Agustín Unzurrunzaga

Tropezando en la misma piedra
(Hika, 151 zka. 2004ko urtarrila)  

Una semana después de entrar en vigor la nueva Ley de Extranjería, producto de la reforma de la Ley 8/2000 que a su vez reformó la Ley 4/2000, el Gobierno ha publicado la resolución por la que se fija el contingente o cupo de inmigrantes para el año 2004. Las cantidades totales del cupo son de 10.908 para puestos de trabajo estables y 20.070 para trabajos de temporada.

En lo que hace a la Comunidad Autónoma del País Vasco y a Navarra, tenemos las siguientes cantidades estables: Álava: 42 estables (1 para la construcción y 41 para la industria del metal); Bizkaia: 3 estables (los tres para industria del metal); Gipuzkoa: 192 estables (70 para la construcción, 43 para transporte de mercancías, 10 para agricultura, 15 para industria del metal, 29 para la pesca y 25 para servicios). Para trabajos de temporada tenemos: Álava: 0; Bizkaia: 0; Gipuzkoa: 0; Navarra: 45 (todos para industrias de alimentación)

Que nadie pretenda buscar la relación entre estas cantidades y las necesidades reales el mercado de trabajo, que no la va a encontrar. Y que nadie pretenda buscar alguna lógica a esas cantidades y a las variaciones con relación a los dos años anteriores, que tampoco la va a encontrar. ¿Por qué en Gipuzkoa hacen falta 10 para la agricultura, y en Navarra y el Álava, territorios con economías agrícolas mucho más potentes, ninguno? La lógica más elemental nos lleva a intuir que la respuesta está en un plano diferente al de las necesidades reales de la economía y del mercado de trabajo.

Lo mismo ocurre en Bizkaia, el territorio más poblado y con mayor potencia económica, al que se le asignan 3 puestos para la industria del metal, mientras que el año pasado se le asignaron 41 (15 de ellos para el metal), y en 2002 cero. Pues lo mismo: que la respuesta está en un plano diferente al de la lógica de la economía y de las necesidades del mercado. ¿Sólo en Gipuzkoa hacen falta empleadas de hogar? ¿De verdad?

El contingente para el año 2004 es el tercero que entra en vigor con el sistema de cupo puro, es decir, mediante ofertas de empleo exclusivamente hechas en origen. En 2002, primer año en que se ponía en marcha un sistema de cupo puro, el resultado práctico en el apartado de puestos estables fue un fracaso, dándose la circunstancia de que nunca se ha sabido con exactitud el número de puestos cubiertos, aunque según cifras dadas por el ministro Zaplana se cubrieron el 60%, unos 6.500 de los 10.884 ofertados. Pero el año 2003 ese porcentaje ha bajado al 30%, es decir, unos 4.100 de los 13.672 ofertados, y eso que el Gobierno anunció a bombo y platillo que, con la experiencia adquirida y los ajustes técnicos que se iban a hacer en los consulados y en los sistemas de selección, la cosa iba a funcionar de maravilla. Pues no.

Y es que la cosa no funciona. Es algo tan irreal, tiene tan poco que ver con la realidad del mercado de trabajo, las necesidades de la economía, la situación de los y las inmigrantes de carne y hueso y el funcionamiento de los consulados que el resultado práctico es el que es; y será así el año 2004. El que a partir de este año se añada un cupo de visados de búsqueda de empleo, dadas las limitaciones que a ese sistema le ha impuesto la propia Ley de Extranjería recientemente reformada, no va a mejorar sustancialmente las cosas.

Aunque lo hemos dicho en otras ocasiones, lo vamos a repetir una vez más: el sistema de cupo puro que tanto el Partido Popular como el PSOE están empeñados en implantar con calzador desde el año 2002, en la parte de puestos estables, es un enorme camelo, un gran engaño. Se nos quiere hacer creer que es una salida de tipo técnico, y se nos cuenta una película sobre como se harán las contrataciones en origen a partir de que los empresarios de aquí hayan hecho un gran trabajo de información sobre sus previsiones de mano de obra extranjera para todo el año, y lo maravilloso que será que los trabajadores vengan desde su país con un contrato de trabajo en toda regla que respeta y aplica todas las cláusulas y una más de cada convenio colectivo. Pero el problema es que, lo diga Rajoy o lo diga Zapatero, esa historia no funciona, ni siquiera con esas oficinas de contratación en origen que propone el PSOE, visto el caos y el desastre monumental que son los consulados y los sistemas actuales de selección.

El cupo concibe al inmigrante como mano de obra barata y para ser fuertemente explotada, sólo apta para cubrir determinados puestos de trabajo, especialmente temporales, independientemente de las potencialidades, cualificación y aspiraciones del o la inmigrante. Es un sistema que favorece la segmentación étnica del mercado de trabajo, al tiempo que hace abstracción de por qué se emigra y que ello tiene poco o nada que ver con las supuestas planificaciones que el Estado hace. Esa concepción absolutamente funcional de la inmigración, reduccionista, choca y chocará con la complejidad de las causas y las situaciones que motivan la decisión de emigrar.

El cupo, aunque sea de forma limitada, bloquea el funcionamiento del cada vez más raquítico régimen general. Y, además, el empeñarse en que esa sea uno de los sistemas importantes para canalizar la entrada en el país, les posibilita el utilizarlo como coartada añadida para no abordar el tema de la regularización de los más de 600.000 inmigrantes irregulares que hay en este momento, una buena parte de los cuales tiene trabajo efectivo. No se puede seguir penalizando a esas miles de personas con la clandestinidad continuada, con la falta de derechos, con la explotación que propicia el trabajo en la economía sumergida.