Luciano Londoño López

Astor Piazzola: una revolución en el tango
(Deslinde "Colombia", nº 32, nov.-dic. De 2002)

            Académico correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo y la Academia Nacional del Tango, Buenos Aires, Argentina.
            Desde cuando el tango surgió a finales del siglo XIX, con raíces negras y bailado por marineros, vagos y gauchos expulsados de la pampa, hasta mediados del siglo pasado, cuando ya se difundía y apreciaba en los salones de baile de Tokio, Paris y toda Europa, este ritmo ha seguido una variada y rica evolución que ha cautivado la sensibilidad tanto de los habitantes de buena parte de Colombia, como de un culto público europeo y norteamericano. Su riqueza musical, su complejidad instrumental y la forma como en sus expresiones más auténticas ha testimoniado la problemática del desarraigo y la melancolía, le han ganado un sitial en la música mundial, que en Latinoamérica no se compara sino con la salsa y la zamba brasileña.
            Astor Piazzolla ocupa un papel central en la última etapa de la historia del tango, emparentándolo con la música clásica y el jazz y en cierta forma actualizándolo, al vincularlo con las corrientes más avanzadas de la música mundial. Deslinde
            Astor Piazzolla ha sido para el tango un artista polémico y discutido. Fue, con sus golpes de genialidad, representativo de lo distinto, lo nuevo, la encarnación del cambio. Él mismo afirmaba, en una entrevista que le hicimos en el Teatro Pablo Tobón Uribe de Medellín, que se hablaba bastante de él porque un día se le ocurrió cambiar y que estuvo cambiando desde mediados de la década del cincuenta.
            Piazzolla se propuso transformar las pautas de la música de Buenos Aires y en esa tarea de constante renovación, de experimento cotidiano, elaboró una obra que para muchos ya no es tango. Para sus seguidores, todo lo que hizo tenía esencia tanguera. Sin embargo, aseguraba que lo suyo era el tango actualizado, "con música que es lo que le faltó toda la vida al tango".
            "Mi música nace del tango. Yo di un concierto en el Filarmónico de Nueva York y el crítico del New York Times dijo la cosa más linda que se pudo haber dicho sobre mi música: ´lo importante de Piazzolla es que la base de su música es tango y arriba tiene música. Y no se parece a nadie porque es absolutamente Piazzolla´. Eso es lo que yo pretendo ser en la música. No alejarme, porque yo soy la ciudad de Buenos Aires cuando escribo música. Y cuando me presento en Berlín, París o Nueva York la gente sabe que lo mío es una música que viene de un país que es Argentina".
            Y hablando sobre su música conceptuó: "No pretendo que mi música sea fácil de entender. Sé que es difícil y cuando se llega a entender a Piazzolla pienso que uno ha hecho un gran esfuerzo y a mi me hace un gran bien... Mi música no es para hacer la digestión. Mi música es para sentarse en una platea y escuchar y meterse muchos problemas en la cabeza, porque se trata de una música que lo hace pensar a uno. Y mi experiencia me permite decir que la gente que sigue a Piazzolla es la gente que piensa. La música se siente o no se siente. La música de Piazzolla es para pensar, para ser feliz. Sólo la gente con sensibilidad recibe la emoción que hay en mi música. Mi música va dirigida a la gente que le gusta la música, nada más. Mi música es muy pensante, muy elaborada".
            "Yo creo que nunca voy a ser mayoría. Yo creo que en ningún país del mundo es mayoría lo que es complicado, lo que es elaborado. Yo siempre voy cambiando ... Yo voy adelante y realmente le cuesta mucho trabajo al público seguirme. Los jóvenes están con Piazzolla ... Y están con Piazzolla, porque Piazzolla es excitante. Piazzolla es una música que no es solemne, es una música que tiene mucha fuerza, es dramática pero al mismo tiempo va para adelante, no se queda".
            Piazzolla tocó en la orquesta que acompañó a Gardel en la película "El día que me quieras", y además apareció como actor, haciendo de canillita en un brevísimo papel. Así nos habló de su cantor preferido y por qué gustaba de él: "Conocí a Gardel en 1934, cuando yo tenía 13 años, y tuve el placer de acompañarlo casi durante un año. Estuve trabajando con él en la película "El día que me quieras", en los discos y en las presentaciones del Teatro Campoamor de Nueva York. Una cosa muy poco conocida es que en 1935, cuando Gardel iba a realizar su última gira por varios países de América, me invitó a participar en ella, pero mi padre no me dejó porque soy hijo único y, además, la Unión de Músicos de Nueva York tampoco me permitía trabajar a los 14 años. Gardel es un ídolo. Después de él ha salido mucha gente que ha cantado y canta, pero no tan bien como Gardel. Como yo digo: ´Gardel debe ensayar de noche´, porque a medida que uno va escuchando los discos cada vez suenan más lindo... ´Gardel canta cada día mejor´ y no se le ha opuesto ninguno en el camino. Su voz es impresionantemente linda. Sus altos y bajos no los tiene nadie. Gardel cambia constantemente. El color de su voz, la manera de frasear, son realmente geniales, sin proponérselo. Un amigo mío me dijo una cosa muy graciosa: ´¿Querés saber cómo uno es ídolo? Andá al cementerio: Gardel está lleno de flores y los demás no´".
