Iñaki Uribarri

Encuesta de pobreza y desigualdades sociales (EPDS) 2004.
De cómo se manipula políticamente una encuesta

(Hika, 164 zka. 2005ko martxoa)

El 17 de enero pasado el consejero del Gobierno Vasco Joseba Azkarraga presentó ante los medios de comunicación la EPDS 2004. Se trata de una investigación muy importante, que se ha realizado por cuarta vez desde 1986 (1986, 1996, 2000 y 2004), y que concita mucha atención y mucho interés porque, en buena medida, se usa para evaluar la efectividad de las políticas públicas de lucha contra la pobreza y la desigualdad en la Comunidad Autónoma del País Vasco.

AZKARRAGA EXPLICA LA EPDS 2004. Yo no asistí a la rueda de prensa de Azkarraga y, por lo tanto, no sé lo que dijo. Al día siguiente leí varios periódicos y observé que, dependiendo de su sensibilidad y fidelidad política, destacaban en titulares aspectos parciales de la Encuesta que daban lugar a visiones también parciales. Hasta aquí todo normal. Los medios nos tienen acostumbrados a esta forma de comportarse. Si uno quiere tener versiones más completas de los hechos tiene que ir a las fuentes, si puede.

Azkarraga proporcionó a los medios que acudieron a la rueda de prensa una cierta fuente. Se trataba de una reseña de prensa de 8 páginas cuyo encabezamiento era el siguiente: “La Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales 2004 constata el descenso de las formas más graves de pobreza en la CAPV”. Dicha reseña resumía los principales datos y valoraciones de la Encuesta en cuanto a la pobreza, la ausencia de bienestar, la pobreza según los rasgos personales, la pobreza según el ámbito geográfico, la evolución de la pobreza, la CAPV en el contexto europeo, y terminaba con unas conclusiones en las que aportaba una valoración positiva de los instrumentos de lucha contra la pobreza que viene financiando, con aportaciones cada vez mayores, la Administración vascongada (Renta Básica, Ayudas de Emergencia Social, protección a la familia, políticas de inserción sociolabobaral, etc.).

TRES TIPOS DE DUDAS. Cuando leí la reseña de prensa de Azkarraga, mejoré el grado de información que había obtenido leyendo los periódicos. Sin embargo, me asaltaron tres tipos de dudas, que la reseña de ninguna forma aclaraba.

La primera tenía que ver con la forma de conciliar los datos de pobreza y los de la gente perceptora de Renta Básica. Yo sabía que había más de 20.000 unidades de convivencia (hogares, más o menos) percibiendo la Renta Básica, y las cifras de pobreza me seguían pareciendo muy abultadas después de más de 15 años de políticas públicas de pobres en la CAPV.

La segunda, estaba relacionada con la anterior, en cuanto estimaba que se reflexionaba muy poco sobre si las políticas públicas contra la pobreza son realmente eficaces frente a una pobreza que se ha mutado tanto y que presenta una gran variedad de nuevas formas de pobreza.

La tercera se refería a la pobreza encubierta de la juventud (gente joven que vive en el hogar de sus padres y que no quiere independizarse porque teme caer en la pobreza). Este colectivo, muy numeroso, había venido siendo analizado en las anteriores Encuestas y me extrañaba que hubiera desaparecido de la última.

Además, también me surgieron dudas más concretas: por ejemplo, no me resultaba muy comprensible que la comarca alavesa de Gasteiz estuviera en una posición intermedia en el ranking geográfico de las comarcas vascas, cuando la percepción que tenemos quienes hacemos trabajo de campo en el ámbito de la pobreza y la exclusión social en Gasteiz es de un empeoramiento de la situación en nuestra ciudad; igualmente me parecía increíble que la comarca alavesa de Aiara (Laudio, para entendernos) hubiera pasado a tener la tasa más baja de pobreza de toda la CAPV.

ES MEJOR IR A LA FUENTE. Cuando dejé de lado la reseña de prensa de Azkarraga y me puse a analizar detenidamente el Resumen y Conclusiones de la EPDS 2004, elaborado por los propios sociólogos encargados de dirigir esta Encuesta, así como me hice con los datos de perceptores y perceptoras de la Renta Básica 2004, pude aclarar las dudas que antes he señalado. Y a medida que las dudas se me disipaban, lo que me surgía era un cabreo enorme por la manipulación que se había hecho por parte de Azkarraga con la EPDS 2004.

