Ignasi Álvarez Dorronsoro

Las movilizaciones de protesta contra la cumbre de la UE de Barcelona.
Un "salto adelante" del movimiento contra la globalización neoliberal

Entrevista con Gabriela Serra

Tras la cumbre de Barcelona de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) del pasado 16 de marzo y las movilizaciones de protesta que la acompañaron, entrevistamos a Mª Gabriela Serra, ex presidenta de la Federación Catalana de ONG para el Desarrollo.

Mª Gabriela Serra tiene a sus espaldas una larga trayectoria de más de 25 años de militancia en distintas organizaciones vecinales y de enseñantes. Desempeñó un papel relevante en el movimiento anti-OTAN en Catalunya, y luego, enrolada en las Brigadas de Paz, en la defensa de los derechos humanos en Guatemala. En la anterior campaña contra la reunión del Banco Mundial en Barcelona, en junio de 2001, encabezó la querella contra la señora García Valdecasas, delegada del Gobierno en Catalunya, tras la actuación policial que ocasionó un buen número de detenidos y heridos entre los manifestantes.

Ahora, con ocasión de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, y por decisión de la asamblea y de las comisiones de trabajo de la Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra, de la que es miembro, asumió el papel de representante o de cara pública de esa campaña.

- La magnitud de la manifestación del sábado 16 de marzo dejó mudos a los detractores del movimiento, pero constituyó también una sorpresa para las organizaciones convocantes. No sólo estamos ante un éxito indiscutible de la convocatoria, sino también ante una nueva etapa de un movimiento capaz de movilizar no sólo a personas activas de los movimientos sociales sino a un sector muy amplio de la población. Me gustaría saber tu opinión sobre ello.

- La movilización de Barcelona de este mes de marzo ha sido realmente un éxito y ha representado un nuevo hito, al menos en dos aspectos: en primer lugar por la multitudinaria participación. Estamos hablando de cifras oficiales de 300.000 personas, por más que si nosotros dijéramos 500.000 no sería una exageración. Tomemos una u otra cifra, lo cierto es que es algo absolutamente novedoso e inesperado. Centenares de miles de personas de aquí, del país, la mayor parte de ellas sin ningún vinculo orgánico con el movimiento ni con los grupos convocantes. Ello no quiere decir que no hayan venido personas de otras zonas; en Barcelona había gente de todas partes del Estado español. Había también, aunque muchas menos, personas de otros países de Europa, a las que es obligado sumar unas cuantas miles que fueron retenidas ilegalmente en la frontera, y que venían sobre todo de Francia y de Bélgica. Las cifras superan con mucho las de otras movilizaciones anteriores: Seattle, Praga, Gotemborg, Génova.

Pero también es novedosa por la opción que se ha tomado en cuanto al espíritu y la orientación que tenía que tener la movilización. La Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra, a partir de la experiencia de lo que fue la Campaña contra el Banco Mundial, en junio de 2001, se planteó que las movilizaciones y las actividades que se debían realizar como campaña debían respetar la acción directa no violenta. Creo que ello ha servido para desactivar la imagen de movida de jóvenes y grupos violentos, con la que se intentaba marginalizar al movimiento. Una imagen que, en cierta medida, se había venido arrastrando a lo largo de varias de las convocatorias anteriores a escala internacional. Creo que eso es importante. Una opción frente a la violencia ya defendida en los actos contra la reunión del Banco Mundial del año pasado.

Por tanto, yo pienso que, cuantitativa y cualitativamente, la movilización de Barcelona es un salto adelante.

- El número y la gravedad de las acciones violentas no fueron probablemente inferiores a los de la movilización contra el Banco Mundial. Sin embargo, ahora todo el mundo se ha felicitado por el discurrir pacífico de los actos de protesta.

