Jordi Calvo Rufanges
Análisis militar y de conflictos armados
(Público, 17 de mayo de 2015).
(Publicado en el Anuario 2014 de la Enciclopedia Catalana)

El último año se caracterizó por acontecimientos y decisiones en el ámbito militar que dibujan un marco de evidente deterioro de la seguridad mundial, con respecto a las amenazas resultantes de enconados conflictos armados, que sirven para justificar un nuevo proceso de remilitarización mundial y una probable nueva carrera armamentística. Uno de los acontecimientos más relevantes fue la aparición del Estado Islámico como actor en los conflictos armados de Oriente Medio, que comportó una respuesta internacional basada en una nueva estrategia de acción directa militar sobre el terreno en todo el ámbito de actuación de este grupo armado.

El Estado Islámico también forzó una redefinición del rol de las potencias extranjeras y de los diversos grupos rebeldes que siguen enfrentados a las guerras de Siria e Irak, con un protagonismo especialmente relevante del pueblo kurdo, una nación sin estado. Por otra parte, el eterno conflicto entre Israel y Palestina también dio este año uno de sus episodios más violentos en la Franja de Gaza. En Europa, la atención se centró en una nueva escalada militarista de las relaciones Este-Oeste, reavivando las cenizas de la vieja Guerra Fría, donde el epicentro se situó al sur y al Este de Ucrania, primero en la península de Crimea y después en las regiones orientales del país, siempre bajo la influencia de Rusia. Así como no fueron olvidados los numerosos conflictos armados en el continente africano: norte de Mali, norte de Nigeria, Etiopía (Ogadén), Somalia, República Centroafricana, este de la República Democrática del Congo, Darfur, Kordofán Sur y Nilo Azul en Sudán, Sudán del Sur, y Al Qaeda en el Magreb Islámico en Argelia y Libia.

En cuanto a la componente económica de la militarización mundial, a pesar de que aparentemente se mantuvo la tendencia de los países occidentales hacia una reducción de sus efectivos militares, la OTAN anunció la voluntad política de hacer un esfuerzo para aumentar sensiblemente, hasta el 2% del PIB, las capacidades militares de sus miembros. Igualmente, una latente tensión en el Este y Sudeste asiático, que implicó una creciente militarización de la zona. Aun así, en el último año volvió a bajar ligeramente el gasto militar mundial, aunque se prevé que éste sea el segundo y el último año en el que los recursos mundiales destinados a los asuntos militares se reduzcan. En último lugar, hay que destacar, como noticias positivas, la entrada en vigor del Tratado sobre Comercio de Armas aprobado un año antes en el seno de Naciones Unidas, y el nuevo impulso por parte de una buena parte de la sociedad civil mundial, de una campaña para lograr un tratado internacional para la prohibición de las armas nucleares, que volvió a introducir el debate sobre el riesgo para la seguridad que supone la existencia de estas armas.

Oriente Medio

Uno de los hechos más relevantes del periodo fue el adelanto de, en otros tiempos grupo armado vinculado a Al Qaeda, Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS o ISIL, en sus siglas en inglés), que pasó a denominarse Estado Islámico (EI) cuando proclamó un califato en las zonas bajo su control en Siria y en Irak, donde consiguió una rápida expansión. Este hecho puso de relieve la quiebra del régimen iraquí, bajo el amparo de EEUU, tachado de sectario por la mayor parte de su población. El uso hecho por el EI de los medios de comunicación y de las redes sociales le dio, sin duda, una gran popularidad, facilitando la expansión y la adhesión de numerosos militantes de todo el mundo —de hecho Occidente ve con temor no sólo el avance de las tropas del EI en Oriente Medio sino también la proliferación de simpatizantes con la causa de la EI, también en casa, que a llevado a que combatientes con experiencia y formación militar se hayan unido a la lucha en Siria y Irak—. Por otra parte, el EI se ha convertido en el más grande grupo armado autofinanciado del mundo (más de 2 mil millones de dólares), gracias al saqueo de las entidades financieras de los territorios bajo su control y de la venta de petróleo y gas de las zonas que controla, y también por el apoyo exterior. Estos recursos económicos facilitaron su capacidad armamentística, basada en primer lugar en la confiscación de los arsenales de armamento ligero y pesado de los ejércitos iraquí y sirio, que le permite también suministrarse en el mercado informal de armamento de una región donde los largos períodos de guerra han hecho que existan grandes cantidades de armas disponibles. De este modo, el EI cuenta con un ejército estimado en 31.000 soldados bien armados, de los cuales 12.000 provienen de países diferentes en Siria e Irak, y entre los que se contabilizan hasta 2.500 combatientes de origen occidental. La Comunidad Internacional reaccionó conformando una coalición militar liderada por EEUU que se basó, al menos inicialmente, su intervención en bombardeos aéreos en las posiciones militares del EI y el rearme y adiestramiento de las tropas que combaten sobre el terreno, entre las que destacan los peshmergas kurdos. Acompañando en EEUU se encuentran el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Australia, Dinamarca, Canadá, Polonia y Turquía, con el apoyo de la OTAN y la Liga Árabe, de los cuales, participan directamente en las acciones militares: Arabia Saudita, Bahrein, Jordania, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos.

