Laura Carlsen

Explicar lo inconcebible la re-elección de
George W. Bush
30 de noviembre de 2004
Programa de las Américas
www.americaspolicy.org

Este artículo fue publicado en la Revista Rebeldía

El 2 de noviembre la mayoría de los ciudadanos de EEUU votaron por George W. Bush—con un margen de 3.5 millones. Se trata de un hecho inconcebible desde un punto de vista racional. Para muchos dentro de la sociedad estadounidense cuesta más trabajo asimilar el hecho de que sus compatriotas hayan re-elegido a Bush que el mismo hecho de que Bush estará otros 4 años frente al gobierno. A pesar de Abu Ghraib, a pesar de la mentira sobre las armas de destrucción masiva, a pesar de la corrupción de los Haliburton y Enron, y sobretodo a pesar de un esfuerzo sin precedentes para evitarlo, G W Bush comenzará otro periodo frente al gobierno el 2º de enero de 2005.
Si es difícil asimilar dentro de EEUU este hecho es aun más difícil entenderlo desde afuera. ¿Quién votó por Bush y por qué? ¿Qué repercusiones tendrá para EEUU, México y el mundo?
El hecho de que la mitad de la población votó por Bush quiere decir que para nosotros que hemos insistido en deslindar al pueblo estadounidense en su conjunto, de sus mal gobiernos, este proceso electoral fue una pastilla amarga. Las excusas de siempre no sirven, o sólo sirven a medias, para explicar cómo es posible que tanta gente votara por un hombre bélico, abiertamente comprometido a la causa de la desigualdad, intolerante y careciente de todas los virtudes que el mundo normalmente asocia con un estadista: inteligencia, trabajo, diplomacia.
En las elecciones de 2004 el pueblo se volcó a las urnas como nunca antes lo había hecho en la historia. Contrario a los pronósticos, esta alta votación no favoreció a los demócratas. Aunque la gente que sufragó por primera vez votó mayoritariamente por John Kerry, un buen número de personas registradas que no habían votado en 2000 acudieron en 2004 para hacerlo por George Bush.
En este proceso electoral más que cualquier otro, los votantes tuvieron acceso a información. Es cierto que la campaña mediática de George Bush mostró poco o ningún respeto por la verdad en sus alegatos contra su contrincante, que por lo general los medios no lo cuestionaron y que Kerry no respondió con fuerza. Sin embargo, los demócratas lograron juntar el dinero necesario para tener acceso a los medios y utilizaron medios alternativos—sobre todo el Internet—para difundir su mensaje. Casi todos los grandes periódicos respaldaron a Kerry.
El “mandato” popular que los republicanos afirman haber recibido no es tan claro: 51% del voto a 48% por Kerry. Sin embargo, Bush ganó y el sufragio se interpreta como un voto de confianza en el rumbo radical, tanto en las políticas domésticas como en la política exterior, del gobierno derechista.
A pesar del gran número de personas que apoyaron a Bush, sus principales soportes provinieron de un grupo bastante homogéneo y previsible: 61% de hombres blancos, más de 4 de cada 5 cristianos evangélicos, 61% de los que asisten a la iglesia. La campaña republicana enfocó sus esfuerzos en este sector y funcionó.
Las encuestas de salida reportan que la preocupación principal de los votantes y de la gente que respondió por Bush fue la de “los valores morales”. El candidato del pasado alcohólico, de la muerte de civiles, de la tortura y de los estrechos vínculos con casos de corrupción—en su capacidad de re-nacido en Cristo—logró aglutinar a este sector sin problemas.
La categoría de “valores morales” no es precisa y el significado de las encuestas está siendo debatido. Sin embargo, la aprobación en 11 estados de la prohibición Constitucional del matrimonio entre personas del mismo sexo muestra que los conservadores sociales constituyen un sector que ha sido ampliamente movilizado por el partido republicano y que estos defensores de “valores tradicionales” tienen toda la intención de utilizar el sistema político para imponer sus creencias fundamentalistas a los demás.
Bush también ganó terreno entre algunos sectores históricamente demócratas. Su porcentaje del voto entre mujeres y Latinos subió, aunque los dos mantuvieron una mayoría demócrata. Según las encuestas, ganó 44% del voto latino, nueve puntos arriba de los 35% que obtuvo en 2000. Algunos investigadores han cuestionado la cifra, diciendo que es exagerada pero coinciden en que el presidente ganó terreno entre la población latina. Algunas razones que se han mencionado como explicación son el discurso a favor de valores religiosos (Bush incrementó su porcentaje entre católicos) y una alta votación por Bush en el estado de Tejas.
