Fernando García Burillo

Nâzim Hikmet, un centenario en la penumbra

(Disenso, nº 37, junio de 2002)

El pasado 15 de enero se cumplió el centenario del nacimiento de uno de los poetas cumbres de la poesía del siglo XX: Nâzim Hikmet. El poeta turco, que transformó la poesía de su país, liberándola de los ya gastados corsés de la métrica otomana y haciéndola entrar de lleno en la modernidad, pagó con 13 años de cárcel y otros tantos de exilio su compromiso con su pueblo y su negativa a doblegarse ante quienes quisieron acallar su voz.

En 1921, es decir, cuando el poeta apenas tiene 19 años, viaja a la URSS en compañía de su amigo Va-Nu, en busca de nuevos horizontes y huyendo de la guerra, el conservadurismo y un feroz anticomunismo -los integrantes del primer círculo comunista turco acaban de ser asesinados a sangre fría en alta mar-. Allí se establecen en Moscú y se dejan arrastrar por la euforia revolucionaria y la eclosión artística del momento. Son los años en que Maiakovski, en la poesía, y Meyerhold, Stanislavsky y Vakhtangov, en el teatro, los géneros que más atraen al joven Nâzim, rompen los viejos moldes; y son también los años de aprendizaje del poeta.
En diciembre de 1924, regresa a Estambul y se integra en la redacción de Aydïnlïk (Claridad), la revista teórica del Partido Comunista, definitivamente cerrada en febrero de 1925, coincidiendo con las medidas excepcionales adoptadas por el Gobierno, que tomó como pretexto el alzamiento kurdo capitaneado por el jeque Said. Al mes siguiente, los redactores de Claridad y un numeroso grupo de militantes de izquierda fueron detenidos y procesados, y el propio Nâzim Hikmet, aunque logró eludir la cárcel huyendo a Esmirna y pasando a la clandestinidad, fue condenado a 15 años de prisión, por lo que, en septiembre de 1925 volvió a escaparse a la Unión Soviética.
Sin embargo, la situación en la URSS ya no era la misma, y aunque participó en la creación de un teatro-estudio, la compañía METLA, ésta se disolvió en marzo de 1927, al poco de concluir los trabajos del XV Congreso del PCUS, que selló la victoria de los principios propugnados por Stalin.
En julio de 1928, Nâzim Hikmet regresa a Turquía, pero es detenido en la frontera y, tras seis meses de prisión preventiva, condenado a tres meses de cárcel y, consiguientemente, puesto en libertad. La represión que se cebó en aquellos años contra los comunistas, amparada en los poderes omnímodos de Mustafá Kemal y del Partido Republicano del Pueblo, provocó la desorganización del movimiento y la aparición de diversas facciones. A comienzos de la década de 1930, Nâzim Hikmet y otros camaradas fueron expulsados del partido, acusados de actividades antiestalinistas y de desviaciones burguesas, por preconizar una mayor democracia interna y cuestionar la infalibilidad de las orientaciones del Komintern.
Entre tanto, en abril de 1929, había publicado 835 Satïr (835 líneas), una colección de poemas de corte constructivista que alcanzó dos ediciones, y, antes de acabar ese mismo año, Jokond ile Si-Ya-U (La Gioconda y Si-Ya-U). Por aquellas fechas, se sumó a la redacción de Resimli Ay (Mensual Ilustrado), una revista de concepción vanguardista que congregó a un grupo de escritores y artistas empeñados en "derribar los ídolos", según la fórmula acuñada por Nâzim en una célebre serie de artículos que provocaron un considerable revuelo y le costaron la feroz animadversión de ciertos personajes influentes, que se sintieron retratados en aquellos ídolos con pies de barro.