La irrupción del Estado islámico tuvo también un impacto directo en la relación de fuerzas de la guerra civil siria, en la que los grupos armados de oposición al régimen de Bashar al Asad mantienen intereses divergentes y también se enfrentan ahora al mismo EI, del que Al Qaeda se desvinculó. La violencia en Siria continuó incrementando el número de víctimas de la guerra -que ya supera los 200.000 muertos y los 11 millones que necesitan asistencia humanitaria—y un informe del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas alertó de que el Gobierno sirio continuaba perpetrando masacres, torturas, violaciones, desapariciones forzadas, usando menores soldado y realizando bombardeos indiscriminados. La intervención extranjera continuó, y EEUU y sus aliados añadieron, a su política de suministro de armamento a los llamados rebeldes moderados que conforman el Ejército Libre Sirio, los bombardeos de las posiciones del EI en el país.

El conflicto palestino-israelí registró uno de sus períodos más violentos de los últimos años como consecuencia de la Operación militar israelí sobre la Franja de Gaza denominada “Margen Protector”, con el objetivo militar de destruir la infraestructura de túneles palestinos de la zona. La acción militar israelí se extendió del 8 de julio al 26 de agosto, y causó al menos 2.200 víctimas mortales, la mayoría civiles palestinos (69%); los ataques causaron también la destrucción de 17.000 edificios y el desplazamiento forzado de 475.000 palestinos. En el bando israelí se contabilizaron 66 militares muertos y 7 civiles, estos últimos debido al lanzamiento de cohetes por parte de Hamás sobre los territorios israelíes adyacentes a la Franja.

África subsahariana

Los trece conflictos armados que se mantienen activos en el continente, este año algunos destacaron por incorporar elementos nuevos o por su relevancia política y humanitaria. De este modo, en Nigeria, el conflicto entre el grupo armado Boko Haram, presente en el norte del país, y las fuerzas de seguridad nigerianas provocó cientos de víctimas mortales, además de exacciones contra la población, como los secuestros masivos. En la República Democrática del Congo (RDC) continuaron los enfrentamientos en la zona de los Kivus, con un especial protagonismo del grupo armado de carácter islamista ADF, y la misión de Naciones Unidas en el país, MONUSCO, mantuvo una estrecha colaboración con el ejército regular congoleño (FARDC), lo que dificultó la acción humanitaria en la zona. En Sudán del Sur, los cuatro intentos de alto el fuego no detuvieron los combates entre las fuerzas gubernamentales y el SPLA-IO, que añadieron cientos de víctimas mortales a un conflicto que ya suma 10.000 muertos. Después de una visita a Beijing, el grupo opositor consiguió que China interrumpiera la venta de armas al Gobierno sursudanés, pero el conflicto continuó vivo.

Durante este 2014, la República Centroafricana continuó viviendo uno de los episodios más violentos de su historia. El conflicto se inició el 24 de marzo de 2013, cuando Seleka —grupo armado con 5.000 a 7.000 efectivos principalmente originarios del noreste del país— llegó al poder y los grupos anti-Balaka (“anti-machete”) , formados por milicias rebeldes y otros grupos anti-Seleka con ex militares de las Fuerzas Armadas Centro Africanas (FACA) se rebelaron. Desde entonces, el país se ha visto sumido en una situación de violencia generalizada y venganzas, en el que la utilización interesada de las diferencias identitarias ha llevado a una elevada polarización entre cristianos y musulmanes y el distanciamiento entre grupos étnicos. Todo ello, a pesar de la presencia de la misión de la Unión Africana en el país, MISC, dotada con 6.000 militares y policías de diversos estados de África Central, la operación militar francesa Sangari —desplegada a partir del 5 de diciembre de 2013—, la misión europea EUFOR-RCA, desplegada en la capital Bangui, y la nueva misión (MINUSCA) aprobada por el Consejo de Seguridad —contará con 12.000 militares, con sólo un tercio de efectivos sobre el terreno por un período inicial que llegará hasta el 30 de abril de 2015 y está autorizada al uso de la fuerza armada—. Como resultado del conflicto, en tan sólo un año el gobierno cambió tres veces de manos y la violencia armada se cobró al menos 2.424 víctimas civiles. Finalmente, un informe del Comité de Sanciones de la ONU reveló vínculos entre la financiación y el suministro de armamento, en todos los grupos armados, con la explotación de los recursos naturales del país, y que la munición utilizada por los combatientes fue producida por 42 empresas de 16 países, entre los que algunas de las potencias más implicadas en la pacificación de la zona, como es el caso de Francia.

