Josu Oskoz, Arantxa Anitua

Ahmed Buhari, representante del Frente Polisario ante la ONU:
"No se cansen; los necesitamos"
(Hika, 145-146zka. 2003ko ekaina/uztaila)

Por su condición de representante del Frente Polisario ante las Naciones Unidas vive en Nueva York, y ha venido a Vitoria-Gasteiz invitado por la Asociación de Amigos y Amigas de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) con motivo de la celebración, el 20 de mayo, del 30 aniversario de la creación del Frente Polisario. Aprovechamos para hacerle una entrevista para hika, que siempre ha procurado seguir de cerca los anhelos del pueblo saharaui, tanto en lo tocante a la realidad más o menos cercana de los campamentos de población refugiada saharaui en Tinduf (Argelia) como a la situación, más cercana geográficamente pero sin embargo más silenciada y oscura, de los territorios ocupados por Marruecos.

Al celebrar este 20 de mayo el 30 aniversario de la creación del Frente Polisario, ¿cómo ves la situación? ¿CÓmo esta el frente? ¿Qué mensaje te gustaría transmitir a la sociedad vasca, tradicionalmente solidaria con la causa saharaui?

AHMED BUHARI.
Es una ocasión histórica de gran transcendencia para el pueblo saharaui, y una oportunidad para hacer un alto y un balance de lo que se ha logrado en estos treinta años de lucha por la independencia nacional saharaui. Estos treinta años se podrían resumir como un esfuerzo sobrehumano, realizado en condiciones extremadamente difíciles, para lograr una cosa tan sencilla, pero tan clara y tan fundamental como es la autodeterminación nacional saharaui. Somos el último caso colonial en África. Desgraciadamente, la potencia administradora del territorio, España, no nos condujo a la independencia, como hicieron Gran Bretaña y Francia con sus ex colonias. La historia es conocida: los acuerdos de Madrid, la Marcha Verde, la invasión marroquí-mauritana, el éxodo del pueblo saharaui... y, al mismo tiempo, el desafío a través del Frente Polisario a toda esta imposición de hechos consumados, y el desafío de hacer frente a esta situación y luchar para lograr lo que Marruecos quiso borrar de un plumazo, que es nuestro derecho a la libertad.

Así tenemos la batalla militar, que ha sido una de las grandes epopeyas, a pesar de que no haya nada escrito sobre ella. Pero hacer frente a la invasión de los ejércitos marroquí y mauritano, tras el abandono del ejercito español y la entrega progresiva de las zonas que controlaba a los nuevos invasores; hacer frente a la aviación de combate francesa, que intervino contra nuestras fuerzas; y hacer frente también al temible desierto, que es el escenario donde se libró toda esta guerra de independencia nacional, y hacerlo además sin muchos medios humanos ni materiales, ha sido reconocido más tarde por expertos y por especialistas militares como una de las epopeyas militares mas llamativas del siglo veinte.

Siempre hemos pensado que la guerra se nos impuso, y nunca hemos creído que la solución de los conflictos pueda ser una solución militar, y decimos que la resistencia militar saharaui tenía como objetivo decirle a Marruecos y a Mauritania que no es posible eliminar a los saharauis por medios militares. Este fue el mensaje que nosotros leemos en la resistencia militar, a través del Frente Polisario, que hoy celebra el treinta aniversario de su creación.

Luego tenemos el otro nivel, que es de la batalla diplomática, que se libra en un teatro mucho más amplio, no solamente en el teatro limitado al Sahara Occidental, Mauritania y territorio marroquí, sino un escenario mucho más complejo y volátil, que depende muchas veces del contexto internacional, más que de las posiciones ideológicas o de las posiciones políticas coherentes. Pero también en este campo hemos logrado éxitos diplomáticos que nos ayudaron a consolidar el hecho nacional saharaui, como es el reconocimiento de la República Saharaui por más de 70 países del mundo y su ingreso en la Organización de Estados Africanos (OUA) como estado miembro de pleno derecho; y al mismo tiempo, el haber obtenido un apoyo mundial, a nivel de Europa y a nivel de las Naciones Unidas en general, para el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y a la independencia, y el hecho de que ningún país del mundo haya reconocido la pretendida soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental.