Se ha dicho que muchas veces el gobierno no refleja las opiniones de la sociedad estadounidense porque existe una alta tasa de abstencionismo que muestra distanciamiento del proceso político más que aceptación de las prácticas del gobierno; falta de información y desinformación; inequidad en procesos electorales y en el acceso a financiamiento y medios; falta de opciones reales entre candidatos; y una falta de representación real en el gobierno.
Sin embargo, la alta participación en esta elección y la cantidad de información disponible hizo difícil que alguien afirmara que no sabia quien es George Bush. Servicios de Internet, campañas masivas de educación y registro de votantes, campañas entre grupos de intereses especiales, cobertura constante en los medios—todo ofrecía información y análisis desde muchas perspectivas, y las contradicciones, errores, mentiras e ideas radicales de Bush fueron bien conocidos. Los dos partidos gastaron cantidades record en sus campañas.
No quiero decir que la sociedad estadounidense se haya convertido en “El mal”—un término moralmente simplista que utiliza la derecha. Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que una gran parte de la población comparte el proyecto de Bush, por lo menos en sus grandes rasgos. En la política exterior, los conservadores fundamentalistas no siempre apoyan los planes intervencionistas de los neoconservadores (aunque si lo hacen claramente en el caso del fortalecimiento de Israel) pero sí creen en la idea de Estados Unidos como eje moralizador del mundo.
Eso quiere decir que estamos frente no sólo a 4 años mas de un proyecto de gobierno sumamente peligroso para las libertades civiles de los estadounidenses y para la convivencia global, sino que estamos viendo la expresión de un proyecto social que busca romper abiertamente con principios básicos del pacto social—incluyendo, la no-agresión en el plano internacional, las libertades civiles, los derechos de las minorías, el estado laico—estos preceptos que han sido, como bien ha dicho Víctor en un artículo, características de la modernidad.
Si esta elección se decidió por “valores” y si representa un mandato no sólo para una nueva administración de Bush sino para refundar la sociedad, entonces el problema va mucho más allá de 4 años de Bush. Los valores que ganaron la elección presidencial, representado por Bush y apoyado por la mayoría de la ciudadanía son valores abiertamente patriarcales, racistas, clasistas, imperialistas e intolerantes. Apuntan al establecimiento de un edificio cultural y político construido sobre el mito de la superioridad moral de EEUU en el mundo y sirven para justificar invasiones, ocupaciones, represión o encarcelamiento de una amplia gama de “otros” quienes no son “nosotros.”
Parte de esta lógica es la convicción de ser merecedores a los privilegios que se desprenden de ser la nación más rica del mundo. La clase alta que sufragó abrumadamente por Bush votó por sus intereses—Bush es el presidente que rebajó sus impuestos y ha hecho casi todo lo posible para aumentar su ya enorme rebanada de la riqueza. Pero también votaron por él obreros en Ohio, uno de los estados que más empleos ha perdido bajo el gobierno de Bush. En lugar de asociar las crecientes tasas de pobreza y desempleo con niveles obscenos de riqueza, muchos estadounidenses creen en una combinación de la versión Calvinista de que los ricos tienen dinero porque son los elegidos de Dios, y la fantasía alimentada por los concursos en la televisión que dicen que cualquier persona puede volverse millonario en cualquier momento. La conciencia de clase ha sido reprimido con tal éxito que muchos trabajadores se identifican, si no con los ricos mismos, sí con su estilo de vida.
Afirmar los privilegios de vivir en EEUU en la edad de su hegemonía global implica una actitud machista de “no dejarse” en el escenario mundial. Y esta postura de bravucón fácilmente se expande para llegar al supuesto derecho de imponerse sobre los demás. Es una actitud explícitamente aprovechada y alimentada después del 11 de septiembre y codificada en la Doctrina de Seguridad Nacional. Coincide con la visión fundamentalista y puritana de ser “el pueblo elegido de la nación elegida”. Además alivia las inseguridades de la gente por imaginar un orden mundial en donde hasta el desempleado estadounidense se encuentra por encima del resto del mundo.
Finalmente, el factor de miedo fue manipulado hábilmente por al campaña de Bush. La seguridad nacional fue interpretada por muchos como la necesidad de llevar una línea dura y dar continuidad a la “guerra contra el terrorismo," como lo ha definido Bush.

