Josetxu Riviere Aranda
Los hombres, el amor y la pareja
(Hika, 227, marzo-abril de 2012).

Los modelos de relaciones de pareja, unidos a las ideas dominantes sobre determinados modelos familiares, impulsan y afirman una manera diferente de situarnos, hombres y mujeres, ante el aprendizaje y gestión de nuestros sentimientos y de nuestras relaciones afectivo-sexuales. «A pesar de no tener un modelo de masculinidad universal, válido para todo momento y lugar, sí nos encontramos con una ideología que tiende a justificar la dominación masculina».1

En ese sentido la socialización masculina en torno al ideal de amor romántico está atravesada por los modelos mayoritarios, más o menos rígidos, de masculinidad, pero el reparto de papeles que se realiza desde el ideal de amor romántico no es ajeno a las personas cuya opción u orientación sexual y afectiva es con personas de su mismo sexo. Por lo tanto, debemos analizar no solo la relación de desigualdad en las relaciones de pareja con respecto a la desigualdad social de mujeres y hombres, sino también respecto al reparto de protagonismos y poder que desde el ideal de amor romántico se plantea entre quienes establecen esa relación.

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL AMOR ROMÁNTICO

El amor romántico es una de las posibles formas de expresar nuestros afectos. Es una de las formas del amor que conlleva la presencia del deseo sexual y que se percibe singular y distintivo respecto de otras formas amorosas, sea por la intimidad que produce, el compromiso al que puede remitir o las percepciones que genera.

Los amores románticos son amores complicados que aparecen en muchas ocasiones como imposibles de resolver. Los amores imposibles, las dificultades que hay que sortear y vencer lo hacen más grande. Esa dificultad no se circunscribe solamente a los obstáculos para estar juntos sino también al proceso de conquista. Hoy en día las diferencias de percepción marcadas por el género respecto al significado de una negativa ante una propuesta amorosa siguen siendo importantes. Entre las chicas son el 22% quienes se muestran de acuerdo con que cuando las mujeres dicen no quieren decir sí, entre los chicos son el 39%. En ambos casos se trata de un porcentaje alarmante.

El objetivo del amor romántico es un absoluto, encontrar al ser que te complementa, al amor, en singular, de tu vida. «Una forma de relación amorosa que se mantiene a pesar de los cambios sociales y a la creciente tendencia de las relaciones de pareja a conjugar la forma de asociación, manteniendo objetivos personales, con el modelo de amor fusión».2 Otra característica del amor romántico es que en su nombre se realizan todo tipo de renuncias. Se trata de ese amor satelital del que habla Cara Coria, que hace que una de la partes de la pareja realice continuas renuncias que pasan al cajón de los sacrificios realizados.

Es importante señalar por último otro de los sentimientos íntimamente ligado al ideal romántico: los celos. Nos encontramos con que un 33,5% de los chicos y un 29,30% de las chicas están de acuerdo con la idea “los celos son una expresión de amor”.3

Ni todos los hombres ni todas las mujeres reproducimos por igual los condicionantes de género, pero sí que podemos hablar de pautas y comportamientos mayoritarios y hegemónicos. Vivimos hoy con diversas maneras de entender y construir una relación sentimental, sin embargo el ideal romántico como único y natural está más socializado y aceptado que otras formas más diversas de entender y vivir el amor. Como indican García y Casado, hoy el amor romántico sigue siendo el mito de referencia, en él se anudan y cobran sentido buena parte de las relaciones de pareja.4

EL MODELO AMOROSO QUE SE CONSTRUYE DESDE EL IDEAL DE AMOR ROMÁNTICO PARA LOS HOMBRES

A pesar de que la diversidad de comportamientos masculinos es mayor que antes, algunas diferencias entre la educación emocional de mujeres y hombres son claras: por ejemplo, no expresar demasiado las emociones, sobre todo las que demuestran debilidad, es algo que se aprende prontamente por parte de los hombres.

