Rafael Evangelista

Libre por sobre todas las cosas
Otras palabras, 26/11/2004.

No fue por casualidad que George Orwell, al imaginar un futuro tenebroso en 1984, describió como uno de los pilares de su Estado autoritario a una policía de la información, responsable por la fiscalización y por el empleo de la ‘novilíngua’. Las palabras no son figuras inertes, que sirven sólo para describir cosas. En el sentido, se inscriben también la historia y las ideologías.
 
Tampoco es por casualidad que, en el mundo del software libre, exista una constante disputa sobre los nombres y las palabras utilizadas. Esa discusión, a veces, vuelve todo mucho más confuso para quien no participa del debate, pero es una señal de que la comunidad, inclusive cuando sólo quiere preocuparse por producir software, se ocupa también de cuestiones políticas, de poder. Decir es ubicarse en el mundo, asumir una posición. Al final, hay alguna diferencia entre hablar de Linux o GNU/Linux? O entre definirse como un adepto al movimiento por el software libre o al movimiento de código abierto? Hay sí, y mucha.
 
Más allá de las respuestas simplistas y pragmáticas, la solución puede ser encontrada en la historia del movimiento. Nadie niega que todo surgió de las manos y de la cabeza del gurú Richard Stallman.

Stallman, fundador de Free Software Foundation (FSF, Fundación Software Libre, en español) estableció las cuatro libertades que fundamentan al movimiento: el software debe ser libre para ser modificado, ejecutado, copiado y distribuido. Ambos, el código abierto y el software libre, respetan estos parámetros.
 
Sin dudas, Stallman, continúa siendo el gran filósofo del movimiento. Sin embargo, a partir de 1991, él se ve obligado a dividir el escenario con una joven estrella de Finlandia, Linus Torvalds.

Carismático, emprendedor y sabiendo usar mucho mejor internet, él consiguió dar una solución a un problema al cual FSF se dedicaba hace años, construir un kernel que soportase un sistema operacional alternativo. El kernel es una parte central del sistema, responsable por la configuración y gerenciamiento de los dispositivos (teclado, mouse, monitor, etc). FSF ya tenía todo el resto de la estructura del sistema listo y trabajaba en el desarrollo de su kernel. Linus fue más rápido y, manteniendo la filosofía libre, adoptó soluciones técnicamente más eficientes, creando el Linux, esa parte esencial del sistema.
 
El método de desarrollo adoptado por Linus está en La catedral y el Bazar, libro escrito por Eric Raymond en 1997. La obra es también una puñalada a Stallman, acusado de adoptar una postura centralizadora de desarrollo. Raymond describe el desarrollo GNU como si fueran catedrales, monumentos sólidos, construídos a partir de un gran planeamiento central. El desarrollo adoptado por Linus, sería como un bazar, con una dinámica altamente descentralizada. Dice Raymond: “Pienso que la creación más inteligente y de mayores consecuencias no fue la construcción del kernel en sí, sino la invención del modo de desarrollo Linux”.

Alma hippie

Pero hay más que elogio a la técnica en el discurso de Raymond con relación al modelo Linux – a pesar de que el éxito de la técnica sea innegable. Stallman siempre fue una figura políticamente muy activa, no apenas en el campo de la informática. Más viejo, habiendo vivido toda la experiencia de la lucha por los derechos civiles en EEUU, Stallman carga en su discurso una óptica poco amigable para las empresas. En su website personal, por ejemplo, al lado de los artículos a favor del software libre, se encuentran también ensayos políticos sobre temas como la invasión estadounidense a Irak y el muro de Israel en Palestina. Raymond, por otro lado, es un ardiente defensor del uso de las armas, tema usualmente más vinculado a las banderas de la derecha.
 
Linus, por otro lado, además de ser políticamente más moderado y pragmático, consigue crear una identidad mayor con la nueva generación de programadores de menos de 40 años, de la cual Raymond es parte. Esa generación, según Sam Williams, autor del libro, Free as in Freedom, es más enérgica y ambiciosa.
 
Desde el ascenso del trabajo de Linus, buena parte del tiempo de Stallman ha sido perdido en pedidos para que todos se refieran al conjunto del software como GNU/Linux y no simplemente como Linux. Quiere solamente que su trabajo, y de toda la FSF, sea reconocido.
 
Luchas que incomodan
 
Si el discurso politizado y la integridad radical de Stallman nunca fueron de fácil digestión para los programadores de la nueva generación, ambos son todavía mas indigeribles para los empresarios. Raymond tuvo un papel decisivo en la creación de la alternativa más adecuada al gusto del paladar corporativo.
 