            Piazzolla aportó a la música del tango los sonidos del jazz y de la llamada música clásica, con lo cual llevó el tango hasta sus límites, por lo que no fue entendido por la mayoría de los músicos del género.
            Astor Pantaleón Piazzolla nació en Mar del Plata el 11 de marzo de 1921. A los cuatro años viajó con sus padres y se radicó en Nueva York. Era la época de la ley seca, en la que se obtenían grandes ganancias con la elaboración y venta clandestina de bebidas alcohólicas. La familia Piazzolla estuvo involucrada en ese tráfico por algún tiempo. Al cumplir nueve años su padre le regaló un bandoneón de segunda mano y, después de varios intentos fallidos en la música, comienza a estudiar. Así ocurrió según sus palabras: "Yo aprendí a tocar bandoneón en Nueva York con Wilda, un maestro de piano. La música que aprendí a tocar inicialmente fue Bach, Brahms, Schumann. Primero toqué en el bandoneón toda la música clásica y después toqué tango, cuando Gardel llegó a Nueva York. Así que toco bien el bandoneón porque tuve una buena formación clásica. Estudié como estudia un pianista... Para lo que sirve estudiar los clásicos es para depurar, para tener una mayor técnica y después llevar eso a la música popular".
            En 1938, en Mar del Plata, descubrió una nueva manera de tocar el tango al escuchar en la radio a Elvino Vardaro. En 1939, estando en Buenos Aires, conoció a Aníbal Troilo y a varios músicos de su orquesta, entre los que se destacaba Hugo Baralis. Estando incorporado a la agrupación inició estudios con Alberto Ginastera, quien le enseñó composición, orquestación, armonía y teoría. Troilo le permitió escribir sus primeros arreglos orquestales y estuvo con él hasta 1944. A partir de ahí dirigió por dos años la orquesta de Francisco Fiorentino. Entre 1946 y 1949 se dedicó a dirigir su propia orquesta. De aquella época data su extraordinario trabajo como arreglador instrumental, para tangos clásicos como Orgullo criollo, La Rayuela, Todo corazón, Tierra querida, Chiclana, El Rápido, Taconeando, Inspiración, Quejas de bandoneón, El Pillete, Ahí va el dulce, De mi corazón, El Desbande, Se armó y Villeguita, tango dedicado al pianista argentino de jazz Enrique "El mono" Villegas, en el cual la originalidad del arreglo causa asombro aún hoy.
            Los cantores fueron Aldo Campoamor, quien grabó inolvidables versiones de Tapera, Como abrazado a un rencor, Se fue sin decirme adiós, Tiernamente, El Milagro, Sólo se quiere una vez y Tu pálido final; Héctor Insúa quien grabó Pigmalión, Ojos tristes y una versión notable en acetato (no comercializada) de Carnaval; Fontán Luna con Cafetín de Buenos Aires y Félix Almagro, quien no alcanzó a grabar.
            Piazzolla no ciñó sus propuestas al tango instrumental. De 1945 data una importante versión de Noches largas, tango que escribió con Carlos Bahr. Y en 1947 realizó con Homero Expósito, Pigmalión, cantado por Héctor Insúa, el cual por sus grandes méritos musicales dio lugar a versiones sólo instrumentales. También creó con Expósito La misma pena, la cual grabó en 1953 con María de la Fuente.
            En 1948 hizo Se fue sin decirme adiós, con versos de Alfredo Roldán, y El cielo en las manos, con letra de Homero Cárpena. Con Juan Carlos Lamadrid hizo Rosa Río y Todo fue, los cuales marcaron la frontera hasta la cual Piazzolla se aventuró en materia de tangos con letra. Sus creaciones posteriores con Horacio Ferrer tomaron un curso más convencional y por momentos efectista, aunque más certero en cuanto a aceptación del público.
            A partir de 1949 comenzó a ganarse la vida haciendo arreglos para Troilo, Basso, Alfredo Gobbi y Francini-Pontier. La veta definitiva la encontró en 1950, cuando escribió Para lucirse. En la misma línea, Piazzolla dio a conocer en años sucesivos Prepárense, Contratiempo, Triunfal y Lo que vendrá.
            Por consejo de Ginastera presentó su Sinfonía de Buenos Aires al concurso Febian Sevitzky. En 1953 ganó el premio y la obra fue dirigida por el propio Sevitzky. El estreno provocó un escándalo por la inclusión de bandoneones en una presentación de música culta, lo cual para ciertas sensibilidades parecía inexplicable.
            Hastiado por la falta de oportunidades en Argentina, viajó a Francia y comenzó a estudiar con la musicóloga Nadia Boulanger. Ella fue quien lo convenció, después de escuchar su tango Triunfal, de que allí estaba su camino.
