Carmen Dolores Quintero González

"Querida amiga", de Marina Mayoral

Un manual para exorcizar demonios


(Disenso, nº 38, noviembre de 2002)




Con el lema “Sentimiento al pie de la letra”, Editorial Alfaguara publica la segunda edición del libro de Marina Mayoral, Querida amiga. El libro fue publicado por primera vez, en gallego, el año 1995 y se editó en castellano, traducido por la propia autora, en octubre de 2001, correspondiendo la reedición que comentamos a enero de 2002. El lema señalado parece adecuado y deja de ser sólo conativo para convertirse en una acertadísima síntesis del contenido de los relatos.


SIETE CUENTOS. Querida amiga está estructurado en siete cuentos, en los que se utiliza la forma epistolar. Surgen así los títulos: “Querida amiga:”, “Admirados colegas:”, “Mi querido amigo:”, “Eva de mi alma: (página Web)”, “Muy señor mío: (instancia)”, “Señor doctor:” y “Estimada señora:”. Partiendo de estos encabezamientos y de la propia estructura del lenguaje epistolar, la narración viene dada en primera persona del singular y plural; se acude al flash back, y a una descripción morosa en unos casos (reléase el beso de cine en el relato tercero), o a acotación casi teatral en otros; la autora refleja el poder y la contradicción de los sentimientos y la presión de género. El lenguaje es básicamente coloquial —“eso a ella la trae al fresco”—, con un léxico rico en matices y desde el que se acude a la comparación como punto de apoyo del hilo narrativo, en el que no falta nunca la exquisita ironía, el hilarante humor: “y las señoritas del pueblo usaban guantes y sombrillas para tener la piel blanca y se llenaban de polvos de arroz, que parecían bollos crudos”.
Estos relatos nos ofrecen un mundo lleno de sentimientos, donde el amor, el desamor, la amistad traicionada (Eva/Lilith, ¿sólo nombres casuales?), la dificultad para trazar el complejo y difícil mundo de las mujeres, las cortapisas burocráticas en función sólo de una diferencia de género, van marcando la temática de las diferentes narraciones. Éstas tienen algo puntualmente en común: el de estar planteadas desde una perspectiva donde el sentimiento (que no el sentimentalismo) está recubierto de una profunda aunque sutil ternura y una no menos fina y certera ironía: “Los hombres no son imprescindibles, pero está bien disponer de uno que te quiera y se preocupe por ti; es agradable y útil. Y Pablo ha sido el que menos guerra me ha dado...”.

HILAZÓN CLARA. En una primera lectura, parece que los cuentos son eso: simple y sencillamente unas cartas con apenas conexión alguna. Una lectura más detallada nos muestra una hilazón clara, sobre todo en los relatos primero, cuarto y séptimo. El titulado “Querida amiga:” plantea la necesidad de una mujer madura y bella ,V., quien quiere sea conocido, que se cuente, un amor imposible, irrealizable,”un amor contrariado que dura toda la vida”, ahora que ya no desaira a nadie. “Eva de mi alma:” sirve como puente entre el primero y el séptimo, Lilith retoma los personajes para dar cuenta de su evolución: “¿Tú te acuerdas de aquella mujer que me escribió contándome que estaba casada con un guardia civil, pero que siempre [...], pues me ha escrito el marido, el guardia civil , y no parece que sea el malo de la historia...”. “Estimada señora:” es la respuesta del marido de V., quien para hacer justicia y para que puedan ser contempladas todas las situaciones, entre ellas la suya, la del marido fiel que entiende que el amor imposible de V. es una idealización de ésta y una cobardía del amado; si en algún momento ha podido influir un chantaje, lo da por bueno (“que con un pariente en el maquis no se le podía hacer feo a un sargento”), pues admite las reglas sociales y se justifica por el amor que siente por V.: “No me faltan chicas jóvenes y de carnes duras para pasar un rato. Pero a mí me gusta ella; le tengo ley y no la cambio por ninguna”. Consigue con ello la autora cohesionar lo que parece inconexo. Cohesión que se da, aunque de forma menos explícita, en el resto de cuentos, pues en todos están latentes dos temas básicos: lo contradictoria que es la vida (“...pero la vida es más complicada de lo que pensamos y las personas tienen recovecos a los que es difícil acceder...”), los sentimientos, más aún cuando se ven sometidos a una presión social y a la dificultad de la mujer, ama de casa, escritora, investigadora, intelectual, madre... para soportar las presiones y los estereotipos de género al que se ha visto abocada, y el juego sobre el propio quehacer literario en momentos en los que son los personajes quienes se apoderan a veces de la persona que escribe, dando paso así a múltiples estructuras abiertas. Estos temas completan la unidad cohesiva de Querida amiga.