Ser dependiente emocionalmente, por más que todos y todas lo seamos en el sentido de tener la necesidad de relacionarnos con los demás afectivamente, se entiende como una debilidad frente a la autonomía y la fortaleza, que son y deben ser propias de la personalidad masculina.

Nos encontramos con que la libertad aparece como un valor unido a lo masculino en las relaciones de pareja. Un 32% de los jóvenes, casi el doble de las jóvenes (17%), diferencia estadísticamente significativa, cree que lo más importante de la relación es vivir el momento sin compromisos. Esto se produce a la vez que una amplia mayoría de ellos, el 65%, cree que lo más importante de la relación es el sentimiento y el compromiso que ésta conlleva para con la otra persona, una visión romántica de la relación que comparte el 82% de las jóvenes. Comprobamos que la importancia de la libertad propia convive sin problemas con otros valores como el control de la pareja; así, un 39,2 % de los jóvenes piensa que cuando hay amor se desea estar siempre juntos, frente a un 26,1% de las mujeres.5

Estos valores, que en ocasiones aparecen como dispares y contradictorios, muestran la complejidad con la que los hombres viven el sentimiento amoroso. Pero hay que señalar que para muchos de ellos la importancia de la libertad se refiere mas a su autonomía masculina y, por el contrario, el deseo de estar juntos se refleja en la falta de autonomía de la pareja, en menos libertad para las mujeres.

También existen diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a las expectativas personales. El modelo masculino sitúa el éxito personal en más territorios que en el amor o la familia, y el éxito será una combinación de factores donde la pareja es solo una parte. En consecuencia, la ausencia de amor no aparece en los hombres tan fuertemente unida al fracaso personal ni con la misma intensidad que en las mujeres.

Es cierto que hoy se plantean más modelos de referencia para los hombres en la relación amorosa, al menos modelos más débiles y complejos que en el pasado. Ya no se trata exclusivamente de ser esos hombres insensibles y duros, hoy en día, como señala Badinter, los hombres jóvenes no se sienten bien ni adoptando el modelo de virilidad del pasado ni rechazando totalmente la masculinidad. No obstante, los papeles que el imaginario del amor romántico reserva para los hombres tienen todavía demasiado que ver con la figura del héroe y conquistador.

La imagen del chico malo como algo interesante sigue teniendo aceptación hoy en día. Teniendo en cuenta que los hombres se sitúan frente a las normas sociales de una manera diferente que las mujeres, en la socialización masculina romper la norma, transgredirla, aparece como un valor, propio de alguien listo, hábil, y es valorada socialmente. Esto trae como consecuencia la preocupante asociación que realizan un número importante de jóvenes entre agresividad y virilidad y los varones (el 17,9% por el 6,1% en las mujeres) que consideran que el hombre que parece más agresivo resulta más atractivo para las mujeres.6

En cuanto a la sexualidad, se impone entre los hombres una concepción cuantitativa del amor y la sexualidad y es ahí donde se consigue el prestigio social, tanto entre sus iguales varones como frente a las mujeres. Tenemos que tener en cuenta que una parte importante de la autoestima masculina está fuera de él, está situada en cómo le ven sus iguales hombres y necesita de continuas muestras de reafirmación de su virilidad, alardeando y presumiendo.
El grupo actúa reforzando estas pautas de comportamiento y penalizando a quien tiene otros; cuando algunos varones muestran más sensibilidad o no participan de los ritos de adolescentes pueden sufrir fuertes presiones publicas homófobas. Esto empuja a que algunos hombres oculten determinados sentimientos y que no los compartan con otros hombres.

En los hombres amor y sexo van por separado, porque de la misma manera que el amor es enseñado y vivido en las mujeres como una necesidad en el caso de los hombres lo es el sexo. Se reafirma la idea de que la cultura sexual dirigida a los varones es bastante distinta de la de las mujeres.