- Esas 500.000 personas tienen "la culpa" de ese cambio en la percepción de las cosas. Ahora todo el mundo, incluidas las diferentes autoridades, que anunciaban todo tipo de desastres dicen estar contentísimos con unas jornadas de las que unos elogian el "orden" con el que han discurrido, otros el "civismo de la ciudadanía" y otros el "patriotismo". Esa diferencia sólo cabe entenderla si esos actos de violencia, no muy graves y sí muy minoritarios, los enmarcamos en una movilización de varios cientos de miles de personas o en una convocatoria, como la del año pasado, en la que hablábamos de 15.000 o 20.000 personas.

- Los jóvenes han estado presentes, pero la manifestación de esta vez ha tenido un carácter mucho más intergeneracional; parecía que estábamos ante un movimiento generacional, limitado en buena medida a un segmento de edad, pero esta vez eso ha cambiado y era visible la nutrida presencia de gente de todas las edades.

- Claro. Si recordamos las movilizaciones, sobre todo las europeas, de Praga, Gotemburgo, Génova, sí que hay motivo para decir que, sustancialmente, fueron movilizaciones que arrastraban a sectores jóvenes, lo cual explica también que el número de manifestantes estuviera muy por debajo de lo conseguido en Barcelona. Y, realmente, la manifestación de Barcelona -lo comentaba contigo ayer- ha sido capaz de movilizar a gentes de nuestra quinta, gentes provenientes de la lucha antifranquista, gentes de 40, 50, 60 años, que, ciertamente, no era la habitual en las movilizaciones anteriores contra la globalización. Ayer comentaba también con otros compañeros que quizás la franja menos visible era la de los treintañeros, aunque eso sólo puede ser una estimación a ojo. Creo que otra de las especificidades de la movilización de Barcelona es esa capacidad de aglutinar a distintas generaciones, de ampliar el abanico de edades.

Sin embargo, hay que subrayar que lo que es propiamente la organización de la Campaña está sustancialmente en manos de gente joven, de gente por debajo de los 30 años. No me refiero al amplio y variado conjunto de las diferentes organizaciones, entidades y grupos que suscriben y apoyan la Campaña, sino al núcleo de la gente activa que ha dedicado, y seguirá dedicando, mientras dure la presidencia española de la Unión Europea, horas y horas, precisamente, a todas las tareas de organización, nutriendo las diferentes comisiones que se crearon ya cuando la reunión del Banco Mundial: la comisión legal, la comisión de salud, la comisión de actividades descentralizadas, la comisión de prensa. En este caso también se creó la comisión del concierto de Manu Chao. Esas comisiones son las que ejecutan, en concreto y con todo lo que ello supone, las decisiones que se toman en asamblea. Ahí sí, yo diría que en ese núcleo surge fundamentalmente gente joven e, insisto, de orígenes muy diversos: gente antimilitarista, gente del movimiento okupa, alguna gente de ONG, la XCADE, gente del MRG, gente del mundo de la solidaridad; es decir, gentes variadas y variopintas. Lo que sí es importante destacar es que, precisamente, el sector joven no es sólo el que más trabaja y más involucrado está en las comisiones, sino el que también tiene un peso considerable en las asambleas.

- Las actividades que se realizaron en los días anteriores, las performances, como las llaman ahora, contaron con una participación bastante amplia y, sobre todo, han tenido el efecto de poner el movimiento en la calle, dando una imagen simpática de él.

