El País -Ideas-, 10 de marzo de 2024.
Las voces críticas que emergen de entre los progresistas clásicos critican “excesos” como la cancelación, el puritanismo y la falta de universalidad de las luchas que ponen el foco en lo identitario.
Woke ya no es lo que era. El término, que podría traducirse como despierto o alerta, viene utilizándose desde hace algunos años para aquellas personas sensibles e implicadas contra las injusticias sociales (sobre todo en la política estadounidense, aunque asomando en otros países, donde estas tendencias se replican aunque no sean tan notorias). Fue la forma en la que se autodenominaron, con orgullo, ciertos movimientos en pos de la justicia social y climática: del antirracismo de Black Lives Matter, primero, para luego llegar al feminismo del #MeToo o la lucha contra el calentamiento global. Woke parecía preconizar un nuevo tiempo de igualdad y justicia.