ACTIVIDAD CREADORA. Como si Nâzim presintiera la amenaza de la cárcel, despliega una incesante actividad creadora: en 1930 publica dos nuevos poemarios: Varan 3 (Y van 3) y 1+1=2, este último escrito al alimón -lo que frecuentemente se olvida- con Nail V. (Nail Çakïrhan); en 1931, Sesini kaybeden Sehir (La ciudad que perdió la voz), ilustrado por Abidin Dino, y, en 1932 una antología de poemas, Gece Gelen Telegraf (Telegrama nocturno) y Benerci kendini Niçin Öldürdü? (¿Por qué se ha suicidado Benerci?), una composición que guarda muchos paralelismos con La Gioconda y Si-Ya-U por su libérrimo estilo y la alternancia de verso, prosa y diálogo, que, en cierta manera, prefiguran ese nuevo género -o esa ausencia de género- que se popone fundar con su obra más ambiciosa, que redactaría durante sus largos años de cárcel: Paisajes humanos de mi país. También escribió teatro: Kafatasi (El cráneo) y Bir Ölü Evi (La casa de un muerto) fueron estrenadas en Estambul en 1932.
Es en estos años cuando conoce a uno de los grandes amores de su vida, Pirayé, una joven de apenas 22 años. Su relación quedó truncada en marzo de 1933 con la detención de Nâzim, acusado, en unión de 23 camaradas, de asociación ilegal y de pretender implantar en Turquía el régimen de los soviets. Durante el juicio, celebrado en Bursa en noviembre de aquel año, el fiscal reclamó la pena de muerte para los acusados. Algo más de un año después, tras su puesta en libertad gracias a la amnistía promulgada en agosto de 1934 con ocasión del décimo anivesarsio de la República, ambos retomaron su vida en común y contrajeron matrimonio en enero de 1935.
Nâzim, que en esos años de la década de 1930, marcados por el ascenso de los fascismos en Europa, sufre un doble ostracismo, apartado de la prensa, en la que tiene que resignarse a colaborar bajo seudónimo, y apartado del sector mayoritario del Partido Comunista turco, que lo considera un desviacionista burgués, no por eso abandona su impulso militante y escribe dos largos poemas narrativos que pueden considerarse auténticas obras maestras en su género: Taranta-Babu'ya Mektuplar (Cartas a Taranta Babu), sobre la invasión de Etiopía por las tropas de Mussolini, publicado a finales de 1935 y recogido en Commune, la revista animada por Louis Aragon, en marzo de 1936, y Seyh Bedreddin Destani (Leyenda del jeque Bedreddi), publicada en 1936, en la que recoge la revuelta de signo antifeudal que en el siglo XIV protagonizó la secta Simavi, constituida por musulmanes, judíos y cristianos. Otro aspecto más del compromiso de carácter antifascista del autor lo constituye el largo poema titulado Talihsiz Yusuf'un Gemisiyle Barcelon'a Seyahat (Rumbo a Barcelona en el barco del desdichado Yusuf), publicado a finales de 1937, coincidiendo con el avance de las fuerzas nacionalistas en la guerra civil española, que estuvieron a punto de tomar Madrid, y la entrada en combate de las Brigadas Internacionales.

