Redacción de AWRAQ
En recuerdo de Muhammad Arkoun
(AWRAQ, n.º2, 2010).

ohammed Arkoun (1 febrero 1928 — 14 septiembre 2010)

            Originario de Taourirt-Mimoun, una aldea bereber de la Cabilia argelina, Muhammad Arkoun (febrero 1928-septiembre 2010) era considerado uno de los académicos de estudios islámicos más influyentes, siendo admirado y también criticado tanto en el mundo islámico como en Occidente. Sus estudios se centraban principalmente en la historia del pensamiento árabe y en la reforma y modernización del islam, campos en los que realizó importantes aportaciones a través de una extensa lista de publicaciones en varios idiomas.

            Después de realizar sus estudios primarios y secundarios en Taourirt-Mimoun y Orán respectivamente, Muhammad Arkoun estudió en la Universidad de Argel y también en La Sorbona de París, donde se doctoró en 1968 con una tesis sobre el pensamiento humanista árabe del siglo X. Como profesor, impartió clases en numerosas universidades europeas y norteamericanas (Lyon, París, Nueva Jersey, Berlín, California, Lovaina, Filadelfia, Roma y Ámsterdam) y llegó a convertirse en profesor emérito de historia del pensamiento islámico en La Sorbona y miembro del Consejo Rector del Instituto de Estudios Ismailíes de Londres.

            Su carrera académica se centró siempre en temas relacionados con el pensamiento islámico contemporáneo, la reinterpretación del islam y los desafíos a los que hace frente el mundo musulmán. Una de las mayores preocupaciones de este pensador fue encontrar la manera de reformar el islam desde dentro, con el objetivo de adaptarlo a las nuevas circunstancias y a los cambios de las sociedades.

            En este sentido, las ideas de Arkoun entroncan con la línea de pensamiento de los primeros reformistas musulmanes de finales del siglo XIX, encabezados por Yamal al-Din al-Afgani. Igual que éste, Arkoun señalaba que, ante todo, el Corán insta a los fi eles a que persigan el conocimiento, mientras que los llamados expertos en religión islámica, que tienden a monopolizar el discurso del islam institucional, no han hecho sino encerrar el islam en unas estructuras rígidas que no le permiten evolucionar. A través de sus provocadores planteamientos, Arkoun quería lograr un renacimiento del mundo araboislámico, que revolucionara el «corpus cerrado y oficial» en el que se ha transformado el islam.

            Arkoun insistió siempre en criticar las carencias que, a su modo de ver, existen en el discurso islámico oficial al quedar estancado en una tradición que mira con sospecha los cambios y transformaciones. En contra de los puntos de vista más tradicionales y conservadores, Arkoun creía que ninguna interpretación del Corán puede ser definitiva, sino que el texto coránico está abierto a visiones y aportaciones innovadoras que habrían de tener en cuenta las nuevas herramientas científicas. Arkoun estudiaba el Corán como un texto literario, lo consideraba un conjunto de metáforas sobre situaciones humanas y, como tales, aseguraba, no se pueden asimilar como normas rígidas y perfectamente claras. Según este autor, es absurdo que la gente crea que puede convertir esas expresiones literarias metafóricas en reglas eficaces y principios definidos que sirvan para gestionar los detalles de la vida cotidiana y que se puedan aplicar en todo momento y en toda circunstancia. Arkoun insistía siempre en la necesidad de desarrollar un análisis histórico crítico de las tradiciones, puesto que, como señalaba, las creencias no son sino construcciones histórico-sociales.

            Todo esto le llevó a formular el nacimiento de las «ciencias islámicas aplicadas», basadas en una metodología extraída de las ciencias sociales, que consistían en enmarcar el texto a estudiar en su contexto histórico preciso y en tratarlo como una manifestación de la conciencia y el momento históricos que lo produjeron. Era de esperar que este método suscitara intensas críticas en el mundo árabe e islámico cuando se decidió a aplicarlo a los textos coránicos. Cuando publicó su obra Lectures du Coran, en 1982, fue acusado de herejía.

            Arkoun fue, asimismo, un ferviente defensor de la laicidad y consideraba que la separación entre Estado y religión no era un concepto ajeno a las sociedades islámicas sino que ya había sido formulado por Averroes en el siglo XII pero, desgraciadamente, abandonado tras su muerte en 1198. Consideraba que la laicidad protege la libertad religiosa y no puede ser entendida como una ideología que niega la religión, sino que está orientada a limitar la influencia directa de la teología y los teólogos en la sociedad.

            Otra de sus líneas de pensamiento se desarrolló en torno a la visión que Occidente tiene del islam y del mundo islámico y que, según su punto de vista, lo ha transformado en un «monstruo ideológico». Pero Arkoun consideraba que ese sentimiento hostil hacia todo lo proveniente del mundo araboislámico se podía entender de manera similar a lo que él llamó la «ignorancia institucionalizada» en las sociedades islámicas. Los sistemas educativos de los países araboislámicos no están diseñados para abrir las mentes de los estudiantes sino para encerrarlos en la ignorancia y conseguir una sociedad sumisa. El discurso oficial de Occidente respecto al mundo araboislámico es un proceso parecido, orientado a crear miedo y desconfianza. Arkoun se lamentaba de que ambos polos, el islam y Occidente, han transformado la cultura del otro en un enemigo y se posicionaba rotundamente en contra de la teoría del «choque de civilizaciones», intentando siempre encontrar las similitudes entre ambos frentes. Pero Arkoun iba más allá de la necesidad de un diálogo entre religiones y culturas: planteaba un método comparativo, antropológica e históricamente, que permitiera alcanzar un compromiso global de la comunidad científica orientado a abrir nuevos horizontes comunes y lograr una «solidaridad intelectual».

            Su obra, escrita principalmente en árabe y francés, ha sido traducida a muchos idiomas, entre ellos al inglés, indonesio y holandés. Entre la extensa lista de publicaciones se pueden destacar los siguientes títulos: La Pensée árabe (1975, traducido al español en Barcelona: Paidós, 1992); L´Humanisme árabe au 4ème/10ème siècle (1982); Lectures du Coran (1982); Religion et laïcité: una aproche laïque de l´Islam (1989); Pour une critique de la Raison islamique (1984); The Unthought in Contemporary Islamic Thought (2002); Rethinking Islam: Common Questions, Uncommon Answers (1994); al-Islam: al-akhlaq wal-siyasa [El islam: moral y política] (1988); al-Islam, Uruba, wal-Gharb [El islam, Europa y Occidente] (1995).

            Desde 1980, Muhammad Arkoun fue también el director científico de la revista Arabica –fundada en La Sorbona en 1953 y publicada por Brill–, una publicación multidisciplinar de estudios árabes e islámicos de gran tradición tanto para el arabismo francés –en sus inicios– como a nivel internacional –en la actualidad. Fue condecorado en 1996 con la Legión de Honor francesa y en 2001 fue invitado a la Universidad de Edimburgo para impartir las prestigiosas Giford Lectures. En 2002 fue premiado con el Giorgio Levi Della Vida Award, por la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), en reconocimiento a su excepcional aportación académica en los estudios islámicos. En 2003 recibió el premio de la fundación Ibn Rushd for Freedom of Thought, una organización no gubernamental dedicada a apoyar la libertad de expresión y la democratización en el mundo árabe. In memóriam.