Laura Agustín
Los trópicos: sitios de vacaciones y de salidas
Extracto de Trabajar en la industria del sexo, y otros tópicos migratorios,
San Sebastián: Gakoa. 2004.

Empiezo pintando un poco del ambiente en el que me encontraba cuando decidí por primera vez estudiar estas migraciones y su relación con la industria sexual. Me sentaba en un café de un pueblo en la parte oriental de Dominicana. Es un lugar típico de los trópicos —es decir, el sitio más querido de medio mundo para sus vacaciones— pero todos los dominicanos a mi alrededor parecían estar hablando de la forma de salir de allí. A unos pocos kilómetros, las playas estaban llenas de alemanes, canadienses y españoles; en el café los dominicanos contaban lo que sabían acerca de las posibles maneras de llegar a Europa. En ese momento, mi trabajo era escucharles. Trabajaba en una organización no gubernamental dominicana con trabajadoras sexuales, clientes y dueños de bares en programas que más o menos tenían que ver con la prevención del SIDA y de las enfermedades de transmisión sexual. La parte médica era la que recibía el grueso de los fondos, pero siempre queríamos hacer otras cosas en la línea de organizar o educar a los trabajadores. La enorme discrepancia entre lo que decían los europeos que nos financiaban acerca de la gente pobre y lo que la gente pobre proponía hacer por su cuenta me parecía demasiado importante para no investigar.

En ese café, un joven camarero empezó a charlar conmigo y pronto me preguntó si yo podía ayudarle a llegar a Europa a cambio de cualquier tipo de servicios que quisiera. Muchos europeos que han viajado a países pobres han tenido esta experiencia; algunos recordarán todavía la simpatía que sentían y su deseo de colaborar. Algunos habrán ayudado con dinero, ideas o contactos; entre ellos algunos habrán aceptado experiencias sexuales a cambio. De este grupo, algunos habrán sentido cariño por la persona que se suponía (quizá después) que se llamaba gigoló o prostituta.

Muchos habitantes de las lindas playas y los cascos históricos conocen a los turistas durante sus vacaciones, cuando todos parecen sofisticados y abiertos a posibilidades afectivas y sexuales. Los visitantes se enamoran, se relacionan y hacen planes para el futuro; muchos invitan a sus nuevas amistades a Europa.[1] Se dan casos de turistas que se convierten en facilitadores de viajes y hacen buen negocio con ello. Todo parece llevar a viajes al exterior.

Sin embargo, en Europa estos migrantes encuentran que, a pesar de las oportunidades laborales abundantes, ellos mismos son despreciados, lamentados, acosados y ninguneados, a veces más que en sus propios países. Se preguntan: ¿Por qué los europeos les facilitan viajes para luego satanizarles, cazarles y deportarles? ¿Por qué los que quieren ayudarles ofrecen preservativos en vez de lo que realmente importa: consejos sobre cómo convertirse en legal? ¿No se decía que Europa era más progresista que el tercer mundo?

Yo vivía cerca de la zona colonial de Santo Domingo, con sus tiendas de artesanía y sus restaurantes para turistas. Siempre andaban muchas parejas compuestas de una persona blanca y una morena, y muchas veces pensé lo mismo: que los que ven en esta relación solamente la explotación por parte de un hombre rico a una mujer pobre no captan todo el cuadro. A menudo observaba a una mujer fuerte que guiaba y dirigía a un hombre, que le explicaba y le traducía su cultura, que le pedía su comida y aseguraba que no le robaran. Era normal ver a turistas con caras de angustia, cansancio o inseguridad y a nativas cuyos rostros lucían confianza, placer o aburrimiento. No toda pareja se veía igual, pero muchas rompían el estereotipo de un hombre blanco que domina a una mujer negra. También se veían cada vez más parejas en las que era la mujer la turista y el hombre el nativo así como parejas de dos hombres, de dos mujeres y de colores mixtos. El ambiente comenzaba a estar en todos lados a todas horas.

En varios puntos de Dominicana algunas personas se presentan como compradores de viajes. Quieren que ciertos vendedores se les acerquen para hacerles ofertas; sin embargo, esta situación se está denominando tráfico de personas en la comunidad internacional. Allí conocí a Lucía, que bailaba en un bar; me contó en detalle las propuestas que había recibido hasta la fecha. Había rechazado todas ellas porque exigía condiciones específicas. Por ejemplo, le habían ofrecido un paquete completo[2] a buen precio pero para Suiza y no para Francia, que era su destino preferido; otro le habría llevado a París pero por un precio demasiado elevado. Desde el punto de vista de Lucía, nadie le estaba traficando; al contrario, ella estaba utilizando agentes de viajes, sólo que no podía recurrir a las agencias normales. Se consideraba una consumidora inteligente, y hay muchas personas como ella.

Otra opción es viajar en etapas. Desde la costa oriental de la isla salen para Puerto Rico barquitos llenos de gente que ha decidido arriesgarse a un viaje peligroso. El Canal de Mona se navega con dificultad y en él viven muchos tiburones, mientras los barcos son livianos y viejos y van sobrecargados. A pesar de que todo el mundo conoce a alguien que se ha muerto en este viaje, las lanchas salen a menudo. Si logran esquivar el control oficial en la costa occidental de Puerto Rico, algunos viajeros se quedan allá, mientras otros continúan a otras islas caribeñas, a Miami, a Nueva York o a Europa. . .



[1] Seabrook 1996; Crick 1992; Walker y Ehrlich, 1992)

[2] Los paquetes pueden incluir varios de, o todos los elementos siguientes: pasaporte con la identidad verdadera del viajero o con una identidad falsa; contrato para trabajar en un negocio específico en el extranjero; permiso de trabajo en el país de destino; visado para ese país basado en los elementos anteriores; billete de avión; cantidad adecuada para enseñar a oficiales de la inmigración en el país de entrada; ropa apropiada o consejos para vestirse correctamente; asesoramiento sobre cómo se debe contestar a las preguntas de los oficiales, sobre todo si se va a presentar como turista (enterarse, por ejemplo, cuáles son los monumentos principales, dónde esta la costa o la capital, etc.)