Marta Arias
El ascenso de la pobreza infantil en España
Entrevista a Marta Arias, directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de Unicef-España, hecha en el programa El intermedio, de la Sexta, el pasado 29 de octubre.
(Página Abierta, 235, noviembre-diciembre de 2014).

– ¿Realmente podemos hablar de una generación perdida?

– La idea de una generación perdida es dura, porque es como hablar de niños perdidos. En el informe que acabamos de presentar se habla de una década perdida, es decir, que las familias con niños han perdido en conjunto aproximadamente diez años de bienestar y eso, la verdad, es que es bastante serio de por sí.

– Pero ¿cómo se explican estas cifras?

– Se explican, así, resumiéndolo rápido, por tres motivos. En primer lugar, el punto de partida. No es solo una situación consecuencia de la crisis en España. Partíamos de un nivel de pobreza infantil alto del que apenas se hablaba y de unas políticas de nivel de protección. En segundo lugar, viene la crisis, que en España afecta mucho, como sabemos, al empleo. Las familias con niños se ven muy afectadas. Los ingresos bajan. En tercer lugar, después de la crisis vienen las medidas de ajuste, se recortan las ayudas, se recorta la inversión en la infancia, y con eso, digamos, las familias lo sufren por partida doble. La crisis ha afectado a toda Europa, pero España tiene uno de los mayores porcentajes de niños en riesgo de exclusión social.
¿Qué es lo que hemos hecho mal y que han hecho bien otros países? Bueno, lo decía un poco antes. Partíamos de un sistema en el que esa pobreza que yo mencionaba antes que había ya en España no era por casualidad. Se debía a que tenemos un sistema de protección de la infancia más débil que en otros países, una inversión en la infancia menor y, por tanto, que aún no habíamos hecho los deberes cuando la economía iba mejor, y por eso la crisis nos afectó más. Lo bueno del informe que acabamos de presentar es que se ven muchos ejemplos también de países que han hecho cosas, que con una situación o que con un, digamos, golpe económico similar están tomando también distintas medidas. Y mirando hacia delante, por ver el lado bueno, lo de verdad importante es que se pueden hacer cosas, que las decisiones y las medidas que se van tomando afectan, y suponen una diferencia para muchos niños y niñas.

– Pero si se pueden hacer cosas efectivas, ¿podemos decir que los políticos se están tomando en serio este problema?

– Algunos sí, pero necesitamos que sean muchos más. Y necesitamos, además, que se pongan de acuerdo en esto, que no se haga de este tema un motivo de pelea en el Congreso, ya no de risa, pero ni siquiera de pelea, entre otras cosas porque realmente ningún partido puede decir “yo lo tomé en serio, yo hice esto”. Nosotros ponemos muchas veces el ejemplo del Pacto de Toledo, lo que se hizo con los mayores de 65 años, que fue precisamente eso, es decir, vamos a sacar este tema del debate partidista, nos ponemos de acuerdo, vamos a apostar por proteger a este colectivo, vamos a invertir fondos y vamos a mantenerlos. Hagamos lo mismo con la infancia un poco para cerrar ese trabajo. Porque, además, ha dado buenos resultados. Con todas sus dificultades, pero ha dado buenos resultados en el caso de los mayores.

– Antes dábamos las cifras. Las ayudas a la infancia se han reducido en 6.370 millones de euros entre los años 2010 y 2013. ¿Un recorte así no es condenar a la gente a un futuro sin esperanza?

– No solamente los recortes. A nosotros nos preocupa mucho el escenario en general, es decir, los índices de pobreza infantil suponen un problema a día de hoy para los niños que los están padeciendo. Ya no hablamos de que haya niños pasando hambre y esa imagen, a lo mejor, es lo que nos viene a la cabeza. Pasa, lamentablemente, en muchos países, pero en España tenemos un problema de distinto tipo, un problema que tiene que ver con niños que a lo mejor no pueden comprar los libros de texto, que a lo mejor sus padres no pueden comprar las gafas o que a lo mejor no pueden tener toda la alimentación que necesitan. Eso supone un problema para ese niño hoy y supone un problema para ese mismo niño mañana, y para el conjunto de la sociedad cuando estamos hablando de un porcentaje de población tan elevada. Entonces, sí tenemos un problema no solo de presente, sino a medio plazo, y deberíamos todos tomárnoslo en serio.

– Al principio has hablado de que había una gran pobreza infantil oculta de la que no éramos conscientes. ¿Es posible que la gente oculte esta situación porque existe, hasta cierto punto, un sentimiento de culpabilidad ante una situación vergonzante?

– Bueno, de culpabilidad y de vergüenza. Eso todas las personas que trabajan directamente con las familias te lo dicen, como los profesores en los centros. A las familias les cuesta muchas veces pedir ayuda. Obviamente, la situación en muchos casos se está agravando y lo están haciendo. Pero los niños a veces te cuentan algo que consideramos a lo mejor menos importante, porque no tiene que ver con no poder comer, pero que para ellos es crucial. El otro día decía una niña: “Para mí ser pobre es no poder invitar a mis amigos a casa porque me da vergüenza, o que me vean pedir comida en un sitio y no me quieran hablar, o no poder jugar con mis amigos”. Y puede parecer algo que no es tan importante. A lo mejor para los adultos el que no podamos hacer actividades de ocio no es tan importante. Para los niños, primero, el ocio es un derecho; segundo, es algo fundamental en su desarrollo, y además es una parte muy importante de su vida social. Hay que tener en cuenta todo, por supuesto, las necesidades más urgentes de vivienda, de alimentación, pero también el impacto emocional que esta situación puede tener sobre ellos. Y todos los niños, en un país como el nuestro, deberían tener derecho a poder hacer todo este tipo de actividades.