A nivel diplomático, todo este esfuerzo ha concluido en que Marruecos al final tuvo que aceptar la existencia del pueblo saharaui y negociar directamente con el Frente Polisario, a través de las Naciones Unidas y bajo los auspicios, actualmente, del señor James Baker (ex secretario de estado norteamericano). Es decir, que el pueblo saharaui y el Frente Polisario son un elemento clave para la solución del conflicto del Sahara Occidental; y esto, en sí mismo, constituye un claro fracaso para la diplomacia marroquí, que quiso eliminar no solamente al pueblo saharaui sino también al Frente Polisario como interlocutor de los organismos internacionales. Este esfuerzo diplomático esta todavía en curso y tiene altibajos, a veces profundos, por la obstrucción marroquí, pero hoy por hoy se puede decir que, gracias al esfuerzo nacional saharaui, el conflicto del Sahara Occidental y la reivindicación nacional saharaui son uno de los puntos más sensibles dentro de la agenda del Consejo de Seguridad de la ONU.

El tercer desafío ha sido el de hacer frente a las secuelas del subdesarrollo, tanto a nivel sanitario como a nivel educativo y administrativo. Es la primera vez que los saharauis tienen ante sí la posibilidad de crear un estado independiente moderno, con el añadido de que este esfuerzo nacional, al carecer de los medios necesarios para materializarlo en un corto plazo de tiempo, ha tenido que ser realizado sin muchos medios, lo que le confiere un mérito especial. Hoy podemos decir que la población saharaui tiene garantizada la educación, tiene casi garantizada la atención medica, y tiene garantizados los derechos socioeconómicos que consideramos que son una parte fundamental de la Constitución que regirá los destinos del estado y la sociedad saharaui y que, en su conjunto, es desde luego una constitución muy progresista.

Por lo tanto, el 20 de mayo significa para nosotros no solamente el inicio de la guerra de la independencia sino también el inicio de un largo camino en lucha y en busca de la libertad, un camino que esta todavía en vías de realización, y el pueblo saharaui se siente plenamente identificado con este esfuerzo nacional, con este objetivo nacional, que hoy por hoy presenta el Frente Polisario que celebra el 30 aniversario de su formación.

El escenario internacional ha cambiado mucho desde el 11-S y, más recientemente, tras la guerra de Irak, que ha evidenciado una crisis importante en el sistema de la ONU. ¿Qué expresa esta crisis? ¿Qué supone la guerra? ¿Tiene, o puede tener, repercusiones para el problema del Sahara Occidental?

A.B. Cuanto más se debilite el sistema internacional, representado por las Naciones Unidas, más se debilita la perspectiva de solución pacífica de los conflictos. Esta es la verdad. Pero yo diría que, contrariamente a lo que algunos dicen actualmente, la credibilidad del sistema internacional se ha visto comprometida en el caso del Sahara Occidental mucho antes que con el conflicto de Irak. Es inconcebible que la ONU haya sido incapaz de garantizar la organización y la celebración de un referéndum de autodeterminación para una población que no llega a un cuarto de millón de habitantes, a pesar de que las propias Naciones Unidas fueron las que convocaron a Marruecos y al Frente Polisario, en los años 80, para preparar los pasos necesarios hacia ese referéndum de autodeterminación.

Las Naciones Unidas pudieron haber organizado ese referéndum ya en 1975, pero la Marcha Verde y los Acuerdos de Madrid fueron hechos consumados que impidieron que la ONU culminara el proceso de descolonización como lo hizo en otras partes del mundo, sobre todo en Africa y en Asia. Más tarde, desde los años 70 hasta mediados de los 80, las Naciones Unidas prácticamente abandonaron al pueblo saharaui. Solamente cuando Marruecos se dio cuenta de que la solución militar era imposible, mostró más flexibilidad para aceptar que las Naciones Unidas volvieran a asumir el rol descolonizador que no habían asumido en los años 70. La ONU, con el acuerdo de las dos partes, elaboró el Plan de Arreglo, cuyo objetivo era permitir al pueblo saharaui expresar su voluntad a través de un referéndum de autodeterminación. Hoy estamos en 2003 y las Naciones Unidas todavía no han podido organizar ese referéndum, porque no han sabido o no han querido hacer frente a la obstrucción y a la voluntad de bloqueo proveniente de Marruecos.

