Flor Cabrera
Hetairas en las noches de Madrid. Noches de Libertina
(Página Abierta, 240, septiembre-octubre de 2015).

Estos textos nacen de la necesidad de compartir nuestras vivencias de tardes y noches pasadas durante muchos años en la Libertina, nuestra desvencijada furgoneta que usamos como Unidad Móvil y que, a pesar de su vejez,  y como paradoja, han querido comprarnos en varias ocasiones desde unos gitanos hasta un guardia civil.

Estos textos nacen, por supuesto, con la intención de expresar un gran respeto por cientos y cientos de mujeres con las que hemos compartido cafés, colacaos, conversaciones y situaciones unas veces más fáciles que otras. Mujeres con las que nos hemos reído y emocionado. Y para recordar con mucho cariño a tantas compañeras y compañeros de Hetaira (1) que han prestado su trabajo voluntario y su generosidad.

Los relatos quieren también expresar admiración por las putas de los polígonos y de la Casa de Campo de Madrid, por ese carácter suyo desafiante a las leyes naturales y a la climatología, en noches a la intemperie, con los pechos de amazonas desnudos y manteniendo el tipo y el buen humor, la belleza y la dignidad. Y también aguantando el miedo que se deja sentir detrás de cada farola o en el interior de un coche desconocido. Porque es fácil mostrar sonrisas cuando se está protegida y sabiéndose a resguardo, y es fácil estar guapa en un entorno y en unas condiciones favorables, pero qué difícil resulta con el calor del asfalto que licúa todos los maquillajes o con los fríos del invierno poligonero que se clavan en las entrañas como alfileres.

Estas que siguen son pequeñas “pinceladas” de algunas historias, pero hay muchas, muchísimas más (2).

Noche de soledad
. Polígono de Marconi (Villaverde)

La chica es muy joven y está sola en una zona alejada, en la que apenas se paran otras mujeres.

Se sorprende al ver que aparcamos la furgoneta a su lado y nos bajamos de ella dos de nosotras. Su acento nos trae aires del este de Europa. Tiene necesidad de comunicarse pero ¡ah maldita lengua que nos impide entendernos! De castellano nada, nada de inglés, ni italiano, ni francés. Después de varios intentos, deducimos que es búlgara, que acaba de llegar y que tiene miedo. Nos quedamos con ella un rato explicándole con señas y con los dibujos de los folletos qué es Hetaira y qué hacemos allí. Le damos preservativos y la tarjeta con nuestro teléfono. Le ofrecemos un café o un té. Lo rechaza. Le damos nuestros nombres y ella, con voz apagada, esboza un Daniela.

Tratamos de convencerla de que ese sitio es poco seguro, que no hay otras chicas cerca. Dudamos de que nos haya entendido, pero intuimos que no está tan sola. Mira de reojo, un poco inquieta, hacia el aparcamiento cercano. En el interior de un coche apreciamos el leve destello de un cigarrillo.

Nos despedimos y sus labios dibujan una sonrisa agradecida.

Hemos vuelto por allí en sucesivas noches, pero no la hemos encontrado.

Noche de complicidades
.Polígono El Gato (Villaverde)

Catalina hace tan sólo diez meses que vino a España desde un pequeño pueblo de su Rumanía natal; pero ya habla un castellano fluido. Está colocada en un lugar más apartado de la zona habitual de sus paisanas. Tiene un discurso claro y directo, empoderado. Las dos luciérnagas verdes que tiene por ojos no dejan que desvíes la mirada de ellos. Según sus palabras, ella es una profesional. Quiere que sus clientes queden muy contentos y que vuelvan a buscarla. Dice que tiene una clientela fija que se ha ganado gracias a su buen trabajo. Eso sí, ella está sola, no tiene a nadie detrás, «no quiero mantener a ningún hombre... ni necesito a nadie que me proteja, que ya sé hacerlo yo misma...»

Tiene una curiosidad constante. Nos comenta que ha leído nuestro folleto de salud y quiere que le demos más para algunas amigas. Nos pregunta por el uso del Cytotec y sus efectos; por las ventajas de los condones femeninos en su trabajo; por nuestra asociación; por lo que hacemos..., por nosotras mismas. Quiere que le contemos algo de nuestra vida, qué mueve a dos mujeres como nosotras a ir allí de noche en una furgoneta y quedarnos tanto tiempo en una charla, sin prisas, con alguien a quien no conocemos de nada.

Y así van surgiendo las complicidades entre las tres, de forma natural, sin protocolos, sin artificios.