- Un efecto enorme. Esta vez, sobre todo, las actividades descentralizadas se trabajaron mucho y se trabajaron con cuidado. Obviamente, en las convocadas por la Campaña se quiso mantener el carácter reivindicativo, radical, y a su vez festivo, buscando que fueran bien acogidas por la población. Yo creo que sí hay una preocupación real -aunque todo se puede profundizar más- por acercarnos a la gente, por intentar hacer un tipo de acción, primero, que sea comprensible por parte de la ciudadanía, y segundo, que permita su participación. Ahí está la famosa acción descentralizada llamada "los cazalobbys", en la que un montón de compañeros disfrazados iban a cazar a los lobbys económicos, a las multinacionales, etc. O las marchas en bicicleta que salieron desde diferentes puntos de barrios periféricos de Barcelona, y que se juntaron después. O todo el recorrido que se hizo por diferentes consulados latinoamericanos dejando una exigencia en cada uno de ellos: en unos, de condonación de deuda; en otros, de paz; en otros, contra el Plan Colombia, etc. Pero todo eran actividades que yo creo que la gente que las veía podía estar de acuerdo o no, pero como mínimo entendía el sentido y entendía el mensaje. Eso se ha tenido muy en cuenta. Aparte de otras acciones que no necesitan explicación y participación, como la de los cuatro compañeros que colgaron una macropancarta en la Sagrada Familia, y que fueron detenidos, al igual que los dos que, al inicio del partido Barça-Madrid, se encadenaron a la portería del Barça.

Creo, por otra parte, que cada vez se da más importancia a los debates, los talleres o las mesas de discusión. Este año hemos contabilizado que en la mañana del sábado 16 de marzo había 6.000 personas en el conjunto de mesas y debates que se organizaron. Ahí sí que el nivel de edad aumenta. Sigue habiendo un porcentaje importante de gente joven, pero es un ámbito en el que se hace presente un abanico más amplio de edades.

- Se ha hablado de "pactos" con la policía, con la Delegación del Gobierno y con el Ayutamiento de Barcelona. ¿Qué tipo de conversaciones se desarrollaron en los días previos a la manifestación? Te lo pregunto porque tú tuviste parte en ellas.

- Unas veces encabezas una querella contra la señora García Valdecasas; otras, como en esta ocasión, lo que "toca" es el diálogo. Un diálogo en el que el otro interlocutor fue principalmente el Ayuntamiento de Barcelona, y que mantuvimos para ponernos de acuerdo en los recorridos de la manifestación, para solicitar que hubiera espacios públicos en los que pudiéramos acoger a la gente que venía de fuera de Barcelona y la utilización del espacio donde se realizó el concierto y los servicios necesarios para organizarlo. Tengo que decir que Cruz Roja se ha portado maravillosamente bien en ese aspecto y ha estado pendiente tanto en momentos concretos de la manifestación como, especialmente, en el concierto.

Con la Delegación del Gobierno, con la Policía Nacional, se mantuvieron cuatro reuniones para plantear y acordar, por así decirlo, las mutuas responsabilidades y compromisos. Esta vez se ha hecho un esfuerzo mayor, comparado con el que se hizo cuando la reunión del Banco Mundial, para aportar un servicio de organización visible y suficiente. Obviamente, nunca pensamos en una manifestación de 500.000 personas; pero hay que decir que ese trabajo arduo, que nadie quiere, por ingrato, pero no por ello no necesario, se ha podido cubrir y se ha hecho con toda la responsabilidad y todo el respeto a la gente de la manifestación y a la gente de fuera de la manifestación.

- La señora García Valdecasas le llama a eso pactos. Parece que se empeña a posteriori en dar una imagen de talante constructivo, cuando, al menos en sus declaraciones antes de la manifestación no se vio esa actitud.

- No, en absoluto. Yo creo que todo el escenario que se fue montando en Barcelona, era un escenario tendente a crear una situación parecida a la de Génova. Eso ya lo habíamos comentado. Yo creo que en las declaraciones del Presidente del Gobierno, del ministro Rajoy, e incluso del Presidente Pujol -no conviene olvidar al President-, hay una amplia gama que va desde la desautorización más suave a la más frenética, desde poner menos o más énfasis en disciplinar al movimiento. Esta ha sido una ciudad tomada por la policía. Ahora bien, yo también creo, o quiero creer, que el desastre brutal, perceptible, constatable y, por tanto, denunciable -tal como hicimos- de la actuación policial en la manifestación de junio contra la cumbre del Banco Mundial, tuvo su efecto. Yo creo que incluso por parte de la delegada del Gobierno había interés en evitar que las fuerzas del orden repitieran las provocaciones tan absolutamente desmesuradas y las agresiones tan sumamente injustificables que hubo en junio. Y de ahí el interés en verse con la comisión de manifestación.