En La Catedral y el Bazar, él describió un proceso de producción innovador y descentralizado en el cual las alteraciones en el software son rápidamente entregadas a la comunidad. Ésta, testeando y evaluando el producto, establece una especie de selección natural en la que las mejoras sobreviven y las soluciones fallidas son rápidamente identificadas. La descripción encantó a los ejecutivos de Netscape, dueña del navegador de internet que había sido destruido por la ofensiva agresiva – y anti-competitiva, según los propios tribunales de EEUU – de Microsoft y su Internet Explorer. En 1998, Raymond fue la pieza clave en el proceso de convencimiento de los ejecutivos de la Netscape para que liberaran el código.
 
El prestigio adquirido por Raymond, sumado al del carismático Linus, fueron esenciales para que el movimiento de código abierto (open source, en inglés) puediera establecerse.

Frecuentemente, Stallman intentaba – e intenta hasta hoy – dejar en claro que lo free de free software (del término original en inglés), no significa gratis, sino libre. La confusión entre libre y gratis se volvió la justificación perfecta para que surgiera el término código abierto, neutralizando la reivindicación política del movimiento.
 
No hay diferencias sustanciales entre lo que los términos software libre y código abierto pretenden definir. Ambos establecen prácticamente los mismos parámetros que una licencia de software debe contener para ser considerada libre o abierta. Ambas establecen, en la práctica, que el software debe respetar aquellas cuatro libertades básicas que FSF estableció. Pero los defensores del término código abierto afirman que el término hizo que los empresarios percibieran que el software libre también puede ser comercializado. Han sido cambios pragmáticos y no ideológicos.
 
El propio Richard Stallman dice que no ve al grupo de código abierto como un enemigo. “Nosotros discordamos en los principios básicos, pero casi que concordamos con las recomendaciones prácticas. Entonces podemos trabajar juntos en muchos proyectos”, dice.
 
El hecho es que la Iniciativa del Código Abierto ( Open Source Initiative, en inglés), entidad cuya creación fue propuesta por Eric Raymond, significó una polarización de poder con la FSF de Stallman. Como ambas entidades y el movimiento como un todo sólo crecieron en los últimos años, eso no significó un debilitamiento para Stallman.
 
¿Confunde o explica?
 
En su libro de ensayos, Free Software, Free Society, Stallman argumenta con razón que el término código abierto en verdad, confundió más de lo que esclareció. “El sentido obvio para la expresión código abierto es: “usted puede ver el código”. Esa expresión es tan ambigua como el término free software (software libre) en inglés”, escribe. De hecho, no basta con que un usuario pueda leer el código de un programa para que éste sea libre. La libertad para ver el código es apenas una de las cuatro libertades fundamentales.
 
Stallman continúa, colocando el dedo en la llaga y apuntando hacia la despolitización del término. “ El principal argumento sobre el término código abierto es que software libre deja a las personas inquietas. Es verdad: éste habla de libertad, sobre ética, y de responsabilidad tanto como de conveniencias. Invita a las personas a pensar sobre cosas que ellas podrían ignorar. Esto genera malestar y algunas personas pueden rechazar la idea por eso. Pero eso no significa que la sociedad va a ser mejor si paramos de hablar de estos asuntos”.
 
Hay ejemplos de cómo el término código abierto ha sido usado de manera traicionera. En respuesta a las crecientes acusaciones de que los clientes de sus productos no tienen acceso al código fuente ( las líneas de instrucciones que forman un software), Microsoft ha respondido con su programa Shared Source ( algo como código compartido). A través de ese programa, la empresa muestra partes del código de sus productos a clientes como universidades y gobiernos. En la práctica, vuelve abierto a parte de su código, lo que no significa que se vuelva adepta a los softwares libres. Para eso, el código debería ser abierto a todos – y no sólo a la mirada de sus clientes – y su ejecución, distribución y modificación deberían estar permitidas libremente.
 
Entre la comunidad de software, sabiendo que código abierto y software libre significan prácticamente las mismas recomendaciones, hablar de uno o de otro en verdad significa tomar partido de un determinado grupo y de una cierta inclinación política. Para quien cree que, más allá de la eficiencia y de la estabilidad de ciertos programas, es necesario construir alternativas más justas de distribución de la producción y del conocimiento, el término software libre parece ser la mejor opción.

(Traducción de Maite Llanos)