REACCIÓN DE LOS 'VIEJOS ÍDOLOS'.
A finales de 1937 y comienzos de 1938 se gesta una auténtica conspiración contra Nâzim Hikmet, con el objetivo de acallar su voz de por vida, para lo cual era necesario sustraerlo a la jurisdicción civil y entregarlo a la militar. En este tiempo el poeta ha de afrontar dos procesos: En el primero, el motivo, aunque de extrema inconsistencia, lo brinda un grupo de alumnos de la Academia Militar apasionados por la literatura y de ideas progresistas, a quienes en el curso de un registro se les descubre algunos libros del poeta. A pesar de tratarse de libros legalmente publicados que podían adquirise libremente, la jurisdicción militar inicia un proceso contra Nâzim Hikmet y veinte alumnos de la Academia Militar, entre otros, en el que se le acusa de conspiración militar e incitación a la indisciplina y a la rebelión (este último cargo podía castigarse con la pena de muerte). El juicio concluye con elevadas condenas, pero es Nâzim quien se lleva la palma: 15 años de prisión.
El segundo proceso lo incoa contra él la Armada, por los mismos motivos: la detención de algunos cadetes a los que se había soprendido con libros del poeta. En este caso, la falta de pruebas y el hecho de que se esgrimiera como acusación principal la militancia comunista de los procesados, que entraba dentro de la jurisdicción civil, hacía presagiar una sentencia absolutoria. Sin embargo, las condenas fueron también de una inesperada dureza, en particular la recibida por Nâzim: 28 años y 4 meses.
Nâzim llegó a la prisión de Bursa en diciembre de 1940, para cumplir una larguísima condena que, de hecho, para un hombre como él, de 38 años y con una salud frágil, equivalía a una cadena perpetua. Allí, en las celdas de la prisión de Bursa, coincidió con dos jóvenes que había sido condenados, con tan sólo 16 años de edad, a duras penas de cárcel y a los que ayudó a desarrollar sus facultades artísticas, como en la cárcel de Çan-kïrï hiciera con Kemal Tahir: Orhan Kemal, condenado a 5 años de cárcel por propaganda comunista, que acabaría convirtiéndose en uno de los escritores fundamentales de la Turquía contemporánea, e Ibrahim Balaban, un joven contrabandista a quien Nâzim enseñó a pintar, y que se convirtió al cabo de los años en uno de los valores más cotizados de la pintura turca.
Durante los 10 años prácticamente ininterrumpidos que Nâzim pasó en la cárcel de Bursa, escribió sus Saat 21-22 Siirleri (Poemas de las 22-23 horas), en un lenguaje deliberadamente simple y dedicados a Pirayé; pero, sobre todo, avanzó en su obra más ambiciosa, Memleketimden Insan Manzaralarï (Paisajes humanos de mi país), en la que se proponía "retratar a su pueblo en diferentes momentos históricos" y en la que trabajó durante 20 años, 13 de los cuales en prisión. Como explicó en sus cartas a Kemal Tahir, no era un libro de poesía, pues aunque hubiera elementos de poesía, también los había de prosa, teatro y cine.

CAMPAÑAS Y HUELGA DE HAMBRE. Durante los últimos años de la década de 1940, Turquía necesita abrirse a Occidente y crecen las esperanzas de un cambio político y de una liberalización del régimen, en la práctica de partido único. Coincidiendo con este nuevo clima, Va-Nu, su gran amigo de juventud, con quien había roto a raíz de sus diferencias políticas, le visita en prisión y renace la vieja amistad. También le visita un prominente periodista, Ahmet Emin Yalman, propietario del periódico Vatan, que siendo de origen judío, ha chocado con el régimen por la imposición de un impuesto que penalizaba exclusivamente a las minorías de origen griego, judío y armenio, y que, además de apreciar la poesía de Nâzim Hikmet, quiere acabar con la mala imagen exterior de Turquía que provoca la injusta y prolongada encarcelación del poeta, contra la que ya se han iniciado diversas movilizaciones en el extranjero, particularmente en Francia.
En ese periódico se inicia una campaña por su libertad, a la que pronto se suma Mehmet Ali Sebük, un influyente abogado que ha estudiado criminología en Francia, quien inicia una serie de artículos desvelando las irregularidades de los procesos a que fue sometido el poeta. Pero sus argumentos y las apelaciones ante el Tribunal Supremo y la Asamblea Nacional fueron desestimados. No obstante, sus esfuerzos, en un clima de cierta lieberalización del régimen, contribuyeron a crear un ambiente de opinión favorable a la liberación del poeta, aunque muchos comprendieron que ésta no se produciría mientras el Partido Republicano del Pueblo, el partido único surgido de la revolución kemalista, siguiera en el poder.
En su estancia en la cárcel comienza una nueva relación. Se enamora de su prima Münever, con la que viviría después de su excarcelación en 1950.
Su salud sigue deteriorándose y, en septiembre de 1949, se crea un comité internacional para su liberación, animado por Tristan Tzara y al que prestaron su apoyo Yves Montand, Picasso, Aragon, Camus, Sartre y Simone de Beauvoir, entre otros. Las manifestaciones llegaron hasta el corazón de Estados Unidos y el cantante Paul Robeson -marginado durante la época maccartista y que más adelante sumaría a su repertorio la canción titulada La niña muerta, sobre la destrucción de Hiroshima, con letra de Nâzim Hikmet y música del compositor checo Vaclab Dobias- prestó todo su apoyo a la campaña.
En este contexto, el poeta, que ya había tratado de suicidarse en prisión ingiriendo una elevada dosis de barbitúricos, comenzó el 2 de mayo de 1950 una desesperada huelga de hambre que contribuyó a sacar de su indiferencia a una parte de la sociedad turca.
El 14 de mayo, ante el agravamiento de su estado de salud, había sido ingresado en un hospital. Sus amigos empezaron a temer seriamente por su vida, pues el Gobierno no tomaba ninguna iniciativa y Nâzim seguía firme en su empeño, por lo que comisionaron a uno de sus mejores amigos, el pintor Abidin Dino, para convencerle de que abandonara la huelga de hambre, hasta que tomara posesión el nuevo Gobierno del Partido Demócrata. Finalmente, tras recibir múltiples llamamientos, el 20 de mayo aceptó interrumpirla. Pero su liberación, como muchos temían, no se produjo hasta el 14 de julio, cuando la nueva Asamblea Nacional, ahora dominada por el Partido Demócrata, aprobó una amnistía parcial que permitió la salida de la cárcel de ciento once presos políticos comunistas, entre los que se encontraban, además del poeta, dos de sus mejores amigos: el pintor Ibrahim Balaban y el escritor Kemal Tahir.