- ¿Quién formaba esta comisión?

- Todos eran miembros de la Campaña. En todas las comisiones de trabajo de la Campaña sólo hay miembros de ésta.

- O sea, que no era gente del Foro Social, era gente de la Campaña.

- No, no. El Foro Social acudió a una o dos de esas reuniones, precisamente porque ellos garantizaban su bloque, que al final de poco les sirvió, porque no llegaron a ponerse en marcha debido a la enorme cantidad de gente que acudió a la manifestación. La plataforma independentista, que había invitado a Batasuna, no acudió a ninguna de esas reuniones, pero sí cumplió con el compromiso que había adquirido con la Campaña, respetando los acuerdos de la asamblea, de que ellos se responsabilizaban del servicio de organización de su bloque, como así fue.

- Hablemos algo más del movimiento organizado antiglobalización, de la parte organizada, de su diversidad ¿Dónde está la riqueza del movimiento organizado?

- Aquí hay que tener cuidado, porque estamos ante un movimiento antiglobalización que no es de nadie, sino que es de todos. Pero si nos referimos al movimiento antiglobalización organizado, que ha sido el que ha diseñado, divulgado y planteado estas movilizaciones, hay que hablar de una composición profundamente plural. Desde colectivos activos, pero pequeños, hasta entidades como la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona o la Federación Catalana de ONG para el Desarrollo, pasando por los antimilitaristas, los okupas, los grupos de mujeres, los ecologistas, etc. Creo que esa disparidad es parte de la especificidad de la conformación del movimiento más o menos organizado aquí en Catalunya respecto a cómo ese mismo movimiento antiglobalización neoliberal se ha organizado en otras zonas del Estado.

En lo que respecta a la Campaña contra la Europa del capital y la guerra, hay que constatar la formación por parte de las fuerzas políticas y sindicatos (CC OO, UGT, PSC, ERC, IC-V, EUA) de una plataforma propia: el Foro Social de Barcelona, y su no presencia dentro de una única plataforma unitaria, como en la Campaña contra la reunión del Banco Mundial.

Forman parte también de ese Foro, y esto es singular, entidades como la misma Federación Catalana de ONG para el Desarrollo y la Federación Catalana de Derechos Humanos, que están en ambas organizaciones, al igual que ATTAC, que está también en la Campaña. Pero ésa sí es una experiencia que hemos afrontado en esta movilización que no se dio ni cuando la primera campaña masiva de ese estilo, que fue contra el desfile militar, ni con ocasión de la Campaña contra la reunión del Banco Mundial.

Hoy partimos de esa nueva realidad, de la existencia de esa organización creada voluntaria y conscientemente al margen de la Campaña. En el futuro habremos de ver qué da de sí eso, si puede haber puntos de coincidencia y si posiblemente, como yo creo, sería necesario acentuar en algunos momentos más las coincidencias que las divergencias.

- En realidad, probablemente, la presencia de 300.000 o 400.000 personas en la calle favorezca más la convergencia que la divergencia, en el sentido de que no estamos ante un movimiento solamente militante, sino que estamos ante un movimiento en el que la participación de la ciudadanía desborda con mucho la capacidad de articulación de una y otra plataforma.

