Sami Naïr
“Las migraciones continuarán. Es más inteligente
regularlas que criminalizarlas”

Entrevista de Pedro Prieto
(Diario de Ibiza, 17 de noviembre de 2006)


   El profesor de la Universidad de París VIII Sami Naïr (Argelia, 1946) pronunció una conferencia ayer en el Club Diario de Ibiza, dentro del ciclo `Un món de paraula´, organizado por el Ayuntamiento de Eivissa. Naïr defiende una política que afronte «con valentía» los flujos migratorios y apoya el proceso de regularización desarrollado por el Gobierno español: «Ahora Alemania, Inglaterra e Italia están haciendo lo mismo, sin pedir permiso a España».

-Su último libro se titula Y vendrán. Da a entender que las migraciones hacia Europa aumentarán

-Tenemos que prepararnos porque los flujos van a seguir. Han existido, existen y se desarrollarán, porque las diferencias económicas entre Europa y los países pobres de Asia, el África subsahariana y América latina hacen que haya una demanda migratoria importante de parte de estas regiones pobres, y al mismo tiempo una capacidad de acogida también importante por parte de los países ricos. En vez de criminalizarlos me parece más inteligente organizarlos en relación con los países de origen o de tránsito. La mejor manera es permitir una cierta movilidad legal, con más visados, para evitar los flujos ilegales y ayudar al desarrollo en las regiones pobres.

-La inmigración, con los cayucos, los saltos a la valla y las pateras, provoca en España crisis periódicas que saltan a la opinión pública. ¿La sociedad española está reaccionando de forma correcta ante el fenómeno de la inmigración?


-Me parece que el Gobierno español está haciéndolo bien en unas condiciones muy difíciles, entre la voluntad de respetar la dignidad de las personas y, al mismo tiempo, proteger su territorio. Lo está haciendo bastante bien, sabiendo que no existen las soluciones ideales. La sociedad es otra cosa. La verdad es que la sociedad, en el fondo, no sabemos lo que piensa sobre los flujos. Hay encuestas que revelan que la inmigración genera angustias y temores, pero no sabemos si es por la propia inmigración o porque se la presenta a la opinión pública a través de medios de comunicación que utilizan los flujos migratorios como una amenaza y necesitan cada día tener un producto vendible como algo nuevo. Lo que ocurrió en Canarias con los cayucos provocó un fuerte impacto, pero los españoles desconocen que, en realidad, los flujos más importantes no vienen a través de España, sino de los países del Este. No llegan cada día 50, 100 ó 200 personas en cayuco, pero sí hay miles de personas traspasando a diario en tren las fronteras de los países del Este. ¿Alguien sabe que la primera nacionalidad que entra en Europa hoy son los chinos? Pero eso no se ve. Hay una ignorancia organizada por partidos políticos y medios de comunicación interesados en la inmigración como arma política.

-Una frase muy habitual en España en la calle al hablar de inmigración es la siguiente: «Yo no soy racista, pero lo que no puede ser...», a la que sigue habitualmente una mención sobre los problemas de la sanidad o la educación. ¿Qué refleja, a su juicio, esta actitud?


-Ignorancia. No saben exactamente lo que un inmigrante realmente cuesta en el sistema social. No saben, porque nadie se lo dice, que el inmigrante está contribuyendo a la propia riqueza del país de acogida además de a su propio bolsillo. Es una actitud de ignorancia.

-Siempre se habla del concepto de `integración´. ¿Es realmente posible o es inevitable que se formen guetos en los países de acogida?

-Depende de la sociedad de acogida. Si se elige territorializar el problema y no hay políticas de mezcla, entonces la sociedad no crea los mecanismos para integrar cultural y socialmente y se crean guetos. Pero cuando hay voluntad, se puede evitar. La experiencia lo dice. Francia, hasta los años 70, cometió muchos errores. España puede evitarlo porque tiene más medios. La descentralización política hace que los ayuntamientos y las comunidades autónomas no necesiten autorización del Estado para hacer políticas territoriales, y creo que se va a hacer bien, porque los españoles están apriendiendo rápido.

-Hay estudios que alertan de que la generación que ahora tiene entre 20 y 35 años en España tendrá un nivel de vida inferior al de sus padres, un hecho que sólo ha ocurrido en periodos de crisis históricas. ¿Este deterioro del estado del bienestar puede ayudar a fomentar las actitudes xenófobas y racistas?

-Sí. Es algo absolutamente mecánico. La xenofobia es una consecuencia directa del malestar social. Los datos más recientes demuestran que el nivel de la precariedad en Europa se ha desarrollado de forma excepcional en los últimos diez años y, sobre todo, esta precariedad afecta a los jóvenes y, en especial, a las mujeres. Mucha gente no tiene la capacidad de entender las causas de lo que está ocurriendo, por lo que es fácil satisfacerles con una sola explicación: la culpa es de la inmigración. Se puede transformar a los inmigrantes en un chivo expiatorio, cuando ellos también son víctimas del mismo sistema. Estamos en un periodo de crisis similar al que fomentó el nazismo y los fascismos en los años 30 en Europa. De todas formas, la democracia está muy arraigada en el imaginario de los europeos, pero la xenofobia puede constituir una amenaza importante.

-Se habla de un choque entre el Islam y Occidente, un choque de civilizaciones. Y usted suele mencionar que el Mediterráneo es un lugar de fractura. ¿Se avecina un conflicto internacional entre Europa y el Magreb?


-Cuando digo que el Mediterráneo es un lugar de fractura es porque señalo que allí tenemos todas las contradicciones: en el sur aumenta la población y en el norte disminuye; en el norte hay democracia y en el sur sistemas problemáticos que favorecen el desarrollo de movimientos radicales como el integrismo, etcétera. La gente del sur tiene la sensación, a mi juicio con razón, de que en Europa hay dos discursos: uno de derechos humanos para los europeos y otro en el que se tolera la violación sistemática de los derechos del pueblo palestino. Además, la invasión americana de Irak ha provocdo mucho recelo. Pero no hay un choque particular entre Europa y el Magreb, ni un `choque de civilizaciones´. Eso es una creación artificial ideológica de los neoconservadores americanos para justificar su política imperialista en el mundo, y para dominar también a los países europeos bajo la supuesta cultura americana de la civilización. Claro que si lo que ocurre ahora en Irak es la civilización es que ha cambiado mucho el concepto.

-Los ideólogos más críticos con el Islam suelen utilizar un argumento para justificar la superioridad de Occidente: «Ellos tienen la religión como nosotros en la Edad Media. Están atrasados 500 años»


-Me parece que se equivocan, porque pertenecemos todos al mismo mundo, la civilización mundial. La religión musulmana juega un papel mucho más cultural y moral que religioso. Prueba de eso es que en esos países hay una batalla tremenda entre los integristas y la mayor parte de la población. Estos países vivieron bien, de forma normal, en los 50, 60, 70 e incluso los 80. Y el Islam existe desde hace 1.500 años. El argumento, en mi opinión, es fácil y disfraza una actitud intolerante y racista.