Peio Aierbe

Inmigración: Los medios de comunicación,
creadores de opinión pública
(Hika, 148 zka. 2003ko urria)

 

Asistimos estos días a la discusión parlamentaria de la enésima reforma de la Ley 12 de Extranjería, que precarizará aún más la situación de cientos de miles de inmigrantes[1], en la que los dos principales partidos parlamentarios, PP y PSOE, han llegado a un acuerdo que permita su aprobación. Este acuerdo pone de manifiesto la identidad de puntos de vista existente entre ambas formaciones en lo tocante a las políticas de extranjería a impulsar desde la Administración pública.

Una de las razones por las que estas políticas adoptadas por las cúpulas de los partidos son aceptadas sin mucho revuelo por los sectores más solidarios de su militancia radica en el argumento de que una política más radical supondría una pérdida de votos, flanco que no puede dejarse al partido rival.

Dejando de lado la valoración que merece una política basada no en criterios de justicia, solidaridad e igualdad sino en los réditos electorales a obtener, esta argumentación pone de manifiesto la importancia de lo que suele denominarse opinión pública y por extensión la de los medios de comunicación, uno de los principales actores que contribuyen a moldearla.

Las encuestas publicadas en los últimos años acerca de las opiniones que entre la población española suscitaba la inmigración daban los mejores registros europeos en lo que hace a no mostrar especial hostilidad hacia la misma y en el rechazo explícito a las manifestaciones de racismo o xenofobia. Pues bien, esta distancia comienza a acortarse. Y los motivos hay que buscarlos, no en un aumento de la conflictividad social (cosa que no se ha producido) ligada a la mayor presencia de inmigrantes sino en el enfoque dado por los partidos políticos a las cuestiones migratorias y su reflejo en los medios de comunicación.

Veamos algunos ejemplos[2].

 

INMIGRACIÓN Y DELINCUENCIA. En 2002 la relación entre inmigración y delincuencia fue uno de los temas estrella en los medios de comunicación, en estas cuestiones. En lo que hace a la prensa escrita, este debate fue creado e impulsado por los diarios españoles de mayor tirada[3] en los que encontró acomodo en portadas, editoriales, artículos de opinión, entrevistas y noticias. El tratamiento que recibió, pese a su amplitud, no se alejó de los patrones habituales al abordar las cuestiones de inmigración y xenofobia. Así, las estadísticas utilizadas para el lanzamiento del debate no se ajustaban para nada a la realidad[4]; la mayoría de sus titulares avalaban dicha relación; las fuentes a las que recurrieron los diarios eran abrumadoramente «oficiales», bien sea de la policía y el ministerio del Interior, bien de los partidos políticos; los medios no dieron participación en este debate a las propias personas inmigrantes o a sus organizaciones, ni tampoco a las organizaciones del mundo de la solidaridad; cuando las personas que cometían delitos eran extranjeras, su origen nacional era sistemáticamente resaltado, incluso en titulares y rara vez se diferenciaba entre inmigración y personas extranjeras venidas expresamente a cometer delitos...

Con esta munición, aprovisionada por los medios, en la opinión pública se ha ido consolidando la idea de una estrecha relación entre inmigración y delincuencia. Esto es, que los responsables de la inseguridad ciudadana son en buena medida las personas inmigrantes, cosa que fue convenientemente manipulada por el Gobierno para implementar nuevas medidas represivas (legislativas y policiales) contra el conjunto de la inmigración y como un argumento más para reformar la Ley de extranjería.

Con este telón de fondo es como se ha cubierto informativamente el aumento de homicidios registrado en Madrid en el último año, realizados en un número significativo de casos, por personas ligadas a determinadas mafias que han venido expresamente de países extranjeros a cometer dichos delitos, volviendo de inmediato a dichos países o siendo detenidos por la policía antes de lograrlo. Pese a que dicho fenómeno nada tenga que ver con la inmigración, sea regular o irregular, la forma como ha sido abordada ha servido para reforzar el estereotipo que venimos comentando.