Las responsabilidades en la pareja y la familia también tienen un peso distinto. Como sostienen Castells y Subirats, se mantiene en muchos de los modelos de referencia masculinos el papel de proveedor, de responsable de los bienes materiales, mientras que es la mujer quien se encarga de los bienes emocionales.7 A pesar de la incorporación de la mujer a los espacios públicos y de poder sigue apareciendo con mucha fuerza esa responsabilidad en los hombres. Un 90% de las mujeres le piden eso a su pareja ideal, que le proteja, frente a un no despreciable, pero insuficiente, 56,5 % de los hombres.8

A la hora de elegir nuestra pareja ideal los hombres seguimos dando más importancia a la belleza física que a otras cualidades. Ante la pregunta “¿en qué nos gustaría que destacase nuestra pareja?”, el valor que dan los varones al atractivo físico es de 64 (sobre 100), más que a la simpatía (61,81) o a la sinceridad (56,72).9

En definitiva, el ideal de amor romántico sitúa a los hombres en lugares diferentes que a las mujeres. Algunas de las prerrogativas masculinas se ven reforzadas, por ejemplo se posee más libertad de acción social y de cara a las relaciones sexuales. Es un modelo de relación afectiva que genera desigualdad y una mejor situación personal para muchos hombres.

No obstante, estos modelos de referencia masculinos en sentido fuerte ocasionan no pocas frustraciones. No cumplir con los mandatos sociales de ser un conquistador, o el modelo cuantitativo de relación sexual unido a un mal manejo de los sentimientos, genera situaciones problemáticas para muchos hombres. Como subraya Kaufman, las formas en que los hombres hemos construido nuestro poder social e individual también son fuente de dolor para nosotros mismos.10

A MODO DE CONCLUSIÓN

Nos encontramos con una sociedad cambiante donde evolucionan y se diversifican los referentes masculinos de relación afectivo-sexual. Pero, aunque comprobamos cómo se abren paso otros tipos de comportamientos que se distancian del modelo masculino tradicional, existen fuertes resistencias a ese cambio y muchas de ellas tienen que ver directamente con la prevalencia del ideal de amor romántico como modelo. Podríamos hablar de cierto desconcierto masculino ante mensajes y exigencias contradictorias que, por una parte, siguen situando el prestigio y la autoestima masculina en un modelo anterior, pero que se construyen dentro de un ideario social igualitario, generando nuevos referentes y comportamientos.

Quizás sería un buen punto de partida considerar el amor romántico con todas sus características y condicionantes como algo limitador de la autonomía personal y un lugar donde son muchas las dificultades que se tienen para establecer relaciones sentimentales en igualdad. Para realizar este cambio se requiere llegar al convencimiento por parte de muchos hombres de que los privilegios que nos otorga este modelo de relaciones afectivo-sexuales no son justos ni convenientes, ni para nuestras compañeras y compañeros ni para nosotros mismos.

 

NOTA: Este artículo es un extracto de la ponencia “Los hombres el amor y la pareja” presentada en el Congreso Iberoamericano de Masculinidades y Equidad (Barcelona 2011)

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1. Badinter, Elisabeth XY. La identidad masculina. Madrid. Alianza (1993).
2. García Fernando J. Casado Elena Violencia en la pareja: género y vinculo. Madrid. Talasa. (2010).
3. Díaz-Aguado, Martínez, Martín, Carvajal, Peyró, Navarro. Igualdad y Prevención de la Violencia de Género en la Adolescencia. Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Madrid (2010).
4. García Fernando J. Casado Elena (2010).
5. Amurrio. Larrinaga, Usategui, Del Valle Loroño Violencia de género en las relaciones de pareja de adolescentes de Bilbao. UPV-EHU- Ayuntamiento de Bilbao. Bilbao (2008).
6. Amurrio et al. (2008).
7. Castells, Manuel y Subirats Marina. Mujeres y hombres ¿Un amor imposible? Madrid. Alianza (2007).
8. Amurrio et al. (2008).
9. Díaz-Aguado et al. (2010).
10. Kaufman, Michael. Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias del poder entre los hombres. http://www.michaelkaufman.com/articles/