            En 1955 consiguió grabar con miembros de la Orquesta de la Opera de París y el pianista de jazz Martial Solal una serie de tangos, en los cuales se aprecia la belleza de la construcción musical: Nonino, Chau París, Tzigane Tango, Bandó, Prepárense, SVP, Imperial, Guardia nueva, Contrastes, Marrón y Azul, Río Sena, Luz y Sombra, Sens unique, Picasso, Estamos listos y Mi tentación.
            A su regreso de París formó el Octeto Buenos Aires, el cual alcanzó un gran nivel de creatividad. Este tipo de agrupación le fue inspirada por el Octeto de Gerry Mulligan, el cual en 1954 vio en París.
            Al hablar del Octeto Buenos Aires, Carlos Kuri asegura: "Este es el punto exacto donde se inscribe el nacimiento del tango contemporáneo; punto de no retorno, inicio de la última mutación en el interior del tango... No ha de ser únicamente por la cantidad de elementos técnicos que pone en la trama de sus arreglos: la politonalidad, la diversidad rítmica, variaciones bandoneonísticas en quintillo y seisillo de fusas; ninguno guarda el secreto que engendra una época, pero aquí comienza inexorablemente el antes y el después de Piazzolla..."
            En 1957 Piazzola grabó con su conjunto de cuerdas el LP Tango en hi-fi. Aquí la agrupación suena más avanzada que la anterior, en especial sus nuevos tangos Tres minutos con la realidad, Tango del ángel y Melancólico Buenos Aires, con los cuales inició una nueva etapa creativa, que implicó una ruptura más profunda con la tradición del género. En 1959, actuando en el Club Flamboyán, falleció su padre. A esta época pertenece su obra Adiós Nonino. Sobre ella nos dijo: "Creo que lo más lindo, a mi juicio, que escribí, sentimentalmente hablando, fue un tema a raíz de mi estadía en Puerto Rico en 1959. Justamente al debutar en el Club Flamboyán se muere mi padre, en Mar del Plata, y yo compongo el tema Adiós Nonino. De mis obras ha sido la que más gusta, la que más quiere la gente y la más popular".
            A fines de 1960 fundó su primer quinteto, con el cual logró sonoridades hasta ese entonces desconocidas. La primera grabación del conjunto se realizó en Montevideo y contiene la versión inicial de Adiós Nonino, una nueva versión de Triunfal y el debut de Héctor de Rosas con Por la vuelta y Nostalgias, siendo el cantor que mejor comprendió a Piazzolla. Este disco es una invalorable muestra del mejor tango, tomada en su momento límite, en el que había madurado una larga evolución.
            En 1963 Piazzolla organizó un Nuevo Octeto en el que la parte cantable siguió con Héctor de Rosas. En 1965 musicalizó varios poemas de Jorge Luis Borges. Como cantante participó Edmundo Rivero y como recitador Luis Medina Castro. Este trabajo es un hito inalcanzable de la creación, en el que se destacan las obras El tango y Alguien le dice al tango. En 1967 grabó dos LP titulados La historia del tango, el primero con temas de La Guardia vieja y el segundo con temas de La época romántica.
            En 1970, con su quinteto, llegaron al disco las cuatro estaciones: Verano porteño y Otoño porteño (ya registradas previamente) y se completa la serie con Invierno porteño y Primavera porteña.
            Después de disolver su quinteto, organizó el Conjunto 9, que sería un quinteto reforzado por tres cuerdas (otro violín, viola y violoncello) y percusión. A esta agrupación la presentó como un ensamble que interpreta música contemporánea de la ciudad de Buenos Aires. Con éste grabó, a fines de 1971, obras de gran nivel y en 1972 realizó el segundo volumen, uno de los mayores logros de su discografía, el cual incluye Vardarito, tema con uno de los más importantes solos de violín del género, realizado por Antonio Agri con el Stradivarius del concertista Salvatore Accardo. A partir de 1973 realizó la música de varias películas.
            En septiembre de 1975 graba la Suite Troileana, la cual está integrada por cuatro movimientos: Bandoneón, Zita, Whisky y Escolazo. En cada uno de ellos se perciben los afectos y predilecciones que tuvo Troilo. Sobre esta obra dice Piazzolla: "Esta Suite Troileana es como decir Gracias Pichuco por todo lo que me has dado, gracias por ser tu amigo, gracias por tu bandoneón. Tu amigo, el Gato Piazzolla. Mayo 1976".
            En 1989 agregó un bandoneón a su agrupación, conformando así un sexteto. Con él grabó los CD Tres minutos con la realidad, 57 minutos con la realidad y el encuentro en Amsterdam con Pugliese, en 1989, llamado Astor Piazzolla & Osvaldo Pugliese, Finally Together, en el cual se destaca el puente que hace el pianista Gerardo Gandini entre La Yumba y Adiós Nonino, de corte sumamente moderno y original.
            El 4 de agosto de 1990, estando en París, una trombosis cerebral acabó con la carrera de Astor Piazzolla y el 4 de julio de 1992 falleció en Buenos Aires.

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Bibliografía
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SPERATTI, Alberto. Con Piazzolla. Editorial Galerna, Buenos Aires, 1969.