Por lo tanto, para el pueblo saharaui, la credibilidad de la ONU ha sido puesta en tela de juicio mucho antes del conflicto de Irak. No hemos perdido la esperanza de que las Naciones Unidas, como reflejo de la voluntad mayoritaria de los estados miembros, pueda algún día enderezar el curso de la descolonización del Sahara Occidental hacia un buen puerto, y de ahí la persistencia de los saharauis y de los amigos de los saharauis en mantener viva la cuestión del Sahara Occidental en la agenda tanto de la Asamblea General como del Consejo de Seguridad.

Pero efectivamente y ante la pregunta que me haces, creo que las implicaciones del 11 de septiembre sí fueron globales y se han manifestado de una forma mucho más diáfana en áreas como Oriente Medio o Afganistán, o incluso en un esfuerzo de globalización a nivel europeo bajo la dirección de los EEUU como única superpotencia hoy. Sin embargo, yo diría que sus repercusiones directas y especificas en la cuestión del Sahara Occidental no son tan patentes. Es cierto que Marruecos ha querido aprovechar para tomar esta ola y presentarse como uno de los elementos fundamentales sobre los que debe descansar la política norteamericana para hacer frente a situaciones de emergencia político-ideológica en el Magreb, pero a pesar de eso, el Frente Polisario, la causa saharaui, no se han visto afectadas de una forma directa.

Los saharauis han sabido presentar su causa como una causa objetivamente asumible por la comunidad internacional, sean cuales sean los contextos internacionales en los que se pueda mover el mundo; y la han presentado como una cuestión de descolonización; y que esa solución sigue siendo vigente y respaldada por los organismos internacionales, tanto políticos como judiciales, como es el Tribunal de La Haya; y que su solución esta ahí desde antes del 11 de septiembre, y que pervive después del 11 de septiembre.

No ocurre así, por ejemplo, con el tema de Palestina. En este caso, la situación actual es efectivamente reflejo de esa nueva situación post 11-S, ya que antes del 11-S existieron los acuerdos de Oslo y después del 11-S el gobierno de Israel anula la vigencia de esos acuerdos, hace otra nueva política, y hoy lo que tenemos ante nosotros y nosotras es la llamada Hoja de Ruta, que es un intento distinto de lo que las partes israelita y palestina habían acordado en Oslo .

Yo diría que el contexto internacional derivado de los sucesos del 11-S no se refleja de forma directa y específica en la cuestión de Sahara Occidental. Sin embargo, Marruecos ha querido utilizar dichos sucesos para presentarse como un nuevo bastión de los intereses norteamericanos y, por lo tanto, intentar que los norteamericanos se opongan de forma nítida a la lucha del pueblo saharaui por la independencia. Pese a ello, creo que la posición norteamericana en el conflicto del Sahara Occidental hasta ahora y dos años después del 11-S, sigue siendo de neutralidad, en espera de que las partes implicadas directamente, que serían los saharauis y los marroquíes y, en cierto modo, Argelia, más las potencias europeas interesadas histórica, geográfica o económicamente en la zona, como son Francia y España, puedan lograr un consenso hacia una solución que los norteamericanos podrían aceptar.

Actualmente se están produciendo movimientos del ministro de Exteriores marroquí, Taieb Farsi-Fihri, que, al parecer, está negociando con España la nueva propuesta que James Baker ha presentado al Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Cómo valoras esta nueva propuesta que pasa por la organización de un gobierno autónomo en el Sahara Occidental bajo soberanía marroquí y la celebración de un referéndum en un plazo máximo de 5 años, en el cual podrían votar todas las personas que residan en los territorios a partir del 2001? ¿Qué implicaciones tiene? ¿Cuáles son las razones de su rechazo por parte del Frente?

A.B. La propuesta impulsada por James Baker es históricamente injustificable para el pueblo saharaui porque las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad, Marruecos y el Frente Polisario aceptaron un Plan de Paz en 1990 que ha sido puesto en práctica por la ONU a través de una misión llamada MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Sáhara Occidental). Ese Plan de Paz, cuyo objetivo es celebrar un referéndum de autodeterminación, es todavía viable y el Frente Polisario así lo ha dicho siempre, principalmente desde el intento de buscar alternativas al plan de arreglo como consecuencia de la obstrucción marroquí.

