Muhammad Yunus

El banco Grameen
(Hika, 181zka. 2006ko urria)

            En el nº 109 de hika, allá por marzo de 2000, reprodujimos en nuestra hemeroteca un largo artículo de Muhammad Yunus publicado en numerosas revistas más o menos especializadas de diversos países, en el que venía a exponer de primera mano el funcionamiento del Banco Grameen y sus microcréditos. Hemos rescatado algunos de los trozos más sustanciales de aquel artículo, que adquiere renovada actualidad tras la concesión a Yunus del Premio Nobel de la Paz.
            Quise saber cómo era la economía real de los pobres. Puesto que la Universidad Chittagong está ubicada en una zona rural, me resultaba fácil visitar los depauperados domicilios de Jobra, un pueblecito vecino. En el transcurso de muchas visitas, llegué a conocer casi todo sobre la lucha por la vida de mis vecinos y aprendí sobre economía muchas cosas que jamás son explicadas en las aulas. Me sentí desolado al ver cuánto sufrían los indigentes de Jobrá porque no conseguían reunir mínimas cantidades de capital para los gastos ordinarios. Con frecuencia bastaba con menos de un dólar por persona, pero sólo aceptando condiciones leoninas podían llegar a conseguir esa minúscula cantidad. En la mayoría de los casos, la gente se veía obligada a vender sus bienes a prestamistas a los precios fijados por éstos.
            Esta tragedia cotidiana me impulsó a la acción. Con la ayuda de mis alumnos de segundo cielo, confeccionamos una lista de quiénes necesitaban pequeñas cantidades de dinero. En nuestra lista figuraban 42 personas. La suma total requerida era de 27 dólares.
            Quedé conmocionado. En las aulas, se hablaba de millones de dólares con normalidad rutinaria. Estábamos en cambio despreciando las minúsculas sumas de capital que necesitaban 42 personas aptas y dispuestas a trabajar que vivían a nuestro lado. De mi propio peculio, presté los 27 dólares a las personas de mi lista.
            Empero, eran muchos otros quienes podían beneficiarse de créditos. Decidí dirigirme al banco de la universidad y tratar de persuadir a sus directivos para que concedieran crédito a los pobres de la localidad. El gerente de la sucursal me dijo, sin embargo, que el banco no podría prestar dinero a los necesitados: los aldeanos, adujo, no ofrecían garantías. Me reuní con funcionarios de mayor rango del banco, con idénticos resultados. Sin otra solución, me ofrecí como avalista para conseguir los créditos.
            En 1976 solicité un préstamo del banco local y distribuí el dinero entre los individuos de Jobra más azotados por la pobreza. Todos los aldeanos, sin excepción, devolvieron sus préstamos. Pero el banco, ni aun ante esa prueba, estaba dispuesto a concederles un préstamo directo. Así que repetí mi experimento en otra aldea, y tuve éxito de nuevo. Seguí ampliando mi trabajo, de dos a cinco, a 20, a 50, a 100 aldeas, todo para convencer a los banqueros de que debían prestar a los pobres. A pesar de que cada vez que nos extendíamos a una nueva aldea se devolvían los préstamos, los banqueros seguían sin cambiar de opinión sobre quienes carecieran de avalista.
            Puesto que no podía cambiar la actitud de los bancos, decidí crear un banco independiente para los pobres. Tras mucho trabajo y largas negociaciones con el gobierno, en 1983 quedó establecido el banco Grameen (o banco de la aldea, en idioma bengalí).
            Desde el primer momento, se alzó sobre principios contrarios a la sabiduría bancaria tradicional. Buscamos prestatarios sólo entre los más pobres de los pobres, y no exigimos avalistas. El banco descansa sobre la fuerza de sus prestatarios. Se les exige que se unan al banco en grupos de cinco personas que ellos mismos constituyan. Los miembros del grupo se apoyan entre sí, prestándose ayuda mutua y consejo. Además, por constituir un grupo de iguales se refuerza la disciplina grupal, al evaluar la viabilidad de los negocios y asegurar las devoluciones de los préstamos. Si alguno de los miembros deja de pagar un préstamo, todos los miembros corren el riesgo de ver suspendida 0 red ucida su línea crediticia.
