Agustín Unzurrunzaga
El barómetro del CIS
(Hika, 173zka, 2006eko urtarrilla)

Algunas de las respuestas que aparecían en el avance de resultados del barómetro del CIS del mes de noviembre de 2005, relacionadas con las percepciones sobre la inmigración en España, han causado un cierto revuelo mediático, especialmente las que apreciaban que la cantidad de personas extranjeras que viven en el país, son demasiadas.
La encuesta del CIS que comentamos constaba de 33 preguntas, de las que 17 tenían que ver con la inmigración. Por tanto, en realidad, no estamos exactamente ante una encuesta que se centra en el tema de la inmigración, sino en una en el que el tema es relevante, dedicándole la mitad de las preguntas. Hecha esta primera salvedad, me parece que en las 17 preguntas aparecen unas cuantas respuestas de interés, y que sería bueno tenerlas en cuenta todas, y no solamente las que desde un punto de vista mediático sean más llamativas. En su conjunto, las respuestas dan materia para trabajar, tanto en el terreno que a mi juicio es negativo como en el positivo.
Creo que es importante insistir en que la encuesta está hecha el mes de noviembre de 2005, justo después de los acontecimientos de los meses de septiembre y octubre en la frontera de Ceuta y Melilla: los muertos, la represión brutal de los gobiernos español y marroquí, la dispersión de los y las emigrantes y solicitantes de asilo subsaharianas por el desierto y su internamiento en bases militares. Durante mes y pico el tema de la inmigración fue portada en los medios escritos y noticia relevante en las radios y televisiones. No es pues casualidad que este tema aparezca en segundo lugar como problema global, después del paro y por delante del terrorismo de ETA. Pero cuando al final de la encuesta se les pregunta cuales son para ellas en concreto las preocupaciones más importantes, el paro, la vivienda, los problemas de índole económica y la seguridad ciudadana, son los más relevantes.
El 59,6% de los y las encuestadas considera que en España hay demasiadas personas extranjeras, frente al 33,3% que considera que son bastantes pero no demasiadas. La apreciación subjetiva sobre lo mucho y lo poco no resulta fácil de medir. En el conjunto del Estado las personas extranjeras representan, en cifras redondas, el 8,5% de la población, unos 3.700.000 personas. En la Comunidad Autónoma del País Vasco, con un porcentaje de extranjeros inferior a la mitad de los del Estado, también daba que la mayoría de los encuestados opinaba que había muchos extranjeros, en la encuesta “Percepciones, valores y actitudes de la población vasca hacia la inmigración extranjera” que realizó el Observatorio Vasco de la inmigración en el año 2004. En la valoración de esta última encuesta hecha por el propio Observatorio, se dice: “En general la percepción que tiene la población vasca del volumen de inmigrantes extranjeros residentes en la CAPV es de un volumen superior al real...podemos comprobar cómo los encuestados cuantifican este porcentaje en valores bastante superiores a la realidad, multiplicando hasta por cinco el número de extranjeros residentes en la CAPV y casi por tres el del resto del Estado” (Mugak nº31, pag. 16) Parece, por tanto, que la apreciación sobre lo mucho se hace pensando que hay mucho más que lo que en realidad hay, lo que me lleva a la conclusión de que insistir sobre la realidad de lo que hay, cantidad importante, creciente, pero inferior a la apreciada subjetivamente, es algo sobre lo que hay que seguir insistiendo. Por otro lado, en la apreciación sobre lo mucho o lo poco, además de la vivencia de cada cual y de su subjetividad, me da la impresión que también tienen importancia las opiniones de ciertos expertos y de algunos políticos, expertos y políticos que no se sabe muy bien de donde y porqué opinan sobre los porcentajes de extranjeros convenientes y sobre los que no hay que rebasar, como el Ministro de Trabajo Jesús Caldera, al que hace unos meses le dio por decir que una población extranjera superior al 10% causa muchos problemas y es poco menos que inmanejable. Si los responsables políticos hacen ese tipo de apreciaciones seudo científicas cargadas de su propia subjetivismo, es de suponer que lo que dicen algo influirá en la población que les escucha, y algo de ello de reflejará en las encuestas de opinión.
El 84,7% de las personas encuestadas opinaba que los extranjeros tienen que venir con un contrato de trabajo en la mano, y que lo que hay que tomar en consideración es la cualificación profesional, dándole poca importancia al origen nacional o a la religión que profesen. Los elementos fundamentales a valorar serían la cualificación, el nivel de educación, la existencia de familiares y el que sepan una de las lenguas que se habla en el Estado. Lo primero muestra un deseo: se querría que las cosas fuesen de una determinada manera, muy ordenadas. Y es normal que se quiera que funcionen bien. El problema es que la realidad y la experiencia de estos últimos veinte años nos dice que las cosas no funcionan así, que hacer encajar las necesidades del mercado de trabajo, (dejando e lado la discusión sobre cómo y quien las determina) con las necesidades de salir de un país previas a entrar en este, son bastante más complicadas de resolver, y que muchas cosas hay que resolverlas aquí.
Por otro lado, en las peguntas que tienen que ver con los derechos y su garantía, el 73% considera que se tiene que garantizar el derecho a traer y vivir en familia, el 92,5% considera que se tiene que garantizar el derecho a la enseñanza, el 81,3% a la asistencia sanitaria, el 86,4% considera que tienen que poder acceder a cualquier puesto de trabajo, el 81,2% que hay que garantizar la práctica de su religión, el 67,6% el que puedan hacer sus propias asociaciones, el 60,8% que tendrían que tener derecho a participar en las elecciones municipales, el 53,8% en las elecciones generales, el 63,7% el de afiliarse a partidos políticos.
Sería bueno que este tipo de opiniones que afectan al acceso y a la garantía de derechos tanto sociales como políticos, se consolidasen. Y sería bueno que los responsables políticos también las tomasen en cuenta y trabajasen en la dirección de hacerlas efectivas y consolidarlas. Por ejemplo, ¿para cuando el reconocimiento el derecho a votar y ser elegido en las elecciones municipales?