Cuando las Naciones Unidas publicaron, en febrero del 2000, la lista de votantes, quedó claro que la ONU no había aceptado los pretendidos saharauis que Marruecos había presentado como candidatos a votantes en ese referéndum. A partir de esa obstrucción, se intentó buscar salidas falsas al conflicto del Sahara Occidental, como fue el llamado proyecto de acuerdo marco. Sin embargo, nosotros siempre hemos dicho que la mejor solución, la más viable, porque ha sido aceptada por el Consejo de Seguridad y por las dos partes, es ese referéndum del plan de arreglo. Con ese plan de arreglo y ese referéndum lo único que tienen que hacer las Naciones Unidas es resolver el problema técnico de los llamados recursos de apelación interpuestos por Marruecos; el resto ya está resuelto, o por el plan de arreglo original o por los acuerdos de Houston.

Por lo tanto, en lugar de buscar un nuevo concepto, una nueva solución y sobre todo una solución basada en una negación del derecho fundamental a la autodeterminación, el Frente Polisario insiste en que es mejor que el esfuerzo se concentre en la manera de resolver esos recursos de apelación. Yo creo que esta posición saharaui es compartida hoy por la mayoría del Consejo de Seguridad y se expresa en los siguientes términos: lo único que hay sobre la mesa es el plan de arreglo, y cualquier otra alternativa al plan de arreglo debe ser aceptada por las dos partes y no únicamente por Marruecos.

Las propuestas realizadas hasta ahora por Baker no cumplen este requisito. La nueva propuesta de Baker plantea organizar un referéndum de autodeterminación al cabo de cinco años, pasando por un periodo transitorio de un gobierno autónomo, y en ese referéndum de autodeterminación tendrían derecho a votar los saharauis ya identificados por Naciones Unidas como votantes en el 2000 más, y aquí esta el nuevo criterio arbitral, los residentes o una porción de los colonos marroquíes residentes en el Sahara Occidental. Simplemente la incrustación de este criterio para ser votante en un referéndum que concierne únicamente al pueblo saharaui invalida desde el punto de vista legal y desde el punto de vista político esta propuesta.

Por lo tanto, el Frente Polisario le dice al señor Baker: «agradecemos su esfuerzo, pero esta vía nos va a conducir a un callejón sin salida y a un callejón incluso sangriento; la convivencia con el ejército marroquí, con los colonos marroquíes durante 5 años es una invitación a un baño de sangre. Por lo tanto, la solución es continuar con el plan de arreglo, y los saharauis le ofrecen hoy una nueva propuesta para resolver específicamente el problema de los recursos de apelación, y a partir de ahí se puede reemprender el camino obstruido por Marruecos en febrero del 2000».

De aquí la importancia del papel que vaya a jugar España dentro del Consejo de Seguridad. ¿Cuál va a ser la posición de Madrid en el Consejo? Es cierto que Marruecos ve con cierto nerviosismo la posibilidad de que España se aleje de las expectativas marroquíes y mantenga una posición digna; y esta posición digna para nosotros es que España tiene una responsabilidad histórica ineludible con lo que pasó en 1975, y que esa deuda moral, política e histórica todavía esta vigente. Esa responsabilidad exige a España que defienda el derecho genuino a la autodeterminación del pueblo saharaui para llegar a una solución pacifica y definitiva del conflicto y la expresión más acabada de ese Derecho de Autodeterminación es el plan de arreglo; y que, en todo caso, si hay una alternativa distinta a ese plan de arreglo, España debe condicionar que sea aceptada no sólo por Marruecos sino fundamentalmente por el pueblo saharaui.

Por tanto, a modo de resumen, he de insistir en que ese Plan de Paz, ese plan de arreglo y su referéndum de autodeterminación son cosas posibles y realizables, y que el único obstáculo proviene de la actitud de intransigencia del gobierno marroquí y del hecho de que Naciones Unidas, en lugar de hacer la presión sobre Marruecos para que respete los acuerdos adquiridos, ha preferido otorgar una cierta legitimación a la obstrucción marroquí para buscar soluciones alternativas al referéndum de autodeterminación, y esas soluciones alternativas que se han intentado hasta ahora son injustas y no son aceptables para el pueblo saharaui.

Nuestra Asociación lleva años desarrollando diferentes proyectos de cooperación con la población que vive en los campamentos de población refugiada saharaui. Sin embargo, una de nuestras principales preocupaciones es la situación en los territorios ocupados. ¿Qué podemos hacer desde el movimiento solidario ante la situación de la población que vive en los territorios ocupados?

