Samuel Pérez

IV Foro Social europeo.
Continuidad

(Página Abierta, 172, julio de 2006)

            El IV Foro Social europeo celebrado en Atenas entre los días 4 y 7 de mayo pasado no presentó grandes novedades respecto de otras citas del movimiento altermundialista. A continuación, el autor del siguiente texto, que asistió a este encuentro, comenta algunos de los aspectos más destacados de lo allí debatido que pueden suscitar alguna reflexión.
            En primer lugar, hay que constatar que la participación en este IV Foro Social europeo fue inferior a la de otras citas anteriores; en esta ocasión se contabilizaron unos 15.000 delegados y 30.000 participantes, frente a los 20.000 delegados y más de 40.000 participantes en Londres, o los 50.000 y 65.000 delegados de París y Florencia, respectivamente.
            La repetición de estos encuentros sin que ofrezcan grandes novedades en los planteamientos y contenidos, la debilidad de los movimientos sociales en Grecia, junto a un panorama de su izquierda dividida en diversos grupos y fuertemente enfrentada, han sido las causas que han  podido suscitar un menor interés por lo que pudiera aportar esta experiencia griega.
            La disminución de la participación se puso de manifiesto en los seminarios y grupos de debate: a los actos de cierto interés asistieron entre 100 y 200 personas, y en muy pocos llegaron a las 500. La Asamblea de Movimientos Sociales, con la participación de más de 1.000 personas, fue el acto más destacado. Se constató una menor presencia de delegados de países como Francia, Alemania o Inglaterra; una muy escasa representación española, con unas 200 personas; la asistencia de unos 1.000 participantes turcos, gracias a la cercanía, y una mayor presencia de lo habitual de delegados de países del Este. Como siempre, el país anfitrión fue el que aportó el mayor número de participantes. 
            En lo que se refiere a la participación, hay que destacar la menor afluencia de jóvenes con respecto a otros Foros, un hecho que requiere que se le preste más atención. En esto ha influido, sin duda, la realidad griega. Ciertamente, unos movimientos sociales débiles y partidos políticos de izquierda muy sectarizados y enfrentados no son factores para animar un movimiento juvenil nuevo y plural. Algunas sesiones  contaron con un 50% de participación juvenil, como la asamblea de Movimientos Sociales, pero en muchas otras la participación a lo sumo llegó al 40%, en contraste con otros encuentros en los que la presencia juvenil fue mayoritaria en las distintas sesiones.
            Por otra parte, la manifestación unitaria que reunió a más de 100.000 personas –una de las más grandes que se han realizado en Grecia desde los años setenta–, y que contó con la participación de todas las fuerzas sociales y políticas del país, recogida por los medios como una gran demostración pública contra la guerra, fue otro de los hitos destacados de este Foro.
            Entre las cuestiones de interés abordadas en este IV Foro Social destacaron la preocupación por la privatización de los servicios públicos en Europa, con las luchas contra la Directiva Bolkestein, las luchas sociales en Francia, y la necesidad de seguir desarrollando  luchas en estos campos de tanta preocupación social.
            Otras cuestiones tratadas fueron la experiencia de algunos Foros locales en Francia creados tras el Foro Social europeo celebrado en París, compuestos por muy diversos grupos sociales y activos en las luchas generales y locales; o el crecimiento y la consolidación de varias redes de trabajo social, con el avance en planes de trabajo y propuestas de luchas.
            No faltaron tampoco diversas reflexiones de gran interés sobre las luchas predominantemente indígenas y campesinas en América Latina, en las que se destacó la necesaria autonomía de los movimientos sociales respecto de los partidos políticos y de los Gobiernos, a fin de garantizar la defensa de los intereses de la mayoría de la población.  En estos debates se constataron los límites de las políticas sociales de varios Gobiernos progresistas y la necesidad de presionarles para que reorienten la acción gubernamental en una dirección contraria al neoliberalismo, con el fin de impedir los retrocesos, además de afrontar los problemas surgidos por la corrupción.