            LA FUERZA DE LOS IGUALES. En el caso típico, un grupo nuevo tramita las solicitudes de crédito de dos de sus miembros, cada uno de los cuales necesita entre 25 y 100 dólares. Después de que estos dos solicitantes hayan reembolsado puntualmente sus cinco primeros plazos semanales, les llega a los dos miembros siguientes del grupo el turno de solicitar préstamos para sí. Una vez que hayan reembolsado sus cinco plazos, el último mierribro del grupo puede formular su solicitud. Una vez reintegrados 50 plazos, la prestataria –pues suele ser una mujer– ha de pagar el interés correspondiente, que es algo superior a los tipos comerciales. La prestataria está ahora autorizada para solicitar un préstamo de cuantía mayor.
            El banco no espera a que los prestatarios vayan a hacer sus ingresos en el banco: lleva el banco al pueblo. Los pagos de los préstamos se efectúan en reuniones semanales en las que participan de seis a ocho grupos, que tienen lugar en las aldeas y pueblos donde viven los miembros. El personal de Grameen asiste a estas reuniones, y es frecuente que visite los domicilios particulares de los prestatarios para ver cómo marchan sus negocios, trátese de la crianza de cabras, del cultivo de hortalizas o de la fabricación de utensilios de cetrería.
            Grameen tiene sede en casi 39.000 aldeas de Bangladesh. Concede préstamos a unos 2,4 millones de solicitantes, que en un 94 por ciento son mujeres. El banco alcanzó sus primeros 1000 millones de dólares en préstamos acumulativos en marzo de 1995, a los 18 años de su fundación en Jobra. Sólo hicieron falta dos años más para superar la cifra de los 2000 millones de dólares. Al cabo de 20 años de trabajo, el importe medio del préstamo de Grameen se encuentra ahora en torno a los 180 dólares. El índice de reembolso oscila entre el 96 y el 100 por ciento.
            Al cabo de un año de ingresar en el banco, el prestatario puede solicitar la compra de acciones de Grameen. Hoy, el 94 por ciento del banco es de sus prestatarios. De los 13 miembros de su junta directiva, nueve son elegidos entre los prestatarios; los demás son representantes del gobierno, profesores de universidad, el autor y otras personas.
            Un estudio realizado por Sydney R. Schuler y sus colegas, pertenecientes a John Snow, un grupo de investigación privado, concluyó que un préstamo de Grameen concede cierto poder a la mujer, al aurnentar su seguridad económica y su rango social en el seno de la familia. En 1998, un segundo estudio realizado por un equipo del Banco Mundial encabezado por Shahidur R. Khandker hizo notar que la participación en Grameen tiene asimismo un notorio efecto positivo sobre la escolarización y nutrición de los niños, siempre que sean las mujeres, y no los hombres, las receptoras de los préstamos. (Dicha tendencia quedó manifiesta desde los primeros días del banco, y es una de las razones por las que Grameen presta a mujeres: con excesiva frecuencia, los hombres gastan el dinero en sí mismos.) En particular, un aumento del 10 por ciento en los préstamos concedidos a mujeres dio por resultado que el perímetro del brazo –una medida corriente del estado de nutrición– de las niñas aumentase un 6 por ciento. Y por cada 10 por ciento de aumento en el préstamo concedido a uno de los miembros, la probabilidad de que su hija ingresara en una escuela aumentaba casi un 20 por ciento.
            No todos los beneficios son consecuencia directa de los créditos. Al ingresar en el banco, a cada miembro se le exige que aprenda de memoria una lista de 16 resoluciones. Entre éstas figuran algunas normas de sentido común sobre la higiene y la salud –beber agua limpia, cultivar y comer hortalizas, excavar y utilizar pozos negros, y nociones similares–, así como el rechazo de ciertos dictados sociales (rehusar la dote y gestionar el número de hijos). Normalmente, las mujeres recitan la lista completa en las reuniones semanales de las filiales del banco; pero aparte de eso, tales resoluciones no son impuestas por ningún otro medio.