Los que no votaron por Bush

Los grupos sociales en donde el presidente no ganó la mayoría fueron también predecibles: Mujeres, trabajadores sindicalizados, africano-americanos, Latinos y menores de 30 años. En algunos sectores, el margen de ganancia por Kerry fue menor de lo esperado (mujeres y Latinos) y el porcentaje de jóvenes que voten es siempre por debajo del promedio. Sin embargo, 88% de los africano-americanos—que son 11% del electorado—votaron por Kerry.
La raya de esperanza en esta lista es que, con la notable excepción de obreros sindicalizados—son grupos que representan el futuro. Las tendencias demográficas hacia una sociedad multicultural puedan erosionar la ventaja que tienen los conservadores republicanos. Además si la historia nos enseña algo, la ofensiva del gobierno de Bush contra los derechos de la mujer podría llevar a una reacción contra la reacción. Y el incremento en el voto juvenil indica que es un grupo que puede ser movilizado, cuando no está completamente enajenado de la esfera electoral por candidatos que no reflejan sus preocupaciones.
La otra esperanza es también un problema— muchos que votaron por Kerry están totalmente en contra de las políticas de Bush y consideran que los valores de la derecha son una amenaza al estilo de vida americano, al mundo y al planeta. El resultado es una profunda polarización en la sociedad estadounidense que será difícil si no imposible de superar. Podría ser la causa de muchas fricciones en las comunidades. Lo único bueno sería si esta situación lleva a la centro-izquierda a definir mas concretamente cuales son los otros valores y construir una alternativa coherente.

¿Que quiere decir todo eso para México?

En 1997, el Presidente Clinton dejó al Presidente Zedillo esperando en la Casa Blanca mientras se reunía a escondidas con Monica Lewinsky. En 2001, en el momento en que George Bush se sentó a platicar con Vicente Fox, empezó el primer bombardeo de Irak. A pesar de la insistencia retórica en la importancia de la relación bilateral, México no ha sido una prioridad para Estados Unidos y no lo será— a menos que ocurra alguna crisis terrible. Esto debe ser motivo de alivio.
Las implicaciones de las elecciones estadounidenses para México dependerán en mucho de factores no conocidos. Sin embargo, podemos esperar repercusiones en varias áreas importantes.
Primero, inmigración. Fox dijo alegremente que la reelección de Bush abre “una ventan de oportunidad” para México, sobre todo en el tema migratorio. Nada puede estar más lejos de la verdad. Solo una semana después de las elecciones, el Secretario de Estado Colin Powell lo dijo. Advirtió que no debemos tener muchas expectativas y que la amnistía queda por el momento, fuera de la agenda. En una entrevista, dejó ver que una reforma integral es”fuera del alcance” del gobierno de Bush.
En realidad son dos obstáculos. Primero, el gobierno de Bush no tiene interés en negociar una reforma integral, sobretodo que incluya la regularización de los más de 4 millones de mexicanos indocumentados en Estados Unidos. La propuesta de Bush de febrero que se supone que sirve de base para un acuerdo es parecida al programa bracero de los 30 y responde a la demanda de las empresas por mano de obra barata.
Segundo, Powell tiene razón en decir que una reforma más amplia podría estar fuera del alcance del gobierno. Este núcleo conservador que votó por Bush está estrechamente vinculado a las fuerzas que trabajan por restringir la inmigración. A pesar del apoyo corporativo a medidas que facilitarían su acceso a mano de obra migrante, el movimiento anti-inmigrante aboga por legislación para disminuir el flujo migratorio, incrementar el uso de fuerza en la frontera y negarles servicios básicos a los trabajadores no documentados. La iniciativa “Protege a Arizona Ahora” que prohíbe el acceso a los servicios estatales y requiere que otros informen sobre la existencia de indocumentados fue aprobado el 2 de noviembre sobre una ola de sentimiento anti-inmigrante, y contra la voluntad de las elites empresariales y políticos del estado. Esta ola es parte de la base de apoyo a Bush.
Fox necesita un acuerdo migratorio para salvarse políticamente. Una opción seria firmar un acuerdo limitado sobre trabajadores temporales, quizás solo ampliando lo que ya existe. La amnistía, el trato digno en la frontera, la reunificación familiar y la posibilidad de obtener la ciudadanía por los trabajadores que ya tienen mucho tiempo en el país vecino serán dejados al lado. En términos de la relación bilateral, ambos presidentes elogiarían un acuerdo así como si se tratara de un gran paso adelante. En México, Fox buscará exagerar su alcance y relevancia, mientras en Estados Unidos Bush procurará minimizarlo para evitar el enojo de los conservadores sociales y una reacción anti-inmigración entre su base. Bajo este escenario, México perderá su palanca política para resolver la situación migratoria de la gran mayoría de sus ciudadanos.
Otra área de interés de México en estos días será el petróleo. Es difícil pronosticar pero varios factores tendrán un impacto en México. Primero, el gobierno de Bush seguirá promoviendo el consumo de petróleo, mientras suprime el desarrollo de tecnologías alternativas llevando a un incremento en la demanda y más presión sobre los gobiernos de países donde hay importantes reservas. Este proceso sería acompañado por esfuerzos para desmantelar y quitar protecciones ambientales, y probablemente llevará a desastres ecológicos aislados (derrames, destrucción de ecosistemas y hábitat, etc.) y crisis permanentes de calentamiento global y depleción de reservas. Aunque México se puede beneficiar en el corto plaza de la alta demanda y altos precios de petróleo, la sobreexplotación y los daños ambientales tendrán efectos negativos de largo plazo.
Segundo, el gobierno de Bush será, como siempre, un fiel empleado de las empresas petroleras. Para México, esto implica más presión hacia la privatización y esfuerzos para obtener y asegurar términos favorables para las empresas privadas en los contratos. En muchas partes de Sudamérica, los conflictos entre intereses petroleros y comunidades locales y gobiernos nacionales se intensificarán, como los actuales casos en Perú y Ecuador.
En la política exterior, México será afectado por la política de Bush en el corto plazo en dos asuntos. Uno es Cuba. A pesar de los argumentos de que Estados Unidos no puede sostener mas intervenciones—por falta de financiamiento, apoyo político y tropas—el gobierno de Bush buscará todas las maneras a su alcance para presionar a Cuba y México tendrá que escoger entre su lealtad a EEUU y su compromiso a los principios de soberanía y neutralidad. El pasado reciente muestra una marcada falta de convicciones en esta área.
Segundo, el Sec. De Defensa Donald Rumsfeld ha anunciado renovados esfuerzos para fortalecer la “coalición de los dispuestos” en el hemisferio. Esta estrategia es importante para Bush por 2 razones: porque la guerra en Irak requiere más tropas que Estados Unidos no puede abastecer debido a sus limitaciones, y porque la relación entre EEUU y la ONU, sobre todo en lo que concierne a Irak, hace improbable ayuda de allá. Para asegurar la participación de las naciones latinoamericanas la coalición, EEUU jugará su carta económica—recordándoles de la deuda y la dependencia económica.
La insistencia de Colin Powell en el sentido de que ya ha quedado en el pasado la falta de apoyo de México para la invasión de Irak se desmintió por el hecho de que lo menciono repetidamente. En un mundo polarizado por la acción de EEUU, México se encuentra con poco espacio para moverse debido a su alta dependencia económica a los Estados Unidos y la creciente condicionalidad de este país en materia de política exterior.

