Agustín Unzurrunzaga

Breve comentario sobre el Plan Vasco de Inmigración
(Hika, 152zka. 2004ko otsaila) 

El recientemente aprobado Plan Vasco de Inmigración se extendería de 2003 a 2005. Su redacción definitiva es de noviembre de 2003, y se ha difundido en enero de 2004. Por tanto, en la práctica, a pesar de que en 2003 la Dirección de Inmigración ha desarrollado un conjunto de actividades que van en la onda de lo que en él se dice, nos encontramos, de hecho, con un Plan para dos años.

En los borradores previos a su redacción definitiva el Plan estaba presupuestado, con una cantidades globales asignadas a cada año; en su redacción definitiva desaparece la cuantificación, señalando que es difícil asignar cantidades precisas, adquiriendo el compromiso de que en el primer trimestre de cada ejercicio el Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales presentará al Consejo de Gobierno un programa de actuaciones cuya ejecución correspondería al período en cuestión. Habrá que ver como se cumple ese compromiso.

El Plan consta de tres partes. Una parte descriptiva, en la que se hace un análisis cuantitativo de la inmigración, su evolución, dónde trabaja, la distribución por sexos y por territorios, etc. Otra parte en la que se explica cuáles son sus premisas ideológicas, los fundamentos y los conceptos en los que se asienta y le dan forma: integración, ciudadanía inclusiva, interculturalidad, etc. Y la parte operativa del Plan, en la que se definen la áreas de trabajo, lo que se quiere hacer en cada una de ellas y quién tendría la responsabilidad de llevarlas a la práctica.

La parte descriptiva de la situación, la fotografía que se hace de la inmigración en la Comunidad Autónoma y la descripción de la percepción que sobre ella tiene la población autóctona adolece, a mi juicio, de un excesivo color de rosa. Es cierto que se hacen planes, cursillos y se montan observatorios. Pero también es cierto que una parte son incipientes y está por ver qué dan de sí. Mientras que en la realidad de todos los días constatamos problemas e insuficiencias importantes en temas tales como primera acogida, ayudas de urgencia, locales de baja exigencia, funcionamiento deficiente de los servicios sociales, problemática general de la AES y la falsa Renta Básica... Nada de ello de se recoge en el Plan. Se sigue otro método, el de sumar, el de ¡jo, cuántas cosas hacemos!, sin valorarlas. Vendría bien una mirada algo más crítica sobre lo que hacemos, lo que da de sí lo que ya está en marcha.

Cuando se describe la percepción que la población autóctona tiene sobre la inmigración, sale una foto muy favorecida. Es cierto que las encuestas dan una imagen bastante favorable, y que un Plan mínimamente ambicioso se tiene que apoyar en una población que lo ve bien o no le pone dificultades excesivas. Pero la percepción de quienes trabajamos todos los días con estos temas es menos idílica: la explotación laboral de la inmigración es muy grande, basada en la casi etnificación de algunas profesiones y en su vulnerabilidad social (salarios bajos, contratos amañados, jornadas muy superiores a lo establecido en los convenios, falta de alta en la seguridad social, trabajo nocturno...). Es muy significativo el escaso número de extranjeros extracomunitarios que trabajan en las fábricas, y las grandes dificultades que profesionales de mucha valía tienen para entrar en ellas: las dificultades para acceder a viviendas de alquiler y la discriminación y explotación a la que se les somete, también.

Pero el problema más gordo que tiene el Plan, a mi juicio, es el enorme salto que hay entre las intenciones y la realidad del marco competencial en el que está obligado a plasmarse. Lo que se plasma en medidas concretas tiene bastante poco que ver con la amplitud del discurso. ¿Dónde queda la ciudadanía inclusiva y el trascender la situación de irregularidad a la hora de concretar las políticas de vivienda? ¿En qué consiste la participación política del ciudadano o ciudadana extranjera extracomunitaria incluida, cuando las leyes del Estado no le reconocen siquiera el derecho a ser elector o elegible en las elecciones municipales? ¿En qué ha consistido la participación del Gobierno Vasco (si ha habido algún tipo de participación) en la fijación del contingente para 2004? ¿Con qué instrumentos se hace aquí una política diferente en materia de entrada en el país, de estancia, de residencia, de reagrupación familiar, de acceso al trabajo, de expulsiones?

El espíritu del Plan es positivo; su música es agradable. Pero su contenido práctico casa mal con ella. Hay una diferencia demasiado grande entre una y otra cosa, al tiempo que es poco crítico con las limitaciones estructurales que tiene cualquier plan de inmigración en las condiciones políticas de la España actual, incluido el vasco. A su vez, me parece poco previsor con relación a problemas y limitaciones sociales que se dan ya en la sociedad.

Este Plan servirá de base y será el marco de referencia para los planes municipales. A su vez, esos planes lo completarán. Si lo que se proponen como actuaciones prácticas se llevase a término, sería un paso adelante interesante, a pesar de no tener mucho que ver con esa cierta pomposidad del discurso y la utilización un tanto zarrapastrosa de conceptos como el de interculturalidad, que se convierten en comodines que sirven lo mismo para un roto que para un descosido.