Igor Villarreal

Energía y consumo
(Hika, 159 zka. 2004ko urria)

La subida del barril de petróleo hasta cerca de 40 dólares está provocando una cascada de noticias en los periódicos; son muchas las predicciones difundidas, varias de ellas apocalípticas y prácticamente todas economicistas. Pocos han sido los artículos que explican nuestro modelo energético, el consumo actual y su impacto en el medio ambiente. Este escrito, sin la pretensión de ser un estudio exhaustivo, intenta caminar hacia una explicación más social del gasto energético.

A pesar de que el alto consumo energético actual en Europa y EEUU parezca algo natural, de toda la vida, es relativamente reciente. Apenas alcanza 100 años en EEUU y Gran Bretaña y menos aún en el Estado español. Este altamente artificial “mundo energético” emergió en el primer tercio del siglo XX tras la adopción casi simultánea de la electricidad, el gas natural y el petróleo. Este consumo ha contribuido a definir nuestras costumbres domésticas, las rutinas de trabajo, las estructuras urbanas, los métodos agrícolas, los equipos electrónicos, etc. Con esto no defiendo un determinismo inexorable del sistema energético sobre el conjunto de la vida social, pero pocas cosas son tan claves como la energía para explicar nuestro modus vivendi.

Nuestro modelo energético, basado prácticamente en los combustibles fósiles, es completamente inviable de aquí a un futuro no tan lejano. Es un sistema que acarrea un alto precio ecológico, al ser este consumo uno de los principales causantes del efecto invernadero. Al mismo tiempo, los combustibles fósiles son finitos: un día se acabarán y tal como veremos más adelante no da respuesta a las necesidades de cientos millones de personas, siendo imposible extender este sistema a nivel mundial.  

1.- Consumo de energía y tendencias 2002-2030

La Tabla 1 (1) describe los consumos actuales de energía y su posible tendencia en los próximos 20 años.

Tabla 1. Demanda Mundial de Energía Primaria*

 

2000

2030

Incremento Consumo

Carbón

2355 (25%)

3606 (24%)

34%

Petróleo

3604(39%)

5769(38%)     

37%

Gas

2085 (23%)    

4203(27%)

50%

Elect. Núclear

674 (7%)

753(5%)     

10%

Geotérmica, solar, eólica

461 (5%)    

984 (6%)   

53%

Totales

9179 (100%)

15267 (100%)

40%

*Millones de toneladas equivalentes de petróleo

Son dos las principales ideas que se pueden deducir de esta tabla. Por una parte la tendencia a seguir aumentando el consumo energético, y en segundo lugar, la primacía absoluta de los combustibles fósiles, que representan cerca del 90% del gasto energético total. Este tipo de consumo es de una importancia capital, bien por sus consecuencias sobre el medio ambiente (especialmente en el caso del carbón y del petróleo, y en menor medida del gas natural), bien por la centralización económica del sistema energético que conlleva el consumo de dichas materias primas, debido principalmente al capital necesario para poder buscar, extraer, transportar, refinar y distribuir dichos combustibles fósiles. Esta centralización entre otras muchas cosas, supone que todo cambio o búsqueda de alternativas al modelo energético vigente sea difícil o lento.

Se observa cómo el petróleo es y seguirá siendo el principal combustible empleado, principalmente gracias al sector del transporte y cómo el gas natural va a desbancar al carbón como segunda materia prima. A pesar de ir creciendo en números absolutos, la energía  nuclear pierde en números relativos y desgraciadamente el uso de energías alternativas no pasa de ser algo testimonial  si se tiene en cuenta el consumo global.

Este breve análisis nos lleva a preguntarnos de forma casi directa: ¿cuánto tiempo pueden durar las actuales materias primas energéticas, puesto que son recursos naturales agotables? y, en segundo término, ¿existen límites ecológicos a dicho consumo y, si es así, dónde están dichos límites?

2.- Consumo a nivel regional

Este consumo no está equitativamente repartido a nivel global, en la actualidad. Los países de la OCDE representan el 58% del consumo a nivel mundial, a pesar de que significan únicamente el 24% de la población, por lo que el consumo energético por habitante es mucho más elevado que en el resto de los países (habría que hablar también del consumo interno de cada país, al no ser éstos socialmente homogéneos). Pero de aquí a 20 años se espera que dicha tendencia se invierta, dado que los países denominados en vías de desarrollo representarán el 53% del consumo global y el 81% de la población mundial.

Hay que resaltar que el tipo de energía que se consume en diferentes lugares del planeta no es similar, es decir, lo que consumen  EEUU o Europa no es igual a lo que se consume en otras regiones del mundo. EEUU con un 5% de la población mundial alcanza un 25% del consumo global, siendo su principal fuente energética el petróleo, cerca del 40%. En cambio en China y en la India, países con una población cada una de mas de mil millones de personas y con una economía en pleno crecimiento, se espera que el consumo se dispare; ellos dos solos consumirán en el año 2030 el 45% de todo el carbón (en la actualidad consumen un 35%). El carbón, una de las fuentes de energía más contaminante, es la más utilizada en los países emergentes.