Notas sobre el futuro del movimiento altermundista

Aunque las tendencias demográficas en Estados Unidos podrían favorecer el avance hacia una sociedad más tolerante y progresista en el largo plazo, en el corto plazo implica más conflicto en cuanto los conservadores buscan defender, promover e imponer normas racistas y patriarcales a una creciente población de “otros”. El movimiento anti-inmigrante, la campaña inminente para derrocar el derecho al aborto y otros derechos de la mujer, y muchas otras medidas para consolidar un ideal de la sociedad dominada por hombre blancos requerirá acciones defensivas de la gente progresista en el país.
Sin embargo, no puede quedarse en las acciones defensivas. Los conservadores y neoconservadores en Estados Unidos se han aliado a pesar de sus muchas diferencias y tienen una agenda, y otros 4 años en la presidencia es la oportunidad dorada para consolidarla. Si activistas en Estados Unidos responden a esta agenda construyendo bases y movilizaciones aisladas, cada quien con su bandera, la agenda de la derecha avanzará con retrocesos menores pero ganando terreno. Si por otro lado, la izquierda logra elaborar una agenda alternativa con cohesión y arraigo popular, podría ser posible recuperar los verdaderos valores que son violados por al derecha, y reafirmar normas democráticas.
Lo mismo en el movimiento internacional. Analistas como Walden Bello e Immanual Wallerstein hablan de un surgimiento en el movimiento contra la guerra como la manera de limitar las agresiones de EEUU y aglutinar a las fuerzas altermundistas del mundo. Es necesario. Pero un movimiento construido sobre la base del sentimiento anti-americano y anti guerra tendrá huecos importantes. Primero, el abandono de los esfuerzos para elaborar agendas alternativas abrirá mas espacio para que avance el programa de la globalización desde arriba. Segundo, históricamente la construcción de movimientos contra la guerra se ha tardado años y difícilmente llega a la “masa crítica” que se necesita para bloquear los planes hegemónicos de EEUU.
Una estrategia integrada, de activismo en todas las áreas y niveles—construcción de autonomías, fortalecimiento de movimientos locales, programas económicos alternativos, organismos multilaterales equitativos—nos llevará más lejos. Los retos son crear vínculos entre estos esfuerzos, aumentar las bases, y promover los valores compartidos de paz con justicia, respeto mutuo y equidad.
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Laura Carlsen es directora del Programa de las Américas (en línea en www.americaspolicy.org), un programa del Interhemispheric Resource Center (IRC, en línea en www.irc-online.org). Este artículo fue publicado en la Revista Rebeldía www.revistarebeldia.org.