Cristianos por el Socialismo

Obispos neocons.
CPS ante la Declaracion de los obispos


            CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO comparte el rechazo a la Declaración de la Conferencia Episcopal que, en una especie de cascada, han hecho público tantos grupos, organizaciones de Iglesia y comunidades de base. Todos se manifiestan dolidos por el secuestro que de su fe hace la Jerarquía, y de manera directa o indirecta plantean la necesidad de una revisión a fondo de las relaciones Iglesia y Estado.
            La confrontación iniciada por una Jerarquía autoritaria y miope ha provocado el efecto contrario al que deseaba: un frontal rechazo de la sociedad a su mensaje y a sus formas. Por otra parte ha conseguido aglutinar comunidades y grupos dispersos bajo el lema de “Otra Iglesia es posible”.

Ante esta situación CPS hacemos las siguientes consideraciones:

            1. Partimos de los principios del Vaticano II. En diferentes documentos  el Concilio declaró la legítima autonomía de las realidades sociales. Se trata de un principio fundamental: en un mundo ya mayor de edad, la ciencia, la política, la moral, la construcción de la paz y el diálogo, etc., no necesitan la validación de la fe. Y, por otra parte, la fe y las expresiones de la fe no necesitan tampoco las muletas del poder. Extrañamente, en un mundo que se reclama laico estamos asistiendo a una nueva politización de la religión, especialmente desde la derecha.
            A la luz del Vaticano II la Iglesia debe aceptar que en las sociedades modernas el orden moral puede fundamentarse sobre muchas éticas, tanto religiosas como agnósticas o ateas. Los obispos pretenden someter el orden político a una única concepción moral, o incluso considerarse único poseedor de La Verdad y además querer imponerla a los demás por la fuerza. A esto se le llama fundamentalismo y además supone una enorme falta de respeto a la ciudadanía que ya ha llegado a la mayoría de edad.
            2. Queremos advertir que en nuestro mundo neoliberal el sistema necesita cada vez más mantener a muchos ciudadanos y ciudadanas en una fe infantilizada basada en la sumisión y en la obediencia, una fe domesticada, fe no-crítica, sometida, a una organización jerárquica que estima ser de  institución divina, y además vinculada al poder.
            Hoy asistimos a una verdadera confrontación entre dos expresiones publicas del cristianismo: una, neointegrista y neoconservadora y otra, más escondida, que conecta con la inspiración evangélica de cambio social en favor de los pobres. La primera, con poderosos medios, está acorde con el neoliberalismo económico y el conservadurismo político. Se trata de la corriente llamada “neocon”, muy presente en los Estados Unidos. Es obvio que desde el pontificado de Juan Pablo II, también el Vaticano se ha decantado a favor de esta corriente.
            Por ello debemos considerar las declaraciones de nuestros obispos como reflejo de un fenómeno de mayor amplitud. Su voz no sólo está avalada por el Vaticano sino también por Washington y los centros en los que se decide el modelo económico, cultural y religioso acorde con el neoliberalismo.
            3. El documento de los obispos tiene una clara intencionalidad política y como es lógico ha tenido respuesta política Pero, como creyentes, proponemos dar una respuesta desde la fe, profética, prescindiendo del resultado o de la oportunidad, al margen de cualquier cálculo o prudencia política. Es decir, desde la opción por los pobres, desde el mensaje de las bienaventuranzas, desde el juicio definitivo a las naciones, “tuve hambre y me diste de comer” “era inmigrante y me acogisteis”. Y estar alerta ante los poderosos: “nadie puede servir a dos señores a Dios y al capital”, “los reyes de las naciones les dominan, pero vosotros no así…”etc.
            Por eso, queremos recordar que aquellos partidos políticos que hoy reclaman para sí los principios de la laicidad, de la igualdad jurídica y de oportunidades de todas las personas y confesiones, y se sienten aludidos por la Declaración de los obispos, hubieran debido ser en su momento más beligerantes ante sus continuadas exigencias de privilegios, porque tales exigencias son inadmisibles y nunca se puede ceder ante ellas.
            4. Hechos como éste no cuestionan nuestra fe, más bien la purifican. Sobre todo de las tentaciones de vincularla con el poder, con cualquier clase de poder, económico, político o cultural. Fe que nos impulsa a rechazar lo mismo que, según el relato de las tentaciones, rechazó Jesús. Jesús luchó fundamentalmente contra el intento de instrumentalizar la Fe en Dios al servicio del Templo, de la religión, y se jugó la vida por ello.
            Desde hace tiempo venimos exigiendo a este Gobierno y a los que vengan, una mayor coherencia con la laicidad y la aconfesionalidad del Estado, en el mantenimiento de un modelo de sociedad de iguales y de un Estado no comprometido con ninguna confesión religiosa por mayoritaria que sea, al margen de los costos o réditos electorales que esta posición pueda tener.


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Jaume Botey
José María García-Mauriño
Cristianos por el Socialismo
Febrero de 2008