Ya se sabe que todas las encuestas admiten muchos ángulos de interpretación, porque al ofrecer múltiples datos permiten que cada cual se quede con los que le interesan para sus fines. En el caso de esta Encuesta, que es muy compleja y ofrece una enorme cantidad de información sobre todos los posibles ángulos de acercarse a la pobreza y a la desigualdad, esta posibilidad se amplifica. Sin embargo, se podía esperar un comportamiento más objetivo del Gobierno Vasco. Al fin y al cabo, si de verdad el Gobierno Vasco cree en el resultado de la EPDS y cree que dicho resultado evalúa su política de pobres, la manipulación ante los medios, es pan para hoy y hambre para mañana. Es una cortina de humo para ocultar que las cosas en la lucha contra la pobreza no van bien.

Por qué ha tenido una evolución tan positiva el retroceso de los índices de la pobreza en la comarca de Aiara (ha pasado del 2,8% en que estaba en el año 2000, al 0,9% de 2004) me sigue resultando poco claro. Para los redactores de la Encuesta, Aiara junto a la Margen Izquierda (10,8% de pobreza en 2000 y 4,4% de pobreza en 2004) y el Bajo Deba (6,7% y 2,6%, índices de pobreza respectivos en 2000 y 2004), son una manifestación del drástico cambio en la incidencia y en la distribución territorial de la pobreza entre 2000 y 2004. De las dos últimas comarcas (Margen Izquierda y Bajo Deba) llegan a decir lo siguiente: “El nivel de éxito en el control de las situaciones de riesgo de pobreza en estas dos comarcas resulta, por lo tanto, espectacular”.

En el caso de Gasteiz la Encuesta sí que completa mi visión de campo personal a la que antes me refería. Es verdad (y sólo esto se recoge en la reseña de prensa de Azkarraga) que Gasteiz tiene un índice de riesgo de pobreza del 3,8% (la media de la CAPV está en 5,2%), pero también lo es y más destacable que lo anterior, pues marca una nueva tendencia en los cuatro últimos años, que en 2000 su índice era del 1,5% y que ha pasado a ocupar el triste primer lugar de las comarcas en las que más ha crecido la pobreza en estos cuatro últimos años, nada menos que un 146,2%.

Situaciones similares a las de Gasteiz, aunque menos intensas, se han producido en las comarcas de la Margen Derecha, Bizkaia Costa y Alto Deba. En todas ellas ha empeorado el riesgo de pobreza. Esto es lo que debería haber destacado la reseña de prensa de Azkarraga, porque es lo verdaderamente preocupante y no el nivel superior, medio o inferior que ocupan sobre la media del 5,2% ya señalado.

DATOS DE POBREZA Y DE RENTA BASICA. ¿Por qué Azkarraga no ha cruzado los datos de perceptores y perceptoras de la Renta Básica en 2004 con los de pobreza? En 2004 percibieron la Renta Básica, a lo largo del año, 28.936 unidades de convivencia (esas unidades de convivencia pueden estar compuestas por una o varias personas, aunque dominan las unidades compuestas por una o dos personas), y en media mensual (unidades que percibieron todos los meses del año) 23.181. Los hogares que se vieron afectados por riesgo de pobreza de mantenimiento (ingresos insuficientes para atender a los gastos regulares de alimentación, vivienda, vestido y calzado) o riesgo de pobreza de acumulación (incapacidad de acceder a los bienes de consumo duradero necesarios para mantener, en el largo plazo, un nivel de vida mínimamente adecuado) fueron en 2004, 45.804 (6,2% de los hogares de la CAPV).

Desconozco cuántos de estos hogares han cobrado Renta Básica en 2004, pero se puede presumir que, dada la finalidad de la misma, todas las Rentas Básicas distribuidas habrán llegado a estas personas, que son la gente pobre. Si así fuera, se pueden sacar dos conclusiones, ambas poco edificantes para el balance de la política de pobres del Gobierno Vasco: 1) que sólo cobran Renta Básica la mitad de hogares en riesgo de pobreza de mantenimiento o acumulación; 2) que quienes cobran Renta Básica siguen siendo pobres.

Hay dos capítulos del Resumen y Conclusiones de la EPDS 2004 que Azkarraga ha dejado absolutamente de lado en su reseña de prensa. Son, desde mi punto de vista, los fundamentales de la reciente Encuesta, porque marcan, en el primer caso (capítulo 6: “Los cambios recientes: un nuevo tipo de pobreza”) nuevas y preocupantes tendencias de la pobreza y en el segundo (capítulo 7: “La presión subyacente de la pobreza encubierta”), una vieja tendencia de pobreza encubierta de la juventud que no mejora a lo largo de los años.

CAMBIAN LAS CARAS DE LA GENTE POBRE. ¿Qué dicen los redactores de la EPDS 2004 en el capítulo 6? En primer lugar, que los indicadores generales de pobreza marcan una estabilización. Tomaré sus palabras: “A pesar del fuerte crecimiento económico de los últimos años y de la caída del desempleo a él asociado, se observa un evidente estancamiento en el proceso de caída de las tasas de pobreza y de ausencia de bienestar”.

