Las Otras Feministas

Primer Encuentro
Octubre de 2006

            El pasado fin de semana se ha celebrado en Madrid el Primer Encuentro de Las Otras Feministas al que acudieron 130 mujeres de diferentes ámbitos laborales, profesionales y sociales de todo el Estado español.
            El objetivo del Encuentro era  profundizar en las ideas del Manifiesto que firmamos en su día con el título “Otro Feminismo que también existe” y concretar  perspectivas de  futuro.
            Se trataron y debatieron tres temas:

            Nuestro pensamiento feminista, para cuya discusión presentaron ponencias Justa Montero, de la Asamblea Feminista de Madrid, y Paloma Uría, diputada de IU en el Parlamento de Asturias. Las ponentes, profundizando en las ideas expresadas en el Manifiesto, entraron en la cuestión de la identidad femenina, planteando que todo movimiento social crea lazos identitarios para afirmarse, y así ha sido con el orgullo de ser mujer frente a la desvalorización del llamado segundo sexo, pero que esto no significa compartir la rígida oposición entre lo masculino y lo femenino, basada generalmente en estereotipos poco fundamentados, que demuestra una representación estática de la realidad y que presenta una visión de las mujeres o victimista o idealizada, y de los hombres, descalificadora y opresora. Estas concepciones dificultan a veces la autoestima de las mujeres, ponen trabas a la incorporación de los hombres a la lucha a favor de los derechos de las mujeres y dan una imagen de que el cambio es casi imposible.
            Pusieron como ejemplo la tendencia en sectores feministas a establecer una sexualidad masculina depredadora y sumamente activa frente a una sexualidad femenina difusa y pasiva, junto a una concepción más bien puritana del sexo que les ha llevado a rechazar radicalmente la prostitución o cualquier manifestación pública del cuerpo de la mujer o de la sexualidad. En este contexto, defendieron el sexo como placer y toda práctica sexual que sea libremente consentida.
            En conclusión, reflexionando sobre la formación de las identidades como un proceso complejo y sometido a cambio, insistieron en la idea de que, junto a evidentes rasgos identitarios, existe una gran diversidad de hombres y de mujeres, tanto a nivel individual como colectivo.
            Denunciaron la pervivencia de la superioridad masculina en múltiples ámbitos, pero plantearon que no les parece acertada la culpabilización global del género masculino, como si de una conspiración machista se tratase. Advirtieron de la importancia de analizar la complejidad social y los cambios que se han producido y que han de continuar, fruto de la lucha feminista y democrática y de la colaboración del conjunto de la sociedad.
            Realizaron algunas consideraciones sobre los resultados de la lucha por la igualdad, los logros y aspectos positivos así como los límites que manifiesta y destacaron la importancia de poner mayor énfasis en la autonomía y la libertad de las mujeres y no sólo en la igualdad. Entre otros motivos señalaron que, pese a la interrelación existente en muchos casos entre estos conceptos, no todas las demandas de las mujeres se formulan en torno a la igualdad de derechos y reconocimiento respecto a los hombres. Es el caso, por ejemplo, de colectivos de mujeres en situación de particular exclusión social, como las inmigrantes, de quienes se encuentran en el mercado precarizado de trabajo, o de las trabajadoras del sexo, así como situaciones que derivan de la opresión sexual o cultural.
            Ante las muchas, complejas y variadas formas que adopta la opresión de las mujeres, y las implicaciones prácticas de distintos enfoques feministas, se abogó por un feminismo abierto de miras, no reduccionista y que afronte, tanto en su discurso como en sus propuestas, los nuevos dilemas que nos plantean los cambios en la situación de las mujeres, de la sociedad en su conjunto y del propio feminismo.

