Antonio Remiro Brotons (*)

Irán y el Tratado de No Proliferación de Armamento Nuclear.
Irán en el punto de mira

(Página Abierta, 168, marzo de 2006)
(Entrevista realizada por Manuel Llusia)
14 de febrero de 2006


– ¿Está incumpliendo Irán el Tratado de No Proliferación de
Armamento Nuclear (1)?


– En principio, de lo que se trataba, más que del incumplimiento de Irán, era de la sospecha de que podía incumplirlo. Y en ese sentido se advierte la incomodidad de algunos funcionarios de la propia Agencia  [AIEA, Agencia Internacional de la Energía Atómica (2)] y de algunos países por embarcarse en esa, digamos, dinámica de sospechas o de condena a través de sospechas –que no de actos en sí mismos– de un país que, evidentemente, manifestaba un gran interés por la energía nuclear, que, aparentemente, respondía a las instrucciones de la Agencia, de una forma satisfactoria, y que alegaba su derecho, fijado en el Tratado, a desarrollar investigación, experimentación y obtención de su propia materia prima para la explotación de esa energía con fines civiles y pacíficos.

Ahora Irán ha decidido quitar los precintos que de manera voluntaria (3) había aceptado que la AIEA pusiese en sus instalaciones de investigación y ha anunciado que proseguirá con su plan de obtención de energía nuclear para uso civil. ¿Por qué?


– Todo esto, evidentemente, forma parte de un juego de toma y daca. Se acordó una moratoria, y para garantizar esa moratoria, habían precintado una serie de instalaciones para demostrar que allí no se estaba desarrollando ningún tipo de investigación de “doble uso”. Ahora, evidentemente, la República de Irán ha considerado como insuficiente la oferta de los países occidentales (4) para que interrumpa esos procesos definitivamente. Y, en cierto modo, también se ha hartado de la presión que se ejerce sobre ella.

Interesa, no obstante, recordar aquí que la Corte Internacional de Justicia, en el año 1996, emitió una opinión consultiva, un dictamen, a petición de la Asamblea General, sobre si el uso de las armas nucleares era lícito o no en el Derecho internacional contemporáneo. Y la Corte Internacional de Justicia, aunque señaló –eso en una votación muy dividida de siete contra siete, que se resolvió por el voto de calidad del presidente– que normalmente el uso de armas nucleares, por su propia naturaleza y carácter, debía considerarse incompatible con las normas del Derecho internacional humanitario, también dijo que en una circunstancia extrema en la que la supervivencia de un país pudiera estar en peligro no podía descartar, en términos absolutos, que el uso de las armas nucleares estuviera prohibido por el Derecho internacional actual. Y luego, naturalmente, añadió un párrafo para incitar a todos los Estados a colaborar en la no proliferación y en la eliminación de las armas nucleares existentes con objeto de realizar un desarme nuclear total.

Hay que aclarar, no obstante, que con esta decisión, que posiblemente responde –aunque como digo, de esta forma tan dividida en la Corte– al Derecho internacional en vigor, no al Derecho internacional que desearíamos, se estaba tratando, en cierto modo, de justificar la política de disuasión, que es, por ejemplo, la de la OTAN. La Alianza Atlántica, no lo olvidemos, sigue incorporando a su política de defensa la eventual utilización del arma nuclear frente a un ataque convencional. O sea, que no ha renunciado a ello en absoluto.

Entonces, si esto es así, yo creo que cualquier país que se encuentre en una posición de eventual blanco de la OTAN –una alianza militar liderada por un país que ha manifestado su decisión de utilizar la fuerza unilateralmente y sin causa que lo justifique para satisfacer sus propios objetivos políticos– entra dentro de lo razonable que, si considera que tiene capacidad económica, capacidad intelectual y elementos que le permitan llevar adelante su política sin padecer grandes costos por ello, trate también de dotarse de armas nucleares, puesto que sus principales adversarios o enemigos las tienen.

– ¿Cuál es tu opinión sobre las declaraciones de Chirac, precisamente en medio de esta crisis (5)?

– Es una salida de pata de banco, porque realmente no sé con quién se quiere congraciar en este momento. Podemos decir que ha superado al presidente Bush en este belén de declaraciones. Creo que es una boutade de Chirac, más que otra cosa, seguramente para uso interno. No creo que se pueda tomar en serio, porque esa tesitura  que plantea sería enormemente inquietante para el mundo. Como también lo es en sí misma la proliferación.

