Igor Villarreal

¿Vuelven las nucleares?
Francisco Castejón, ¿Vuelven las nucleares?, Madrid:
Ed. Talasa, 2004.
Igorvi@telefonica.net
(Hika, 163 zka. 2005ko otsaila)

“Lo nuclear, por más que digan sus fans,
es una tecnología antiética, típico producto del capitalismo,
que aplasta todo en un presente eterno”
(Wu Ming 1, Anónimo en chino, colectivo de cinco escritores y militantes políticos italianos)

Francisco Castejón es Dr. en Físicas, miembro activo de Ecologistas en Acción y de Liberación-Amauta, y autor de varias publicaciones en torno al tema energético. Acaba de publicar su último libro sobre la energía nuclear en la editorial Talasa.
En los últimos tiempos, debido a la sinergia de varios factores, los adalides de la energía nuclear están retomando con fuerza el argumento pronuclear. Entre esos factores aparecen: un precio del crudo cada vez más alto, provocado por un aumento de la demanda, la inestabilidad política en los países productores, y oscuros mecanismos de especulación financiera. Por otro lado una conciencia cada vez mayor del efecto invernadero provocado por el uso de combustibles fósiles. Es la función de este libro entrar en ese debate, plasmando de una forma sencilla, los límites, peligros y problemas que acarrea dicha fuente energética.
En la actualidad, en el Estado español, la generación eléctrica mediante combustibles fósiles es del 56%, y la nuclear abarca el 28%, mientras las fuentes de energía renovables más la hidroeléctrica representan el 16%. Según Francisco Castejón, en estos momentos la potencia eléctrica instalada es de 55.224 MW y el pico de consumo del año 2003 fue de 35.000 MW, por lo que hay unos 20.000 MW que no han llegado a emplearse. Si tenemos en cuenta que la potencia nuclear instalada es de 7.700 MW, no habría ninguna necesidad de su empleo. Si, al mismo tiempo, aplicáramos políticas tanto de ahorro como de eficiencia energética, la energía necesaria sería todavía bastante menor. En la actualidad el gasto por familia en energía se ha disparado un 14% en dos años (El País, 11/8/2004), llegando a 1600 Є anuales. El margen existente para el ahorro es muy amplio (algunas fuentes hablan de más del 40% del consumo actual), pero las políticas de gestión de la demanda, de ahorro y eficiencia energéticas no están contempladas. 

Los argumentos pro nucleares

Uno de los argumentos más empleados por el lobby pro nuclear es su carácter ecológico: una energía limpia que no contribuye al efecto invernadero, que no emite CO2, pero como muy bien plantea el libro esa dicotomía efecto invernadero frente a energía nuclear es falaz, dados los otros problemas (residuos, seguridad, etc.) que plantea esta fuente energética.
Otro argumento usado es el de la inseguridad en el suministro, es decir, debido a la inestabilidad de Oriente Medio, los recursos de esa zona no son seguros, por lo que para garantizar el suministro energético, es preciso conseguir una mayor independencia del petróleo. Como desgrana el autor, esto es falso por una parte porque el uranio también hay que importarlo, y, por otro lado, porque la energía nuclear no ha llevado a un mundo más seguro, sino todo lo contrario.
Los agentes pronucleares imaginan un mundo dominado por la economía del hidrógeno, donde la energía nuclear sea clave. El uso de hidrógeno como vector energético es a priori atractivo debido a que no contiene carbono, con lo que no contribuye al efecto invernadero, además de ser prácticamente inagotable. El problema está en que dicho elemento no existe como tal en la Tierra, sino que forma parte del agua, por lo que sería necesaria su disociación, para poder ser empleado en coches o en casas para producir electricidad, agua y calor mediante una reacción química. Con lo que uno de los mayores desafíos técnicos de dicha economía del hidrógeno es de dónde obtener el aporte energético para provocar dicha disociación y es ahí donde los pronucleares quieren aportar su tecnología. La economía del hidrógeno podría ser la alternativa, sólo si el aporte se obtuviera de las energías alternativas.

Los argumentos antinucleares

Son varios los argumentos antinucleares que baraja el autor. Por un lado el tema de la seguridad, pues un mayor consumo nuclear no lleva a un mundo más seguro sino todo lo contrario. No es un mundo más seguro en lo político debido a las relaciones internacionales y tampoco será un mundo más seguro debido a la posibilidad de accidentes nucleares, ya que nadie es capaz de garantizar un 100% de seguridad en las centrales nucleares.
Por otro lado, como explica Castejón, está el tema de los residuos. Éste es un gran problema que no está resuelto en la actualidad. Los residuos generados están divididos en aquellos de alta, media y baja actividad. Solamente en España existen ya 2.100 TN de alta actividad y se espera que haya en un futuro 6.750 TN, con una vida activa de 250.000 años. Considerando que el Homo sapiens tiene alrededor de 100.000 años de antiguedad, nos damos cuenta de que estamos jugando con algo completamente incontrolable.
Cabría recordar aquí que en EEUU, el Senado ha autorizado a almacenar 77.000 TN de residuos radiactivos en una montaña de Nevada. Esto ha provocado que se esté llevando paralelamente a cabo un estudio de cómo avisar del peligro a las futuras generaciones.
Son varias las alternativas que se estudian para no tener que recurrir a una vigilancia militar durante los siguientes 10.000 años (por lo menos). Una idea es la de colocar carteles, pero existe el problema de que el idioma cambia cada 500-1000 años e incluso puede desaparecer con el tiempo, como el latín. Otra propuesta es la de poner símbolos, pero también éstos cambian de significado con el tiempo, como por ejemplo la esvástica, símbolo del sol hace milenios y hoy símbolo de la muerte. Por ejemplo, hoy nadie sabe donde están los mojones puestos en su día en el desierto de Nevada para avisar de las pruebas nucleares y que sólo 40 años después están tapadas por los matorrales.
¿Podríamos concluir que, tal como explica el autor, vuelven las nucleares? A pesar de necesitar un nuevo sistema energético, la energía nuclear no es solución, debido a que genera unos problemas tan graves o más que los que tenemos en la actualidad.