Samuel Pérez Garrido
Refugiados: en tierra de nadie
Página Abierta, 208, mayo-junio de 2010.

El día 20 de junio se celebra el Día Mundial del Refugiado. Más allá de sus aspectos folclóricos, esta fecha da pie al autor de este texto para informar sobre la delicada situación del amplio colectivo de refugiados y reclamar medidas.

            Desde el inicio de su actividad, la ONG Tareas Solidarias ha estado vinculada al mundo de los refugiados, y hemos conocido muy de cerca los graves problemas que atraviesan su existencia y la carencia de esperanzas sobre su futuro. En Bosnia, fruto de una guerra civil por el reparto del territorio, que produjo más de 150.000 muertos y cerca de 4 millones de refugiados, comenzamos nuestra actividad solidaria en los campos de refugiados de la Costa Dálmata, donde más de 300.000 croatas y musulmanes vivieron allí en condiciones muy precarias.

            Los campos de refugiados de He Dale, TTTS..., están en nuestra memoria con muchos nombres de personas a las que conocimos y con las que convivimos colaborando a resolver algunos de sus problemas. Los niños que vinieron a España en vacaciones solidarias desde 1994 eran refugiados o desplazados, y todos los proyectos en que nos vimos implicados lo fueron con sus demandas. Al regresar a su tierra tras la guerra, volvimos a trabajar con refugiados en el campo de Gorincani. En esta ocasión eran kosovares de etnia gitana en su mayoría, rechazados por sus compatriotas serbios y albaneses kosovares.

            Ahora que nuestra actividad está volcada en Marruecos, en Tánger, tenemos contacto con refugiados subsaharianos y conocemos las mil historias de estas personas, que huyen de su tierra por la guerra, la inestabilidad o la carencia de futuro. Y en ello se mezclan y confunden con los emigrantes, pues muchas de sus inquietudes y preocupaciones son compartidas.

            Estamos sensibilizados con esta minoría de millones de personas que viven una existencia penosa de campo en campo o huyendo en busca de paz, libertad y un poco de bienestar.

Un problema permanente

            ¿Por qué debemos preocuparnos por las personas refugiadas y desplazadas? Pues porque es un colectivo humano de 42 millones de personas que viven en condiciones muy precarias durante períodos largos de su vida: sufren hambre, pasan miseria y situaciones que vulneran profundamente su dignidad humana.

            Es un problema permanente que se prolonga desde hace más de 60 años. En el año 2000 se celebró el 50 aniversario de ACNUR (agencia de la ONU para los refugiados). En esta fecha se volvió a constatar el fracaso de la comunidad internacional para resolver los conflictos que obligan a millones de personas a abandonar sus casas y el medio donde viven.

            La agencia fue creada tras la II Guerra Mundial, con tres años de mandato para resolver el problema de un millón de refugiados que produjo ese conflicto. Desde entonces los refugiados no han dejado de crecer.

            Es un grupo humano muy amplio, una parte del cual recibe atención al menos para sus necesidades básicas; pero más de la mitad no recibe ninguna atención. En general, se han abandonado los esfuerzos para la creación de políticas que garanticen los derechos humanos de estas personas, y para crear un estatuto político y jurídico que las proteja.
           
            Además, este colectivo nos relaciona con grandes problemas, muy actuales para la humanidad:

            · El derecho internacional para que se proteja a los colectivos vulnerables o, en la actualidad, su ausencia, por la vuelta a las políticas de fuerza y al unilateralismo desarrollado por el anterior Gobierno de Estados Unidos tras el 11 de septiembre.

            · La solución pacífica de los conflictos, y las políticas preventivas frente a la violencia potencial.

            · Las migraciones del Sur al Norte, que ponen a prueba la democracia de nuestras sociedades y el respeto a los derechos humanos de los más vulnerables.

            · El multiculturalismo y el tratamiento de los conflictos entre culturas.

            En los informes anuales de la OCDE se recogen las grandes tendencias de las migraciones internacionales desde comienzos de la década de los 90, y en ellos se resumen algunos de los aspectos más importantes:

            · A partir de 1992, a pesar de la agravación de las diferencias demográficas y de riqueza, se estabilizaron los flujos migratorios en dirección a los países de la OCDE, e incluso descendieron muy ligeramente. Esta estabilización se debe al cierre de fronteras, por la legislación cada vez más restrictiva, al tiempo que se está cuestionando el propio principio de asilo.

            · La vía Sur-Norte cada vez es más difícil. En cambio, se intensifican los desplazamientos interregionales: en Europa central y oriental, o en Asia y en África, donde se dan los flujos más fuertes dentro del continente: un 10% de la población está en movimiento.

            · Se estima que África seguirá siendo durante mucho tiempo la zona principal de partida de la inmigración hacia el Norte (a Europa sobre todo). En los próximos años se producirá un aumento sustancial de los flujos intrarregionales.

            · En Europa, los primeros países de inmigración ya no son los ricos del Norte, sino los del Sur  (España e Italia).

            Organismos internacionales resaltan la importancia de «combatir la intolerancia y cambiar la idea de que los refugiados y los solicitantes de asilo son parte de la inseguridad, en lugar de sus víctimas».