LIBERTAD Y EXILIO. Al recobrar la libertad, la primera preocupación de Nâzim fue reunir la obra escrita durante sus años de prisión, que había tratado de preservar repartiéndola entre sus seres más próximos.
En noviembre de 1950, la II Conferencia del Congreso Mundial de la Paz le galardonó con el Premio de la Paz, recibido junto con Pablo Picasso, Paul Robeson, Wanda Jakubowska y Pablo Neruda, que fue el encargado de recogerlo en su nombre, ya que las autoridades turcas no le permitieron acudir a Varsovia. Y no sólo no le concedieron un pasaporte, sino que reabrieron su expediente militar y recibió una orden de alistamiento para incorporarse a un alejado destino. No hacía mucho que el escritor Sabahattin Ali había muerto en extrañas circunstancias, tras haber sido también llamado a filas a una edad tardía. Nâzim temió ser víctima de una venganza por parte de quienes no se resignaban a saberlo libre cuando habían dispuesto todo para que se pudriera de por vida en prisión. De modo que comenzó a plantearse el exilio. En marzo de 1951 nació su hijo Mehmet y, menos de tres meses después, huía de su país a bordo de una frágil embarcación.
En plena guerra fría, el caso Nâzim Hikmet fue utilizado por la propaganda soviética para contrarrestar el desastroso efecto producido por el Muro de Berlín y las constantes fugas de ciudadanos del Este de Europa a Occidente. De modo que el poeta fue recibido en la URSS con todos los honores e inmediatamente fue aupado a los órganos directivos del movimiento por la paz y el desarme -en 1952 entró a formar parte de la dirección del Congreso Mundial de la Paz-, la cara amable y progresista que entonces presentaban en el exterior los países de la órbita soviética, lo que le permitió gozar de una situación privilegiada, viajar con relativa facilidad al extranjero y conocer a escritores y artistas como Picasso, Sartre, Simone de Beauvoir, Neruda, Tristan Tzara, Nicolás Guillén, Anna Seghers, Miguel Ángel Asturias, Louis Aragon, Jorge Amado, Diego Rivera, Arnold Zweig, Régis Debray... Residió en Moscú hasta su muerte en 1963.
Durante esos años, su poesía -prohibida en su país, donde hasta la simple mención de su nombre, borrado de manuales, antologías e historias de la literatura, era un acto de resistencia- recorrió el mundo, y hoy, mientras en Turquía sus poemas son cantados y recitados hasta en las aldeas más apartadas, para escarnio de quienes pretendieron acallar su voz, en nuestro país la oportunidad que su centenario brinda para recuperar la poesía de quien nunca se doblegó ante la tiranía -ni en Turquía ni en la Unión Soviética, donde llegó a temer por su vida debido a sus críticas a Stalin- parece haber quedado relegada ante la ocasión de revisar la obra de otros autores que se acuerdan mejor con el indiscutible e indiscutido orden vigente.

