002.
4. Clarín, 14 de enero de 2003.
5. Clarín, 10 de junio de 1999.
6. Clarín, 23 de noviembre de 2001.
7. Clarín, 17 de diciembre de 1999.
8. Ariel Ogando: "Desocupados y cortes de ruta en el noroeste argentino". En revista Herramienta, nº 15. Buenos Aires, otoño 2001.
9. Ver Toty Flores, De la culpa a la Autogestión. Un recorrido del Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza. MDT Editora, Buenos Aires, diciembre 2002.
10. Ver el trabajo de Nicolás Iñigo Carrera y María Celia Cotarelo Clase obrera y protesta social en la Argentina de los '90. Agencia Wayruro, 26 de junio 2001.
11. "Una investigación de la UBA sobre las fábricas recuperadas por sus obreros". En Página/l2, 5 de enero 2003.
12. Para comprender en profundidad el fenómeno de los nuevos pobres, ver el excelente trabajo de Alberto Minujin y Gabriel Keesler, La nueva pobreza en la Argentina, Buenos Aires, Ed. Planeta, 1995.
13. Ver Pedro Brieger "Testimonio de una pueblada". En El grano de arena, nº 120, 26/12/2001.
14. Ver Emilio Cafassi; Olla a presión (cacerolazos, piquetee y asambleas sobre fuego argentino. Univ. de Buenos Aires, abril 2002. Pp. 79--82
15. Antes de De la Rúa, cayeron como producto de movilizaciones populares: Fernando Collor de Melho, en Brasil, en diciembre 1992; Carlos Andrés Perez, en Venezuela, en mayo de 1993; Abdalá Bucaram, en Ecuador, febrero de 1997; Raúl Cubas Grau, en Paraguay, en marzo de 1999; Jamil Mahuad, en Ecuador, en enero de 2000; y Alberto Fujimori, en el Perú, en noviembre de 2000.
16. Alejandro Horowicz; en Oscar Caram, Que se vaya todo, Manuel Suárez Editor, Buenos Aires 2002. Pág. 22.
17. Página/12, 20 de enero de 2001.
18. Asucena, Asamblea de Almagro; en Oscar Caram, ob. cit. Pág. 30.
19. "Si bien es cierto que el auge de estas asambleas aparece como una consecuencia del hartazgo público ante las conductas poco confiables de la clase política, debe tenerse en cuenta que tales mecanismos de deliberación popular encierran un peligro, pues por su naturaleza pueden acercarse al sombrío modelo de decisión de los soviets", (La Nación, 14 de febrero 2002).
20. Denis Rolland y y Joelle Chassin; Pour comprendre la crise argentine. Institut d'Etudes Politiques, Strasbourg, enero 2003. Pág. 186.
21. Pollo (seudónimo), Para militantes y militados, 13 de febrero 2002. En www.indymedia.org
22. Modesto Emilio Guerrero, "Emergencia y desafíos de las asambleas barriales", revista Herramienta, nº 19, Otoño 2002; Buenos Aires, Argentina.
23. Discurso ante la Interbarrial, 25 de abril 2002. En www.palermoviejo.netfirms.com.
24. Julieta Mira y Carlos Juárez Aldazábal "Cultura y política en un barrio: La Trama de la Asamblea de Palermo Viejo". Ponencia presentada en las V Jornadas de Sociología de la UBA, noviembre 2002.
25 Julieta Mira; "La lucha política en un barrio mirada desde la economía política. Las estrategias comunicacionales y culturales de la Asamblea Vecinal de Palermo Viejo 2002-200". (MS, inédito)
26. Gustavo Vera, "Asamblea Popular 20 de diciembre, Parque Avellaneda"; en Oscar Caram, ob. cit., Pág. 80.
27. Entrevista con Aníbal Quijano, Buenos Aires, julio 2002.
28. Cristina Feijóo y Lucio Salas Oroño; "Las asambleas y el movimiento social". En Qué son las Asambleas Populares, Ed. Continente/Peña Lillo; Buenos Aires, 2002. Pág. 24.
29. Entrevista con Toty Flores, enero 2003.
30. Entrevista con Silvano Villagra, enero 2003.
31. Elbio, Asamblea de Ciudadela Norte; en Oscar Caram, ob. cit. Pág. 63.