Recordando a Montse Oliván
(Página Abierta, 243, marzo-abril de 2016).

Montserrat Oliván ha formado parte de aquel entusiasta grupo de mujeres que, después de haber luchado en la Universidad contra la dictadura franquista, se percató de que no podría haber una verdadera democracia si no se defendían los derechos de las mujeres. En mayo de 1976, participó activamente en las Primeres Jornades Catalanes de la Dona, en Barcelona, espacio aquel en el que se diseñaron las principales reivindicaciones que el naciente movimiento feminista plantearía durante más de dos décadas.

Pero Montse no era sólo una luchadora. Con una mente clara y gran capacidad para el estudio y la reflexión, analizó causas y consecuencias, razones y circunstancias y elaboró un discurso feminista, compartido con sus compañeras, que penetró con fuerza en el movimiento de mujeres. Analizó, principalmente, las cuestiones relacionadas con la sexualidad y su repercusión en la vida de las mujeres. Sus denuncias de la heterosexualidad normativa la llevaron a colaborar en la creación del movimiento de lesbianas dentro del feminismo madrileño y en la revista Nosotras (que nos queremos tanto...), cuyo primer número se abre con un artículo suyo. Participó activamente  en la denuncia de los ataques contra la libertad sexual de las mujeres; pero al mismo tiempo reivindicó la sexualidad como placer, en una sociedad en la que las mujeres pudieran expresar libremente sus deseos.

Con estos temas dejó oír su voz, y la claridad de sus argumentos, en las sucesivas Jornadas organizadas por el movimiento feminista. Ya en las II Jornadas, celebradas en Granada en diciembre de 1979, participó en el debate sobre los valores de la feminidad. En las Jornadas de Barcelona (1985) clamó contra las restricciones que establecía la recién aprobada ley de interrupción voluntaria del embarazo. Fue en las Jornadas de Santiago de Compostela (1989) donde se planteó con mayor fuerza el debate sobre sexualidad, centrado en la contradicción entre placer y peligro, y allí Montse demostró su capacidad de análisis y de razonamiento lógico defendiendo el derecho al placer a pesar de los riesgos y el rechazo de cualquier prohibición o censura en materia de expresión de la sexualidad, siempre que fuese libremente consentida.

El feminismo transgresor de Montse se ha manifestado también en su defensa de los derechos de las trabajadoras  del sexo, apoyando la labor del Colectivo Hetaira.

La cuestión de la identidad de género siempre preocupó a Montse, ya desde las primeras Jornadas de Granada. El fruto de este interés se puede comprobar en sus artículos, publicados en la revista Página abierta, sobre la contradicción entre identidad y diversidad y la precariedad de las identidades aparentemente rígidas y blindadas.

Este interés de Montse se prolongó durante décadas y en los últimos tiempos se centraba en la consideración de la  transexualidad. En el grupo de discusión feminista que Montse alentaba, este tema se convirtió en una de las principales preocupaciones. Montse lo enfocaba tanto desde el punto de vista teórico como desde la actividad práctica de defensa de las reivindicaciones de los colectivos de transexuales. Los enfoques teóricos le llevaban a profundizar, de nuevo, en la cuestión de la identidad de género y su relación con la norma heterosexual. Sobre ello estaba escribiendo y preparando debates que han sido cruelmente interrumpidos.

Con la muerte de Montse hemos perdido a una entrañable amiga y compañera, una trabajadora rigurosa e incansable. Las mujeres y las personas constreñidas por una norma sexual discriminatoria han perdido una defensora incansable y generosa de sus derechos y de los de todas las personas que sufren injusticia y marginación. Imposible olvidarte, Montse.

  Empar Pineda, Marian Caro, Nanina Santos, Paloma Uría, Cristina Garaizabal, María Nebot, Isabel Cercenado, Josefina Jiménez, Josetxu Riviere, José Mendiguren… (en representación del Colectivo federal de trabajo feminista que durante años ha coordinado Montse Oliván).