- Creo que sería absurdo, y así se ha planteado, además, en la asamblea de valoración de la Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra, sería un error si como campaña de pronto nos brotara un sentimiento patrimonialista de que esas 500.000 personas son seguidoras, y se sienten parte, de la Campaña contra la Europa del Capital. Yo creo que no. La convocatoria de la Campaña, a la que luego se juntaron, con cortejo y lema propio, la plataforma independentista y el Foro Social de Barcelona, ha sido capaz de aglutinar a un amplio abanico de descontentos que pueden ir desde quienes rechazan la arrogancia del actual Gobierno, hasta quienes rechazan las políticas militaristas y agresivas de EE UU; desde un profundo sentimiento de solidaridad con la causa palestina, pasando por una voluntad de que este Primer Mundo sea más solidario, más restitutivo y más equitativo con los países empobrecidos. Creo que la campaña fue capaz de convocar a gentes dispares a quienes quizás lo que les une, sustancialmente, es que están hartas de que se les malgobierne por encima de su silencio. Que cientos de miles de personas hayan roto ese silencio es una cosa buena.

- Hay un aspecto que comentábamos estos días, que me parece importante. La presencia de esos cientos de miles de personas no significa sólo el éxito de una convocatoria, sino que empuja a colocar a ese movimiento en una dinámica -que, al parecer, en Catalunya, en buena medida, ya está-, que es la movilización de la ciudadanía, sin autolimitarse a ser un movimiento de activistas más o menos numeroso o una coalición de grupos que se toman a sí mismos como referencia.

- A lo que creo que te refieres es al espíritu general de la Campaña. Eso no quiere decir que dentro de esa pluralidad que hay en los más de cien grupos, entidades, organizaciones y colectivos que componen la Campaña, no haya actitudes autorreferenciales o veleidades de rentabilización de la gente movilizada. Quizá habría que señalar que uno de los elementos que más eriza el vello a alguna gente y que más crispación o descontento ha causado es, precisamente, el modo de funcionamiento y el mecanismo de toma de decisiones de la Campaña como un movimiento de base, asambleario, una red que nos reúne a todos en pie de igualdad. Eso es difícil de asumir y entender por parte de organizaciones más tradicionales, obviamente de izquierdas, porque está fuera de la cultura de esa izquierda. Yo no digo que el funcionamiento asambleario sea la maravilla: tiene sus debilidades y limitaciones. Pero, obviamente, también tiene sus puntos fuertes.

- Me parece importante esa preocupación, que se percibía ya en toda la movida previa, de hacer cosas que la gente pudiera entender; la voluntad de no espantar al personal, sino de intentar hacer propuestas y promover dinámicas ante las que sensibilidades sociales distintas y sectores diversos puedan sentirse concernidos.

- Cometeríamos un error si creyéramos que ese sector organizado del movimiento antiglobalización neoliberal que hoy representa, entre otros, la Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra tiene voluntad marginal, o tiene voluntad minoritaria. Creo que no, precisamente por lo que antes comentábamos. Ahí están los tipos de actividades que se han propuesto a la ciudadanía, hay están los debates que se han propuesto, y sobre todo, y yo creo que es muy importante, los cine-fórums que se plantearon. Ha habido algunos pases de películas, como Caminantes y otros, que han superado las 600 personas, y hubo que instalar pantallas fuera para que los que no podían entrar en el recinto pudieran verlas.

A la par que eso, creo que el movimiento organizado en la Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra tiene otra gran fortaleza en el conjunto de grupos, entidades, organizaciones, colectivos que forman parte de él. Insisto, ésa es una de las grandes fortalezas de la actual Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra.

Otra discusión es si eso tiene una rentabilidad política. Si ello se entiende en términos de difusión de una conciencia social más crítica, bienvenida sea. Si se entiende en términos electorales, ése es un terreno en el que el movimiento no está. Pero ¿cuál es la rentabilidad que nosotros desearíamos? Pues mayor creación de grupos, mayor incorporación de la gente en cualquiera de los colectivos de ese amplio abanico de colectivos, grupos y organizaciones que forman parte de la Campaña; la incorporación de nueva gente establemente organizada o dispuesta a un trabajo más permanente y más constante. Creo que ésa es la única rentabilidad que nosotros podríamos perseguir.