Yo quisiera distinguir entre lo que es la muy fundada inquietud que todos los ciudadanos debemos tener por la proliferación de armas nucleares de los problemas derivados de la desigualdad nuclear y del incumplimiento mismo del Tratado. Objetivamente, el hecho de que un nuevo país acceda al llamado club atómico es una mala noticia. Pero se da la circunstancia de que aquellos que ya son parte del club atómico no hacen nada por cerrarlo y, por el contrario, algunos de ellos manifiestan una política dispuesta a sangre y fuego para impedir acciones de los demás que para sí mismos sí que se facultan.

Desde hace unos años, desde que EE UU colocó la proliferación de armas de destrucción masiva como una amenaza objetiva a la paz internacional, prácticamente el propio Consejo de Seguridad ha asumido esa política. Y ahora cualquier Estado puede ser considerado una amenaza, no ya por la vía de las obligaciones que pueda tener asumidas a través de tratados, sino simplemente porque así se considere, aunque sea debido al ejercicio de un derecho soberano como Estado independiente.

Evidentemente, a uno le puede gustar o no gustar que un Estado se dote de armas, que tenga una política armamentística, pero mientras no sean unas obligaciones particulares, a través de tratados, o por otras vías similares, su soberanía le da todo el derecho del mundo a armarse cómo y hasta dónde tenga por conveniente.

Desde esa perspectiva, nos encontramos con que, haciendo abstracción de las obligaciones que Irán pueda tener con arreglo al Tratado de No Proliferación Nuclear y sus protocolos, tiene perfecto derecho a armarse como tenga por conveniente; y, al mismo tiempo, el hecho de armarse se puede considerar hoy, en el marco de la doctrina que ya ha hecho suya el Consejo de Seguridad, auspiciada por EE UU y otros países, como una amenaza a la paz. Entonces, el ejercicio de un derecho soberano, convertido en una amenaza a la paz, podía permitir adoptar sanciones contra un Estado que, como digo, está ejerciendo un derecho soberano. Sanciones que pueden incluir, naturalmente, el uso de las armas, si se aplica el artículo 42 de la Carta.

Si tenemos en cuenta que unas partes del Tratado de No Proliferación de Armamento Nuclear se observan y otras no, ¿qué objetivos reales cumple hoy el Tratado, y la misma Agencia?

– De entrada, no se cumple normalmente con el artículo VI, a nivel global, y todo lo referente al do ut des. Es decir, el do de aquellos que no tienen armas nucleares y renuncian a ellas por el Tratado, conservando el derecho, como digo, a una experimentación pacífica de la energía nuclear. Ese do tenía que estar, a su vez, retribuido con el des, el des de los países miembros del club atómico, para reducir las armas atómicas y, finalmente, renunciar a ellas. Y ese des, realmente, no se ha dado, entre otras cosas porque en la línea de llevarlo a cabo –sobre todo en los primeros años de la posguerra fría– la negociación, particularmente entre EE UU y la Unión Soviética, y luego Rusia, da como resultado una eliminación insuficiente de cabezas atómicas, y también una conservación de toda la capacidad de destrucción con las sobrantes, que antes se garantizaba con un mayor número de cabezas. Es decir, desde esa perspectiva, los riesgos de conflicto nuclear siguen estando ahí vivos.

– Se ha tratado también de eliminar el desarrollo de la investigación de armamento nuclear, y sin embargo se ha seguido con ella, ¿no?

– Sí. Pero incluso conviene señalar un dato muy significativo. Estados Unidos fue el país que auspició el Tratado para prohibir los ensayos o las pruebas de armas nucleares (6), hasta el punto de que llegó a adoptar sanciones contra Pakistán y la India, que, evidentemente, por su inferior nivel de desarrollo tecnológico, querían conservar esa facultad, y luego fue el “capitán araña”. Es decir, embarcó a los demás y se quedó fuera del Tratado, porque la actual Administración no sólo no lo ha ratificado, sino que ha afirmado que no pensaba ya hacerlo. Así pues, el padrino del Tratado decide apostatar del Tratado y quedarse fuera.

Ahora bien, para entender esto hay que preguntarse por qué se había auspiciado este nuevo Tratado. Sencillamente, porque las pruebas nucleares subterráneas eran innecesarias ya para mantener el desarrollo tecnológico, porque a través de pruebas de ordenador y otras simulaciones, con menos costes y menos riesgos, se conseguían los mismos resultados. Y, evidentemente, ¿quiénes están dispuestos a ratificar ese Tratado? Los que ya tienen un desarrollo tecnológico que les permite, en efecto, prescindir de unas pruebas que ya son innecesarias, como antes así se consideraron las pruebas a cielo abierto. Es decir, que, en ese sentido, los que se han mantenido fuera del Tratado han sido normalmente países cuyo desarrollo tecnológico no les permite aún tal cosa. Pero a EE UU sí que se lo permite, y sin embargo, en esa furia imperial de no aceptar ningún tipo de compromisos con los demás y de mantener siempre abierta cualquier tipo de puerta, como digo, dio este malísimo ejemplo.