Los refugiados en el mundo
           
            El número de personas desarraigadas a la fuerza por conflictos y la persecución en todo el mundo se situó en 42 millones a finales de 2008, según ACNUR. Esta cifra incluye a 16 millones de personas refugiadas y solicitantes de asilo y a 26 millones de personas desplazadas internas, desarraigadas dentro de sus propios países. Por la evolución de los datos de 2009 no parece que esta cantidad de personas refugiadas haya experimentado muchos cambios.

            El 80% de los refugiados en el mundo se encuentran ubicados en países en vías de desarrollo, o sea, en países pobres o empobrecidos como Pakistán, Siria, Irán, Jordania, Chad, Tanzania...

            Los conflictos armados son una de las principales causas que producen refugiados. Según el informe Alerta 2009, elaborado por la Escuela de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona, que analiza los 31 conflictos armados que tuvieron lugar en 2009, una gran parte de ellos ocurrieron en Asia –14– y África –10–. El año terminó con 29 conflictos armados todavía en proceso, 12 conflictos se intensificaron y 8 mostraron una reducción de hostilidades.

            Los países frágiles y en crisis necesitan un fuerte apoyo internacional no sólo en términos humanitarios, que es el que se presta principalmente. La prevención de conflictos implicaría respaldo para fortalecer la capacidad institucional y de gestión de los conflictos, apoyo a organizaciones regionales fuertes y a Gobiernos responsables, y un compromiso global de abordar las causas de la inestabilidad. Si todo falla y la situación deriva hacia el conflicto, la estrategia debe ser frenar la violencia, potenciar la transición hacia la estabilidad y el desarrollo y restaurar la capacidad de las instituciones.

            Durante los conflictos armados, los perjuicios humanos y materiales son incontables. Además de los asesinatos y desapariciones forzadas, también es común constatar la violencia sexual contra las mujeres. Ha habido un avance legislativo contra esta violencia en el marco de la ONU y el compromiso de diversos Gobiernos para implementar planes externos e internos de protección, sobre todo en los campos de refugiados y en las zonas de conflicto. Con todo, los desafíos son mayores que los avances dada la gravedad del problema, pues hasta el año 2000 el Consejo de Seguridad no se había pronunciado sobre él. Un problema muy presente en todas las guerras de finales del siglo XX y que tuvo un gran peso en la guerra de Bosnia.

            Es preciso destacar que en los últimos años los conflictos que han producido más refugiados los ha generado la intervención armada del anterior Gobierno de Estados Unidos, junto a una coalición de otros países, para invadir Irak e intervenir en Afganistán, guerras motivadas por intereses estratégicos o por el control sobre los recursos energéticos y su rapiña. O el conflicto contra los palestinos, que viene desde los años 60, con la implantación de Israel y el sometimiento de Palestina por la represión y la guerra, que han generado 4.600.000 refugiados que se encuentran entre Jordania, Líbano y Siria, o que malviven en los territorios de Gaza y Cisjordania.

            Y por cercanía con nosotros, el conflicto en el Sáhara Occidental tras la descolonización realizada por el franquismo y la posterior ocupación militar marroquí, con decenas de miles de refugiados saharauis que malviven en campos fuera de sus tierras y sin esperanzas de futuro, dado el incumplimiento de las resoluciones de la ONU de hacer un referéndum de autodeterminación para acabar el proceso de descolonización.

La limitación del espacio de asilo

            El espacio de asilo es cada vez más reducido en el mundo rico debido a las medidas adoptadas por muchos Gobiernos para limitar el acceso de peticiones de asilo o refugio. Amnistía Internacional ha criticado recientemente a la presidencia española en la Unión Europea por no haber dado, hasta el momento, ninguna prioridad a las políticas de asilo.

            Contrasta con este retroceso en los países ricos la reciente información del reconocimiento de 162.000 refugiados originarios de Burundi como ciudadanos de Tanzania, que llegaron a ese país durante las matanzas de la década de los 70. Y en un acto de generosidad y solidaridad de un país muy pobre, los ha nacionalizado.

            Debemos atender a la causa principal de la existencia de los refugiados y desplazados, que son los conflictos armados, aunque de naturaleza muy diversa, guerras internas sobre las que debe ejercerse una gran presión internacional desde la ONU. Es necesario oponerse a las guerras de invasión como las de Irak y Afganistán, y exigir la salida inmediata de las tropas extranjeras, incluidas las españolas, de Afganistán.

            También hay que exigir la creación de un Estado palestino en condiciones justas y estables; realizar el referéndum de autodeterminación en el Sáhara; controlar la venta de armas, de la que es responsable principal el grupo de cinco miembros del Consejo de Seguridad con derecho de veto. Y para todo ello haría falta una profunda reforma de la ONU con el fin de democratizar su funcionamiento y conseguir que las intervenciones que lleva a cabo se atengan al Derecho internacional.

            Todos los problemas esbozados que sufren los refugiados, la falta de atención a millones de desplazados o las restricciones de las leyes de asilo hasta casi su desaparición, hacen necesaria una nueva e intensa concienciación sobre estos problemas y su denuncia. Ello junto a la puesta en marcha de campañas nacionales e internacionales orientadas a garantizar los derechos humanos y la supervivencia de estas víctimas, proponiendo medidas políticas y leyes que garanticen plenamente sus derechos.

Samuel Pérez Garrido es miembro de la ONG Tareas Solidarias.