Veamos el resultado: hace unos días, el pasado 19 de octubre, El Mundo publicaba los resultados de una encuesta, realizada en la Comunidad de Madrid por Sigma Dos para dicho diario, en la que se daban los siguientes datos: el 48% de las personas encuestadas cree que la inmigración ilegal es un factor que ha incidido «mucho» en el aumento de la delincuencia; el 36,9% opina que «bastante» y el 10% que «poco». O sea, el 84,9% relaciona inmigración irregular y delincuencia. Casi, casi unanimidad. Se ha cerrado el círculo.

 

AMENAZA. A lo dicho hasta aquí habría que añadir que la mayoría de las informaciones sobre inmigración recogidas en los medios de comunicación hacen referencia a medidas sobre control de acceso de inmigrantes, regulación de la inmigración, conflictividad, ilegalidad, delincuencia y marginalidad social. Inmigrante, informativamente hablando, es alguien sobre quien hay que legislar y a quien hay que controlar. La visión que prima es la preocupación, el miedo a que la inmigración nos desborde o afecte negativamente a la convivencia de las gentes nacionales.

Esta visión de la inmigración como amenaza tiene su expresión más elocuente en el tratamiento sobre inmigrantes irregulares. En este caso, el grueso de informaciones hace referencia a expulsiones y detenciones. La imagen de las pateras es la referencia por excelencia de la inmigración irregular, por más que este medio de entrada represente tan sólo el 5% de la llegada de inmigrantes sin la documentación exigida para quedarse[5]. La patera se presta fácilmente a la utilización de términos como «avalancha» que veremos repetidamente en titulares de prensa y que completa la imagen de que representa un peligro ante el cual es necesario tomar un conjunto de medidas legislativas, judiciales y policiales.

 

REPRESENTACIÓN MASCULINA. Los discursos en torno a la inmigración que aparecen en la prensa, tal y como analiza y demuestra Clara Pérez en el estudio que venimos comentandob, okecen una imagen masculina de la misma, omitiendo y así invisibilizando la presencia real casi paritaria de mujeres y hombres inmigrantes en el Estado español. En aquellas pocas informaciones en las que sí se visibiliza a la inmigración femenina, ésta recibe un tratamiento discursivo diferente, siendo victimizada y objetualizada. En estos discursos las inmigrantes aparecen principalmente en el contexto de las relaciones familiares con los varones y en temáticas relacionadas con la diversidad cultural planteada desde el prisma negativo del conflicto y cabe afirmar que los discursos no permiten identificar a la mujer que emigra como sujeto de su proyecto migratorio y como actor económico y social.

 

CAMINOS ALTERNATIVOS. Los problemas aquí señalados al considerar el papel de los medios de comunicación a la hora de crear y difundir en la opinión pública estereotipos acerca de la inmigración y las minorías étnicas plantean la necesidad de trabajar en este terreno si de verdad queremos cambiar la situación. Y es que si los medios no juegan un papel activo de cara a trasmitir imágenes y valores que permitan articular el futuro multicultural de nuestras sociedades, y peor todavía, si influyen en sentido contrario, es seguro que los conflictos serán el pan nuestro de cada día y las ideas y actitudes racistas y xenófobas irán tomando mayor cuerpo.

Para que esto pueda ser realidad, se precisa un esfuerzo en el que confluyan, al menos, tres de los sujetos intervinientes.

