Vicent Torres

Turismo de golf
www.terracritica.org

El objetivo del“turismo de calidad”, identificado con la práctica del golf, se está convirtiendo en un pretexto central para atizar la desaforada actividad urbanística valenciana. Ya hemos perdido la cuenta de proyectos de campos de golf en nuestra Comunidad, todos con su urbanización adosada. Nuestra Conselleria de Territori parece que va a darle rango  superior a este tópico de la “calidad”, con la nueva ley que está preparando para la promoción de dicho deporte (Levante, 7 de Noviembre). Sin embargo, su recurso protocolario a unos pocos términos modernos e incluso proteccionistas (“ordenación ambiental”, “desarrollo sostenible”...) apenas vela su verdadera finalidad: eliminar cualquier posible obstáculo municipal a la construcción de nuevos  campos (reservando la última palabra al Consell); privatizar (por varias generaciones) terreno público, que habrá que cederse gratuitamente para dicha actividad; poder urbanizar aún más suelo, tanto si está calificado de urbanizable como de no urbanizable...

Independientemente de su posible función (que luego comentaremos) de “creación de riqueza”, se alude a la conveniencia de “socializar esta saludable práctica deportiva”. Como se señalaba acertadamente en el artículo citado, ¿porqué precisamente esta actividad, y no tantas otras?. Es bastante dudoso que andar despacio durante un par de horas por el césped (si no se va en carrito eléctrico) sea más saludable que jugar al fútbol, al frontón o al tenis, nadar, o simplemente caminar o ir en bicicleta por un parque o un circuito de paseo. Por cierto, que si se crearan itinerarios urbanos atractivos para peatones y ciclistas, se facilitaría que el necesario ejercicio diario se realizara durante los desplazamientos habituales al trabajo o a los centros de estudio, reduciendo de paso el tráfico.

El golf es aquí necesariamente un deporte exótico, importado de un país (Escocia) donde llueve todo el año (hasta 250 días), y donde la hierba crece por castigo (la única preocupación es segarla en Verano: en invierno ni siquiera crece). Exportado a países cálidos, como el nuestro, cambia radicalmente la problemática: la hierba crece todo el año, pero necesita grandes cantidades de agua, sobre todo en verano. Por eso aquí los campos de golf tienen un impacto ambiental muy poco “sostenible”. Un campo de 18 agujeros (que puede ocupar entre 45 y 80 Hectáreas) viene a consumir por término medio medio millón de metros cúbicos de agua al año, más que una explotación agrícola, y más que muchos pueblos. Requiere la utilización de grandes cantidades de abonos químicos, que pasan al subsuelo, contaminando los acuíferos. Tanta abundancia de agua y fertilizantes, sin embargo, atraen a muchas plantas autóctonas que hay que “controlar”, así como insectos y plagas, lo cual obliga a la utilización de pesticidas, afectando a insectos beneficiosos y  a las aves, y contaminando de nuevo el subsuelo.

¿Pero realmente atrae el golf al “turismo de calidad”?. Si por “calidad” se refiere a visitantes de mayor poder adquisitivo, parece probable. Pero aquí aparece una clara contradicción: si se multiplican los campos de golf, generalizando la práctica de dicho deporte, el visitante medio cada vez será una persona más “media”, de menor poder adquisitivo. La cuestión del turismo de calidad, sin embargo, tiene una dimensión económica más amplia que el tópico del golf.  Para conseguir un modelo turístico más equilibrado, menos estacional, y de mayor valor añadido, parece efectivamente conveniente fomentar actividades que no sólo consigan la participación del turista, sino que aporten visitantes durante todo el año. Las actividades al aire libre, en nuestro clima, son susceptibles de atraer visitantes del norte de Europa en la primavera, o incluso en el invierno, cuando soportan un clima inclemente en sus países de residencia.

Se habla, por ello, de un “turismo de actividad”, como contrapuesto o complementario al “turismo de sol y playa”, que generaría menor riqueza, y sería fuertemente estacional. Pero dentro del “turismo de actividad” caben muchísimas opciones, además del golf: todo tipo de deportes en pista, la vela, el submarinismo, las rutas culturales, la bicicleta o el senderismo. Un estudio realizado hace algunos años para la Confederación de Empresarios de las Baleares (CAEB) y la Conselleria de Turisme analizaba las distintas modalidades del “turismo activo”, y el golf no estaba precisamente entre las que más visitantes atraía, a pesar de la ya importante oferta de campos en Mallorca.

Desde el punto de vista de la rentabilidad social, por otra parte, hay que hacer un balance entre los ingresos de una actividad y sus costes (de infraestructuras, ambientales y sociales). Mientras que los campos de golf y su entorno tienen un consumo importante de territorio y de otros recursos naturales, afectando seriamente al paisaje, y suponen grandes inversiones en infraestructuras y acondicionamiento, otras modalidades de “turismo activo” (como las visitas culturales, el ciclismo y el senderismo) no exigen apenas infraestructuras especiales, sino que su atractivo se basa, precisamente, en la existencia de caminos tranquilos y entornos naturales y culturales preservados al máximo. Habría que añadir que los “resorts” que se crean en torno a los campos de golf pretenden absorber el máximo del gasto del turista, con una oferta concentrada de servicios y ocio, mientras que las actividades antes mencionadas benefician a muchos más pequeños negocios, al dispersar a los usuarios y sus gastos por un territorio mucho más extenso.

En cualquier caso, la nueva ley en proyecto no esconde su principal motivación: facilitar la construcción de nuevas urbanizaciones y hoteles en el entorno de los campos. Cuando hace poco se afirmaba que los nuevos campos utilizarán aguas residuales recicladas, se referían por cierto a los miles de nuevos residentes previstos, jueguen o no al golf. Estudios realizados en países donde sí que hay una cierta afición a ese deporte, como los Estados Unidos, comprobaban que el 70% de los compradores de residencias en dichas urbanizaciones no eran jugadores.

Este es un momento de cierta preocupación por la saturación hotelera y las graves alteraciones territoriales y paisajísticas de nuestro territorio, que ya han llevado a grandes operadores turísticos (como TUI, el principal operador alemán) a anunciar la cancelación de destinos a nuestra Comunidad. Por otra parte, crecen las denuncias europeas por la arbitrariedad expropiadora que nos distingue. No parece lo más adecuado para nuestro atractivo turístico promulgar una nueva ley que agrave aún más dichas situaciones. Y menos aún que la disfracen con pretextos de “socializar” un deporte como el golf, ni con referencias a la sostenibilidad.