Manuel Llusia
Ha muerto Ignasi
(Página Abierta, 216, septiembre-octubre de 2011).

            Ha muerto Ignasi (o Iñaki) Álvarez Dorronsoro. Su nombre figuraba dentro del consejo asesor de esta revista. Era mucho más para nosotros. Era un colaborador habitual de Página Abierta. Quienes llevan cierto tiempo leyéndola, lo recordarán. Pero he de insistir: significaba mucho más. Fue casi imprescindible para recoger en ella determinados análisis de la realidad y ámbitos del pensamiento hasta que la enfermedad empezó a apoderarse de él. El último artículo suyo que publicamos data de 2006. Se trataba de una reflexión sobre el referéndum del nuevo Estatuto de Cataluña.

            Tantos años trabajando con él, que por fuerza los recuerdos no caben en este espacio. Solo apuntaré, entonces, retazos de mi admiración y pequeñas vivencias, junto a un pequeño relato de su vida.

            Siempre le encontraba dispuesto a escribir lo que le pedía; se adelantaba incluso. Tenía un gran sentido de la responsabilidad y nunca fallaba. Podías estar seguro: ni siquiera se retrasaba. Y me consta que no se debía solo a su gran formación y capacidad; le echaba horas y esfuerzo. (Ahora que lo pienso, quizá jugaba a favor de ello el tiempo en el que tuvo que realizar una tarea similar como editor). Pero no, la causa mayor de esa intensa dedicación estaba en lo riguroso que era en la búsqueda de la realidad que tenía que mostrar, en la maduración de las ideas y razonamientos, y en su expresión. Nos formábamos con él. Merece, pues, la pena volver sobre sus escritos. Por mi parte, de vez en cuando me embarco en ello.

            Ahora, eso sí, tenía un defecto, algo que lograba ponerme nervioso. Cuando enviaba el artículo solía llamarme por teléfono para hablarme de lo que había escrito. Tan prolijo era, que no tenía más remedio que cortarle insistiéndole en que, bueno, que ya lo leería y después, si quería, hablaríamos de ello. No era arrogante, sentía la necesidad del diálogo. Aunque no siempre lo respetaba, como cuando la pasión le vencía. Por ejemplo, hablando de música. Tengo grabados detalles de esa inmensa afición y conocimientos. Y me viene a la mente cómo lo recordará y echará de menos alguien con quien compartía ese embeber la música.
 
            Recuerdo vagamente que también alguna vez se enfurruñaba, pero no consigo fijar algún hecho así, ni hasta dónde llevaba su genio. Poco importa ahora. Me quedo con los años en los que compartía mesa de reunión sentado entremedias de él y su hermano Javier… y con los debates tan interesantes que se producían… y alguna que otra broma y carcajada.

            Iñaki nació en Irún en 1945. Estudió el bachillerato en Donosti con los jesuitas, en cuya universidad cursó cuatro años de la carrera de Económicas (una materia de la que llegó a poseer buenos conocimientos, aunque no formara parte después, de modo destacado, en sus escritos y charlas). Pronto se convertiría en uno de los líderes imprescindibles del movimiento estudiantil antifranquista de aquellos años sesenta.

            A partir de 1971 fija su residencia en Barcelona, que no abandonaría hasta su muerte, integrándose plenamente en la vida catalana, sin olvidar sus raíces vascas. Se puede decir que vivió intensamente lo que el transcurso de los años fue deparando a esas sociedades tan plurales.

            Allí participó intensamente en la lucha contra la dictadura y la desigualdad económico-social: por la democracia, por las libertades y el reconocimiento de las reclamaciones de autogobierno y defensa de la lengua y cultura catalanas, dentro de un componente ideológico clave como era la búsqueda de un cambio social profundo.

            Durante muchos años, bajo el franquismo y en democracia, estuvo al frente del MC de Catalunya, dejándose –como se suele decir– la “piel” en esos empeños. Formó parte, además, de la coordinación de ese conjunto de organizaciones vinculadas al MC, trabajando intensamente en la formación del ideario y práctica de estos colectivos, muy particularmente en campos como los relacionados con los problemas de la diversidad nacional o la inmigración. Tareas, éstas, que no abandonó hasta que le venció la enfermedad.
 