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Obras de Nâzim Hikmet publicadas en castellano

Duro oficio el exilio (prólogo, versión española y notas de Alfredo Varela), Lautaro, Buenos Aires, 1959 (reeditado en La Habana en 1975 y en Barcelona, en 1976, por José Batlló).
La miel de la esperanza y otros poemas precedidos de un mensaje a los poetas (traducción de Leonilde Bernasconi), col. Laura, La Habana, 1961.
Leyenda de amor (pieza en tres actos y cinco cuadros), Ariadna, Buenos Aires, 1964.
Antología (selección, traducción y prólogo de Solimam Salom), Visor, Madrid, 1970.
Antología poética, Quetzal, Buenos Aires, 1974.
Poemas (traducción de Alfredo Varela), Ed. Arte y Literatura, La Habana, 1978.
La nube enamorada (ilustraciones de Malok, traducción de Fernando García Burillo), Ediciones de Oriente y del Mediterráneo, Guadarrama, 1989.
Últimos poemas I. 1959-1960-1961 (ilustraciones de Pablo Picasso, traducción y presentación de Fernando García Burillo), Ediciones de Oriente y del Mediterráneo, Guadarrama, 2000.
Paisajes humanos de mi país I (traducción y presentación de Gül Isik y Fernando García Burillo), Ediciones de Oriente y del Mediterráneo, Guadarrama, 2002.

De próxima publicación:

Últimos poemas II. 1962-1963 (ilustraciones de Pablo Picasso, traducción y presentación de Fernando García Burillo), Ediciones de Oriente y del Mediterráneo, Guadarrama, octubre de 2002.

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SELECCIÓN DE SUS ÚLTIMOS POEMAS (*)

El sol y los gritos de los niños en los globos rojos amarillos y verdes
El cielo con sus luces azules
Quién iba a decir que mi historia terminaría así
He entrado en la estación de las lluvias en la estación de las poesías tristes

No esperas nada de mí
Las palabras se quedan entre nosotros sin poder alcanzarnos
En los globos rojos amarillos y verdes el sol y los gritos de los niños
Cansados y desesperanzados contemplamos nuestras palabras.

(Moscú, 11 de mayo de 1962)

...

Te has cansado de llevar mi peso
Te has cansado de mis manos
De mis ojos de mi sombra
Mis palabras eran incendios
Pozos eran mis palabras
Un día vendrá de repente vendrá un día
Sentirás el peso de las huellas de mis pasos
Alejarse las huellas de mis pasos
Y este peso será de todos el más difícil de soportar.

(Moscú, 31 de mayo de 1962)


MI ENTIERRO

¿Mi entierro saldrá de nuestro patio?
¿Cómo vais a bajarme del tercer piso?
El ataúd no cabe en el ascensor
Y las escaleras son demasiado estrechas.

Tal vez el patio esté inundado de sol y haya palomas
Tal vez nieve en medio de los gritos de los niños
Tal vez llueva y esté mojado el asfalto.
Y como siempre los cubos de basura estarán en el patio.

Si como acostumbran aquí me suben al furgón con la cara descubierta
Puede caerme algo de una paloma en la frente: trae suerte.
Venga o no una banda de música habrá niños a mi lado
Los niños siempre sienten curiosidad por los muertos.

La ventana de nuestra cocina me seguirá con la mirada.
Nuestro balcón me acompañará con la ropa tendida.
No podéis saber lo feliz que he sido en este patio.
Vecinos míos a todos os deseo una larga vida...

(Moscú, abril de 1963)
...

Recorrí a toda velocidad tus sueños
Su resplandor ardió y se consumió
Planté un ciruelo
Y saboreé sus frutos.

Amé tanto la tristeza
Sobre todo en las piedras del mar
En la mirada de la gente
Y de repente dejé de amarla

Qué bien que amara la lluvia
Qué bien que pernoctara en la cárcel
Amé a los que no pudieron
Alcanzar toda mi felicidad

Qué bien que amara los regresos
...................................................

(Moscú, 2 de mayo de 1963)

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(*) Los poemas anteriores, inéditos en castellano, pertenecen al segundo volumen de Últimos poemas, que recoge los publicados por Nâzim Hikmet en los años 1962 y 1963, traducidos del turco por Fernando García Burillo y de próxima publicación por Ediciones de Oriente y del Mediterráneo.

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