Samuel Pérez
El Foro Social Mundial de Túnez
(Entrevista realizada por David Perejil).

 

Entre los días 26 y 31 de marzo pasado se celebró en Túnez la duodécima edición del Foro Social Mundial bajo el lema de la revuelta árabe: Dignidad. En esta ocasión se eligió Túnez como reconocimiento al movimiento social que derrocó al régimen del dictador Ben Ali y desató una ola de levantamientos similares en otros países árabes. Con el fin de conocer los detalles de este último foro entrevistamos a Samuel Pérez, miembro de Acción en Red y de Tareas solidarias y participante habitual en estas citas.

– ¿Cuál es tu valoración general de este Foro Social Mundial de 2013 celebrado en Túnez? ¿Qué comparación se puede hacer entre este y otros foros anteriores en los que has estado (Porto Alegre, Atenas, Dakar, Kenia…)?

– Quiero reflejar primero los diversos datos de participación que ayuden a hacerse una idea de la magnitud del encuentro. Fueron 4.000 las organizaciones inscritas y 1.000 las actividades organizadas en la Universidad El Manar. Asistieron más de 50.000 participantes acreditados el primer día de las sesiones, y fue muy visible la presencia en la universidad, durante los cuatros días de debates, de miles de jóvenes tunecinos.

También la preparación del foro fue intensa. Para ello se celebraron  múltiples reuniones, en 2012, en diversos lugares del Norte de África, encuentros de mujeres, de jóvenes, sobre el Sáhara, de barrios populares, de organizaciones sindicales, sobre migración, y un Foro Social Regional en Túnez en el mes de mayo.

El día de apertura del encuentro, el 26 de marzo, tuvo lugar una primera manifestación, con 6 kilómetros de recorrido, en la que participaron más de 25.000 personas, cuyos mensajes principales fueron la defensa de Palestina, el recuerdo de las víctimas de las migraciones (más de 800 jóvenes muertos o desaparecidos) y la denuncia del asesinato del líder Chokri Belaid (*).

Con la última manifestación, la del sábado 30, dedicada a Palestina, se cerró el ciclo de las movilizaciones, y dejó una impronta muy clara del apoyo al pueblo palestino por parte de los participantes en el foro. Igualmente, Palestina estuvo muy presente en las sesiones de debate.

Creo que las dos grandes aportaciones de este foro han sido, en primer lugar, facilitar el encuentro de buena parte de la oposición laica y de izquierdas árabe, que durante estos días se ha encontrado para hablar de la situación de cada país, ha debatido de sus proyectos de cambio social, resaltado avances y dificultades, para continuar su difícil lucha en pro de los objetivos democráticos y sociales de la revuelta árabe. Algunos participantes destacaron la inyección de ánimo que supone para los activistas tunecinos y de otros países árabes la realización de este foro.

Y, en segundo lugar, volver a ser un lugar de encuentro para los diversos movimientos sociales que hallan en este marco de los foros la mejor plataforma para informar y debatir sobre su trabajo, proponiendo planes y estrategias de futuro, acordando planes de actividad para llevar a cabo en los meses próximos. Los movimientos para la Abolición de la Deuda, la Marcha Mundial de las Mujeres, los movimientos campesinos, las organizaciones que trabajan en la emigración, o por un impuesto a las transacciones financieras, etc. 

– ¿Qué aspectos destacarías respecto a esos otros foros? ¿Qué diferencias, similitudes y mensajes “generales” existen? 

– De lo que me ha llamado más la atención en este foro, en primer lugar destacaría la buena organización de las sesiones de debate. Después, las 1.000 sesiones reflejadas en un cuaderno con los cuatro idiomas de referencia: árabe, inglés, francés y español. Y también la adecuada señalización en la Universidad que facilitaba la búsqueda de cada sesión. Sobre todo si lo comparamos con el proceso caótico del foro de Dakar que, por causa de las presiones del Gobierno senegalés, impidió que utilizáramos buena parte de su Universidad para los encuentros.

Al estar centrado el primer día en las revueltas árabes, permitió el contacto con la principal preocupación de la mayoría de los asistentes, haciendo de esta la cuestión central durante todo el foro.