De los años setenta en adelante, precisamente después de la entrada en vigor del Tratado de No Proliferación, nos encontramos con que nuevos países van obteniendo suficiente capacidad tecnológica para desarrollar armas nucleares. ¿Qué  países les facilitan los medios?


– Evidentemente, los países que ya tienen energía atómica. Lo que se tiene en cuenta en esto es la respuesta a la pregunta de ¿quién es tu amigo? Que no es otra que el vecino de tu enemigo. Es decir, se partía de los alineamientos existentes, India con Rusia y Pakistán con Estados Unidos. Y, por el otro lado también, de China con Pakistán. Porque, evidentemente, el vecino de China era la India, con el que tiene algunos contenciosos abiertos. Y luego está el caso ya conocido de Israel. 

– La insistencia ahora en el peligro nuclear iraní y en el incumplimiento de sus compromisos parece inscribirse realmente en una tendencia más estratégica de hostigamiento a Irán, presentándolo como un nuevo factor de desestabilización y un nuevo enemigo para el democrático Occidente, aprovechando en otras cosas el acceso a la presidencia del Gobierno iraní de un personaje incómodo para las potencias occidentales. Una construcción más de la serie de grandes enemigos, una más de las  llevadas a cabo en la historia del siglo pasado. ¿No te parece?


– Creo que eso también es así.  De todas formas, es cierto que, objetivamente hablando, la eventualidad de que Irán se dote de armas atómicas, no a corto plazo, que no podría, sino a medio plazo, inquieta a muchos países y es, como digo, una mala noticia; aunque, también, desde una perspectiva de Irán se puede explicar ese tipo de política, como hemos visto.

Pienso también que el colocar en el centro de atención a Irán permite poner, en cierto modo, un poco nervioso a este Estado, sabiendo que se le está vigilando, que es un poco el centro del debate. Desde esa perspectiva, con la amenaza de sanciones, y otras formas de presión, se pretende, si no cambiar la política que sigue, ralentizarla o moderar algunas de sus expresiones más fuertes. Por otra parte, viene bien también para que no sea Iraq siempre el foco de atención informativa, y así lo comparte con otro país del famoso “eje del mal”. Y al hacerlo, las malas noticias que puedan venir de Iraq quedan, en cierto modo, compensadas con las que vienen de Irán. Noticias que, gracias sobre todo a través de la forma en que llega a los medios este tipo de información, permiten a EE UU y a otros países aparecer con una posición de más respetabilidad. Porque, además, Irán, por otros conceptos de su propia política interna, es un país que puede tener fácilmente una imagen negativa en la opinión pública de muchos países occidentales.

Pero también es interesante ver cómo EE UU frente a Irán adopta una actitud más cautelosa y menos beligerante que la que adoptó frente a Iraq. Y eso, evidentemente, se debe no sólo a las enseñanzas de la guerra de Iraq –que espero que sí que se hayan digerido–, sino a que Irán es una pieza mucho más complicada, más grande, mejor estructurada, con mayores capacidades de respuesta en muchos ámbitos. La propia desestabilización del mercado petrolero, que ya de por sí está en las nubes, creo que puede inquietar no ya sólo a muchas empresas que viven del sector, sino al propio ciudadano de la calle de muchos países. Ese aspecto le da a Irán una notable fuerza en cualquier proceso negociador y a la hora de decir “¿y ahora qué van a hacer ustedes?”
Y luego está la quinta columna a disposición de Irán en muchos países, donde, si en unas viñetas con una imagen de Mahoma han producido tal conflicto y tantos problemas, imaginemos lo que sería otro tipo de medida que supusiera el uso de la fuerza por Israel o por cualquier otro país contra Irán. Amén de las dificultades para, a través de ese golpe, acabar con la política nuclear de Irán. En el año 1980, la central nuclear que Iraq estaba construyendo fue atacada por Israel. Era un objetivo concreto, singularizado.

Pero ahora en Irán existen múltiples centros diseminados. Es decir, que quizá no se satisfaría lo buscado; y claro, como supongo que no se iría a la guerra sin más, sino que se trataría de una acción que llamarían quirúrgica o selectiva, una vez acabada esa operación, la quinta columna iraní podría provocar mil destrozos en partes muy sensibles de la geografía que interesa al mundo desarrollado.

