Pedro López López ¿Quién teme a la educación en derechos humanos?
pedrolopez@caelo.eubd.ucm.es


El pasado 22 de noviembre, el profesor Peces-Barba publicaba un
interesante artículo en el diario El País  desarrollando una reflexión
sobre la necesidad de educar en valores.  Para ello, partía de la
preocupación que muchos ciudadanos sentimos al constatar el nivel de
violencia que se ha instalado en nuestra sociedad: violencia en los
colegios, violencia de maltratadores hacia las mujeres, violencia contra
inmigrantes y otros grupos desfavorecidos, etc. La reflexión lleva al
profesor a proponer una formación en "Ética pública y Derecho" para los
estudiantes de bachillerato. Con el respeto que me merece al magisterio
del profesor Peces Barba, en este artículo  quisiera compartir con los
lectores una reflexión que, coincidiendo en el planteamiento inicial,
termina con otra conclusión, aunque no muy alejada.

Para ello comenzaré con algo fácilmente constatable: la carencia absoluta
de formación en derechos humanos. En febrero de 2003, la sección
española de Amnistía Internacional publicó el informe "Educación en
Derechos Humanos: asignatura suspensa". Para la realización de este
informe se estudió la formación que recibían los estudiantes
universitarios de las titulaciones de Pedagogía y Magisterio. Y ello se
hizo por dos vías: pasando unos cuestionarios para indagar el nivel de
conocimientos sobre la materia, y examinando los planes de estudio de
estas titulaciones. Los resultados se pueden resumir casi en una
palabra: nada. Nuestros estudiantes universitarios que van a ser en el
futuro maestros y profesores de secundaria no saben nada de derechos
humanos. Ya sabemos, en consecuencia, qué pueden transmitir (o qué no
pueden transmitir) a los niños y jóvenes el día de mañana.

¿Y por qué hay que empeñarse en que aprendan derechos humanos no sólo
nuestros estudiantes universitarios de Magisterio y Pedagogía, sino
todos los demás estudiantes, en todos los niveles educativos?  Es muy
fácil: el 23 de diciembre de 1994, la Asamblea General de Naciones
Unidas proclamó el Decenio de las Naciones Unidas para la educación en
la esfera de los derechos humanos 1995-2004, y declaró que "la educación
en la esfera de los derechos humanos debía constituir un proceso que
durara toda la vida y mediante el cual las personas aprendieran a
respetar la dignidad del prójimo". Además, la Asamblea hizo un
llamamiento a los gobiernos para que orientaran la educación "hacia el
pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del
respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales".
España, como el resto de los países, está obligada a seguir las
recomendaciones del Decenio. Esto supone elaborar un Plan Nacional de
Acción para la Educación en Derechos Humanos, así como formar un Comité
Nacional para esta materia. También supone que los derechos humanos
estén presentes en la educación en todos los niveles educativos.

Quizás alguien esté pensando que, como ya terminó el Decenio,  también
ha terminado la obligación de cumplir sus recomendaciones.
Afortunadamente, el pasado 10 de diciembre la Asamblea de las Naciones
aprobó en sesión plenaria un plan de acción para el Programa Mundial de
Educación en Derechos Humanos, que supone, de hecho, la prórroga de los
planteamientos del Decenio, y, por tanto, la prórroga de las
obligaciones que los sucesivos gobiernos españoles han incumplido
sistemáticamente. ¿Será nuestro gobierno actual más sensible, y
responsable, en esta materia, o seguirá en la línea de considerar todas
estas acciones y textos de las Naciones Unidas un "brindis al sol"?  La
formación en derechos humanos se recomienda por parte de esta
organización para todos los niveles educativos, así como para diversos
cuerpos del funcionariado, como profesores, fuerzas de seguridad del
Estado, y funcionarios de prisiones.

Es lamentable que no se haya hecho NADA a este respecto en nuestro país.
Se trata de una tarea ambiciosa, pero no imposible, y para la cual
existen directrices y recomendaciones que marcan pautas a seguir. La
propuesta del profesor Peces-Barba, siendo, por supuesto, sensata, no se
percibe de forma tan inmediata. Lo que nos hace falta, sin duda, es
educación en derechos humanos. ¿Qué puede hacer la educación en derechos
humanos actualmente? Seguramente, ayudar a mejorar la calidad de la
ciudadanía.

Hace unas semanas, Soledad Gallego-Díaz publicaba una columna  ("Entre
la realidad y el sueño", El País, 21-1-05) en la que se refería al
aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de
Auschwitz, planteando la reflexión de que toda la cultura europea no fue
capaz de protegernos frente a la barbarie nazi. Hubo muchos oficiales
con una cultura exquisita que no les estorbaba para cumplir sus
funciones dirigiendo campos de concentración, oficiales orgullosos de su
"trabajo". También las potencias que terminaron con el nazismo
practicaron la barbarie. El piloto que destruyó Hiroshima se mostraba
muy orgulloso de su acción, reivindicando su brillante ejecución técnica
y, por tanto, su  "profesionalidad". Quizás de esto hace muchos años y
pueda parecer agua pasada. Vengamos a algo más reciente: hace unos días,
un tribunal estadounidense condenaba al sargento Charles Graner a diez
años de prisión. Este sujeto era el responsable de la cárcel de Abu
Ghraib. Parece ser que cuando conoció su sentencia declaró sentirse
"fantástico".

Hechos como éstos tienen que hacer reflexionar a todos los que estamos en
el ámbito educativo. Como decía más arriba, nuestro país no ha hecho
absolutamente nada para cumplir ninguna de las recomendaciones de la ONU
en materia de educación en derechos humanos, y no sabemos qué va a hacer
el actual Gobierno al respecto. De momento, en el debate abierto por el
Ministerio de Educación y Ciencia, hay una propuesta encima de la mesa:
un nuevo área de Educación para la Ciudadanía.  Si se implanta, ya
veremos cómo se da y qué preparación se les va a dar a los profesores.
El asunto no es fácil, ya que un informe de Amnistía Internacional
presentado en febrero de 2003 revelaba que los estudiantes de Magisterio
y Pedagogía, futuros educadores, no reciben ninguna formación para
educar en derechos humanos.

Señora Ministra de Educación y Ciencia: no estaría mal que averiguara
quién teme a la educación en derechos humanos en este país. El Decenio
comenzó aquí con un gobierno del partido actualmente gobernante, que no
hizo nada. Posteriormente, el PP siguió sin hacer absolutamente nada.
¿Vamos a seguir igual en esta nueva etapa, con un gobierno que ha
generado justificadas ilusiones en la ciudadanía? Desde aquí le hago una
petición: haga lo posible por que la educación en derechos humanos esté
presente en nuestro país, tanto en los niveles de primaria y secundaria
como en el nivel universitario, y por que los derechos humanos dejen de
ser un "brindis al sol" o un adorno para cualquier texto legal.