Los medios de comunicación. El gran poder que los medios tienen para configurar y modelar la opinión pública, no siempre está acompañado ni de un conocimiento suficiente de los temas que abordan ni de la necesaria conciencia de su responsabilidad en ese terreno. Ésta es una realidad comprobada diariamente por aquellas personas y colectivos preocupados por la suerte de uno de los sectores más débiles y precarizados de nuestras sociedades: el que forman las personas migrantes que tras dejar su tierra buscando abrirse camino, con su trabajo y esfuerzo, en unas sociedades opulentas, ven cómo éstas les rechazan, al tiempo que les explotan. Los medios de comunicación han demostrado que en no pocas ocasiones han sido capaces de frenar abusos de los gobiernos contra las personas inmigrantes. Son también capaces de acercar a su público lector situaciones lacerantes que mueven solidaridades necesarias y existentes en nuestra sociedad. Son, en definitiva, una herramienta que puede ser muy útil y necesaria para combatir las ideas y comportamientos xenófobos y racistas existentes, sin lugar a dudas, en nuestras sociedades. Y aunque los medios son empresas, con sus correspondientes intereses comerciales y sus posicionamientos políticos, tampoco son ajenos a las consideraciones sociales en vigor ni a la presión que pueda realizarse desde los demás agentes sociales. En cualquier caso, una primera labor habrá de ser realizada contando con los periodistas que asuman su responsabilidad desde criterios solidarios. Haberlos haylos y no está el patio como para no contar con su colaboración. En este sentido, el camino desbrozado desde la Comisión de Periodismo Solidario del Col.legi de Periodistas de Catalunya puede aportar algunas pistas para iniciar este camino en Euskadi. Estamos lejos de contar en las redacciones con periodistas pertenecientes a minorías pero está claro que una de las direcciones ha de ir enfocada de cara a conseguir que en vez de hablar sobre las minorías, sean ellas quienes hablen.

Las organizaciones de inmigrantes y las organizaciones de solidaridad. Parece evidente que en la actualidad éstas no desarrollan estrategias de comunicación dignas de tal nombre que puedan aspirar a contribuir al cambio de esta situación. No es sólo una falta de medios sino también de algo previo, de la conciencia del problema pero no referida sólo a la responsabilidad de los medios sino también a la labor a hacer desde las organizaciones. La falta de canales de comunicación entre ambos es una prueba elocuente de ello. Experiencias hay que deberían ser conocidas y analizadas por el conjunto del mundo asociativo.

Las instituciones. Buena parte de las iniciativas dirigidas a dar la vuelta a esta situación sólo será posible si se consigue involucrar a aquellas instituciones que estén dispuestas a ser consecuentes con los discursos que suelen tener. La esquizofrenia de discursos a la que asistimos por parte de las instituciones permite trabajar con ellas agarrándonos a aquellas buenas intenciones que suelen asumir dentro del discurso políticamente correcto. Hace falta un respaldo institucional para dar credibilidad a los proyectos que se pongan en marcha en este campo y para hacer financieramente viables iniciativas que habrán de moverse en buena medida en el terreno educativo y de investigación y para aquellas otras que hayan de ser pioneras a la hora de moverse en el competitivo mundo comercial.[6]

 

NOTAS


1. Ver «Ante la nueva reforma de la ley de extranjería», Mugak n° 23, Centro de Estudios y Documentación sobre racismo y xenofobia, Tercera Prensa, Donostia, 2003 y «Los partidos políticos y la reforma de la ley de extranjería» Mugak n° 24, Centro de Estudios y Documentación sobre racismo y xenofobia, Tercera Prensa, Donostia‑San Sebastián, 2003.

2. Estos ejemplos se pueden seguir en detalle en Análisis de Prensa 2002. Inmigración, racismo y xenofobia, Mugak, Centro de Estudios y Documentación sobre racismo y xenofobia, Tercera Prensa, Donostia‑San Sebastián, 2003

3. Ver Peio Aierbe, «Inmigración y delincuencia, un binomio interesado» en Análisis de Prensa 2002 Inmigración, racismo y xenofobia, op. cit.

4. Ver Daniel Wagman, «Estadística, delito e inmigrantes» en Inmigración, racismo y xenofobia. Análisis de Prensa Enero‑junio 2002, Mugak, Centro de Estudios y Documentación sobre racismo y xenofobia, Tercera Prensa, Donostia‑San Sebastián, 2002

5. El 62% viene en avión y el 28% en barco, 5% en patera. Fuente: M. Trabajo y Asuntos Sociales. 2002.

6. Ver Clara Pérez Wolfram, «Género y discursos sobre la inmigración en la prensa», en Análisis de Prensa 2002. Inmigración, racismo y xenofobia, op. cit.