A.B. Ciertamente los saharauis que viven en la zonas ocupadas viven bajo una ocupación bárbara que mantiene el territorio cerrado a la presencia de observadores internacionales y a los organismos humanitarios, con una población que es rehén de un ejercito de ocupación, donde la violación de los derechos humanos es sistemática y ha sido reconocida como tal por muchos organismos internacionales, entre ellos, Amnistía Internacional. Está sometida a un estado de sitio, mucha gente ha desaparecido y no se sabe dónde esta desde los primeros años de la invasión marroquí, y sigue habiendo desapariciones. Muchísimos saharauis han sido llevados a tribunales de justicia marroquíes que han emitido sentencias desorbitadas para hechos mínimos como manifestarse con una bandera del Frente Polisario, y han sido castigados con severas penas de 10 e, incluso, 20 años de cárcel.

Es una población que rechaza la ocupación militar marroquí y que frecuentemente lo expresa de forma pública, incluso de confrontación con las tropas y fuerzas de seguridad marroquíes en el Sahara ocupado. Hay una verdadera intifada que se expresa de otra forma en el Sahara Occidental ocupado. El hecho de que esa población no haya logrado que los medios de información internacionales la visiten, que puedan contar al mundo lo que está pasando en esa enorme prisión que es el Sahara Occidental ocupado, efectivamente limita su capacidad de resistencia y su capacidad de luchar contra la ocupación marroquí.

Lo que pasa en el Sahara Occidental ocupado es algo que no tiene precedentes en la historia moderna de las ocupaciones, salvo quizás en el caso de Israel. Pero, al mismo tiempo, resulta asombroso que Marruecos, a través de muchas agencias que tiene contratadas a nivel de Europa, se presente con cierto éxito como un país democrático y abierto, cuando para los saharauis, e incluso para los marroquíes que huyen a través del estrecho de Gibraltar, esa democracia es realmente el símbolo del infierno.

Por lo tanto, el esfuerzo prioritario debiera ser el de denunciar de lo que está sucediendo ahí, reclamar la posibilidad de llevar esta cuestión a los organismos humanitarios competentes, obligar al gobierno marroquí a que acceda a visitas normales por parte de organismos internacionales y de prensa, de delegaciones extranjeras para que puedan comprobar in situ la situación en que viven los saharauis. Todo eso, efectivamente, ayudaría, porque no hay nada más peligroso para las expectativas de libertad de un pueblo que su resistencia, sus dolores o las tragedias que vive no sean conocidas por el mundo.

Desde la coordinadora europea de apoyo al pueblo saharaui estamos participando en los diferentes foros que se están organizando, tanto en Porto Alegre –en el Foro Social Mundial– como en los foros europeos (el año pasado en Italia y este año en París), y vemos que el interés en la opinión pública es muy importante, no sólo en el Estado español sino también en diferentes países europeos: Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, etc. ¿Qué mensajes crees que deberíamos hacer llegar a esa opinión pública: la preocupación por la situación en los territorios ocupados, la situación humanitaria en los campamentos...?

A.B. La posición política europea, la predisposición de la UE a responder a las exigencias humanitarias de la población saharaui, depende en gran parte de la posición del Estado español. En el caso del pueblo de Timor, la UE no se hubiera implicado si no hubiera sido por la posición de Portugal. Por lo tanto, para nosotros es importante que tengamos cada día más solidaridad y más apoyo humanitario y material por parte de los pueblos del Estado español, por parte de los organismos autonómicos, por parte de las instituciones locales.

Por lo tanto, muchos países europeos ven y siguen con mucha atención los movimientos de Madrid para definir su propia posición. La solidaridad y el avance de las posiciones europeas depende de la solidaridad y el avance de la posición del Estado español; de ahí la importancia crucial de mantener viva y activa la solidaridad de los pueblos del Estado español. Y en ese sentido yo diría que la solidaridad procedente del pueblo vasco, a lo largo de los últimos quince años, ha sido un elemento clave para enfrentar esa situación tan difícil que enfrentamos en los campamentos de población refugiada saharaui. Yo quiero rendir un homenaje a esa solidaridad histórica y quiero también aprovechar estas páginas para decirles: no se cansen; los necesitamos para hoy, y los necesitaremos para mañana.