Me ha parecido menor la presencia de mujeres relacionadas con la producción agraria y las cooperativas, que fue tan importante en Dakar, en las sesiones y en las manifestaciones, y menor la presencia también de los movimientos campesinos.

Por otra parte, se ha confirmado el interés de los sindicatos obreros por participar e integrarse en el foro. Sirve de guía el destacado papel jugado por la UGTT en el desarrollo de la revuelta de Túnez, su apoyo a los activistas reprimidos y su compromiso con la democracia y el cambio social. En algunas sesiones se reflejó también la gran preocupación de varios sindicatos de renovar su trabajo acercándose a la sociedad y ligándose a los movimientos sociales y al foro.

En cambio, sigue siendo muy débil la presencia de los movimientos europeos, que ya se había confirmado en Dakar. A pesar de esta debilidad, hay que destacar el número de activistas franceses e italianos. Hubo también una presencia simbólica de pequeños grupos de españoles.

Por lo que respecta a América Latina, la delegación más importante fue la brasileña. Y la  presencia del ministro de Asuntos Sociales del actual Gobierno, con un destacado discurso, hace pensar que muchas fuerzas sociales y políticas de Brasil siguen apostando por el desarrollo de los foros sociales.

A diferencia del foro de Dakar, en el que la presencia marroquí de un sector ligado al régimen fue muy notoria, poniendo el acento, principalmente, en negar la autodeterminación para el Sáhara, incluso con agresiones a independentistas saharauis, esta vez el Frente Polisario hizo un gran esfuerzo por afirmar la presencia saharaui –muy destacada en la primera manifestación y a lo largo de las sesiones de debate–, mientras la presencia oficialista marroquí, menor, se presentaba en forma vergonzante. Eso permitió que se recogiera la autodeterminación del Sáhara como un objetivo para el Foro en la declaración de la Asamblea de los Movimientos Sociales, a pesar de las maniobras de la delegación oficialista marroquí para impedirlo.

– ¿En qué momento crees que están ahora, en 2013, los foros mundiales? ¿Cómo se sitúan los foros frente a un mundo cambiante (revueltas árabes, austeridad en Europa, crecimiento económico en los países emergentes, crisis de las izquierdas...)? ¿Qué cabe esperar de los foros en el futuro?

 – Creo que los foros suponen solamente un momento del proceso y tienen su importancia, sobre todo si sirve, como en este caso, para estimular y aunar respuestas en favor de la revuelta árabe. Pero el papel de los foros es sobre todo resumir y evaluar el trabajo social que se hace en los dos años que median entre uno y otro. Y por eso son tan importantes para muchos activistas que pueden así conocer de primera mano lo que se hace en otros lugares, debatir la situación de sus movimientos sociales, aunar fuerzas regionales o mundiales y concretar planes de trabajo para el futuro.

Además están los múltiples foros regionales y temáticos que completan un entramado de trabajo y relaciones muy denso y positivo.

Siempre ha existido mucha polémica en torno al papel y el futuro de los foros. Desde la movilización internacional contra la guerra de Irak, en 2003, no se ha acertado a promover una respuesta social a los graves problemas que aquejan al mundo, agravados por la crisis económica que afecta sobre todo a las economías desarrolladas. Y en muchas de las protestas sociales más destacadas en el mundo en estos años no se ha reconocido al FSM como referencia principal ni tales protestas se han sentido vinculadas con este proceso. Por eso algunos sectores que estaban en él desde el principio parece que ahora están más alejados; sin embargo, otros sectores, como es el caso de diversas organizaciones del Magreb, aparecen más cercanos a los foros e involucrados en su actividad.

Lo más importante es que los foros estimulen el trabajo sociopolítico que desarrollan organizaciones y movimientos sociales en todo el mundo. Y aunque no lleguen más que a una parte de las y los activistas, si facilita su encuentro y promueve el mejor desarrollo de su actividad, ya es bastante, aunque sus logros sean más limitados que los propuestos inicialmente: ser los activadores e impulsores de la movilización social en todo el mundo. Por otra parte, la amplitud de movimientos y la diversidad de situaciones en países y continentes hace que sea imposible concentrar en una sola instancia social toda esa riqueza asociativa, movilizadora y de cambio.

