Xabier Zabaltza
El primer lehendakari
(El Correo, 8 de febrero de 2015).

Como realidad institucional, Euskadi (entonces se escribía “Euzkadi”) nació el 1 de octubre de 1936, ya iniciada la Guerra Civil. Ese día, las Cortes de la República aprobaron por fin el Estatuto de Autonomía. Seis días más tarde José Antonio Aguirre fue investido lehendakari, en cuyo gobierno participaron la mayor parte de las fuerzas antifranquistas. Para ese momento prácticamente la totalidad de Guipúzcoa había caído en manos de las huestes de Franco. En casi toda Álava (por no hablar de Navarra, que ni siquiera es mentada en el Estatuto) el golpe militar triunfó desde el principio. Así que, en la práctica, “Euskadi” y “Vizcaya” fueron sinónimos durante los escasos ocho meses de autonomía, hasta la caída de Bilbao en junio de 1937 (algunos pueblos de las Encartaciones resistieron un par de meses más).

Antes de 1936 no había existido una entidad administrativa civil que englobara exclusivamente a Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Es cierto que entre 1836 y 1893 funcionó una Capitanía General de las Provincias Vascongadas, pero se trataba de una entidad militar, no civil, que a lo largo de su alambicada historia incluyó en varias ocasiones a Navarra, donde el porcentaje de “vascongados”, esto es, de vascohablantes, era mucho mayor que en Álava, por ejemplo. Por su parte, el galicismo “País Vasco” se constata en castellano desde principios del siglo XIX, aunque solo como concepto lingüístico (dos tercios de Navarra se encontraban dentro del límite de la lengua vasca en aquella época). No tenía contenido político. Lo que existía políticamente era el Señorío de Vizcaya y las Provincias de Álava y Guipúzcoa, además del propio Reino de Navarra.

Hay una excepción que merece reseñarse. Ocurrió durante otra guerra, la de la Independencia. Napoleón nombró a su hermano José rey de España en junio de 1808. Unos meses más tarde, exactamente el 8 de febrero de 1810, por decisión personal del emperador, se constituyó el Gobierno de Vizcaya, bajo su autoridad directa, separado, por tanto, del territorio controlado por José. Napoleón pretendía establecer la frontera del Imperio Francés en el Ebro y, durante un tiempo, barajó incluso la posibilidad de crear un estado títere con las siete provincias vascas de España y Francia. A pesar de su nombre, el Gobierno de Vizcaya incluía también a Álava y Guipúzcoa. De hecho la sede del Gobierno fue establecida en un principio en San Sebastián y, desde enero de 1811, en Vitoria.

El encargado de dirigir el flamante Gobierno de Vizcaya, con competencias tanto militares como civiles, fue el general Pierre Thouvenot. Era lorenés, no vasco, pero el general gobernador, como se titulaba, fue el primer presidente de un gobierno que reunía por primera vez a Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Es decir, aunque todavía no existía la palabra: el primer lehendakari, 126 años antes de Aguirre. Su gobierno era independiente de Madrid… pero dependiente de París. Fue un producto de la ocupación francesa y, como tal, seguiría la suerte de los ocupantes.

Thouvenot suprimió las diputaciones y no respetó la tradición foral vasca. Para ser justos, hay que añadir que, a pesar de la dureza de la guerra y de la propaganda antifrancesa fomentada durante generaciones, ha pasado a la historia como un gestor eficaz, admirado incluso por sus adversarios. Su Gobierno funcionó casi tres años más que el de Aguirre, hasta la batalla de Vitoria de junio de 1813, y abarcó un territorio bastante mayor que el de aquél (aunque la parte oriental de Guipúzcoa escapó a su control hasta septiembre de 1810, ya que en un principio había sido incorporada al Gobierno de Navarra, también anexionado al Imperio).

Una vez derrotado definitivamente Napoleón, Fernando VII reinstauró el Antiguo Régimen y su caótica división provincial, que incluía territorios tan grandes como Aragón y tan pequeños como la propia Guipúzcoa. El Gobierno de Vizcaya dejó de existir. Tras los ensayos antihistóricos del Trienio Liberal (1820-1823), Javier de Burgos diseñó en 1833 las provincias españolas tal como las conocemos, respetando los nombres, los límites tradicionales y las capitales de las vascas. Durante los siglos XIX y XX, se elaboraron varios proyectos para crear una región que reuniera a estas últimas (a veces incluyendo a Navarra, a veces no), pero ninguno de ellos llegó a buen puerto hasta la Guerra Civil.

Muchas de las innovaciones de los franceses sobrevivieron a la Revolución y al Imperio. Otras desaparecieron por un tiempo para resurgir con otro nombre. Euskadi es una de ellas. Sin el precedente del Gobierno de Vizcaya es posible que hoy el País Vasco no existiera políticamente. Un País Vasco triprovincial, sin Navarra, quiero decir. Para bien y para mal, el 8 de febrero de 1810, hace exactamente 205 años, cambió el curso de nuestra historia.

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Xabier Zabaltza es profesor de Historia Contemporánea de la UPV/EHU.