Iñaki Urdanibia
Jean-Pierre Vernant. La travesía de fronteras
(Hika, 184zka. 2007ko urtarrila)

            Quienquiera que se haya arrimado, por gusto o por obligación, a la mitología griega y al origen de la filosofía se habrá encontrado ineludiblemente con este gigante del pensamiento, y de la autenticidad existencial que lleva por nombre el que encabeza este homenaje en la hora de su muerte acaecida el pasado día 9 de enero, recién cumplidos los noventa y tres años, había nacido el 4 de enero de 1914 en Provins (Seine-et-Marne). Según se estrenaba el año se fue al Olimpo este investigador que tanto lo estudió, tratando de encontrar los adecuados surcos que diesen cumplida explicación de estos mitos en los que se preguntaba Paul Veyne si creían realmente los griegos.
            Ante Jean-Pierre Vernant estamos ante el gozo de sumergirnos en el pozo de la sabiduría, no meramente del conocimiento de los orígenes del pensamiento racional, de la ciudadanía, de la isonomía, de la libertad que daba cuerpo al ágora con un centro vacío y reemplazable, sino también de la constancia coherente de una vida entera que trataba de ser fiel al legado de los griegos, e intentando ahondar en las sendas abiertas por aquellos en lo que hace a descubrimientos de convivencia, del logos en acción como fundamento de la deliberación sobre los asuntos colectivos. Precisamente profundizando las brechas que desde los orígenes, y hablo del siglo V antes de nuestra era, fueron tapadas -en falso- por los filósofos que empeñados en enterrar el mitos, echaban también otras actitudes positivas por el mismo agujero del desagüe; ahí está ese ensayo genial, escrito junto a Marcel Detienne, sobre Les ruses de l´intelligence. La métis des Grecs, en donde subrayaba cómo en nombre de una metafísica del ser se habían arrinconado ciertas prácticas como la astucia, en el sentido de habilidad y prudencia en el hacer o en el hablar… la métis arrojada al basurero de la historia en nombre de los poseedores de la Razón, de la Verdad, que catalogaban tales maneras de comportamiento como pura cháchara, o como dijese el propio Aristóteles, refiriéndose a los sofistas, como practicantes del mero placer de hablar.
            Del mismo modo que Vernant ha reivindicado que tal concepto, y sus subsiguientes prácticas, se han de tener en cuenta para comprender en su totalidad lo que se cocía allá en aquellos tiempos, podría hablarse que su mirada, alejada de los cánones marcados por los conformistas y bienpensantes, trataba en todo momento de hallar aquellos aspectos que habían sido silenciados o marginados para darles cabida plena y así llevarnos a redescubrir Grecia, pero en su plenitud y su verdad. Baste, para confirmar lo que mantengo, leer su Les origines de la pensée grecque, en la que mostraba como la polis había surgido como la laicización de la política, separándose del pensamiento mítico orientalizante, o esos dos tomos esenciales -escritos con otro eminente y reciente fallecido , Pierre Vidal-Naquet- titulados Mythe et pensée chez les Grecs, o cualquiera de sus otras publicaciones que no nombro para no aburrir a nadie.
            Haciendo suya la astucia recién nombrada, y armado de las herramientas tomadas del marxismo y el estructuralismo, Jean-Pierre Vernant buscó siempre explicaciones materiales -no meramente económicas sino sociales especialmente- en las que brotaban ciertas actitudes ideológicas, religiosas y simbólicas en general. Así pues la única forma de aclarar de manera cabal la esencia griega (lo entrecomillo ya que tal conceptualización está precisamente en las atípodas del pensamiento de nuestro hombre) era hurgar en las relaciones sociales, para hallar las condiciones de posibilidad del surgimiento de la polis griega y del pensamiento filosófico; y en tal tarea se va a comportar en experimentado mugalari, al cruzar las fronteras (cual cazador furtivo) que pudieran separar la teología (de Hesiodo), de la filología (disciplina que había sido privilegiada a la hora de acercarse a este objeto de estudio), y él va a rastrear por las redes constitutivas de los mitos compuesta por una serie compleja de relaciones entre lo ideológico, lo histórico, lo social, lo literario, lo ritual, etc.
            Apostando por la poikilia (término que en griego significaba variedad), Vernant avanzaba en sus estudios con rigor y tratando de buscar explicaciones multicausales en vez de monocausales. No obstante Grecia nunca se quedó reducida en sus manos a una reliquia de la antigüedad sino como modelo con el que comparar la actualidad -en sus diferencias y en sus similitudes- e impulsando la profundización de algunos hábitos ejemplares que allá eran absolutamente respetados: la hospitalidad, la amistad, la libertad de palabra, el combate por profundizar la democracia, etc. aspectos esenciales en los que se ha solido extender Vernant en entrevistas y en algunos libros de entrevistas sobre su vida y sobre su obra y cuya lectura resulta un verdadero placer: Entre mythe et politique y La Traversée des frontieres.
            Esta ejemplaridad otorgada al actuar griego le va a llevar –arrastrado por la historia de su país- a entregarse a la lucha sin dudar: comprometiéndose con la Resistencia en 1940, llegando a ser responsable de los grupos armados de la zona del Haute-Garonne; ya había militado -entre 1932 y 1937- en las filas del PCF. Para entonces ya había conseguido la agregaduría en 1937 en la Sorbonne. Finalizada la guerra entró en el CNRS (Centre Nationale des Recherches Scientifiques), y ya desde entonces su actividad docente no cesará: impulsando -junto a Vidal-Naquet y Detienne- el Centre de recherches compares sur les sociétés anciennes, y posteriormente ocupando la cátedra de estudios comparados de las religiones antiguas en el Collège de France. Su actividad comprometida tampoco cesó nunca -con entradas y salidas sonadas del partido comunista- y con una militancia inequívoca contra las guerras imperialistas emprendidas por su país (Indochina, Argelia), y firmando manifiestos al tiempo que participando activamente en todas las movilizaciones que pudiesen ir por el camino de radicalizar la libertad y la democracia.