Lo viejo y lo nuevo

            Como en otros foros descentralizados celebrados este año, sobre todo el de Venezuela, en el de Atenas se ha observado una  mayor presencia de fuerzas de izquierda tradicionales, que han exhibido discursos más o menos radicales, pero enquistados en viejas recetas y con fuerte peso de ideologías que han mostrado su fracaso. Discursos que, debido al desarrollo del movimiento altermundialista y el impulso de las luchas en América Latina, están experimentando ahora una cierta revitalización.
            El  menor número de participantes, sobre todo de jóvenes, en el Foro de Atenas ha permitido una mayor presencia y visualización de los discursos y propuestas de estas fuerzas, que en otros momentos se han expresado con mayor cautela. Pero, en este encuentro, las circunstancias han animado a sus representantes a exponer con mayor claridad su viejo discurso. Una de sus propuestas principales es la necesidad de que los foros aborden discusiones estratégicas como la toma del poder, de los Gobiernos, la vía revolucionaria, la necesidad de los partidos políticos... Todo ello con la intención de convertir al movimiento en una especie de Internacional, con una mayor centralización y con directrices emanadas de un grupo más o menos dirigente. Y eso a pesar de que, en la práctica, existe una larga experiencia de enfrentamiento y sectarismo en muchos países entre diferentes fuerzas políticas e ideologías de esa izquierda tradicional que han contribuido a acabar con muchos movimientos o a hacerlos minoritarios, dada la esterilidad de sus postulados.
            En este sentido, conviene recordar que una de las más destacadas aportaciones de los Foros sociales es su pluralidad y la aspiración a construir una nueva cultura política y unos nuevos movimientos sociales con plena autonomía de los Gobiernos y de los partidos políticos, a fin de luchar contra las políticas económicas neoliberales y contra todas las formas de guerra y opresión. Tales planteamientos han contribuido, sin duda, a que hayan contado con asistencias masivas y a la aceptación de que gozan  entre amplios sectores sociales y juveniles.
            Para continuar en esa dirección, es necesario que la preocupación de los Foros se dirija a seguir siendo un lugar de encuentro entre movimientos sociales, un espacio plural y masivo, que centren sus discusiones sobre todo en programas de trabajo a corto y medio plazo que permitan la creación de redes y encuentros para impulsar luchas cada vez más amplias a las que se sumen cada vez más personas.
            Probablemente, una de las principales causas que explican que los sectores juveniles sientan un menor interés en su participación en estos Foros se deba a esta realidad, cada vez más visible, del retorno de los discursos caducos de la vieja izquierda. La situación del movimiento en España, que, salvo la excepción catalana, nunca prendió con fuerza en nuestro país, es de práctica desaparición, y en ello ha influido la conformación de Foros en los que han tenido un gran peso las fuerzas de esa izquierda tradicional, que se han presentado muy divididas, sectarizadas y enfrentadas, y cuya mayor preocupación ha sido la de imponer su programa o sus enfoques, descuidando lo principal, que era desarrollar un movimiento social, plural masivo y centrado en las preocupaciones de la mayor parte de la población, y capaz de producir cambios reales en la vida social.
            Muchas de las reflexiones que se hacen desde posiciones de la izquierda tradicional sobre la rica experiencia de luchas en América Latina tratan de encajar en los esquemas tradicionales una realidad que no se amolda a ellos. En esta realidad predominan las luchas radicales y masivas en las que participan principalmente movimientos campesinos e indígenas, quedando desplazados de ella unos partidos políticos de izquierda que «se han acomodado o perdido fuerza e influencia, y están al margen o desplazados del actual proceso», tal y como se afirmaba en una de las sesiones de debate. Sin embargo, como contraste, esos partidos siguen vendiendo sus viejas recetas, presentándolas como las grandes soluciones para los cambios que están promoviendo otros en realidades nuevas que requieren de nuevas reflexiones y de propuestas diferentes, con el fin de no repetir  errores anteriores que tantos y tan dolorosos fracasos han producido.

Desarrollar los movimientos sociales

            En los debates del Foro de Atenas, se ha reconocido, en general, el gran avance que se ha producido en los movimientos sociales desde la aparición de los Foros, sobre todo en lo que se refiere a la deslegitimación de las políticas económicas neoliberales predominantes en el proceso de globalización actual, así como en el debilitamiento de las políticas de guerra desarrolladas por EE UU. Con todo, existe una discusión, que a veces adquiere tintes melodramáticos y de gran urgencia, sobre la necesidad de ser más eficaces en la acción, si se quiere influir realmente en las políticas de los Gobiernos occidentales y determinarlas.
            Para ello, se ha incidido en la necesidad de que los movimientos sociales europeos dispongan de un programa de alternativas que permitan unificar fuerzas y hacer más eficaz la lucha social. En este sentido, existen varias propuestas en marcha, y probablemente la amplia asamblea prevista para el mes de septiembre, en la que se va a decidir la fecha y el país que acogerá el próximo Foro europeo, tratará también esta cuestión.
            Por último, hay que destacar que varias reflexiones de interés ponen el acento en que los cambios sociales importantes requieren de mucho tiempo y de movimientos sociales fuertes y sostenidos. Y en que un programa, por muy lúcido que sea, no resuelve estos problemas ni logra cambiar la debilidad actual. Para ello se requiere desarrollar un  amplio y masivo movimiento de base, y a este objetivo deben ir dirigidas las principales preocupaciones del movimiento altermundialista. Y también  superar la dificultad que supone el hecho de que la agenda política de cada país tenga su propia dinámica, lo que hace más difícil unificar las luchas en Europa. Por consiguiente, será necesario avanzar con calma y sin precipitaciones en la dirección actual de fortalecimiento de redes y luchas que vayan mejorando la capacidad de incidencia del movimiento.