MAESTRÍA LITERARIA. Formalmente, se percibe una maestría y un poder de convicción que viene de alguien que conoce bien las técnicas narrativas y la psicología de los personajes. Como docente e investigadora, Marina Mayoral ha impartido entre otros, cursos de doctorado sobre técnicas narrativas en relatos del siglo XIX y sobre el punto de vista narrativo en la escritura hecha por mujeres. Es, además, una de las mejores conocedoras y estudiosas del significado de las obras de Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán, así como de la narrativa del siglo XIX en general.
Es este un buen aval que quedaría sólo en un acierto, si a ello no le añadimos el buen hacer y la exquisitez de la autora para calar en los más recónditos vericuetos del sentimiento humano y para plasmarlo con una plasticidad y riqueza psicológica extraordinaria. Es desde ahí donde se alcanza un importante logro que engancha a la lectura, apremiante en un primer momento pero ralentizada posteriormente, en la medida que se va siendo captado como lector o lectora. Con toda una carga emotiva y con un deseo de verosimilitud (el relato tercero lo firma Marina) la autora es capaz de ir presentando lo escrito desde una gran distancia. Parece que a veces, juegue con los personajes como también lo hacen éstos con ella (véase el relato tercero) y en ese juego mutuo, en una perspectiva en la que no cabe ni la vendetta, ni el descortés cinismo, ni una visión ácida y cáustica, radica el acierto. Y es que la persona que escribe parece que tiene claro que la lucha de clases, las diferencias entre el mundo rural y el urbano, la envidia, la dificultad de las relaciones personales entre un mismo sexo, el chantaje desde el poder y la discriminación de género, entre otros, son consubstanciales al devenir de las personas. De ahí que lo narrado deje de ser, en algunos de los casos, propio de los personajes, quienes se ven despojados de cualquier carácter estereotipado, y son devorados, aniquilados por las personas que ven su caso revivido una y otra vez, su propia historia, o la de alguien que no les es del todo ajeno.

CRÍTICA FEROZ. Si bien no hay resentimiento, vendetta, ni caústica demolición de los valores, ello no significa que no haya una contumaz crítica. Muy al contrario, ésta se presenta con una gran ferocidad, aunque tamizada por la ternura festiva y comprensiva, no por ello menos radical , convincente y efectiva —de ahí el gran logro de este libro de quien ha tiempo que ha descifrado sus demonios, los ha exorcizado, o bien ha aceptado caminar a su lado sin grandes aspavientos—. Desde una distancia lúdica, que puede parecer más gratificante y certera, los deja esparcidos a pie de letra, a pie de página, para que la lectora o el lector los demonice a su antojo, los identifique o los expulse del libro y, si puede, de su propia vida.
Como dice el personaje que firma como V. en el primer relato, dirigiéndose a la autora tras haberla visto en un programa televisivo, la escritura es liberalizadora, pues “al escribir se sacan los demonios y se siente una mejor”, “¡Tengo tanta necesidad de desahogar esta pena que llevo dentro!”.
La lectura de Querida amiga es un gratificante, divertido y hasta puede que confortante paseo por los entresijos de la propia vida. Su escritura rezuma frescor. Queda el deseo de seguir leyendo, como ya sucediera con Recuerda, cuerpo, otro estupendo libro de relatos, en el que el último de ellos, “Los cuerpos transparentes”, empatiza a cualquier lectora, e incluso lector, que haya experimentado el desprecio para quienes no se ajustan a los cánones estéticos establecidos, o son víctimas, consentidoras o no, de los mismos; quienes padecen el profundo desarraigo en una sociedad algo más que absurda.
Se tiene al fin la impresión de que Marina Mayoral, siendo exquisita en el trato para con sus personajes y pese a lo rompedora que se muestra en las formas, aquéllos y los relatos que los enmarcan, amén de una irónica ternura que pone los sentimientos al pie de la letra, hacen pensar que la escritora ha dejado de situarse en lo políticamente correcto para colocarnos en lo humanamente necesario, imprescindible. Las claras diferencias extrínsecas con las que se enfrentan las mujeres escritoras, el si podemos hablar de una escritura feminista, resulta casi aleatorio. Detrás de lo relatos hay sólo una persona valiente que escribe desde El fondo del alma.