Noche de cuerpos
. Casa de Campo

Paramos en uno de nuestros sitios habituales para esperar a que vengan las chicas. Es una zona donde se agrupan las mujeres trans. Se acercan unas botas rojas interminables y una figura imponente que nos resulta familiar.

¡Cuánto tiempo sin verte, Pamela!

Es que he ido a operarme a mi país, ¿no ves el pecho tan bonito que me han dejado?

Pues el que tenías antes no estaba nada mal.

Bueno, pero ya estaba anticuado.

Ah!, yo no sabía que los pechos pasaran de moda...

Pues sí... y, cuando ahorre un poco más, me operaré para que me pongan coño...

Sube a la furgo y se quita el sujetador para que veamos y palpemos sus recién estrenadas tetas, enormes y turgentes. Mientras tanto, otras chicas se van acercando, y al ver a Pamela, se animan a mostrar también sus pechos y los efectos de las liposucciones que se han hecho, preguntándonos quién las tiene más bonitas o más firme el trasero. Y nos piden que entremos en la comparación nosotras también.

Y entre bromas y vasos de café, va surgiendo la conversación sobre los usos y abusos de la silicona, sobre las hormonaciones y sus efectos, sobre liposucciones y reasignaciones. A alguna se le quiebra la voz recordando accidentes y pérdidas de compañeras o alguna amiga querida.

Tardes de asamblea y de limpieza
. Polígono de Villaverde

Últimamente, los ánimos están más caldeados que de costumbre en el polígono. Hay rumores continuados de que quieren echar a las mujeres de aquí y ellas están muy inquietas. Se habla de una posible ordenanza municipal del Ayuntamiento de Madrid, parecida a la que ya se ha puesto en vigor en otras ciudades, para “limpiar” las calles. Empiezan a hablar entre ellas y tratan de organizarse, nosotras vamos transmitiéndoles nuestro apoyo en lo que decidan.

Al final se convoca una asamblea al lado de la estación de Renfe y acuden a ella más de cien prostitutas que trabajan allí. Las “hetairas”nos mantenemos en un segundo plano para que sean ellas las que se expresen.

Hablan de cómo se sienten perseguidas, invisibilizadas, ninguneadas y no escuchadas, hablan de enfrentamientos entre ellas, pero también de acuerdos. Y se concierta pedir una entrevista con el Ayuntamiento y hacer una manifestación, con una idea muy clara: por la negociación de los espacios públicos.

La manifestación, un domingo por la mañana, discurre calle Montera abajo con una participación muy digna, con la presencia de muchas chicas y muchos medios de comunicación.

Después, hay que seguir con las pilas cargadas y deciden hacer una batida de limpieza en el polígono, llamando a que se unan las que han estado más alejadas de la acción y tratando de hacerles ver que el problema es de todas.

Con performance de guantes y escoba, las chicas gritan al Ayuntamiento que ellas valoran el lugar de su trabajo y quieren tenerlo limpio y no sólo este día.

Noche de luna llena
. Casa de Campo

Víspera de San Juan. La noche resplandece con la luz de una inmensa esfera blanca y brillante. El cielo sembrado de incesantes relámpagos y, de fondo, los ruidos de los truenos que están en retirada. Sentimos un fuerte influjo que nos invita a salir fuera de la Libertina. No muy lejos se empieza a oír una musiquita alegre, que pone cadencia al ambiente. El baile improvisado surge espontáneo y algunas chicas que van llegando se suman al momento de magia en el descampado inhóspito.

A la llamada de las risas y de la danza, otras mujeres se acercan despacio, según les permiten sus imposibles tacones de aguja. Nos observan admiradas y divertidas, acompañándonos con palmas.

Esta noche, su idea acerca de nuestra cordura no ha ganado muchos puntos; pero notamos todas que los lazos se estrechan en una cercanía cómplice.

Dentro de la furgo se quedan, un poco olvidados, los folletos de salud y las bolsas con los condones. En el olvido, también por esta noche, los malos rollos; las cábalas para llegar a fin de mes; los desamores; los miedos...
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(1) El colectivo Hetaira es una asociación que trabaja en Madrid en favor de los derechos de las trabajadoras del sexo. Su página web es www.colectivohetaira.org
(2) Página Abierta publica, por razones de espacio, solo una pequeña selección del conjunto de relatos incluidos en estas Noches de Libertina. Los nombres que aquí aparecen no son reales y, aunque varios de ellos los hayan utilizado algunas chicas como “nombres de guerra”, desde luego no coinciden con los comentarios con los que se relacionan.