Samuel Pérez
El Foro Social Mundial de Nairobi.
Avanzan las redes de trabajo social

(Página Abierta, 179, marzo de 2007)

            En este texto, su autor, participante en el reciente Foro Social Mundial de Nairobi, nos relata los aspectos más destacados de ese encuentro de organizaciones sociales.

            El VII Foro Social Mundial, celebrado este año en Nairobi, la capital de Kenia, entre los días 21 y 25 de enero, ha tenido como colofón una marcha de 15 kilómetros, realizada en medio de un calor sofocante, con  decenas de miles de participantes corriendo y portando la camiseta del foro mundial. Personas de todas las edades, mayoritariamente africanas, desde niñas a ancianos, que reivindicaban la necesidad de un mundo más justo que ponga fin a la pobreza y a la explotación.
            Los organizadores de la marcha tuvieron la buena idea de hacer pedagogía con los occidentales que participamos en ella –muchos de nosotros andando–, al hacerla pasar por algunos de los barrios más pobres de Nairobi. Con lo que vimos en ellos, pudimos comprobar la inmensa miseria que se vive en Kenia. Los datos hablan de que un 57% de la población vive en la pobreza extrema. Se dice que sólo en Kibera, un inmenso barrio de chabolas, habita un millón de personas, y es un reflejo de lo que sucede en todo el África subsahariana, donde se encuentran 38 de los 51 países más empobrecidos del mundo. Pero, al margen de los datos, que siempre resultan fríos, lo que vimos forzaba a remover todos los análisis y reflexiones que hemos ido haciendo en el foro durante los cuatro días de debates.
            Viviendas de chapas, sin agua, ni luz, ni sanitarios; pobreza que se refleja en las caras, en la ropa, en las calles llenas de barro, en los grupos de niños y de adultos atados a tubos de pegamento; en el olor, ese olor terrible que nos produce náuseas a los occidentales y que se pega al cuerpo y a la ropa, el olor de la miseria... Todo eso y más, muy difícil de describir, vimos durante la marcha, con la que atravesamos grandes focos de miseria en los que grupos de personas revolvían en la basura, basura de los pobres, que tiran poco y aprovechan todo. Nos preguntábamos qué pueden encontrar en ella para seguir malviviendo.
            Todo ello justificaba y daba fuerza a los argumentos manejados, a las críticas, a los debates y a los planes de trabajo realizados en 21 paneles temáticos (*), en los que se ha tratado desde el problema del agua en el mundo, la paz y la guerra, las luchas de las mujeres, la educación, el medio ambiente, la deuda externa, el sida y los medicamentos, las migraciones, la seguridad alimentaria, la reforma agraria, las políticas del Banco Mundial y del FMI, y otros muchos aspectos presentes en la lucha y resistencia de muchos pueblos en todos los continentes.
            No faltó una profunda crítica a la globalización neoliberal y a las formas de explotación de los países ricos y sus multinacionales; a las amenazas a la paz por parte de las potencias más militaristas, a la venta de armas, a la violación de los derechos humanos...

Los objetivos y debates del foro


            Se ha constatado que desde el primer Foro Social Mundial en Porto Alegre, celebrado en el año 2001, hasta hoy, los movimientos alternativos han avanzado en su crítica y en sus luchas, así como en la coordinación de las organizaciones internacionales, en diversos temas y acciones, para conseguir logros que beneficien a todos los pueblos del mundo.
            Este reforzamiento de las organizaciones y movimientos sociales es el principal objetivo del Foro Social Mundial, reflejado en la Carta de Porto Alegre, que lo concibe como «un lugar abierto de reunión donde grupos y movimientos de la sociedad civil opuestos al neoliberalismo y a un mundo dominado por el capital o por cualquier forma del imperialismo, que a su vez están comprometidos con la construcción de una sociedad planetaria concentrada en la persona humana, se juntan para conjugar su  pensamiento, para debatir las ideas democráticamente, para formular propuestas, para compartir sus experiencias libremente y para crear redes de acción efectivas».
            Responde también a la metodología implantada en los últimos foros mundiales, cuyo objetivo principal es potenciar estas redes sociales, sus debates y compromisos de lucha. En Nairobi se dedicaron los tres primeros días a la exposición e intercambio de propuestas de las distintas organizaciones que forman cada frente de trabajo social, para el último día emplearlo en sacar conclusiones, orientaciones y planes de trabajo.
            Muchos de los frentes de trabajo mantienen ya reuniones internacionales de manera continuada. Por ejemplo, las organizaciones agrupadas en la propuesta de soberanía alimentaría tendrán un encuentro mundial este mes de febrero en Malí; o las que luchan contra las bases militares en el mundo se encontrarán en el mes de marzo en Quito. Y así otras muchas. 
            Uno de los debates que está presente desde el inicio del nacimiento del foro mundial se produce entre los que defienden que éste se dote de un programa y se coordine centralizadamente para hacer más eficaz su intervención mundial; aquí están desde los que proponen una unificación basada en un programa de mínimos, o los que defienden su desarrollo como fuerza política, hasta los que pretenden que llegue a ser una nueva Internacional. La llamada Asamblea de los Movimientos Sociales concentra los sectores que defienden esta orientación.
            Por otro lado, están los que defienden que, de acuerdo con el enfoque original, los foros sociales no son instrumentos de intervención política unificada, pues si así fuera se acabaría con el pluralismo y la vitalidad existente, y se dejaría el enfoque de las luchas en pocas manos, volviendo al dirigismo político tantas veces condenado y matando la democracia participativa. Por el contrario, deben ser un lugar de encuentro para las redes y movimientos sociales, y son éstos los que deben unirse, hacer propuestas de lucha y llevar a cabo sus campañas. E incluso, ocasionalmente, hacer propuestas de unificación de luchas entre las distintas redes, como ya sucedió con las movilizaciones contra la guerra.
            En la medida en que las redes y movimientos sociales se han venido reforzando, su protagonismo va relegando los intentos de unificación, bastantes artificiales y forzados, que se pretenden desde la Asamblea de Movimientos Sociales.
            Otro aspecto que resaltó en este foro fue la fuerte presencia de los grupos cristianos, vinculados muchos de ellos a la teología de la liberación, y de Cáritas y Jubileo Sur, con cerca de 1.000 activistas en representación de 300 organizaciones cristianizadas, humanitarias y sociales. Su aportación es positiva en diversos terrenos de trabajo, en los que impulsan la organización y la  participación de muchos sectores sociales, educan la conciencia crítica, promueven y apoyan luchas, o denuncian el neocolonialismo o la explotación de las empresas multinacionales. Al mismo tiempo, resulta preocupante el conservadurismo de muchos sectores en materia de sexualidad ante la gravísima situación del sida en África, y surgen dudas en su apuesta por la liberación de la mujer.
            El Foro Social Mundial es hoy una de las mayores esperanzas de construcción de la paz y de lucha contra la pobreza y las injusticias en todo el mundo, a pesar de las dificultades y de los errores. De la mano de una gran pluralidad y de la búsqueda de consensos,  sigue avanzado y aportando soluciones, y estimulando las luchas de los movimientos sociales de todo el mundo.

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(*) Agua; instituciones nacionales, internacionales y democracia; paz, guerra; vivienda; luchas de las mujeres; dignidad, diversidad humana, discriminaciones;  derechos humanos; juventud; seguridad alimentaria, reforma agracia; trabajo; educación; medio ambiente y energía; salud; conocimiento, información, comunicación; deuda; migraciones; libre comercio; cultura; corporaciones transnacionales; niñez; economía alternativa.