Iñaki Irazabalbeitia
¿Qué política científica?
(Hika, 173zka, 2006eko urtarrilla)

Se están produciendo en la CAPV movimientos significativos en el ámbito de la política científica. El nuevo Plan de Ciencia, Tecnología y Sociedad empezará a desarrollarse aunque sea con retraso. En la negociación de los presupuestos del Estado para 2006, el PNV y el PSOE han acordado ubicar en Bizkaia una macroinfraestructura de investigación. En el mismo sentido en el acuerdo entre el Tripartito y el PSE-EE para el presupuesto de 2006 de la CAPV recoge una partida significativa para la creación de infraestructuras de investigación.
¿Avazamos por el buen camino? La inversión en infraestructuras de investigación es una muy buena noticia en principio. Harina de otro costal es cómo y en qué se invierte. Desde mi punto de vista, el modelo que se dibuja con la fuente de emisión de neutrones por espalación que se quiere construir en Bizkaia no es el camino adecuado. Se plantea una inversión de 300 millones de euros, al menos tres veces más dinero que lo que invertirán en I+D+I los departamentos de Industria y Educación del Gobierno Vasco en 2006. Parece una inversión excesiva para un solo centro y plantea dudas sobre su conveniencia y el impacto positivo real que podría tener en el sistema vasco de ciencia y tecnología. Opina de la misma manera el antiguo Director de Investigación del Gobierno Vasco, Félix Goñi, tal como lo manifestaba en un artículo de opinión hace unos meses. En sus palabras: “Un centro de 300 millones sólo vive si en su entorno hay 10 centros de 30 millones, y un centro de 30 millones sólo subsiste cuando en su cercanía hay diez centros de 3 millones. Por supuesto que, centros de 30 millones, por utilizar como referencia el coste inicial, para investigar en física o medicina, no tenemos ni uno en Euskadi. Y centros de investigación básica de la categoría 3 millones sólo tenemos dos”.
En resumen, la CAPV carece del tejido investigador lo suficientemente maduro para acoger un centro como la fuente de emisión de neutrones. Nuestro sistema de ciencia y tecnología (SVCYT) ha sufrido una revolución en los últimos 25 años; de ser prácticamente inexistente, estamos por encima de la media estatal en inversión en I+D+I y acercándonos a la europea. Pero el SVCYT tiene unos puntos débiles evidentes, como consecuencia de su juventud y falta de tradición y por las prioridades marcadas en su desarrollo. El SVCYT tiene sólo 25 años, los mismos que nuestra universidad más importante, la UPV, y aunque es plural y diversificado, los centros tecnológicos han sido uno de sus cimientos. En consecuencia, la investigación aplicada, el desarrollo y la transferencia tecnológicas han tenido un desarrollo muy importante, quedando en un nivel más modesto la investigación básica. Esta se ha desarrollado principalmente en la universidad.
Una de las principales debilidades del SVCYT es el menor esfuerzo realizado en investigación básica. Las inversiones en infraestructuras para realizar investigación básica son necesarias y fundamentales para que el SVCYT avance hacia la sostenibilidad y la excelencia. En mi opinión, el camino no son las inversiones en macroinfraestructuras, sino la inversión en la creación de una red de centros pequeños de investigación básica de excelencia siguiendo el modelo del DIPC o la Unidad de Biofísica de Leioa. Después de crear y consolidar esta red, vendrán los centros más grandes, y finalmente, cuando tengamos una masa crítica suficiente, las macroinfraestructuras.
La segunda debilidad tiene que ver con las personas. Las vocaciones científicas entre nuestros jóvenes van de capa caída. Las matrículas en las carreras de ciencias han tenido un descenso en términos absolutos y porcentuales muy pronunciado. A modo de ejemplo, el número de alumnos matriculados en primero en la Facultad de Químicas de Donostia no ha superado los cuarenta en los últimos años (esta Facultad es la estrella de la UPV en investigación) y los alumnos matriculados en Ciencias Químicas en Leioa en el curso 2005-06 son el 29% de los matriculados en el curso 1995-961. Parecida situación viven la física, las matemáticas y las ciencias naturales2. Esto es un evidente peligro para el SVCYT, ya que no sólo pueden faltar jóvenes investigadores para sustituir a los actuales o para acceder a nuevas plazas, sino que, además, la merma del número entre quienes poder elegir redunda negativamente en el nivel de calidad.
Un dato muy significativo para ilustrar esta situación es que ya en alguno de los grupos de excelencia de nuestro sistema el número de investigadores extranjeros supera el 40%; lo cual no es malo per se, ya que demuestra que nuestro sistema es atractivo. Pero si se analiza el dato con más detalle, se ve que la mayoría de ellos son jóvenes investigadores que realizan el doctorado o una estancia post doctoral; es decir, personas que han venido a formarse, que además están de paso en su mayoría, y que apenas aportan valor añadido a nuestro sistema.
Además, la estructura de investigación más grande del SVCYT, la UPV, se enfrenta a un relevo generacional más que problemático de sus profesores/investigadores. Más de la mitad de ellos se encuentran en la franja de edad entre 40 y 55 años; y si la ampliamos hasta los 60, se superan los dos tercios. Esta pirámide de edad produce un efecto tapón en el sistema que dificulta a los jóvenes investigadores la posibilidad de incorporarse a la docencia universitaria al no producirse apenas vacantes y no crearse nuevas plazas. Cuando el grueso de los actuales profesores/investigadores se empiece a jubilar, ello se producirá en cascada, y el know-how, el liderazgo, las relaciones y el conocimiento acumulado en los equipos de investigación corre el peligro de disolverse al ser los nuevos investigadores necesariamente demasiado jóvenes y carentes de experiencia.
La tercera debilidad está en la misma sociedad. Una sociedad que tiene a la ciencia y la tecnología en sus cimientos, pero que se muestra recelosa, y a veces incluso hostil, hacia ellas. El estudio de la FECYT realizado en 2004 lo refleja: el interés hacia la ciencia y la tecnología de los ciudadanos de la CAPV está por debajo de la media de los ciudadanos del Estado, y en los últimos lugares entre las comunidades autónomas3. No hace falta recordar que el interés de los ciudadanos del Estado se encuentra por debajo de la media europea, según refleja un eurobarómetro de 20054. No es un dato para alegrarse, ya que el esfuerzo que una sociedad efectúa en I+D+I necesita de la implicación y aceptación de la sociedad para ser duradero e importante.
Para mí está claro: el futuro, la excelencia y la sostenibilidad del SVCYT dependen, en gran medida, de proponer respuestas adecuadas y sensatas a las tres debilidades mencionadas arriba, y no de macroproyectos deslumbrantes de cimientos flojos.


NOTAS

Inaki Irazabalbeitia es doctor en ciencias químicas y divulgador científico.

1. A modo de comparación, en ese periodo el número de alumnos matriculados en la UPV ha descendido un 18 %.

2. Hay que remarcar que, al contrario de las ciencias puras, las aplicadas gozan de buena salud. Por ejemplo, dentro de la UPV, en el curso 2004/05, éstas se mantienen en un número de alumnos similar, en cifras absolutas, al del curso 1995/95, lo cual implica una subida porcentual importante.

3. En una escala entre 2 y –2, el interés medio de los ciudadanos del estado se sitúa en un 0,24, los de la CAPV en un 0,18, y los de Navarra en un 0,19.

4. Una media del 30% de los europeos está muy interesado en los nuevos inventos y tecnologías, y un 24% de los ciudadanos del Estado; muy lejos del 54% de los chipriotas, por ejemplo.