José Uría Ríos
La izquierda vagabunda
Intervención en el acto celebrado el 28 de abril de 2015 con motivo de
la entrega de los archivos del Movimiento Comunista de Asturies (MCA)
al Museo del Pueblo de Asturies y al Archivo Histórico de Asturies.

En el mes de octubre de 2010 se disolvió formalmente Lliberación, la organización heredera y continuadora del antiguo Movimiento Comunista de Asturies (MCA). Entre los acuerdos adoptados en el proceso de disolución se encontraba el de hacer donación de sus archivos documentales y gráficos a instituciones públicas asturianas que pudieran estar interesadas en recibirlos. En los meses siguientes, el material gráfico, todo el archivo de carteles, fue entregado al Museo del Pueblo de Asturies, y los depósitos de documentación existentes, al Archivo Histórico de Asturies. A su vez, el Museo del Pueblo de Asturies, como los carteles que había recibido estaban repetidos, los organizó en varias colecciones y entregó una de ellas, muy completa, a este Archivo Histórico.

La documentación que hoy presentamos se encontraba repartida en distintos domicilios particulares de algunos antiguos militantes del MCA, puesto que no existía un archivo unificado de la organización. La razón última de esta situación un tanto anómala hay que buscarla en el golpe de estado del 23 de febrero de 1981. En aquella noche ominosa, el amplio depósito de materiales existente en la sede central del MCA, situada entonces en el número 5 de la calle Principado de Oviedo, fue en parte destruido por el fuego en la calefacción de carbón, en particular todas las fotografías y filmaciones, y en parte ocultado en depósitos reservados que posteriormente se perdieron por diversas razones. Desde entonces, se impuso, primero la práctica y más tarde la rutina, de no acumular material en las sedes. Así, el núcleo central de este archivo procede de la documentación que yo fui almacenando y clasificando durante muchos años, al que se añadieron otros dos depósitos principales aportados por Paloma Uría, con materiales sobre todo relativos a la problemática feminista, y por José María Castiello, con documentación sobre las distintas luchas pacifistas (anti-OTAN, insumisión…) y sobre radios libres, además de otras aportaciones menores.

Durante los dos últimos años, he venido dedicando unas horas semanales a la organización de toda esta documentación, siguiendo las instrucciones de los responsables de este Archivo. En este tiempo conté con la ayuda de Víctor García y de Roberto Antuña. Y sobre todo, con el apoyo, la simpatía y la paciencia del personal de esta casa, de estos extraordinarios profesionales, guardianes de la cultura.

La documentación que presentamos abarca dos décadas, desde comienzos de los años setenta hasta 1991, año en el que el MCA se disuelve para dar lugar a Lliberación. La documentación posterior a ese año, la de las dos décadas siguientes, la de Lliberación, está todavía ahí arriba, en unos armarios, a la espera de manos voluntarias que continúen la tarea.

Esas dos décadas de los años setenta y ochenta del siglo XX son un trozo de la historia de Asturias. Un trozo muy pequeño, diminuto, si consideramos la Historia con mayúsculas; un trozo muy grande, inmenso, si lo medimos desde la perspectiva de nuestras propias vidas; un trozo, en cualquier caso, interesante, más interesante de lo que quizás podría parecer a primera vista y como esperemos que un día compruebe algún investigador académico, probablemente estadounidense o británico, si las cosas siguen como parece…

Estos documentos introducen en ese escenario histórico a un pequeño grupo humano, un colectivo de mujeres y hombres que se organizó y actuó bajo la denominación de Movimiento Comunista de Asturies.