            Aun así, el estudio de Schuler revelaba que las rnujeres utilizaban procedimientos anticonceptivos con mayor regularidad después de ingresar en el banco. Curiosamente, parece ser que las mujeres que viven en aldeas donde opera Grameen, aunque no pertenezcan a esta organización, son también más proclives al control de la natalidad. La tasa de natalidad en Bangladesh ha descendido de forma impresionante en los dos últimos decenios, y es posible que la influencia de Grameen haya acelerado la tendencia.
            En un año típico, un 5 por ciento de las prestatarias de Grameen –lo que supone unas 125.000 familias– superan económicamente el nivel que define la pobreza. Khandker llegó a la conclusión de que, entre estas personas, la pobreza extrema (un consumo inferior al 80 por ciento del mínimo estipulado por la FAO) disminuyó en más de un 70 por ciento en el plazo de cinco años desde su participación en el banco.
            No es tarea fácil lograr que un programa de microcréditos cumpla sus objetivos sociales al tiempo que conserve solidez económica. Nos esforzamos en procurar que el banco sirva a los pobres. Sólo quienes viven por debajo de la mitad de la línea definitoria de la pobreza tienen derecho a solicitar préstamos. La mezcla de participantes paupérrimos con otros económicamente más solventes conduciría a que fueran éstos quienes dominasen los grupos. En la práctica, sin embargo, puede resultar difícil incluir a los más pobres, que podrían verse excluidos por sus iguales en el proceso de formación de los grupos de prestatarios. Y a pesar de nuestro empeño, ocurre en ocasiones que el dinero prestado a una mujer se lo apropia su marido.
            Dado su tamaño y difusión, el banco Grameen ha ido creando, en su desarrollo, formas de supervisión de los directivos de las sucursales, para garantizar su honradez y la transparencia de su gestión. No les permite a los gerentes permanecer largo tiempo en un mismo pueblo, por temor a que puedan tender lazos locales que dificulten su ejecutoria, Además, los directivos no son nunca destinados a puestos cercanos a su residencia habitual. Tales impedimentos, sumados a la exigencia de que los directivos posean titulación universitaria, hacen que sean muy pocas las mujeres situadas en cargos de tal naturaleza. Por tal motivo, Grameen ha sido acusado de atenerse a esquemas paternalistas. Conscientes de esa posibilidad, tratamos de cambiar la situación buscando formas nuevas de integración de mujeres en la plantilla.
            No pocas veces, Grameen ha sido criticado también por no constituir una organización benéfica, sino una entidad con ánimo de lucro. Tal condición es esencial para su viabilidad. El año pasado, una desastrosa inundación arrasó los hogares, mató el ganado y supuso la pérdida de casi todas sus pertenencias a centenares de miles de prestatarios de Grameen. No hemos condonado las deudas, aunque sí las hemos renegociado y concedido a los prestatarios más tiempo para reembolsarlas. La condonación de deudas eliminaría el sentido de obligación y de responsabilidad, que constituyen elementos clave en el éxito del banco.
            LIBERACIÓN DE SU POTENCIAL. El modelo Grameen se ha extendido a 40 países. Su primera elongación, comenzada en Malaysia en 1986, atiende a 40.000 familias pobres; su índice de devolución de préstamos se ha mantenido sistemáticamente próximo al 100 por ciento. En Bolivia, los mierocréditos han permitido a las mujeres la transición desde programas de comida por trabajo hacia la gestión de sus propias empresas. En el plazo de dos años, la mayoría de las mujeres del programa adquieren el historial crediticio suficiente y la destreza financiera adecuada para ser clientes de los bancos ordinarios. Las noticias llegadas de países pobres de todo el mundo reflejan éxitos similares. Estos bancos ponen sus miras en los más empobrecidos, prestan a grupos y, por lo general, a mujeres.