Es preciso subrayar que, a causa del crecimiento económico chino, la demanda de crudo crece el 9% anual, mientras la producción interna solo se incrementa en un 1,6%, lo que ha provocado que China se haya convertido en el segundo importador de petróleo del mundo (después de EEUU), procedente principalmente (un 56%) de Oriente Próximo. Esta tendencia tiende a incrementarse, lo que puede traer en el futuro consecuencias geopolíticas actualmente difíciles de vislumbrar.

Respecto al consumo es necesario destacar dos hechos importantes. El primero es que el consumo energético es un ingrediente esencial en el desarrollo de un país (otro debate es qué tipo de consumo, de energía y de desarrollo sería conveniente). El segundo hecho es que las necesidades energéticas de los países en vías de desarrollo, especialmente en aquellos en los que las necesidades mínimas no están cubiertas, no son las mismas que las de los países desarrollados.

La situación del África subsahariana y la del Sur asiático es completamente diferente a lo descrito anteriormente. En la actualidad existen 1600 millones de personas sin acceso a la electricidad. De éstas, 4 de cada 5 viven en un ambiente rural y el 70% son mujeres. Al mismo tiempo 2400 millones de personas emplean la biomasa (madera, residuos de la agricultura, estiércol) para calentarse o cocinar. El empleo de esta biomasa provoca que:
Las personas (especialmente niños y mujeres) tarden horas en recoger lo necesario para su consumo.
El impacto ecológico, principalmente la desforestación, es grande, especialmente en áreas con altas densidades de población.
Generalmente, esta biomasa no permite alcanzar una buena temperatura de cocción de la comida, con los consiguientes problemas sanitarios. Al mismo tiempo el empleo de hornos tradicionales provoca también problemas de salud debido al humo generado con grandes dosis de dióxido de carbono y otros gases nocivos.
Se reduce la productividad de la agricultura, en la medida en que el estiércol es usado para cocinar y no para fertilizar la tierra. 

Es necesario acceder a otro tipo de energía para que puedan desarrollarse estos países (aunque ésta no es la única condición para conseguirlo); la energía proporciona un número elevado de ventajas, como luz, mejores condiciones de preparación de la comida, potabilización del agua, frigoríficos para la preservación de alimentos, funcionamiento de hospitales, etc.

En la siguiente tabla se recogen los diferentes tipos de energía empleados para cada uso en función del ingreso económico. Se presenta por ingresos y no por países debido a las grandes desigualdades que se registran en cada país.

Tabla 2 (1).- Tipo de energía en función de la economía doméstica

 

Salarios bajos

Salarios medios

Salarios altos

Cocinar

Biomasa

Biomasa, keroseno, LPG

Gas, electricidad, LPG

Calor

Velas, pilas

Biomasa, carbón

Gas, carbón, petróleo

Luz

Velas, pilas

Keroseno, pilas, electricidad

Electricidad

Bombear agua

 

Diesel, electricidad

Electricidad

Refrigeración

 

Electricidad, pilas

Electricidad

Transporte

 

Petróleo

Petróleo

Aire acondicionado

 

 

Electricidad

Tecnología de la información y comunicación

 

 

Electricidad


3.- Energía e Índice de desarrollo humano

Hay que señalar que existen estudios que relacionan el Índice de Desarrollo Humano con el consumo energético de cada país. Los datos más comúnmente aceptados son el IDH en función de la electricidad consumida, debido a que el consumo eléctrico tiene una influencia mayor en el nivel de vida que el consumo global de energía primaria.

Figura 1.- Índice de Desarrollo Humano vs Consumo anual Electricidad per Capita


Tal como se observa, existe un valor, 4000 kWh per capita, que corresponde a la frontera entre un IDH de 0,9 o mayor. A pesar de ser pocos los países que presentan un valor mayor de 4000 kWh per capita, no hay un solo país que tenga un consumo menor y un índice mayor de 0,9. A partir de dicho valor, 4000 kWh per capita, mayores consumos energéticos no contribuyen significativamente a un aumento del IDH. La mayoría de los países se encuentran en los niveles más bajos de consumo y también del IDH.

La Figura 2a representa el porcentaje de población frente al Índice de Desarrollo Humano, como se puede ver, sólo un 14,7% de la población mundial vive por encima del 0,9.

En la Figura 2b se representa el porcentaje de población frente al consumo anual per capita de electricidad. Tal como se refleja en dicho gráfico, un 18,4% de la población mundial vive con un consumo eléctrico superior a 4000kWh anual.

Figura 2a.- Porcentaje población vs IDH

Figura 2b.- Porcentaje población vs Consumo anual Electricidad



Por todo ello es de vital importancia la búsqueda de un modelo energético que dé una respuesta adecuada a nivel global dentro de unos parámetros ecológicos y basado también en el ahorro.

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(1) AIE, World Energy Outlook 2002.

(2) Alan D. Pasternak, Global Energy Futures and Human Development: A framework for Analysis. Lawrence Livermore National Laboratory. Octubre 2000.