De todas formas, cada foro es una realidad imposible de abarcar, y de ahí la dificultad de valorar todos sus resultados. ¿Cuántas reuniones han dado frutos en materia de unidad y trabajo social? ¿Cuántos encuentros de la oposición de diversos países árabes han permitido conseguir logros en unidad y trabajo en común? ¿Cuántos planes de trabajo se han concretado en este proceso, y cuántos se van a llevar a cabo? De los foros nos llevamos siempre muchas más preguntas que respuestas.

– ¿Cómo ha funcionado en este foro de Túnez esa difícil ecuación de crear un movimiento lo más amplio posible pese a las contradicciones y choques que eso provoca? En este foro ha habido muchos ejemplos, como los que se producen entre Marruecos y Sáhara, los de los religiosos frente a laicos, los de los anti y pro-Al Asad...

– En primer lugar hay que destacar la contradicción de que el foro tuviera el apoyo del Gobierno islamista, que dedicó muchos recursos para que se pudiera desarrollar con normalidad, en un intento de mejorar su imagen y ante la evidencia de que hubiera recibido la reprobación de múltiples fuerzas sociales y políticas si hubiera negado su apoyo. Cuando eran conscientes, como expresó en uno de los debates un alto representante del partido islamista gobernante, En Nahda, de que con la mayoría de la gente del foro solo les unía el apoyo a la causa palestina, reconociendo el predominio laico, de izquierdas y progresista de la mayoría de las personas y organizaciones presentes en el foro.

En la manifestación de apoyo a Palestina, la corriente progubernamental trató de mostrar su fuerza en un bloque, que contó con la presencia de una representación de Hamás, frente a las fuerzas sociales y políticas que se oponen a sus objetivos.

En este encuentro con los grupos organizados de la revuelta árabe, observé con preocupación algo que quiero resaltar, que hay un número relativamente importante de partidos que se definen como marxistas o como marxistas-leninistas, en Siria, en Túnez, en Marruecos y parece que en otros países de la región. Y esto a pesar de la experiencia fracasada de la Unión Soviética y de la evolución de algunos de los países socialistas asiáticos hacia la dictadura y el capitalismo más salvaje.

Tal vez sea porque estas organizaciones han nacido bajo una dictadura, y por vivir en condiciones muy duras, de ausencia de libertades básicas, con poco espacio para las lecturas, el debate político y el contraste de ideas que ponga en cuestión aquellas que están más anquilosadas y alejadas de la comprensión de la realidad.

Pero es motivo de inquietud que muchos de los protagonistas de la izquierda en la revuelta sean vanguardias políticas con una estructura verticalista y con un pensamiento tan rígido y poco útil para entender las sociedades en las que viven y la complejidad del mundo actual, y con unas herramientas tan deficientes para transformar sus sociedades.

Existen en esas sociedades movimientos y sectores sociales plurales y abiertos, y sus aliados naturales deberían ser buena parte de los grupos de la izquierda. Pero con estas orientaciones ideológicas que suelen ser fuente de ceguera y sectarismo el proceso se hace más problemático y se incrementan las dificultades para unir fuerzas.

No hay duda de que el peso de los islamismos más radicales, con mayoría en los Gobiernos de varios países, es el problema principal para la conformación de las nuevas sociedades democráticas salidas de la revuelta árabe. Pero para la unidad de las fuerzas que se les oponen desde el laicismo y la izquierda, este aspecto que comento es uno de los impedimentos más  importantes.

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(*) Chokri Belaid (1964-2013), abogado y político tunecino,  lideró el principal partido de la oposición, el Movimiento Patriótico Democrático. Tras la caída del régimen de Ben Ali, fue miembro de la Alta Instancia para la Realización de los Objetivos de la Revolución, de la Reforma Política y de la Transición Democrática. De ideología marxista, se mostró crítico con el Gobierno del partido islamista En Nahda. Fue asesinado a balazos frente a su casa el 6 de febrero de este año.