Samuel Pérez

III Foro Social Europeo.
Un largo camino de resistencia

(Página Abierta, 153, noviembre de 2004)

Entre los días 15 y 17 de octubre se celebró en Londres el III Foro Social Europeo, bajo el signo de la continuidad, según el autor de este texto, que participó en sus sesiones. En él se hace un repaso a las actividades programadas, los avances, las críticas y los problemas del funcionamiento de este encuentro.

En este III Foro Social Europeo (FSE) celebrado en Londres participaron unos 20.000 delegados y delegadas procedentes de 70 países, entre ellos unos mil de distintos lugares del estado español. Como cierre del encuentro, se convocó una manifestación por las calles londinenses en protesta por la invasión de Irak y para reclamar una Europa social, en la que se congregaron entre 65.000 y 70.000 personas. Tanto en las sesiones del foro como en la manifestación se pudo observar una presencia mayoritaria de personas jóvenes (entre un 60% y un 70% de los delegados y de los manifestantes).
Para tener unas referencias comparativas, hay que recordar que en el I FSE, celebrado en Florencia, se dieron cita 60.000 delegados y más de 700.000 manifestantes; y en el II, en París, 50.000 delegados y 100.000 manifestantes. Si bien, estos datos deben valorarse  considerando la coyuntura general de mayor o menor movilización social, así como la capacidad organizativa e implantación social de las organizaciones y movimientos del país anfitrión.
El III FSE funcionó con el sistema habitual de dar preponderancia a las charlas y mesas de debate con varios participantes y un espacio para las preguntas e intervenciones del público, en el que se prima la relación ponente/oyente, método que ha demostrado ya sus carencias en otros foros y que en el próximo Foro Mundial va a ser modificado, para poner en primer plano al trabajo entre las organizaciones sociales. De esta forma, se pretende conocer y evaluar la acción que se desarrolla en cada campo y hacer planes de trabajo conjuntos para ampliar el eco y la eficacia de la acción social.
Como ya ocurrió en otros foros, también en este hubo una cantidad desmesurada de actividades en muy pocos días: 642 actividades (31 plenarios, 165 seminarios, 229 talleres y 217 actividades culturales). Cada delegado o delegada podía acudir a un número muy limitado de esas actividades, y se perdía muchas de las que podían ser potencialmente interesantes, al coincidir en el mismo horario. La participación en las sesiones fue muy desigual: algunas contaron con 1.300 participantes, las más entre 200 y 400, y otras sólo unas decenas de personas.
En cuanto a la financiación del acto, una cuestión que fue objeto de crítica por parte de algunos grupos, hay que señalar que cerca del 40% de los gastos –que ascendieron a 1,2 millones de libras– lo aportó la Municipalidad de Londres y los grandes sindicatos aportaron un 20%; el resto se ha completado con las cuotas de las y los delegados participantes.
Por otra parte, existe una idea bastante extendida de que organizar el FSE anualmente supone un trabajo excesivo, que recae sobre las organizaciones del país anfitrión y que obliga a grandes esfuerzos en detrimento de su dinámica social habitual. Muchos comentarios coincidían, además, en que buena parte de los discursos eran repetitivos o similares a los del año anterior; y en que, además, esta frecuencia excesiva no favorece el objetivo principal, que es asentar la acción social en cada país, región y localidad. Por consiguiente, se decidió que el IV Foro Social Europeo se celebre dentro de año y medio en Atenas, aunque lo deseable es que los foros se convoquen cada dos años y se potencien, entre tanto, los encuentros entre organizaciones y movimientos sociales afines.