La discusión sobre si la ampliación o masificación del movimiento tiene que ir en detrimento de "rebajar" principios y "rebajar" la legítima y buscada radicalidad, si por radicalidad se sigue entendiendo ser anticapitalista y antiglobalización neoliberal, yo creo que es una discusión falsa. En la misma composición de la Campaña, si tuviéramos que decir cuál es el parámetro del militante o la militante antiglobalización, encontraríamos muchas formas distintas de esa radicalidad.

- Hablando de especificidad, parece que hay algo de especificidad local en las movilizaciones de estos días, aunque también se nos critica, no siempre sin razón, por inclinarnos a considerar novedoso y específico casi todo lo que hacemos.

- Es cierto que en Catalunya hay algo de específico en la articulación política y social. Esto es algo que viene de lejos, de tan lejos como el trabajo unitario en la Asamblea de Catalunya. Creo que hay una cierta tradición en Catalunya de buscar esa convergencia de fuerzas diversas. También hay algunas singularidades en la socialdemocracia catalana: la postura frente al problema vasco es una de ellas. Yo creo que esta vez también ha asumido un reto al facilitar, por un lado, el diálogo desde el Ayuntamiento de Barcelona, y, por otro, por el hecho de que el PSC hiciera público la libertad de asistencia a la manifestación a sus militantes. Una puede pensar que por qué ha de darte permiso, en el año 2002, el presidente o el secretario general de tu partido para que vayas a la playa o a la manifestación que te dé la gana. Eso es una lectura. Pero creo que hay otra interpretación: ha sido una forma tímida, pero arriesgada, sobre todo si las cosas salían mal, de decirle al Gobierno central y decirle al Gobierno catalán: yo no me opongo, como vosotros, a ese movimiento, ni os voy a acompañar en el juego de deslegitimarlo. Creo que esa lectura hay que hacerla. Y eso, indiscutiblemente, ha significado un reto grande para esas fuerzas, para el PSC y también para otras fuerzas de izquierdas.

Lo más divertido eran las declaraciones del señor Aznar y del ministro Rajoy, queriendo criminalizar al movimiento, y su profundo enojo cuando el PSC dio libertad de asistencia a sus militantes. Eso fue una bofetada para el Gobierno de Aznar. Finalmente, ante la existencia de varios cientos de miles de "pacíficos radicales", el miserable reconocimiento de este hecho fue afirmar: "sí, serían muy legítimos los 300.000, pero yo tengo muchos más votos".

-¿Refuerza la experiencia de Barcelona la importancia de lo local en la perspectiva de los próximos eventos?

- Realmente, la movilización de Barcelona del 16 de marzo abre unas nuevas perspectivas para el conjunto del movimiento antiglobalización. No solamente para las movidas inminentes que habrá en el Estado español (Zaragoza, Valencia, Sevilla y Madrid), sino incluso para las del resto de Europa. Creo que ha sido la demostración de una masiva manifestación que se nutre, sustancialmente, de la gente del lugar, aunque, obviamente, se ha acogido a los que venían de fuera y se ha celebrado su presencia. En ese sentido, yo creo que se entra en una nueva dinámica en la que lo importante es movilizar los recursos propios. Barcelona representa eso, que hay que hacer mucho hincapié en el trabajo local, en el trabajo previo, en el trabajo de divulgación y de difusión, precisamente para conseguir esa pluralidad de edades, de gentes y de maneras. Ahora bien, también pienso que el componente internacional es un componente por el que hemos de seguir luchando. Precisamente una de las denuncias fuertes que nosotros hemos puesto estos días, aparte de denunciar las cargas policiales, las detenciones, la brutalidad de la policía, el acoso, los cacheos, retenciones, identificaciones, de la gente que venía del mismo Estado español, sobre todo ha sido la del el cierre de la frontera.

Yo creo que la presencia internacional es importante, porque precisamente la globalización es mundial y, por tanto, el movimiento antiglobalización es mundial, y es bueno que esté representado.

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