El MCA, aunque venía gestándose desde comienzos de la década,  se constituye formalmente en septiembre de 1973, a partir de un pequeño grupo de militantes antifranquistas provenientes del antiguo FLP, que se había disuelto en 1969. Ese grupo inicial o promotor estaba formado principalmente por jóvenes profesionales que pronto establecen contacto con otra generación de jóvenes de los barrios y de las fábricas y minas, así como de estudiantes universitarios. Así, en la composición inicial del MCA, se van a superponer dos generaciones: una primera, la del 68, integrada principalmente por profesionales de la enseñanza y de la sanidad públicas, formados en las luchas universitarias antifranquistas y educados ideológicamente bajo la influencia decisiva de mayo del 68 y de la épica antiimperialista de los años sesenta, y una segunda, la de la Transición, con un fuerte componente obrero, forjada en las grandes movilizaciones de masas de aquellos años en los que el MCA ya actuaba con identidad propia. A ellas, con el paso de los años, se les iría añadiendo una tercera, más joven, integrada por activistas surgidos sobre todo de los llamados nuevos movimientos: feminismo, anti-OTAN, insumisión, etc… El MCA, hacia 1980, en su momento de mayor expansión, incluyendo las juventudes del MRA, contabilizaba unos quinientos efectivos.

Una de las grandes paradojas de mayo del 68 fue que lo que nació como una reivindicación del pensamiento libre generó, sin embargo, un repliegue dogmático en sus subproductos, de tal manera que las ideologías del s. XIX, en su interpretación más dogmática, la realizada en el contexto de la dramática crisis de la primera mitad del XX, revivieron en los grupos radicales de izquierdas surgidos en toda Europa occidental en la década de los setenta. Algún día habrá que intentar explicar las razones de ese aparente sinsentido. Los promotores del MCA no fuimos ajenos a esa corriente dogmática y ultra-ideologizada, antes bien, la asumimos bajo la forma del llamado marxismo leninismo pensamiento mao tse tung. Bien es cierto que el sarpullido ideológico no nos duró demasiado y la razón fue imponiéndose a la ideología, Uno de los rasgos del MC en su conjunto fue siempre la curiosidad intelectual: la investigación en campos como, por ejemplo, el feminismo, pronto tropezó con los viejos moldes ideológicos y provocó su ruptura. Lo del “prochinismo” enseguida quedó de lado y a final de la década de los ochenta incluso el propio marxismo estaba ya puesto en cuestión. Y los miembros del MC no dudamos, en los años siguientes, en abordar con espíritu crítico buena parte de las cuestiones que preocuparon y siguen preocupando al universo de la izquierda, un universo en el que, quizás como consecuencia de esa permanente inquietud ideológica, la gran mayoría de nosotros  no conseguimos ir encontrando un lugar confortable en el que establecernos de manera definitiva. De ahí nuestra condición de eternos vagabundos de la izquierda.

En la trayectoria política del MCA podríamos distinguir tres etapas.

La primera etapa, desde comienzo de los setenta hasta 1976, los años de la clandestinidad, son los de la construcción de la organización. Es un periodo breve que, sin embargo, marcará muy profundamente el carácter y la identidad del MCA a lo largo de toda su trayectoria. De alguna manera, el MCA nunca dejará de ser, antes que cualquier otra cosa, una organización antifascista y con una cierta querencia hacia la clandestinidad, un cierto recelo hacia el mundo exterior. En ese periodo, su actividad se desplegó en cuatro direcciones principales. En primer lugar, un minucioso trabajo de captación de militantes y construcción organizativa que dará como resultado una organización muy centralizada y eficaz en su funcionamiento. En segundo lugar, tareas de difusión de propaganda, elaborada en un aparato de impresión clandestino establecido primero en un hórreo situado en el lugar de Somao y luego en un establecimiento comercial montado al efecto en un barrio de Oviedo. En tercer lugar, un trabajo dirigido a la creación e impulso de movimientos sociales, principalmente el movimiento obrero, el de la enseñanza, el de los barrios y el de los estudiantes universitarios. Y por último, una política de alianzas destinada a la creación de plataformas unitarias de la oposición antifranquista que, después de diversos vericuetos, desembocaría en una participación activa en la Platajunta. Habría que señalar que ya en estos años hace aparición en las filas del MCA la preocupación por dos cuestiones que habrían de ser señas de identidad durante toda su historia: el feminismo y la lengua asturiana, introducidas respectivamente por Paloma Uría y José Bolado.