En segundo lugar, que esa estabilización de los índices generales de pobreza va acompañada de un contexto de empeoramiento de otros indicadores asociados: 1) aumenta la proporción del gasto destinado a cubrir necesidades estrictamente básicas dentro del gasto total de las personas en situación de riesgo de pobreza o de ausencia de bienestar; 2) aumenta la distancia entre la renta disponible por los hogares más pobres y las cuantías mínimas necesarias para llegar al umbral de pobreza de mantenimiento; 3) se precariza aún más la situación de los hogares con pobreza de acumulación (la carencia de agua corriente entre la gente pobre pasa del 6,9% de 2002 al 34,9% de 2004; la carencia de instalación eléctrica del 0,4% al 6,2%, la de bañera o ducha del 6,1% al 33,9%, la de frigorífico de 1,3% a 29%).

En tercer lugar, que se consolida un nuevo perfil de la pobreza entre nosotros, como consecuencia de tres procesos principales: la problemática económica creciente de las familias monoparentales, la inmigración y el acceso a una vida independiente de colectivos de personas jóvenes sin una ocupación estable. El peso de las personas en situación de riesgo de pobreza adscritas a familias monoparentales pasa de suponer el 16,6% de las personas en riesgo de pobreza en el año 2000 al 34,9% en el año 2004. En cuanto al colectivo de personas inmigrantes pasan de representar un 2,7% de la población en riesgo de pobreza en el 2000 al 19,6% en la actualidad. Los hogares con riesgo de pobreza encabezados por una persona menor de 45 años, que eran el 27% en el año 2000 han crecido hasta el 55,3% en 2004.

Este proceso corre paralelo a la feminización de la pobreza. Por un lado, las personas en hogares encabezados por mujeres pasan de representar un 35,5% de las situaciones de riesgo de pobreza en el 2000 a un 46,9% en la actualidad y por otro, en todas las categorías generales de pobreza que se observen normalmente hay un sesgo de género, una profundización de los riesgos de pobreza femenina.

LA PRESIÓN SUBYACENTE DE LA POBREZA ENCUBIERTA. Es esta una problemática vinculada con la dificultad experimentada por algunos colectivos sociales (principalmente jóvenes) para acceder a una vida independiente como consecuencia de una insuficiencia de recursos económicos. La EPDS 2004 detecta 169.462 personas que afirman desear constituir un nuevo hogar independiente. De estas personas, 145.217 señalan no poderlo hacer por falta de recursos económicos. Si dispusieran de recursos económicos, 47.831 personas se independizarían con total seguridad en el plazo de un año.

Entre 2000 y 2004 estas situaciones se han incrementado un 9,5% y un 51,5% la de quienes manifiestan su voluntad de independizarse en el plazo de un año. Respecto al total de la población no independiente entre 18 y 44 años, la demanda de independización pasa entre 2000 y 2004 de 25% a 32,9% entre la población que desea independizarse y carece de ingresos suficientes y de 5,9% a 10,9% en lo relativo a la población con ingresos insuficientes que desearía independizarse en el plazo de un año.

Los rasgos sociodemográficos de estas personas son los siguientes: 1) juventud (85,9% están entre 18 y 34 años); 2) con estudios cualificados (59,5% tienen FP-II o estudios terciarios); 3) con ocupación (73% ocupados y ocupadas, 16,4% parados y paradas y 10,6% inactivos e inactivas).

El principal obstáculo que citan cara a su independización es la ausencia de una vivienda (40,4%), seguido del riesgo de pobreza y ausencia de bienestar. Entre las personas con perspectivas de independización a corto plazo (1 año) el índice de riesgo de pobreza sería del 30,8% (3,5% para los hogares ya constituidos) y el de ausencia de bienestar del 68,6% (19,8% para hogares ya formados).

Estas son las palabras con las que termina este capítulo del Resumen y Conclusiones de la EPDS 2004: “Los datos presentados revelan que la presión que supone la pobreza encubierta seguirá siendo una dato fundamental a tener en cuenta en Euskadi. Como revela la transformación de la imagen de la pobreza en el año 2004, caracterizada por un peso creciente dentro de ella de la población más joven, el acceso de esta población a la vida independiente supondrá una fuerte presión al alza de los indicadores de riesgo, dada la fuerte precariedad que la caracteriza (inestabilidad en el empleo y dificultades de acceso a la vivienda). El periodo de bonanza económica prolongada de finales de los 90 y principios del nuevo siglo ha provocado, además, que el proceso de acceso a la vida independiente se acelere, aspecto claramente manifestado en el incremento de la demanda de independización entre los jóvenes vascos”.