– De todas maneras, viéndolo desde el otro lado, el mismo hecho de poner en el centro de atención a Irán, en la forma en que se pone, ¿no añade ya –más allá de las viñetas, o mejor dicho, para que luego surjan cosas como la respuesta a las viñetas– un nuevo factor de humillación, una sensación de maltrato en la población iraní, y musulmana, debido a la acción del Occidente rico?


–Efectivamente, está muy claro. Porque toda la acción ahora de exigencias sobre Irán sería más respetable si ese mismo Occidente se mirara a sí mismo con respecto al armamento nuclear y al uso de otro tipo de armas. Por ejemplo, si la OTAN decidiera renunciar al arma nuclear en su política de disuasión. Quizá sería una buena medida que podría acompañar a las exigencias de que Irán abandonara su pretensión de obtener energía nuclear con fines bélicos. Cosa que, por otra parte, Irán ha negado hasta ahora. Lo que pasa es que uno se lo puede creer o no.

– Hablemos un poco de la perspectiva, ¿o habrá que esperar al día 6 de marzo (7)?


– Yo no creo que a corto plazo se vayan a votar sanciones contra Irán. Es posible que el día 6 se determine llevar el asunto al Consejo, pero no creo que en el Consejo exista una mayoría suficiente –entiendo por mayoría suficiente la que incluya a los cinco miembros con derecho a veto– como para adoptar sanciones contra Irán. Y luego es posible que en un proceso de esas características vayan cayendo sanciones adicionales, lentamente, que serán incumplidas por muchos países, como siempre ha ocurrido, y ahí se vaya manteniendo una situación en la que el tema de Irán y el arma nuclear ya no estén tan en el orden del día, y aparezca regularmente en las reuniones del Consejo de Seguridad, pero siempre con resoluciones de las que después de llegar a un cierto nivel no se supere éste, que sean recordatorios, lamentaciones, elaboraciones de comisiones de seguimiento de las sanciones...

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(*) Antonio Remiro Brotons es catedrático de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid.

(1) Este Tratado fue firmado en primera instancia por EE UU, Gran Bretaña y la URSS en 1968 y entró en vigor en 1970. Posteriormente fue ampliándose con nuevos tratados y desarrollándose con diversos Protocolos. En la actualidad, 189 países han firmado y ratificado el TNP; de ellos, cinco son los Estados del llamado club atómico, es decir, con derecho a poseer armas nucleares: EE UU, Rusia, Gran Bretaña, China y Francia. Otros países como Israel, India y Pakistán poseen armamento nuclear y capacidad para desarrollarlo y no forman parte, lógicamente, del Tratado. Otro caso, es el de Corea del Norte, del que se supone que tiene también algunas armas nucleares y que abandonó el TNP en 2003.    
(2) También llamado OIEA, Organismo Internacional de Energía Atómica, creado como organismo autónomo en la órbita de la ONU en 1957. Se convirtió en el foro intergubernamental central para la cooperación científica y técnica en materia de utilización de la energía nuclear con fines pacíficos y funciona, además, como un cuerpo de inspectores internacionales encargado de la aplicación de las salvaguardias nucleares y las medidas de verificación de los programas nucleares para usos civiles.
(3) En 1997, la mayor parte de los países signatarios del TNP firmaron  un Protocolo Adicional  del Tratado que permitía las inspecciones de la OIEA, sin aviso previo, de aquel país que, en virtud de sospechas sobre su programa nuclear, hubiese sido denunciado por el Consejo de Seguridad. Irán firmó este Protocolo en 2003, pero aún no ha sido ratificado por su Parlamento. Sin embargo, voluntariamente aceptó una moratoria en su trabajo y permitió que la Agencia precintara sus instalaciones para iniciar esa investigación.
(4) La dinámica de sospechas sobre las intenciones de Irán en materia de investigación nuclear llevó a una presión occidental sobre este país y forzó unas negociaciones en las que Irán puso sobre la mesa sus razones y necesidades ante Alemania, Francia y Gran Bretaña, que actuaron de mediadores a solicitud de Irán.
(5) El pasado 19 de enero, el presidente francés defendió la vigencia de la disuasión nuclear y su uso frente a los Estados que recurran a medios terroristas contra Francia y lanzó veladas advertencias contra Irán.     
(6) Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, acordado en 1996.
(7) El pasado 4 de febrero, la junta de gobernadores de la OIEA aprobó una resolución sobre el programa nuclear iraní que remitió al Consejo de Seguridad, estableciendo un plazo de un mes para permitir actuaciones diplomáticas antes de que pueda estudiarse esta resolución en el Consejo. De los 35 países miembros de la Junta de la OIEA, 27 votaron a favor, 3 en contra (Cuba, Venezuela y Siria) y 5 se abstuvieron (Indonesia, Bielorrusia, Argelia, Libia y Suráfrica).