En la segunda etapa, los años de la Transición, conservan plena vigencia las tres primeras actividades de la época anterior, es decir, la construcción organizativa, la propaganda política y el trabajo en los movimientos sociales. Y adquiere un singular protagonismo una nueva: la electoral. En los veinte meses que transcurren desde el 15 de junio de 1977 hasta el 3 de abril de 1979 se celebran en Asturies cuatro elecciones y un referéndum. Y el MCA se vuelca en esa nueva actividad. El objetivo que se perseguía no era tanto alcanzar importantes posiciones institucionales, algo que muy pronto se demostró inviable, sino alcanzar una cierta notoriedad, darse a conocer, alcanzar algún espacio ante la opinión pública, cosa muy difícil de conseguir por aquel entonces. Lo cierto es que se consigue popularizar en toda Asturias la figura de la carismática dirigente avilesina, prematuramente fallecida, Cristina Mosquera.

A partir de 1980 y, sobre todo, de 1981, el MCA va a dar un giro a su orientación, lo que nos lleva a su tercera y última fase. Se empieza a considerar que no merece la pena dedicar tanto esfuerzo a las elecciones para conseguir resultados tan pobres. Además, a partir del golpe de estado del 23 F se nota una significativa disminución del número de militantes, tendencia que se agudiza después del triunfo electoral del PSOE y de la consolidación del nuevo sistema político. Paralelamente se está produciendo en el conjunto del MC la ruptura gradual con los viejos esquemas ideológicos. Triunfa entonces la nueva orientación de alejarse de la política, la actividad electoral quedará como algo puramente residual hasta desaparecer por completo y la organización se vuelca en el trabajo en los movimientos sociales. En la década de los ochenta, la actividad del MCA se centra sobre todo en las diferentes facetas del trabajo antimilitarista (lucha contra la entrada en la OTAN, insumisión), en el movimiento feminista, en las luchas sindicales y contra la reconversión industrial y en el movimiento de reivindicación de la lengua asturiana. La documentación que se conserva del MCA y del conjunto del MC muestra un esfuerzo de reflexión sobre todas esas problemáticas que va mucho más allá del simple activismo.

El MCA fue expresión, quizás la más visible en Asturies, de esa parte minoritaria de la oposición antifranquista que en el momento del cambio de régimen adoptó la opción radical, es decir, rechazó por insuficiente el pacto fundacional del nuevo régimen. Y, en coherencia con esa actitud inicial, se mantuvo siempre al margen, distante y crítico con el sistema político surgido de la Transición y con sus principales manifestaciones. En la exposición que seguidamente vamos a inaugurar hay dos carteles que resumen con precisión esa trayectoria. El primero, de 1978, la abre con un eslogan rotundo: “Ningún voto de izquierdas para una Constitución de derechas”. Desde ese momento, la opción está tomada: nos situamos al margen. Y es desde esa marginalidad crítica desde dónde contemplamos el sistema político resultante de la Transición en un segundo cartel  realizado sobre la base de un conocido cuadro de Goya, La familia de Carlos IV, que caricaturiza la nueva corte de los milagros que políticos, financieros, sindicalistas e intelectuales orgánicos configuran en torno a la institución monárquica. Fuera del sistema, del poder, de sus instituciones, así transcurrió la corta, pero sugerente vida del MCA.

De toda su trayectoria y de todas sus actividades queda constancia en la documentación que hoy presentamos. Pero hay en esta documentación muchas más cosas que el MCA: materiales de otros partidos políticos, sindicatos, organizaciones ciudadanas, movimientos sociales… Hay materia abundante para que cualquier investigador, por supuesto, pero también cualquier persona interesada pueda acercarse al estudio de aquellos intensos veinte años en los que se gestó la España de hoy.