Este de Europa

Ucrania vivió uno de sus episodios de inestabilidad más importantes después de las protestas ciudadanas favorables a un acercamiento hacia la Unión Europea, que culminaron en la salida precipitada del poder del presidente pro-ruso Yanukovich, se produjo una fácil y rápida anexión de Crimea por parte de Rusia y una militarización del conflicto entre pro-rusos y pro-europeos en las provincias de Donetsk y Lugansk, de mayoría rusófona. Los combates entre el ejército ucraniano y los grupos de autodefensa de estas provincias generaron más de 3.000 víctimas mortales. La intervención internacional en el conflicto, incluso fue definida por algunos como un nuevo episodio de la Guerra Fría. Así, por un lado, según la OTAN, participaron directamente 1.000 efectivos de las tropas rusas y otras 20.000 fueron desplegados en la frontera con Ucrania. Por otro, la OTAN anunció la creación de una fuerza de respuesta rápida contra una posible amenaza proveniente de Rusia en el Este de Europa. Igualmente, tuvieron lugar varias sanciones económicas entre Rusia y el bloque Occidental implicado en el conflicto (especialmente EEUU y la UE). Finalmente, el 5 de septiembre, las partes acordaron un alto el fuego acompañado de medidas políticas por parte de Kiev que otorgan más autogobierno a las provincias rebeldes y un memorando para crear una zona desmilitarizada, así como medidas de desminado. Sin embargo, la tregua no elimina completamente los enfrentamientos militares.

El ciclo armamentista

Los datos de gasto militar de 2013 mostraron una disminución del volumen global de recursos destinados a cuestiones militares del 1,9%. El segundo año consecutivo de reducción mundial del gasto militar dejó el gasto militar mundial en 1,75 billones de dólares. Sin embargo, la razón principal de este decrecimiento fue la reducción del gasto militar norteamericano, con un enorme peso (37%) sobre el total. La reducción de tropas de EEUU en Afganistán e Irak hizo que en EEUU el gasto militar se reduce un 7,8%, lo que no significó perder la primera posición en el ranking de países con más presupuesto militar en términos absolutos, seguido por China, Rusia, Arabia Saudí y Francia. En términos generales, también el gasto militar continuó decreciendo en Europa Occidental y Central y en Oceanía, pero aumentó en el resto del mundo. En China el incremento fue del 7,4% y en Rusia del 4,8%. Por regiones, África es donde más aumentó el gasto militar en términos relativos (un 8,3%), y son destacables los incrementos de Ghana, Argelia y Angola, que fueron posibles gracias a los ingresos que les reportan los hidrocarburos. Estos también fueron utilizados por la remilitarización en Oriente Medio, donde en tan sólo una década el gasto militar ha aumentado un 56%. Es por ello que los países de esta región son unos de los principales clientes de la industria militar occidental, que cuenta con 73 de las 100 principales empresas de armas del mundo.

Los principales exportadores de armas fueron, por orden de importancia, EEUU, Rusia, Alemania, China, Francia, Reino Unido y España, mientras que los cinco principales importadores fueron India, China, Pakistán , los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Las ventas de armas a regiones en conflicto armado continuaron, a pesar de la situación de tensión e inestabilidad o la manifiesta violación de los derechos humanos en algunos de los destinos, como es el caso de las ventas de armas europeas en Libia, Israel, el Arabia Saudí, Egipto, India, Pakistán, la República democrática de Congo o Sudán del Sur, algunos de los países más destacados entre los 43 estados de los 51 gobiernos autoritarios señalados por el Índice de Democracia que recibieron armamento europeo.