            El banco Grameen de Bangladesh ha sido económicamente sibisuficiente desde 1995. Las instituciones similares de otros países van abriéndose paso hacia la autonomía financiera. También en los Estados Unidos están funcionando algunos programas, uno de ellos en Chicago. Desdichadamente, por ser los costos laborales mucho más elevados en los Estados Unidos que en los países en vías de desarrollo –que suelen tener una gran bolsa de desempleo de personas cualificadas– su funcionamiento es mucho más oneroso en ese país. En consecuencia, los programas estadounidenses se han visto obligados a depender de la subvención.
            En total, unos 22 millones de personas pobres de todo el mundo tienen ahora acceso a pequeños créditos. Microcredit Summit, una institución que tiene su sede en Washington D.C., actúa de centro de recursos para las diversas instituciones regionales de microcrédito, y organiza congresos anuales. En 1998, los asistentes se comprometieron a proporcionar créditos a 100 millones de las familias más pobres en el año 2005. La campaña ha crecido para dar cabida a más de 2000 organizaciones, desde bancos, pasando por instituciones religiosas, hasta organizaciones no gubernamentales y agencias de las Naciones Unidas.
            La metodología típica para el desarrollo económico de un país pobre pasa por una industrialización mediada por inversiones. Según esta concepción de arriba abajo, la única forma de acabar con la pobreza es la creación de puestos de trabajo. Pero en gran parte M mundo desarrollado la creación de puestos de trabajo exacerba la emigración desde las zonas rurales hacia las urbanas, crea empleos mal remunerados y promueve condiciones de vida lamentables. Estoy firmemente convencido de que, por el contrario, la erradicación de la pobreza empieza por que las personas sean capaces de controlar sus propios destinos. La redención de los pobres no se conseguirá por la creación de empleos, sino dándoles oportunidades para desarrollar sus propias capacidades. Son infinidad las ocasiones en que he podido observar que los pobres no son pobres porque sean perezosos, carezcan de cualificación o no hayan acudido a la escuela, sino, simplemente, porque no pueden conservar para sí los verdaderos retornos que su trabajo genera.
            Tal vez el autoempleo sea la única solución para tales personas: seres a quienes nuestras economías se niegan a dar ocupación y a quienes nuestros contribuyentes no están dispuestos a mantener. Los mierocréditos consideran a cada individuo como un empresario en potencia y ponen en marcha los diminutos motores económicos de una porción de la sociedad que es rechazada. En cuanto un gran número de tales pequeños motores se ponga a trabajar, se podrá preparar el escenario para un enorme cambio socioeconómico.
            Grameen, aplicando esta concepción, ha establecido más de una docena de empresas, frecuentemente, en asociación con otros empresarios. Al ayudar a los microprestatarios y a los mieroahorradores a tomar la propiedad de grandes empresas e incluso de compañías de infraestructura, estamos tratando de acelerar el proceso de vencer la pobreza. Grameen Phone, por ejemplo, es una compañía de telefonía móvil que se propone dar servicio a las zonas rurales y urbanas de Bangladesh. Tras un estudio piloto en 65 aldeas, Grameen Phone ha aceptado un préstamo para extender sus actividades a todos los pueblos en los que el banco desarrolla su actividad. Alrededor de 50.000 mujeres, muchas de las cuales no han visto jamás un teléfono, y algunas, ni siquiera la luz eléctrica, se convertirán en proveedoras de servicio telefónico en sus aldeas. En última instancia, se convertirán en las propietarias de la compañía, adquiriendo sus acciones. Nuestra última innovación, Grameen Investments, permite que individuos estadounidenses participen en companías como Grameen Phone, al tiempo que su inversión les proporciona una rentabilidad. Se trata de un paso importante para poner financiación comercial al servicio de la erradicación de la miseria.
            Es responsabilidad de cualquier sociedad civilizada garantizar la dignidad humana a todos sus miembros y ofrecer a cada individuo la mejor oportunidad de revelar su creatividad. Recordemos que la pobreza no está creada por los pobres, sino por las instituciones y las políticas que nosotros, los mejor situados, hemos establecido. Podemos resolver el problema no por medio de las viejas ideas, sino por adopción de otras radicalmente nuevas.