            En consonancia con esa trayectoria vital, su inquietud y labor intelectual –en muchos sentidos tan rigurosa– estuvieron atravesadas por su compromiso militante y solidario. A su dedicación en la creación y desarrollo de los colectivos implicados en la acción social y política, unía esa labor de escritos, charlas, conferencias, seminarios que le llevaron más allá de Cataluña por buena parte de la geografía española.

            Gracias a ello nos dejó una buena muestra de su pensamiento por escrito. Una somera descripción, restringida a lo que más a mano se puede tener, daría cuenta, por un lado, de 37 artículos en Página Abierta, entre 1991 y 2006.  Y por otro, de algunos textos contenidos en varios libros y revistas (Hika, Mugak, Mientras Tanto, Ábaco…).

            En los artículos señalados encontraremos sus análisis sobre el acontecer político, particularmente el referido a Cataluña: los procesos electorales, la normalización lingüística, los cambios institucionales, la última reforma del Estatuto…,  junto a los análisis de los problemas derivados de nuestro particular Estado de las autonomías. Pero también, reflexiones más amplias sobre autodeterminación, federalismo, derechos de las minorías…, en las que de modo directo se ve su seguimiento de las políticas llevadas a cabo en Francia o en Québec (Canadá). Así como sus puntos de vista acerca de los problemas generales y las situaciones concretas que va mostrando la eclosión inmigrante vivida en estos últimos años en España.

            Pendiente de la cohesión social y la eliminación de todo rasgo de exclusión, se interesa por los conflictos derivados de la diversidad identitaria por razones étnicas, nacionales, religiosas…; y en concreto, los que derivan de una determinada presencia del islam en nuestras sociedades (“El laicismo republicano y el conflicto del hiyab”, Página Abierta, 146, marzo 2004). Y lo que piensa y propone lo podemos encontrar en diversos libros.

            En 1993, Talasa edita un libro importante: Diversidad cultural y conflicto nacional. En él, Ignasi lleva a cabo una reflexión sobre las raíces y la dimensión política de los nacionalismos y de los conflictos nacional-culturales de las sociedades modernas, y en especial los que se corresponden con la respuesta a los nuevos movimientos migratorios hacia sociedades de acogida como la nuestra.
 
            Después le sucederían sus colaboraciones en otras obras colectivas: “Los retos de la inmigración”, en Los retos de la inmigración. Racismo y pluriculturalidad (Talasa, 1994); “Ciudadanía y nacionalidad en la Europa de la inmigración”, en Extranjeros en el paraíso (Virus, 1995); “La gestión de la diversidad: construcción y neutralización de las diferencias”, en ¿Una democracia de minorías? Ciudadanía y exclusión en la democracia multicultural (Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Valencia, 1997); “Reconocimiento y negociación del pluralismo cultural y nacional”, en Repensando la ciudadanía (Fundación El Monte, Sevilla, 1999).

            Dos libros más cierran esta recopilación de sus ensayos. En Inmigrantes: ¿cómo los tenemos. Algunos desafíos y (malas) respuestas (J. de Lucas y F. Torres, editores, Talasa, 2002), Ignasi Álvarez aborda, bajo el título “La construcción del inintegrable cultural”, una cuestión de gran calado: los viejos y nuevos discursos excluyentes en las sociedades receptoras que se ven a sí mismas culturalmente homogéneas, particularmente preocupante frente a la inmigración de origen islámico. Estas breves notas le sirven también para afirmar una estrategia de integración que obliga a un esfuerzo compartido de “autóctonos” y “extranjeros”.

            Por último, en 2004, la editorial Gakoa recoge en su libro de varios autores Inmigración: nuestros miedos e inseguridades unas amplias notas de Ignasi que titula “Ciudadanos y extranjeros. Nacionales y extraños”. En ellas encontraremos la evolución histórica del vínculo social moderno y la diversidad de las respuestas en unos países y otros  en la construcción de lo nacional y lo extranjero, de la inclusión y exclusión; y los dilemas que las actuales sociedades multiculturales han de afrontar en la búsqueda de una nueva ciudadanía: «Las sociedades multiculturales –escribe– necesitan construir solidaridades e identidades puente que alimenten el vínculo social y prevengan contra el cierre y el ensimismamiento comunitario…».
      
            Bien se puede decir que poseía sin duda una gran cultura; incansable lector, asombraba, entre otras superiores cualidades, por su memoria. Él quedará en la nuestra para siempre.