            El segundo tema de debate fue La violencia de género. Las exposiciones previas las hicieron Miren Ortubay, profesora de Derecho Penal de la Universidad del País Vasco;  Mª Antonia Caro, miembro de la Asociación pro Derechos  Humanos de Andalucía; Maria Sanahuja, jueza decana de los juzgados de Barcelona, y Luhé Palma, del Instituto de Criminología de la Universidad de Sevilla.
            Las propuestas formuladas por la mesa para seguir profundizando y debatiendo con el objetivo de mejorar los recursos previstos en la Ley de Medidas de protección integral contra la violencia de género pivotaron sobre los siguientes ejes:
            La necesidad de diferenciar situaciones de maltrato, asegurando  los recursos de protección para los casos más graves de violencia de género; es decir, aquellos en los que peligra la vida de esas mujeres.
            Orientar los recursos a fortalecer la autonomía de las mujeres que han sufrido maltrato y no a sustituirlas o a crearles nuevas dependencias y tutelajes. En este sentido, urgen medidas como la promulgación de  una ley que cree un fondo de garantía de pensiones o la de asegurar el tratamiento terapéutico inmediato a todas las mujeres.
            Desarrollar las medidas no punitivas de la Ley dirigidas a la prevención y sensibilización como las que se refieren al ámbito sanitario y al educativo, que apenas se han iniciado.
            Contener la utilización abusiva de medidas punitivas, como el artículo 57.2 del Código Penal que obliga a dictar el alejamiento del varón siempre que haya sentencia por maltrato, aunque las mujeres no lo deseen ni, en muchos casos, lo respeten.
            Aumentar los recursos de desactivación del conflicto intrafamiliar: no judicializar todo conflicto interpersonal, tramitar una ley de mediación familiar; suspender la prohibición absoluta de mediar cuando exista acusación de maltrato, asegurar equipos psico-sociales en los juzgados, asegurar el tratamiento terapéutico y re-socializador, en el ámbito penitenciario y fuera del mismo, a los hombres que han maltratado. 
            Revisar la Ley Integral y su aplicación práctica para eliminar los obstáculos que impiden garantizar todos los recursos para todas las mujeres, particularmente a inmigrantes sin papeles y mujeres excluidas.
            Buscar la implicación de toda la ciudadanía en la resolución de la violencia de género. No ofrecer la denuncia como única o principal implicación ciudadana, poniendo el acento en el acompañamiento, solidaridad y apoyo a las víctimas.

            El tercer debate fue el de Prostitución, presentado por  Isabel Holgado de L.I.C.I.T y Cristina Garaizabal de Hetaira, ambos colectivos pertenecientes a la Plataforma Estatal en Defensa de los Derechos de las Personas Trabajadoras del Sexo. El debate concluyó con los siguientes acuerdos:
Trabajar por el reconocimiento de la dignidad que les pertenece a las mujeres prostitutas
            Denunciar las políticas de apartheid y exclusión, llevadas a cabo en los últimos tiempos por los Ayuntamientos de Madrid y Barcelona, políticas que criminalizan y acosan a las trabajadoras del sexo que captan su clientela en la calle, y las someten a mayores situaciones de exclusión y marginación.
Criticar las posiciones abolicionistas porque no tienen en cuenta la opinión de las trabajadoras del sexo que quieren seguir ejerciendo. Denunciar que las políticas abolicionistas, en la práctica, al obligar a ejercer la prostitución en la clandestinidad, aumentan la vulnerabilidad de las trabajadoras del sexo y favorecen la impunidad de las mafias y otros agentes que atentan contra sus derechos.
            Considerar la prostitución una actividad legítima que puede ejercerse de formas diversas y defendemos los derechos de todas las mujeres que ejercen la prostitución:
            Para aquellas mujeres que ejercen obligadas por terceros vemos necesario una persecución eficaz de las mafias, y medidas de protección para las víctimas que tengan en cuenta su opinión. Especialmente, en el caso de las mujeres inmigrantes, denunciamos su criminalización y  exigimos su derecho a quedarse en nuestro país y a no ser expulsadas.
            Son necesarias alternativas de formación y empleo realistas para aquellas que quieran dejar el trabajo sexual.
            Asimismo, nos parece imprescindible el reconocimiento de los derechos laborales y sociales para que las que quieren seguir ejerciendo la prostitución lo hagan en mejores condiciones.
            Apoyar la labor de los colectivos que desde hace años vienen trabajando por los derechos de las prostitutas.
            El último tema del orden del día referido al futuro de esta iniciativa fue  moderado por Empar Pineda. Se acordó crear una página web como espacio de expresión propio; buscar presencia pública en los medios de comunicación; convocar en el futuro nuevos Encuentros de intercambio y debate; mantener la coordinación entre todas las firmantes del Manifiesto “Otro feminismo que también existe”, y de quienes se vayan sumando al mismo, y establecer los mecanismos que permitan concluir el debate que se inició sobre el nombre Las otras feministas y otras propuestas que se empezaron a discutir en este Primer Encuentro.