Julen Rekondo

Kioto entra en vigor
(Hika, 161-162 zka 2004-2005ko abendua-urtarrilla)

El Protocolo de Kioto, aprobado en 1997, ya tiene asegurada su entrada en vigor. Primero, la Duma Estatal o Cámara Baja del Parlamento ruso y posteriormente el Senado a finales de octubre han ratificado por amplia mayoría el acuerdo, un paso necesario para que el tratado internacional adquiera validez legal, lo que ocurrirá formalmente dentro de 90 días, es decir, para el mes de febrero de 2005.
El Protocolo de Kioto es el más ambicioso y complejo acuerdo medioambiental que se ha hecho. Su objetivo es la reducción de los gases de efecto invernadero que causan el cambio climático. Aunque ya lo habían ratificado 126 países, incluida toda la Unión Europea, el acuerdo no podía entrar en vigor por los propios requisitos internos exigidos: que lo firmen al menos 55 países y entre ellos suficientes países desarrollados cuyas emisiones sumen al menos el 55% del total de dichos países en 1990. Sin Rusia, y con el rechazo de Estados Unidos, el protocolo había alcanzado sólo el 44,2% de las emisiones.
Conseguir que Rusia haya finalmente ratificado el Protocolo de Kioto no ha sido una cosa fácil. El Gobierno ruso que preside Vladimir Putin durante los últimos dos años se ha opuesto a su ratificación argumentando que las limitaciones que impone el protocolo podrían afectar al crecimiento económico de su país. La presión de Europa y su apoyo a la entrada de Rusia en la Organización Mundial de Comercio, así como el hecho de que el nivel actual de emisiones de gases de efecto invernadero en Rusia esté muy por debajo al de 1990, por lo que cuenta con la posibilidad de venta de cuotas de emisión no consumidas a otros países, como algunos de la UE, que tengan dificultades para cumplir con sus propios compromisos, ha hecho que el Parlamento ruso se haya inclinado finalmente por la adhesión a Kioto. El histórico paso dado por Rusia culmina doce años de trabajo que arrancaron en la llamada Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992.
Llegar a la entrada en vigor del Protocolo de Kioto ha sido una tarea ardua, pero avanzar en su aplicación de forma adecuada y complementarla con la participación de lo que prefirieron quedarse afuera no será más sencillo. Así, sin Australia y principalmente Estados Unidos, el país que más emisiones de gases de efecto invernadero genera en la actualidad, con el 36,1% del total, será preciso crear mecanismos para que estos países se incorporen al esfuerzo global de manera clara. De lo contrario, podrían surgir en el período de compromiso cuestiones comerciales conflictivas que nadie desea, y además los niveles de reducción que plantea el Protocolo de Kioto no serán tan efectivos en la lucha contra el cambio climático. A su vez, no debe olvidarse que algunos de los países en desarrollo, como es el caso de China, dentro de pocos años van a emitir un nivel de emisiones muy grande, y que será preciso encontrar una vía adecuada de participación de estos países en el esfuerzo de reducción de los gases contaminantes.
El Protocolo de Kioto no es la solución completa al problema del cambio climático. Se trata de un tímido paso inicial para cambiar la tendencia al crecimiento de las emisiones de los países más industrializados. Pese a todo, su importancia no se puede desdeñar.