La confluencia de organizaciones y movimientos

Aunque el método de trabajo se haya volcado sobre las charlas y mesas redondas, se abre paso, a pesar de todo, una fuerte tendencia a la búsqueda del encuentro y la creación de coaliciones entre las organizaciones y movimientos afines, para potenciar la actividad y el trabajo conjunto. Así, en la valoración de los foros que hicieron diversos delegados se puso el acento en el deseo de conocer lo que hacen otros, en la relación que se entabla entre organizaciones y los planes de trabajo conjuntos que se ponen en marcha.
Por ejemplo, se ha conseguido una confluencia de organizaciones para luchar contra el hambre y la abolición de la deuda externa en varios países europeos, en coalición con organizaciones de todo el mundo, que pretenden superar en 2005 el eco que consiguió la campaña Jubileo 2000, que llegó a 160 países y obtuvo la movilización y el apoyo de millones de personas. Sus objetivos son la abolición de la deuda de los países más pobres; el incremento de la cooperación al desarrollo; reglas más justas para el comercio internacional y modificación de las instituciones financieras. Existía una coincidencia muy amplia sobre el fracaso de los Planes del Milenio para reducir la pobreza, que se puede constatar en la reciente reunión en la ONU, y de la campaña contra el hambre lanzada por este organismo, que ha sido suscrita por 110 jefes de Estado. La campaña mundial de esta coalición se hará pública en el próximo Foro Social Mundial, que se celebrará en enero, en Porto Alegre.
El Tribunal Mundial sobre Irak, plataforma que funciona en diversos países, como Italia, Japón, Egipto, Turquía, Reino Unido, EE UU, etc., está constituido por organizaciones de abogados, profesionales, de derechos humanos, que tratan de trabajar con rigor, apoyándose en el derecho internacional, para esclarecer los crímenes contra la humanidad que se están perpetrando en la guerra de Irak y exigir que un Tribunal Internacional los juzgue. Aunque estas plataformas son autónomas, disponen de un texto común, y se reunirán en Estambul el 20 de marzo del año que viene para presentar los resultados del trabajo realizado. En el seminario que celebraron en este foro recogieron el apoyo de la Asociación Europea de Abogados y de otras organizaciones presentes.
También se hicieron públicos los acuerdos de trabajo entre las principales organizaciones que trabajan por una justa solución para el pueblo palestino.
Varias organizaciones que trabajan en el campo de la paz y el desarme, tema demasiado descuidado de la acción social en los últimos años, estuvieron, asimismo, presentes en el foro. Estos colectivos trabajan para que el desarme se convierta en un objetivo central, y propugnan tanto la desaparición de las armas de destrucción masiva como de las armas convencionales, que hoy disponen de gran poder destructivo. Criticaron el proyecto de Ejército europeo, que dispondrá de 200.000 miembros, y la política armamentista de la UE consagrada en el proyecto constitucional, en el que también se consolida la vinculación con la OTAN.
Aunque existe conciencia de que el movimiento contra la guerra de Irak ha desaparecido y no ha habido capacidad de crear un movimiento contra la ocupación, se puso de manifiesto una fuerte preocupación en las organizaciones pacifistas por mantener la actividad y por la previsible ofensiva de los ocupantes, y la matanza que pueden provocar, una vez que finalicen las elecciones en  EE UU.
Por su parte, las organizaciones de mujeres mantuvieron una asamblea antes del comienzo del foro, el 14 de octubre, en la que participaron 600 mujeres. En ella hicieron diversas propuestas de actividad que fueron incorporadas al llamamiento de la Asamblea de Movimientos Sociales, y criticaron a los organizadores del foro por no haber proporcionado más espacios para su trabajo. En consecuencia, exigieron una presencia más destacada de las mujeres en el programa de las próximas ediciones.
Del mismo modo, las organizaciones de inmigrantes y las que trabajan a favor de éstos programaron diversas actividades, y las más importantes fueron incluidas en la declaración de los movimientos sociales.

Presiones diversas

Desde el Foro Social de París, se ha consolidado la presencia de los grandes sindicatos en estos encuentros. De hecho, la última asamblea preparatoria del Foro de Londres se celebró en Bruselas en el local de la Confederación de Sindicatos Europeos (CES). Desde la CES se ejercieron presiones encaminadas a evitar un pronunciamiento negativo del foro sobre el proyecto de Constitución europea, que cuenta con el voto favorable de los sindicatos. Pero la verdad es que la Asamblea de Movimientos Sociales no hizo mucho caso de esas presiones, puesto que se tomó posición en contra de la Constitución.
Tampoco faltaron numerosas presiones de algunos partidos políticos durante las sesiones del foro. Estos partidos mantuvieron una abrumadora presencia en los aledaños del foro y trataron de influir en los pronunciamientos de los movimientos sociales. Por ello, la Asamblea de los Movimientos Sociales denunció esas presiones dirigidas a  influir en el texto final.
En otro sentido, diversos grupos autónomos han hecho numerosas críticas al proceso preparatorio del foro, por considerarlo “poco transparente y poco participativo”. Estos grupos sostienen que el foro debe ser “una celebración de la resistencia sin financiación gubernamental ni de ningún partido político”. Algunos de estos grupos se oponen frontalmente a los foros porque, en su opinión, promueven “la perpetración del capitalismo con rostro más humano”, y porque a ellos no asisten “ni parados ni desempleados”. De todas formas, en los distintos foros europeos la mayoría de los grupos autónomos han optado por organizar actividades al margen, presentadas como “foros alternativos”.
Pocas novedades hubo en las sesiones sobre el futuro del movimiento contra la globalización neoliberal, incluso pudimos anotar la ausencia de algunos ponentes significativos.
Las intervenciones de mayor interés, entre ellas la de Rafaella Bolini, del Foro Social Italiano, resaltaban que el objetivo más importante es conseguir cambiar la política de la globalización. En esas intervenciones se apuntaron ideas como que, si consideramos este objetivo con realismo, conseguirlo no es cosa de un día; que el poder de la globalización neoliberal es muy grande, y estamos al principio de la resistencia; el camino es largo, y no vale buscar atajos; que no debemos convertirnos en un partido ni en una internacional; y que es necesario construir el movimiento por medio de la participación, desde abajo. También se señaló que hay mucha actividad social en Europa, pero está descoordinada; que es preciso romper la ideología de la globalización y participar en la resistencia, y que hay que motivar a la gente normal a participar.